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Vol. 27. Núm. 5.
Tema central: Farmacología clínica
Páginas 708-713 (Septiembre 2016)
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VIÑETA HISTÓRICA
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LA BOTICA DE LOS JESUITAS: UNA DE LAS MEJORES INSTITUCIONES FARMACÉUTICAS DEL MUNDO EN EL CHILE COLONIAL
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Juan Pablo Álvarez
Departamento de Anestesiología. Clínica Las Condes. Santiago, Chile
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No desprecies el recuerdo del camino recorrido. Ello no retrasa vuestra carrera, sino que la dirige; el que olvida el punto de partida pierde fácilmente la meta. Paulo VI

Cuando se buscan ejemplos en la actualidad de excelencia en el manejo de patologías complejas o en la administración de centros de alto nivel médico de categoría mundial, inevitablemente miramos a países que están en el primer mundo. Estados Unidos, algunos países de Europa o Australia siempre tienen ejemplos de lo que queremos llegar a ser o a conseguir. Sin embargo no siempre ha sido así. En el ámbito de la farmacéutica, Chile estuvo a nivel mundial con una de las mejores instituciones de Latinoamérica dedicadas a la preparación y administración de medicamentos de su época.

En este rincón del mundo se daba a las preparaciones magistrales una seriedad que no era habitual en la sociedad de la época y mereció el reconocimiento de connotados revisores reales, quienes certificaron que lo que se hacía entre esas cuatro paredes era de la mejor calidad.

Pero, como dice el dicho, “uno propone, pero Dios dispone”. Lamentablemente debido a un edicto real de la España de Carlos III, la farmacología colonial tuvo que volver a ser del nivel de una colonia y no imperial.

Esta es la historia de la Botica de los Jesuitas, un ejemplo, poco recordado de lo que fuimos y por supuesto de lo que podemos volver a ser. Esfuerzo, sacrificio, veracidad y por sobre todo amor a lo que hacemos es lo que se necesita.

1. EL CONTEXTO HISTÓRICO

Nuestro territorio fue descubierto por Hernando de Magallanes el 1 de noviembre de 1520, cuando descubrió el paso que comunica el Océano Pacífico con el Atlántico, llamándolo “Estrecho de Todos los Santos”. Sin embargo, no fue una conquista propiamente tal. El primer explorador que pisó nuestras tierras fue Diego de Almagro, quien, después de un largo y difícil viaje a través de la Cordillera de los Andes llegó al valle de Copiapó el 21 de marzo de 1536. Sin embargo, luego de intentar una conquista frustra de territorios más al sur, volvió a Perú en 1537 para rebelarse contra Francisco Pizarro.

En 1540, otro explorador llegó a lo que conocemos como Chile, Don Pedro de Valdivia, pero en vez de tomar la ruta de los Andes, enfiló a través del Desierto de Atacama. No fue un viaje tranquilo, pero si fructífero. El 12 de febrero de 1541 fundó la ciudad de Santiago de la Nueva Extremadura en las faldas del hoy conocido como Cerro Santa Lucía (Huelén en mapudungún).

Durante siglo XVI, en líneas generales, la administración española en Chile se dedicó a tratar de conquistar los territorios de más al sur, pero se toparon con la resistencia de los Mapuches. Nombres como Michimalonco, Lautaro y Caupolicán suenan como los líderes de la resistencia de esos primeros años, pero la acción conquistadora de los españoles continuó. Se fundaron ciudades como Villanueva de la Serena, La Concepción de María Purísima del Nuevo Extremo, Santa María La Blanca de Valdivia, Santa María Magdalena de la Villa Rica y así otras más. Sin embargo, a medida que se desarrollaba esta llamada Guerra de Arauco, los mapuches fueron capaces de mantener la línea de defensa a nivel del río Bíobío, la que se mantuvo estable, como demarcación entre la joven colonia española y este pueblo, durante muchos años. La historiografía pone como inicio de la Colonia este hito entre españoles y mapuches.

