Valoramos el interés de Hernández y Losada1 por nuestro estudio y coincidimos en que comprender los fundamentos teóricos de los métodos activos es una condición indispensable para su implementación efectiva. En particular, la inclusión de la teoría de la actividad, enmarcada en la psicología histórico-cultural, aporta una visión integradora entre lo cognitivo y lo afectivo, que por lo general se subestima en el enfoque técnico o instrumental de algunas prácticas docentes. En el mismo sentido, Gómez-Lus Centellas et al.2 puntualizan sobre la necesidad de que las metodologías activas deben comprenderse más allá de su dimensión técnica, incorporando una base teórica que articule lo cognitivo, lo emocional y lo social, en concordancia con los postulados de la teoría histórico-cultural.
Del mismo modo, compartimos la preocupación expresada respecto a la necesidad de una formación docente sistemática y sostenida. Tal como se menciona, con respecto a la operacionalización didáctica de los métodos activos, esta requiere más que buenas intenciones, pues implica tiempo, reflexiones pedagógicas, compromiso institucional y acompañamiento profesional. Es un proceso obligatorio que debe ser adjudicado a las instituciones de educación médica por medio de capacitaciones y mejora continua. Esta preocupación ha sido ampliamente documentada por Hervas3, indicando que, sin una formación docente continua y contextualizada, las metodologías activas corren el riesgo de ser aplicadas de forma superficial, perdiendo un aprendizaje significativo y su verdadero impacto pedagógico.
Consideramos que estos aportes enriquecen el debate científico-académico y contribuyen a visibilizar la complejidad que implica transformar la enseñanza en medicina. En este sentido, resulta prioritario fomentar investigaciones que no se limiten a revisiones de literatura, sino que incorporen la aplicación práctica de metodologías activas con estudiantes de Medicina. Tal como evidenció nuestra investigación, son aún pocos los países en los que se documenta de forma sistemática la aplicación de estas estrategias, como señalan Resmiaty et al.4, la inclusión del sustento teórico y el rol de la academia son importantes para pasar de una aplicación superficial a una transformación profunda del proceso educativo.
Finalmente, agradecemos el comentario sobre el alcance temporal del estudio. Si bien no se estableció una restricción explícita del tiempo en la revisión sistemática, el enfoque adoptado respondió a los criterios de delimitación temática y metodológica previamente definidos, con el objeto de generar una síntesis útil y aplicable a la práctica docente en el contexto actual. Esto se alinea con lo planteado por Trullàs et al.5, quienes sostienen que las revisiones sistemáticas pueden priorizar criterios temáticos y de relevancia práctica, por encima de una cobertura estrictamente cronológica.
FinanciaciónLos autores declaran que no se ha obtenido financiación para la realización de este trabajo.
Conflicto de interesesLos autores no reportan conflictos de intereses.





