La realidad del día a día de cualquier profesión sólo la conoce quien la vive así, día a día. Los farmacéuticos no somos una excepción. Por este motivo a veces los que vivimos la cotidianeidad de la farmacia comunitaria nos preguntamos, sin ánimo de crítica, si los hombres y mujeres que nos representan la conocen de forma suficiente. Suficiente como para defenderla ante instancias diversas, incluidas las Administraciones de nuestro país. Suficiente como para saber que cualquier nueva tarea que se nos encomiende, sin proporcionarnos las herramientas necesarias para desarrollarla, supone un duro reto, a veces imposible de superar.
¿Saben quienes nos representan cuánto tiempo se necesita para tomar correctamente la tensión arterial? ¿Y para resolver la duda de un paciente? ¿Cuánto tardamos en buscar la información requerida o consultar con el CIM si no disponemos de ella en el momento preciso? ¿Cuánto tiempo debemos emplear para atender a un enfermo crónico que nos entrega 20 recetas de golpe y pregunta si se puede llevar todos los medicamentos porque se va de vacaciones o porque prefiere guardarlos en casa? ¿Cuánto se tarda en hacer el pedido? ¿Y en recepcionarlo? ¿Y en colocarlo? ¿Y las fórmulas? ¿Y las recetas? ¿Cuánto se tarda en abrir el correo? ¿En atender a los representantes? ¿Y en llevar la facturación y un largo etcétera de ocupaciones que no son propiamente profesionales? Seguramente se tarda lo mismo que en cualquier otra empresa de dimensiones similares, con la diferencia de que en nuestro caso, todas esas tareas administrativas, pese a ser ineludibles, ocupan un segundo plano frente a nuestra ocupación primordial, que es el asesoramiento y la atención al paciente en lo relacionado con el medicamento, la salud y la calidad de vida. Pero todo demanda su tiempo...
Cuando nuestros representantes «pactan» con otras instituciones sobre cuestiones tanto económicas como profesionales ¿conocen exactamente lo que ello representa no en términos teóricos, sino en tiempo, esfuerzo económico y trabajo tangibles para el farmacéutico medio? Me gustaría estar segura de que sí.
Soy consciente, por otra parte, de que el día a día en los cargos de responsabilidad también es duro y las negociaciones no son fáciles. Por este motivo quiero desde aquí brindar mi apoyo y felicitar a Pedro Capilla, por su reelección como presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos, y a Enrique Hours, por haber intentado renovarlo. Espero que desde la presidencia el primero y desde la oposición el segundo sepan hacer un buen trabajo en favor de todos los farmacéuticos.
Antes de despedirme quisiera también recordar a Enrique Medrano, que nos dejó un mes de julio de hace 7 años y a quien tengo presente siempre que me siento a escribir estas líneas, y a Francesc de P. Massana, miembro del consejo asesor de esta revista recientemente fallecido y figura destacada en el mundo empresarial de la oficina de farmacia durante tantos años... Desde aquí, un abrazo afectuoso a todos sus allegados.