2. LOS JESUITAS

Esta orden religiosa fue fundada por San Ignacio de Loyola en 1534 y ratificada por el Papa Paulo III en la bula “Regimini militantis Ecclesiae” en 1540. Desde sus inicios, esta verdadera milicia religiosa se puso a disposición del Papado para realizar, además de sus oraciones, la evangelización de un mundo en constante crecimiento. Además de los tradicionales votos de pobreza, castidad y obediencia agregaron un voto especial, de obediencia al Papa.

En un momento histórico en que los grandes imperios europeos se expandían con sus colonias por todo el orbe, los sacerdotes jesuitas fueron enviados como mensajeros de la fe católica a las colonias en donde además de levantar iglesias, crearon colegios y universidades, logrando de este modo una gran influencia en su entorno local.

A Chile llegaron el 9 de febrero de 1593, a petición del Obispo Fernando de Barrionuevo. Los misioneros llegaron desde el Virreinato del Perú y fue conformado por cinco sacerdotes y dos hermanos (laicos que ponen sus profesiones o habilidades al servicio de la misión). En los años venideros esta exigua hueste llegaría hasta más de 300 sacerdotes ejerciendo su labor misional al momento de su expulsión de los territorios de la corona española. Su labor educacional y misional fue fructífera. Dos años después de su llegada fundaron el Colegio Máximo de San Miguel, detrás de la Catedral de Santiago, en los terrenos del ex Congreso Nacional. (Ver plano de la iglesia de los jesuitas de 1605. Figura 1). Esta obra fue seguida de la creación de colegios en distintas ciudades de Chile, residencias y Misiones en Chiloé y la Araucanía (Misión La Frontera).

FIGURA 1.

PLANO DE 1605 DE LA IGLESIA DE LOS JESUITAS Y DEL COLEGIO MÁXIMO DE SAN MIGUEL

Muestra las distintas dependencias diseñadas para el ejercicio del magisterio. La letra “O” designa el lugar de la botica. Plano actualmente en la Bibliotheque Nationale de France.

(0,97MB).

Fue en el Colegio Máximo de la orden en Chile en donde se creó una bodega o botica que destacaría por la cantidad de productos y la calidad de sus preparaciones en beneficio de todos los habitantes del Santiago colonial. (Figura 2).

FIGURA 2.

IGLESIA DEL COLEGIO MÁXIMO SAN MIGUEL

Bibliotheque Nationale de France.

(0,74MB).
3. LA BOTICA DE LOS JESUITAS

La botica fue fundada al alero del Colegio Máximo de San Miguel. Como fecha de su creación se ha citado habitualmente el año 1647. Sin embargo, se tienen indicios del funcionamiento de una botica en las propiedades de la orden desde 1613 sin el permiso formal del Cabildo, para satisfacer las necesidades de los integrantes de la orden y de sus alumnos.

Durante la primera mitad del siglo XVII existían en Santiago otras boticas que también dispensaban recetas. Una de ellas era la del Hospital San Juan de Dios y otra era la de Don Andrés Ruiz Correa. Por lo tanto, había a lo menos, una farmacia pública funcionando.

Cabe destacar que muchos de estos datos se han obtenido a través de documentos del Cabildo o la Real Audiencia que indirectamente hacen referencia a algún hecho relacionado con ellas. Citando a Cruz Coke en su Historia de la Medicina Chilena, “Finalmente, en agosto de 1642, el Cabildo notificó al boticario Andrés Ruiz Correa que debía atender en su botica en un horario de 7 a 10 a.m. y de 4 a 10 p.m, y de ninguna manera por tercera persona, bajo multa de 200 pesos”.

Es así como encontramos a una orden religiosa con dedicación completa abocada a la misión evangelizadora y que por una situación de necesidad, decide tener un lugar donde fabricar sus propios medicamentos y medicinas exclusivamente para sus integrantes.

A medida que el desarrollo de sus instituciones de educación aumentaron en volumen, especialmente el Colegio Máximo de San Miguel, las atenciones dadas por esta botica se extendieron a los alumnos, sus familiares e incluso al barrio en el cual se encontraba ubicada la botica.

