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Vol. 37. Núm. 9.
Páginas 408 (Mayo 2001)
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Programa de intervención paliativo del sentimiento de soledad en el anciano
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G. Escotet Garcíaa, S. González Díaza, JA. Flórez Lozanoa
a Ciencias de la Conducta. Departamento de Medicina. Universidad de Medicina.
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El presente estudio surge ante la necesidad de reducir un «sentirse solo» que implica situación dolorosa y no deseada acompañada en muchos casos de apatía, desinterés por la vida, vacío existencial, autismo profundo y otros graves trastornos emocionales y psicológicos en los que puede caer el anciano disminuyendo así su satisfacción personal. Basándonos en la idea de Solón «no hay mayor deleite que envejecer aprendiendo», se aplicó un programa de enriquecimiento personal y social a través de charlas-coloquio a lo largo de 15 sesiones, una por semana de una hora y media de duración, fomentando sentimientos positivos y alegría de vivir, propiciando participación activa, real y posibilitando un lugar de encuentro. El programa se aplicó a un grupo de 27 personas mayores autónomas de una residencia geriátrica perteneciente al ERA del Principado de Asturias. El resultado del programa es el aumento de la satisfacción personal, reencontrando sentido a la vida, afán por seguir aprendiendo, tolerancia, comunicación, así como disminución de apatía, pesimismo, negatividad y reducción de miedos subjetivos.
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Planteamiento actual del problema

En las comunidades tradicionales, la soledad es un fenómeno poco frecuente, basado la mayor parte de las veces en motivos externos (enfermedades, sentimientos de culpa). Frente a ello, las actuales sociedades industriales sufren un proceso continuo y acelerado de desintegración social ­los valores culturales actuales evolucionan hacia el individualismo, la competitividad, la eficiencia, la posesión, el consumo, la distinción, etc., valores todos ellos que aportan los ingredientes proclives a la soledad, quedando fuera valores como compañía, cariño, apoyo, reparto, equidad, proximidad y ternura, claves en la red de relaciones entre personas­, apareciendo así el fenómeno del aislamiento del individuo, constituye un serio problema que desmembra progresivamente la red de relaciones vitales y éstas se sustituyen sólo parcialmente por otra red de relaciones funcionales establecidas a partir de contextos mercantiles. Así se disminuyen las posibilidades de comunicación, de ayuda mutua. Esta estructura y forma de desarrollo de la sociedad moderna aumenta la soledad convirtiéndose en uno de los grandes problemas existenciales del ser humano actual.

Consecuencia de los cambios evolutivos descritos anteriormente en nuestra sociedad, sentimos la necesidad de intervenir paliativamente en una fuente de angustia y merma de calidad de vida de nuestros mayores como es la soledad: «sentirse solo y abandonado». Para ello, llevamos a cabo un método de intervención consistente en charlas-coloquio, tertulias, conferencias, fomentando así la participación activa y real, la posibilidad de ofrecer un lugar de encuentro, desarrollando pensamientos positivos, intercambio de información y aprendizaje, pues como ya decía Solón «ningún mayor deleite que envejecer aprendiendo».

El pensamiento universal se ha preocupado siempre por el tema de la soledad (San Juan de la Cruz, Lope de Vega, Góngora, Santa Teresa de Jesús, Dámaso, Otero, Vallejo, Vossler, Ortega y Marañón) habiendo sido siempre un trabajo científico difícil, puesto que la herramienta de trabajo ha sido la interpretación y con ella una cierta subjetividad. La palabra soledad no es neutra, se esconden vivencias muy diversas y complejas que tocan lo más hondo de la persona. Es una experiencia que todos conocemos, en la que muchas personas sufren pero también algunas disfrutan y casi todo el mundo teme. Es una experiencia de la que muchas personas huyen, por la que algunas desesperan e incluso algunas se suicidan. No exagera Octavio Paz cuando asegura que la soledad es el fondo último de la condición humana. La experiencia solitaria tiene una fuerza dinámica increíblemente fuerte siendo motor de muchos aprendizajes personales, constituida por un conjunto de vivencias, emociones, intuiciones, razonamientos y elaboraciones psíquicas que en su conjunto puede ser comprendido como una totalidad, como una estructura organizada.

