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Vol. 33. Núm. 4.
Páginas 6-7 (Julio - Agosto 2016)
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EDITORIAL
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Consolidación de la enfermería como ciencia y como profesión
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Adelaida Zabalegui
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EL CAMINO HACIA LA PROFESIONALIZACIÓN de la enfermería no ha sido fácil. Durante décadas nuestro colectivo ha generado su propio cuerpo de evidencia científica, transformándola de una ocupación técnica a una disciplina científica, una profesión. Los factores que han consolidado a las enfermeras como profesionales incluyen: 1) su formación en las universidades y la aplicación de los conocimientos adquiridos a la actividad práctica, realizando una contribución relevante en la promoción del bienestar de las personas y de la sociedad; 2) la aplicación de sus conocimientos propios, claramente definidos y estructurados, que han sido generados y son permanentemente actualizados mediante la aplicación del método científico; 3) su capacidad de actuar de manera autónoma en el establecimiento de sus propias políticas y en el control de su actividad profesional, y 4) su dedicación a lo largo de toda la vida laboral a tal servicio, más allá de sus intereses personales, trabajando decidida y continuamente para alcanzar la completa libertad de acción, en la búsqueda de nuevas oportunidades para el crecimiento profesional y una remuneración económica acorde con su competencia.

El número de enfermeras que trabajan de manera independiente está aumentando progresivamente. Son personas bien preparadas académicamente que cuentan con una dilatada experiencia profesional, que asumen directamente la responsabilidad sobre cada una de sus actuaciones. Son profesionales que asumen el reto de continuar su aprendizaje a lo largo de su vida como parte consustancial de su trayectoria, que participan, por ejemplo, en programas universitarios avanzados de posgrado.

El camino hacia la plena autonomía y el control sobre la propia práctica profesional continúa siendo un tema controvertido; no obstante, entiendo que nuestra actuación unitaria y decidida conseguirá desmontar las barreras que todavía enfrenta. La autonomía de la enfermería supone la realización de actuaciones profesionales de manera independiente, manteniendo el control sobre la definición de nuestras propias políticas y actividades; por supuesto, siempre coordinadas y complementarias a las realizadas por otros profesionales sanitarios. Numerosas de las acciones de la enfermería son independientes (p. ej., la aplicación de un apósito para el tratamiento de una úlcera); sin embargo, en algunos países (p. ej., España), las enfermeras no tienen el apoyo legal que permita realizar la prescripción para aquellas actuaciones profesionales en las que toman de hecho decisiones de manera independiente, al otorgar esa capacidad a otros profesionales. La legislación aplicable no pondera el conocimiento y la experiencia profesional, sino la inercia y la presión de los colectivos con mayor cuota de poder, lo que les permite ejercer el control más allá de su campo de actuación profesional.

Son dos los colectivos que históricamente han controlado la práctica profesional de la enfermería. Uno de ellos lo representa el grupo de gestores que definen la política sanitaria y el presupuesto para su aplicación, un colectivo bien organizado y financiado, que ocupa posiciones relevantes en la definición de prioridades dentro del sistema sanitario, tanto a nivel estatal como autonómico o local, que ha marginado tradicionalmente a la enfermería de la toma de decisiones, a pesar de la relevancia de su contribución al sistema. La razón detrás de esa actuación radica probablemente en el mantenimiento del poder político independientemente de la aplicación de políticas basadas en el conocimiento profesional, que son evidentemente las que más benefician a la población.

Por otra parte, el colectivo médico ha sido reconocido históricamente como máximo responsable de la asistencia sanitaria. En los últimos años cada vez más, de modo inexplicable, su autorización o supervisión es imprescindible para la realización de las actividades asistenciales por parte de otros profesionales. En este sentido, existen países en los que la autorización del médico continúa siendo necesaria para que las enfermeras puedan realizar actuaciones dentro de su propio ámbito de conocimiento. Este es uno de los grandes retos que la enfermería afronta para obtener su plena autonomía. En este punto es necesario reconocer que, tanto dentro de los gestores sanitarios como de los médicos, existe un porcentaje importante de personas defensoras de la profesionalización de la enfermería, que apoyan decididamente su desarrollo, autonomía y reconocen su ineludible contribución a la mejora asistencial. De manera consistente, estas son personas con elevado reconocimiento profesional, por su conocimiento científico y del medio sanitario y por su trayectoria de contribuciones relevantes dentro de su especialidad. Son los mismos que promueven la sinergia entre profesiones con campos de actuación complementarios, que nada tienen que temer en cuanto al mantenimiento de su estatus profesional porque están convencidos de que las contribuciones de otros profesionales no pueden más que afianzar su propio crecimiento profesional.

Dar una respuesta adecuada al aumento de la demanda de cuidados enfermeros en un sistema sanitario que incrementa progresivamente su complejidad requiere hacer una transición en su gestión. Es necesario cambiar el rígido modelo tradicional, que concentra la toma de decisiones en unos pocos, para poner en marcha una actuación en red que incorpore la toma de decisiones en cada uno de los colectivos profesionales con mayor conocimiento en su área de experiencia, para asegurar una mayor eficiencia en el sistema. Este cambio abrirá el camino hacia contribuciones relevantes por parte de los profesionales de enfermería que podrán constatarse en términos de mejora de los procesos en el sistema sanitario y en su costo-eficacia, siempre en beneficio del paciente, como centro que es del cuidado. En este nuevo marco de referencia, la base científica, la profesionalidad y la autonomía de las enfermeras serán valores al alza, que crecerán en paralelo a una mejor percepción de la población respecto a la relevancia de la enfermería dentro del sistema sanitario.

Si bien la enfermería como profesión y como disciplina científica tiene una historia más corta que otras profesiones y a pesar de que todavía debe dedicar parte de su energía a defender temas como la autonomía profesional, es evidente que el aumento de nuestra formación y nuestro elevado compromiso asistencial indican que hemos avanzado significativamente en nuestra profesionalización. La falta de conciencia profesional o la falta de liderazgo político por parte de sectores de la enfermería, que todavía existe en muchos países, son barreras que pueden desmontarse con la inspiración, el ejemplo y la complicidad de las enfermeras que trabajan en otras regiones del mundo global en el que nos encontramos. En definitiva, a pesar de las barreras que todavía enfrentamos, la enfermería ha realizado un progreso importante en las últimas décadas y está decidida a continuar en esa vía.

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