Introducción: El traumatismo en pacientes politraumatizados representa una de las principales causas de muerte en adultos jóvenes en España, especialmente en la población de entre 18 y 35 años. El accidente de tráfico constituye el mecanismo más común, caracterizado por su alta energía cinética y su capacidad de producir múltiples lesiones simultáneas, muchas de ellas potencialmente mortales. El hígado, por su localización y tamaño, es uno de los órganos más frecuentemente afectados en el trauma abdominal cerrado. Este estudio se centra en identificar las lesiones asociadas al traumatismo hepático no penetrante, con el objetivo de valorar su frecuencia y relevancia clínica en la evolución del paciente.

Métodos: Se realizó un estudio retrospectivo descriptivo de 66 pacientes con diagnóstico radiológico de traumatismo hepático no penetrante atendidos en un hospital terciario entre los años 2008 y 2022. Las lesiones hepáticas fueron diagnosticadas mediante tomografía computarizada (TC) al ingreso o tras cirugía de control de daños. En 20 casos no se disponía de la historia clínica completa debido a que el evento ocurrió antes del cambio de sistema informático, por lo que fueron excluidos del análisis detallado de lesiones asociadas. Se analizaron las lesiones torácicas, abdominales y musculoesqueléticas acompañantes, así como el requerimiento de tratamiento quirúrgico y la evolución clínica.

Resultados: De los 46 pacientes con datos clínicos completos, solo uno presentó traumatismo hepático aislado. En el resto (97,8%) se identificaron una o más lesiones asociadas. Las lesiones torácicas fueron las más frecuentes, con presencia de neumotórax en el 45,65% de los casos y contusión o laceración pulmonar en el 36,96%. Las fracturas de pelvis se detectaron en el 32,61% y las fracturas costales (hasta tres costillas) en el 23,91%. A nivel intraabdominal, se diagnosticaron hematoma suprarrenal derecho en el 19,57% de los pacientes, lesión renal derecha en el 17,92% y lesión esplénica en el 17,92%. Únicamente cuatro pacientes (8,69%) requirieron intervención quirúrgica directa sobre el hígado, de los cuales uno falleció en el posoperatorio inmediato a causa de daño cerebral irreversible secundario al traumatismo craneoencefálico.

Conclusiones: El traumatismo hepático no penetrante raramente ocurre de forma aislada, y suele acompañarse de lesiones torácicas y abdominales que incrementan significativamente la gravedad clínica y la complejidad del manejo. El uso sistemático de la TC resulta esencial para la detección precoz de estas lesiones asociadas. Aunque la mayoría de los casos pueden manejarse de forma conservadora, la presencia de inestabilidad hemodinámica o lesiones graves concomitantes puede requerir intervenciones quirúrgicas. Estos hallazgos refuerzan la necesidad de un enfoque multidisciplinario y protocolizado en el tratamiento del paciente politraumatizado con afectación hepática.