En 1644 la botica permaneció aún como una entidad privada, a pesar de que vendía ya medicamentos a la población de Santiago. Sus productos eran muy buenos y los precios en general, salvo alguna excepciones, se consideraban adecuados. Pero el mismo boticario Ruiz Correa reclamó por esta competencia desleal al Cabildo de Santiago. La solución encontrada por éste a través del capitán Francisco de Urbina fue la venta de la botica de Ruiz Correa a la compañía de Jesús y que la botica del colegio se transformara en una pública.

El 30 de septiembre de 1644 el Cabildo de Santiago aceptó esta solución convirtiendo a la botica de los jesuitas en una de las únicas boticas públicas de Chile y como tal, sujeta a las leyes de la corona española que ejercían un control estricto sobre estas farmacias, controlando tanto los precios de los productos, como la calidad de los procesos y la preparación académica de los boticarios.

El terremoto del 13 de mayo de 1647 destruyó la Iglesia y el Colegio Máximo, incluyendo las dependencias de la botica. Sin embargo, rápidamente comenzaron las labores de reconstrucción, quedando en unas dependencias de mayor tamaño y más adecuadas a su situación.

3.1 Fase de Consolidación

En la segunda mitad del siglo XVII el prestigio de la botica no hizo más que crecer. A la par de la gran disponibilidad de preparaciones y la calidad de sus materias primas, la estrecha vigilancia que el cabildo hizo en la botica ayudó a mantener sus altos estándares. Incluso durante unos años ejerció como boticario un dominico (el fraile Antonio Duarte), hasta que fue enviado a Lima. En la práctica fue la única botica pública de Santiago.

Ya en los primeros años del 1700, algunos jesuitas boticarios como Juan Bautista Pavez sj., aceptado oficialmente por la Real Audiencia y el Cabildo de Santiago, le dieron aún más prestigio a esta farmacia, que se iba desarrollando de manera paralela a la labor misional de la Compañía.

Junto al conocimiento práctico, se comenzó también a formar una biblioteca farmacológica, química y médica que al momento de la expulsión de los jesuitas de los territorios españoles, fue una de las más completas y modernas de las colonias americanas.

En 1748 llegaron a Chile tres hermanos jesuitas provenientes de Alemania. Eran farmacéuticos graduados en Europa: José Zeitler sj., Juan Seither sj.y Juan Schmaldpaner sj.

Del gran aporte de estos jesuitas no cabe duda. Sin embargo, el que más destacó por su dedicación a la botica y al estudio de la farmacopea de la antigüedad, de la europea moderna e incluso de la americana indígena, fue José Zeitler sj.

Zeitler nació en Waldsasse, en Baviera, en 1724. Ingresó a los 22 años a la Compañía de Jesús como hermano con el título de farmacéutico. Al llegar a Santiago tomó a su cargo la botica, que ya tenía un enorme prestigio a nivel local.

“El hermano Zeitler era un hombre austero probo y sencillo” nos cuenta el Dr. Enrique Laval en su escrito de 1953 sobre la Botica de los Jesuitas. De gran cultura, hablaba alemán, francés, español, inglés y latín lo que le sirvió para cumplir con sus funciones de farmacéutico. Pero no se circunscribió solo a eso. Fue el primero que realizó estudios de la composición química del agua de Chile e incluso llegó a tener sólidos conocimientos de medicina, que aplicó en algunos pacientes de la orden y a pacientes externos siempre a pedido de algunos médicos que confiaban en su juicio y conocimientos y con la autorización de sus superiores.

Zeitler trabajó en la botica por más de 22 años seguidos. Con gran dedicación y celo era un personaje estimado por toda la comunidad. Atendía tanto de día como de noche, sin distinción de clases, dedicado a su vocación de manera ejemplar.

Bajo su tutela, el prestigio de la botica creció aún más y fue una fuente de orgullo para los santiaguinos el saber que se contaba en la ciudad con una institución de estas características.

La botica poseía, al momento de la expulsión de la orden, una gran sala cuyas estanterías contenían 438 cajones. En total 916 productos con los que se podía preparar todo tipo de recetas magistrales. Junto a los cajones el registro constató más de 1000 frascos, de todas las formas y materiales además de peroles, medidas, alambiques, morteros, pailas, sartenes, ollas, escofinas (para escofinar huesos), balanzas y cuanto fuese necesario para la labor farmacéutica. Incluso había un esqueleto y un embrión.

