Blastomycosis, coccidioidomycosis, histoplasmosis, paracoccidioidomycosis, emergomycosis, and talaromycosis are sapronoses restricted to specific geographical areas associated with particular environmental niches that can lead to high morbidity and mortality if diagnosed or treated late. Challenges in clinical awareness arise from their nonspecific clinical presentations and the limited availability of sensitive diagnostic tools. Although advances in molecular diagnosis and antigen detection-based tests are promising, they are not available for all systemic endemic mycoses (SEM). Treatment guidelines emphasize the importance of early antifungal treatment, although only a few limited therapeutic options have remained available over the years. Most SEM are not notifiable diseases, resulting in underreporting and a poor understanding of their true burden. The inclusion of several SEM-causing dimorphic fungi in the WHO Fungal Priority Pathogens List highlights their growing public health impact, the lack of prevention methods, and unmet research needs. Recognizing SEM as neglected diseases, improving surveillance, expanding diagnostic access, and developing affordable vaccines and therapeutics are essential steps toward addressing this evolving global health challenge. Coordinated international efforts are urgently needed.
La blastomicosis, la coccidioidomicosis, la histoplasmosis, la paracoccidioidomicosis, la emergomicosis y la talaromicosis son sapronosis restringidas a zonas geográficas específicas asociadas a nichos ambientales particulares que pueden conducir a una alta morbimortalidad si se diagnostican o tratan tardíamente. Los desafíos para la sospecha clínica surgen de sus presentaciones clínicas inespecíficas y por la disponibilidad limitada de herramientas de diagnóstico sensibles. Si bien los avances en el diagnóstico molecular y pruebas basadas en la detección de antígenos son prometedores, no están disponibles para todas las micosis sistémicas endémicas (SEM). Las guías de tratamiento enfatizan la importancia del tratamiento antifúngico temprano, aunque desde hace muchos años continúan estando disponibles las mismas escasas opciones terapéuticas. La mayoría de las SEM no son enfermedades de declaración obligatoria, lo que resulta en un sub-registro y una comprensión deficiente de su verdadera incidencia. La inclusión de varios hongos dimorfos que causan SEM en la lista de Patógenos Fúngicos Prioritarios de la OMS resalta su creciente impacto en la salud pública, la falta de métodos de prevención y las necesidades de investigación insatisfechas. Reconocer estas enfermedades como desatendidas, mejorar la vigilancia, ampliar el acceso a diagnósticos y desarrollar vacunas y terapias asequibles son pasos esenciales para abordar este desafío de salud global en constante evolución. Se necesitan urgentemente esfuerzos internacionales coordinados.




