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Vol. 32. Núm. 7.
Páginas 319-320 (Agosto 2006)
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Reflexión: nuestra casa, la casa de todos
Reflection: our home, home to all
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P Vich Péreza
a Médico de Atención Primaria.
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Había una vez... un país generoso y diverso, rico en colores, climas y gentes. Un país bondadoso y humano... Ese país decidió, hace algunos años, crear un sistema sanitario universal, cercano, accesible y de gran calidad. Comenzó a elaborar su proyecto con ilusión y creó algo hermoso: un sólido edificio, de base amplia, fuertes muros y columnas recias.

La planta baja era luminosa, dotada de muchas puertas y ventanas para que nadie que quisiese entrar tuviese problemas y para que la luz se filtrase todos los días y acompañase a las gentes, trabajadores y pacientes, que allí se encontraban. Aquella primera planta era la base, la fuerza, la esencia de la magnífica construcción por la que nuestro querido país apostó. No es que fuera la única, pero sí la más importante por su situación, su capacidad resolutiva, su accesibilidad y la posibilidad de establecer vínculos entre los ciudadanos y el resto de los niveles del edificio. Todo aquel que precisaba atención en el tercer o en el décimo piso, acudía primero a un profesional del primer nivel que lo orientaba sobre la mejor manera de moverse por el laberinto de escaleras, ascensores y departamentos, incluso lo acompañaba si era necesario o, con una llamada telefónica o una carta personalizada, gestionaba de una manera eficiente los problemas más delicados.

Tan cerca estaban los ciudadanos y los profesionales que trabajaban en el primer nivel, que acabaron conociéndose mucho y queriéndose también. Sabían de sus problemas, sus inquietudes, sus ilusiones, su dolor...y formaron una gran familia.

El país no lo pensó mientras construía el edificio, no podía imaginar que un elevadísimo porcentaje de sus ciudadanos conocerían el nombre y apellidos de sus profesionales de referencia en Atención Primaria, confiarían en ellos y creerían que todo iría bien siempre que su médico o enfermera estuvieran allí, le dieran la mano o el mejor consejo, que además de profesional era un consejo de amigo.

Se creó una red inmensa. Ninguna nación ha tenido jamás el privilegio ni la oportunidad de contar con una Atención Primaria que cree en lo que hace y lucha por mejorarlo cada día porque lo ama con todo su corazón. Sus pacientes son sus amigos a quienes deben proteger y cuidar, y así lo sienten también los ciudadanos.

Si los gobernantes, los gestores, los dirigentes, los responsables quieren saber sobre la salud de sus gentes, sólo tienen que bajar a la primera planta. Allí está toda la información, no sólo en las historias clínicas y en los ordenadores, sino en la piel y en la mente de cada profesional que se implica en su cuidado. Pregúntenles a ellos. Pueden hacerles en pocos minutos una radiografía casi perfecta de la población a la que atienden. No solo conocen sus enfermedades sino también sus miedos, sus creencias y sus anhelos.

Existe hoy una primera planta del edificio de la salud a la que no se ha cuidado demasiado. Desempeña perfectamente sus funciones gracias a la responsabilidad de muchos de sus profesionales que aun cansados o enfermos, se siguen dejando la piel en su trabajo, que es proteger la salud de las personas que les han sido asignadas y que son mucho más que un nombre o un documento nacional de identidad.

Queridos gestores: ¿son conscientes de lo que tenemos? Es una triste verdad y realidad humana el no valorar las cosas hasta que se han perdido y sería lamentable después de lo que hemos avanzado, volver hacia atrás, que los médicos dejen de luchar, los ciudadanos de confiar y acabemos siendo un edificio deteriorado y lleno de mentiras.

Necesitamos limpiar los cristales de nuestras sucias ventanas, pintar paredes, reforzar columnas, reemplazar bombillas fundidas. Necesitamos participar en las decisiones que afectan o pueden afectar a los pacientes a los que atendemos, tiempo para formación y para dignificar nuestra atención sanitaria. También precisamos alguna que otra transfusión urgente del grupo cero negativo para compañeros que han perdido la fe y la contratación de nuevos profesionales.

No queremos que nadie nos regale nada. Estamos aquí por decisión propia y, aunque nuestra situación es dura nos gusta nuestro trabajo y lo desempeñamos con ilusión.

Creemos en una carrera profesional basada en méritos y no solo en canas.

Consideramos que en nuestra profesión, la formación continuada es básica y no deberemos tener miedo a la reevaluación de las competencias.

Nuestro país creó un edificio en el que todos participamos. La primera planta se ha convertido en nuestra casa (de los profesionales) y en la casa de todos los ciudadanos de este país. ¿Somos conscientes? ¿Queremos cuidarla y conservarla?


Correspondencia: P. Vich Pérez

Centro de Salud de Canillejas. Área de Atención Primaria.

C/Boltaña, 5

28022 Madrid.

Correo electrónico: mpvich@terra.es 

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