Entre los productos que tenía en sus estantes figuraban:

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    Acacias de distintas especies

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    Aceite de canimé

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    Aceite de oliva

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    Aceite de María

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    Aceite de Vulpino (extraído de zorros)

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    Agno Casto (para tener deseos puros)

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    Distintos tipos de aguas, incluida el agua de las Carmelitas

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    Antimonio diaforético (antipirético)

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    Bálsamo anodino (Analgésico tópico)

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    Bálsamo de cachorros (a base de perros recién nacidos)

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    Cachanlangüen (de la flora autóctona de Chile. Útil contra la fiebre, dolor de estomago, antihelmíntico, antipirético, anti ictérico y e incluso para el reumatismo)

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    Castóreo (extraída de castores. Útil en casos de histeria, hipocondrismo, apoplejía, parálisis y epilepsia)

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    Cráneo humano (para la epilepsia)

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    Euforbio (es el látex. Se usaba para dolores articulares)

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    Aceite de alacranes (dolor de oídos)

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    y un largo etcétera…

En este momento es importante recordar algunas cosas:

  • -

    La principal motivación de la Compañía de Jesús es, y siempre fue, la misión y la educación.

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    La orientación que San Ignacio de Loyola le dio a esta orden fue siempre la de actuar en el mundo real con todo lo que le pueda ayudar a proclamar el Reino de Dios.

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    Debido a la orientación misionera de la orden, la materia médica pasó a ser parte de las preocupaciones de la orden, no como un fin en sí mismo, sino como una herramienta que ayude a cuidar de los integrantes de la Compañía que trabajaban en las diferentes misiones esparcidas por el mundo.

Como una consecuencia del trabajo evangelizador, los jesuitas crearon colegios y boticas en distintas partes de Sudamérica, que aportaron al saber médico y farmacéutico conocimientos botánicos que fueron llevados a Europa y adoptados en la farmacopea de los distintos Imperios. Por otro lado, cada colegio fundado por la Compañía se asociaba a una botica. Existieron boticas en Lima (Perú), Quito (Ecuador) y Ciudad de México.

Entre los distintos boticarios existió además una comunicación regular que les permitió compartir conocimientos y asegurarse entre ellos una buena cantidad de materias primas para sus preparaciones y mantener una adecuada cantidad en cada una de sus bodegas.

El hermano Zeitler mantuvo una fructífera y constante comunicación con todas las boticas, pero es especialmente conocido su contacto con el farmacéutico del colegio de San Pablo de Lima José Rojo. Realizó varios viajes a la ciudad virreinal con fines exclusivamente farmacéuticos, lo que aportó conocimientos y drogas necesarias a ambos boticarios.

La botica de los jesuitas de Santiago fue además un lugar en donde se tuvo una biblioteca de primer nivel. Con el paso de los años, el mismo hermano Zeitler juntó una bien dotada biblioteca con libros de farmacia, medicina, cirugía y química que sumaban más de 100 volúmenes en 1767. En la Figura 3 se muestran los frascos de porcelana donde se guardaban las preparaciones farmacéuticas.

FIGURA 3.

FRASCOS DE PORCELANA DE LA BOTICA DE LOS JESUITAS

Ricardo Cruz-Coke Madrid. “Historia de la Medicina Chilena”. Editorial Andrés Bello 1995.

(1,44MB).
4. LOS SACERDOTES EXPULSOS

Nada es para siempre. Todo tiene un inicio y un fin. La clave está en la adaptación, dicen los evolucionistas. En el caso de la Compañía de Jesús, tuvo un crecimiento tan explosivo y constante en sus primeros dos siglos de vida, que generó resistencia. Los gobiernos de los grandes imperios coloniales y en general los países Europeos se propusieron acabar con la orden. Se esgrimen como razones su defensa del Papado (recuerden que profesan un voto especial de obediencia al Papa), por su influencia debida a la actividad intelectual en sus centros formadores, por su poder financiero e influencia política.

El caso es que distintos países decidieron expulsarlos de sus límites e incautar todos sus bienes.