Luis Cernuda hablaba de «la constelación de la soledad». Aunque hay muchas soledades, a efectos prácticos pueden agruparse en dos: la soledad como oportunidad, ocasión e incluso necesidad de conocernos a nosotros mismos, siendo, pues, una vivencia positiva relacionada estrechamente con el equilibrio de la personalidad, con la fuerza personal, con una capacidad de saber estar solo basada en una desarrollada y buena elaboración personal; o puede sentirse como problema, como experiencia dolorosa, sufrimiento acompañado de sentimientos negativos, tristeza, ansiedad, depresión, incomunicación absoluta que va en contra del hombre como ser social. Vivir la soledad negativa puede ser consecuencia de no saber estar solo, «no es lo mismo estar solo que sentirse solo». La necesidad de los demás, de estar con otros y de ser con otros. El hombre tiende a enraizarse y cuando se rompe alguna de sus raíces, siente vacío, angustia y dolor. Este sentir forma el meollo esencial del fenómeno de desenraizamiento, que tiene entidad suficiente y diferencial con fuerte poder dinamizador y que es el principio del proceso experimental de la soledad. Posteriormente, el hombre es cogerá razonamientos que servirán de soporte para elaborar defensas cognitivas y emocionales con carácter reactivo. Las reacciones pueden ser muy variadas y agruparse en: afectivas, cognitivas y mixtas y podrá vivirse de forma aguda, presente, insoportable, punzante y urgente o bien en un desarrollo más a largo plazo con connotaciones evolutivas involucrando el desarrollo de la personalidad y la conciencia del propio valor posibilitándose así la capacidad de estar solo que no se improvisa sino que se construye, por lo que es importante señalar que la influencia y el aprendizaje en la infancia es primordial, señalando que la soledad se vive en todas las etapas del ciclo vital.

En la vida de todo ser humano pueden existir momentos de sentirse solo. La mayor parte de las situaciones de soledad son transitorias; la terminal es la que se mantiene y afecta a muchas personas al final de la vida, esta soledad terminal ocurre cuando se depende de la relación de los demás y ésta no llega, es frecuente entre las personas mayores, y es grave, profunda y provoca mal y enfermedad.

Programa de intervención

El programa se aplicó a una muestra de 8 varones y 19 mujeres, con un rango de edad de 68 a 94 años (edad media = 83,9 años), de diferentes estados civiles y procedentes en su mayoría del medio rural, todos ellos válidos y residentes en la institución geriátrica de Santa Teresa con un tiempo de permanencia variable. Todos ellos decidieron voluntariamente asistir a las sesiones.

Procedimiento

Las sesiones se llevaron a cabo en la sala que la dirección del centro nos posibilitó, reuniendo características aceptables en cuanto a tamaño, luminosidad, temperatura y comodidad, con el inconveniente de que los asientos eran fijos, imposibilitando diversas distribuciones.

Temporalización

En el mes de julio de 1999, como toma de contacto y forma de acercamiento a residentes y personal del centro aprovechamos la posibilidad de disfrutar un día de excursión. En los meses siguientes, recogimos información sobre características psicosociales, necesidades, intereses y preocupaciones de los residentes que voluntariamente accedían a nuestras encuestas; encontramos cierto grado de dificultad, pues pese a su disponibilidad a iniciar y mantener conversación, rellenar cuestionarios estandarizados les producía cierto rechazo, debido no tanto por el contenido de las preguntas como por el hecho de estar cansados ante la excesiva frecuencia a la que eran sometidos por distintos colectivos de estudiantes, lo que nos obligó a diseñar estrategias diversas: entrevista semiestructurada, diálogo, tertulias, etc., más motivantes y positivamente aceptadas como medio para acceder a datos básicos que posteriormente nos servirían para diseñar el programa paliativo de las necesidades detectadas, llevándose a cabo este proceso de investigación en el último trimestre del citado año.

Aplicación del programa

El programa aplicativo del sentimiento de soledad en el anciano pretende ser una propuesta de trabajo para conseguir transformaciones que beneficien la calidad de vida en este grupo de edad, teniendo siempre en cuenta las características personales e individuales del grupo. Constó de 15 sesiones semanales de una hora y media de duración (descritas en el índice de programas utilizados en el estudio), aplicándose un paquete de técnicas cognitivoconductuales. Cada sesión estuvo compuesta por los siguientes apartados: a) revisión de tareas encomendadas; b) exposición del tema; c) debate; d) aprendizaje de alguna técnica, y e) asignación de tareas.

Al finalizar cada sesión se proporcionaba a los participantes un pequeño resumen del contenido teórico y algunos consejos para la consecución de una mejor calidad de vida.