  • -

    1758: Portugal expulsa a más de mil jesuitas de sus territorios

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    1763: Luis XV decretó la disolución de la orden en sus territorios y embargó sus bienes

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    1767: Carlos III de España dicta la Pragmática Sanción el 2 de abril. Chile, colonia de España, tal como sus otras colonias, cumplió este edicto real con especial dedicación. Los jesuitas tuvieron que abandonar sus obras como los colegios, universidades y misiones.

La botica, al estar anexada al Colegio Máximo de San Miguel en un principio debía correr la misma suerte que el colegio. Sin embargo, debido a la importancia que había adquirido en la comunidad, el Cabildo decidió mantenerla funcionando. Cinco años demoraron en encontrar alguien que pudiera reemplazar al hermano Zeitler. Finalmente ésta fue entregada a don Salvio del Villar y Jach, en junio de 1771. José Zeitler entonces fue enviado a Valparaíso en donde quedó detenido en el Convento de San Juan de Dios, siendo enviado al Perú en febrero de 1772, cumpliéndose así la orden de expulsión de los jesuitas de Chile.

Los años que siguieron a la expulsión de la Compañía de Jesús hicieron que la botica pasara por distintas administraciones. Ya nunca más fue la misma. La “Junta de Temporalidades”, que fue la responsable de la administración de los bienes de la compañía en Chile, finalmente el año 1783 traspasó la administración y los bienes que aún subsistían de la botica al recién creado Hospital San Francisco de Borja, perdiéndose así una gran obra que aportó tantos beneficios a la comunidad de Santiago.

La Compañía de Jesús fue finalmente suprimida el 21 de julio de 1773 por el Papa Clemente XIV a través del breve Dominus ac Redemptor. Recibió la sentencia su General Lorenzo Ricci, quien fue apresado junto a sus asistentes y encarcelado en el castillo Sant’Angelo de Roma en donde falleció en noviembre de 1775. Muchos de los jesuitas expulsos aceptaron la invitación a refugiarse en Rusia hecha por Catalina la Grande, quien esperaba aprovechar el apoyo intelectual de esta orden en sus proyectos de modernización iniciados por el zar Pedro el Grande.

A pesar de todo eso, la compañía no murió ahí. Es más, fue restituida luego de 40 años por el Papa Pio VII… Pero esa es otra historia.

5. COMENTARIO FINAL

El aporte de la botica de los jesuitas fue parte de la historia de la medicina chilena. Fue una luz en medio de las vicisitudes de la historia, esa que se construye con los grandes reyes e imperios y que lamentablemente corrió la misma suerte de su madre, la Compañía de Jesús. Solo podemos elucubrar lo que hubiese sucedido con nuestra medicina si hubiesen permanecido en tiempo como institución durante el resto del desarrollo de Chile. Pero de algo podemos estar seguros, que fue un bastión de conocimientos que demostró que en Chile se pueden hacer las cosas bien, se puede aspirar a tener instituciones que tengan un nivel de excelencia mundial. Solo hay que poner pasión y estudio en lo que se hace, tal como los boticarios de la Compañía lo hicieron en su tiempo, A la Mayor Gloria de Dios.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
[4]
Cavieres F, Eduardo. (2013). LOS JESUITAS EXPULSOS: LA COMUNIDAD Y LOS INDIVIDUOS. LA PROVINCIA DE CHILE. Cuadernos de historia (Santiago), (38), 7-38. https://dx.doi.org/10.4067/S0719-12432013000100001.
[5]
Ricardo Cruz-Coke Madrid. “Historia de la Medicina Chilena”. Editorial Andrés Bello 1995. Consultado en http://www.memoriachilena.cl/602/w3-article-86319.html.
[8]
Jesuits in Spanish America: Contributions to the Exploration of the American Materia Medica Author(s).
Sabine Anagnostou Source: Pharmacy in History, 47 (2005), pp. 3-17
[9]
Botica de los Jesuitas de Santiago. Santiago:Asociación Chilena de Asistencia Social, 1953. vi, 205 p. consultado en http://www.memoriachilena.cl/archivos2/pdfs/MC0059660.pdf.
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