Algunas de las sesiones fueron grabadas en vídeo, previa aceptación de los participantes. Los debates giraban en torno a temas de importancia esencial cara a la compresión de la fenomenología del sentimiento de vacío, angustia, apatía, tristeza, etc. que conlleva la soledad en las personas mayores.

Se explicaron de forma sencilla los conceptos fundamentales de cada tema, buscando la comprensión, asimilación y posterior aplicación de los mismos en el vivir diario. Se emplearon técnicas de dinámica de grupo con el objetivo de favorecer la cohesión y un clima agradable y distendido a lo largo de las sesiones.

Las técnicas de intervención utilizadas se describen a continuación:

Técnicas de relajación. Se enseñó a los participantes dos modalidades de relajación. La primera se basa en ejercicios de relajación profunda, mientras que la segunda consiste en una combinación de respiración y dos técnicas de visualización.

Parada de pensamiento con distracción. El objetivo de esta técnica fue que los participantes aprendieran una forma relativamente sencilla de interrumpir la cade na de pensamientos negativos y bloquear la preocupación, de manera que aumente la sensación de control sobre el propio pensamiento.

Introducción al pensamiento racional. Las técnicas de pensamiento racional implican la explicación, organizada en forma de árbol de decisión, de los pasos necesarios para enfrentarse adecuadamente a las preocupaciones. Se realizaron ejercicios centrados en reformular las preocupaciones y adoptar la forma más adecuada de enfrentarse a ellas, en función de si éstas estaban basadas en problemas reales o no, modificables o no. En esta técnica se introdujeron nociones básicas de solución de problemas y habilidades para el cuestionamiento racional de las preocupaciones.

Asunción de perspectivas. La posición de otra u otras personas con las que interactuamos se encuentra presente en toda interacción social. Sin asumir, siquiera parcialmente, la posición de la otra(s) persona(s) resulta muy difícil que se dé una interacción. La asunción de perspectivas representa un «fenómeno de encuentro» o «salida» de uno mismo hacia fuera y una incorporación de algo que no es propio de uno mismo sino del otro. Se trata de un fenómeno que necesita para su aparición de una situación social, de una situación de interacción personal, directa o vicaria. Entendida la toma de perspectivas, resulta un componente clave para que se dé un conocimiento de los demás; necesario para la aparición de conductas altruistas en su más amplio sentido de ayuda y colaboración y cuando menos, su cultivo permite ir eliminando problemas como egoísmo y autocentrismo, característicos de muchas personas que a consecuencia de repetidos fracasos en las relaciones personales con otras personas de edad o con sus hijos, así como de la desaparición de seres queridos, tienden a restringir considerablemente su mundo personal y social, y a encerrarse dentro de su piel, mundos que se empobrecen progresivamente al prescindir de las personas que le rodean.

Generación de alternativas. La generación de alternativas como habilidad interpersonal consiste en proponer soluciones y/o opciones de respuesta en situaciones interpersonales problemáticas. Por lo que se refiere a la tercera edad, las personas tienden a presentar no solamente reacciones depresivas, sino también un notable grado de rigidez-esterotipia en la búsqueda de alternativas de solución. La rigidez tiende a incrementarse con la edad; este proceso de «rigidización» personal dificulta la capacidad de adaptación ante un mundo mudable y que exige plasticidad y flexibilidad para la vida personal. La rigidez obstaculiza las relaciones personales; dificulta, cuando no impide, la admisión de una persona nueva dentro de un círculo de amistades; la posibilidad de encontrar soluciones distintas ante un problema lleva aparejada una flexibilidad cognitiva y afectiva que favorece la comprensión y toma de sentido de los problemas que los demás puedan tener y con ello la posibilidad incrementada de que se oferte y se pueda recibir ayuda.

Articulación de medios para el logro de fines. Aquí lo importante es la secuenciación, ordenamiento, detección de barreras-impedimentos de solución y modos concretos de resolución de los problemas planteados. La tarea consiste en detectar problemas intermedios entre el comienzo y el final de la historia, así como las distintas maneras de superar estos problemas y/o barreras. De manera específica, se evalúa la capacidad para detectar problemas en procesos largos de solución y maneras de resolverlos en los problemas de relaciones interpersonales.

Podemos definir la metodología como activa, en la que partiendo de una explicación teórica del tema a tratar, se pasa mediante actividades prácticas a un trabajo, en unos casos individuales y en otros en grupo.

El programa se ha concebido de acuerdo con los siguientes criterios:

­ Que abarque la totalidad de temáticas referentes al envejecimiento no patológico.

­ Que su ordenamiento temático brinde un acercamiento gradual al problema en la vejez, desde las manifestaciones normales hacía las patológicas y sus modos de abordaje.

­ Que se reconozca la importancia de la actividad para mantener y desarrollar habilidades tanto físicas como psicológicas.

Para lograr nuestra finalidad centramos nuestros objetivos en:

­ Fomentar actitudes positivas hacia la vejez y sus capacidades, desarrollando el conocimiento de sí mismo y los aspectos positivos.

­ Enseñar a disfrutar de las ventajas de vivir en estos tiempos.

­ Potenciar el sentimiento de valor personal ante el grupo.

­ Desarrollar el sentimiento de sentirse importante para los demás.

­ Permitirse ser ellos mismos y autoobservarse.

­ Desarrollar las formas de ser y de comportarse de cada uno.

­ Fomentar reforzamiento positivo y autorreforzamiento.

­ Conocer y practicar técnicas de control del pensamiento para situaciones que se puedan percibir de forma negativa.

­ Crear nuevas habilidades de comunicación que mejoren las relaciones interpersonales y grupales.

­ Potenciar autonomía e iniciativa personal.

Se procuró desde el principio proporcionar pautas que facilitasen la desinhibición y participación de todos los asistentes.

Índice de programas utilizados

En las tablas 1-15 se describen los distintos índices empleados en el estudio.

Resultados de la aplicación del programa

Se presentan dos tipos de resultados diferenciados. Los que determinan una valoración en términos cualitativos de la eficacia del programa (tratamiento) y los que facilitan información, conocimiento y acercamiento acerca de las carencias y necesidades del colectivo de la tercera edad (análisis).

Los primeros muestran que, en general, el programa mejoró los comportamientos sociales verbales y no verbales, la autoestima, las capacidades cognitivas, la alegría de vivir, el afán participativo y dinámico, la independencia y autonomía, el nivel de tolerancia, la aceptación de la vejez como algo positivo, la reducción de la apatía y el aislamiento, factores que desencadenan una mejoría en el nivel de calidad de vida y en el grado de satisfacción personal y social.

Los segundos desvelan que entre las inquietudes, miedos, angustias y preocupaciones más frecuentes y característicos de la tercera edad se encuentran el sentirse solo, viejo y baldío junto con el miedo a la dependencia, la enfermedad, la muerte y la posibilidad de causar trastornos jerarquizados ­no sólo se preocupan por sus propios asuntos, sino que, además, se preocupan por los de sus descendientes­.

Destacamos, como se esperaba, la apatía de los asistentes a la hora de participar e intervenir activamente en los debates de las sesiones, afortunadamente mitigada con el tiempo. Es importante recalcar que, aunque la intervención fue eficaz para conseguir los objetivos propuestos, faltan datos empíricos. En todo caso, de las conversaciones mantenidas con los participantes se aprecia el grado de bienestar y de bien sentir conseguido con las sesiones, así como ciertos cambios de actitud favorecedores de la interrelación social.

Conclusiones

En el diseño y evaluación de programas para personas mayores se han de tener en cuenta la pertinencia de determinado tipo de actividad, su pauta de aplicación (intensidad, frecuencia y duración) y también la valoración subjetiva que, en términos de autoeficacia, bienestar psicológico y autoestima, realizan los participantes en esos programas. Los estados positivos inducidos por el programa favorecen su mantenimiento, mientras que los insatisfacto-rios favorecen su abandono.

Desde esta perspectiva, los estados subjetivos que aparecen durante y después de la sesión de intervención, se muestran como posibles indicadores de la adecuación de la actividad descrita y, de este modo, de la adherencia no sólo a este programa, sino también a un estilo de vida más participativo y dinámico.

En cuanto a interpretación general, la eficacia del entrenamiento se localiza en detener el deterioro personal y social, que la situación de residentes parece producir en las habilidades de los ancianos. Recomendamos una mayor colaboración entre los profesionales cuya actividad se enmarca en la vejez; trabajar porque las relaciones interpersonales en el centro sean más satisfactorias para todos y se complementen las intervenciones con cambios conductuales y/o cognitivos adecuados por parte del anciano, etc., pero todo esto teniendo en consideración que el anciano es un ser humano diferente y similar, con los mismos derechos y deberes que los adultos, es decir, buscando una adecuación al envejecimiento en términos de adaptación a los cambios fisiológicos y psicológicos para cada individuo concreto, aunque para ellos se usen intervenciones terapéuticas individuales y diferenciadas, además de técnicas de terapia en grupo, buscando siempre la funcionalidad y no la cronología.

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