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Vol. 22. Núm. 6.
Páginas 8-12 (Junio 2008)
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Situación de la farmacia española en 2008
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Enrique Grandaa
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DAFO DE LA FARMACIA ESPAÑOLA 2008
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Los farmacéuticos no son un colectivo unido, excepto en algunos colegios que se han preocupado por mantener un adecuado nivel de información a sus colegiados y sus actuaciones coordinadas

Hace ahora trece años, el que suscribe publicaba en esta misma revista un artículo titulado «Un bien llamado Farmacia»1, en el que trataba de buscar un posicionamiento de la oficina de farmacia desde una perspectiva de marketing, es decir, como si se tratara de un producto o servicio que intentáramos poner en el mercado resaltando sus cualidades y haciéndolo apetecible a los consumidores. En estos trece años, han cambiado muchas cosas, comenzando por una Ley del Servicio Farmacéutico2 que ha sido el marco en que se han movido la mayor parte de las comunidades autónomas para desarrollar las suyas propias y una nueva Ley del Medicamento que confiere nuevas funciones al farmacéutico, ya que por aquel entonces la atención farmacéutica era un descubrimiento reciente3.

No sólo ha cambiado el marco legal. También hemos tenido que afrontar problemas de otra índole, algunos tan importantes como el contencioso con Europa, y otros nuevos como el suministro insuficiente o la aparición de cadenas de farmacia, por ahora propiedad de los farmacéuticos. Quizá estemos nuevamente en los tiempos de las grandes reflexiones sobre nuestro modelo de farmacia desde la puesta en marcha del Dictamen Motivado de la Comisión, que podría acabar con la demanda ante el Tribunal de Justicia de la UE. Para valorar nuestra situación real, antes de que ocurra cualquier suceso capaz de cambiar la situación de nuestras farmacias me ha parecido adecuado realizar nuevamente un análisis de debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades (DAFO)4 de la oficina de farmacia en España, que es el que se ofrece a continuación, dejando claro que es una perspectiva personal, con bastantes diferencias a la que hice entonces y que someto gustosamente a cualquier opinión divergente.

Análisis DAFO

Este tipo de análisis sirven para definir estrategias --saber dónde estamos y a dónde queremos llegar--. En alguna ocasión hemos tratado de transmitir lo que representa la farmacia mediante una insulsa publicidad que difícilmente ha sido comprendida. No hemos buscado un posicionamiento y, desde luego, el que hemos recibido puesto en marcha puede no ser el más favorable. No nos hemos planteado crear la necesidad de nuestro servicio y hacernos más deseables a la sociedad. Esta situación tiene que cambiar y, para ello, debemos conocer lo mejor posible nuestra realidad por medio de un análisis sistemático de nuestras debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades, que es por donde comienzan todos los estudios de marketing.

Debilidades

Cabe hablar de debilidades en diversos ámbitos:

Económicas. Cuantos estudios serios se han realizado sobre la situación económica de la farmacia apuntan a la extrema debilidad del conjunto. Aunque haya farmacias que supongan una importante fuente de ingresos para sus titulares --menos del 25%--, la gran mayoría son el equivalente a un sueldo --alrededor del 50%-- y hay finalmente un 25% que no hacen cuentas, porque si las hicieran sabrían que pierden dinero. Además, en este momento hay una peligrosa pérdida de rentabilidad, producto de las deducciones al Sistema Nacional de Salud y un crecimiento inferior al de la economía.

Falta de unión de algunos colectivos. Los farmacéuticos no son un colectivo unido, excepto en algunos colegios que se han preocupado por mantener un adecuado nivel de información a sus colegiados y sus actuaciones coordinadas. En los demás, la información es manejada en la cúpula corporativa y simplemente se arrastra a una mayoría hacia lo que se piensa más conveniente. La desunión es máxima entre colegiados con oficina y sin oficina o los farmacéuticos adjuntos, cuyos intereses son muy diferentes de los propietarios.

Corporaciones demasiado flexibles ante el poder. Los colegios han adquirido un considerable poder con la facturación y el sistema de conciertos. Defienden fundamentalmente a los colegiados con oficina de farmacia, pero con las soluciones que consideran oportunas y sin contrastar con los propios colegiados. Los cargos corporativos acaban defendiendo la supervivencia de las propias instituciones por encima de los intereses de carácter general y en algunos casos acaban siendo flexibles ante el poder.

Desunión ante la industria. El suministro insuficiente de estos últimos años ha acarreado una considerable desunión ante las estrategias de la industria, de tal manera que hay farmacias que se aprovechan del suministro directo para ganar clientes.

Desunión ante la distribución. La distribución ha alcanzado «vida propia», muchas veces en contra de los intereses de sus propietarios, particularmente las cooperativas. Su gestión es defendida por unos pocos farmacéuticos, mientras el resto comienza a verla como un sector completamente ajeno.

Cadenas. Son consecuencia de la situación actual de la distribución, que se escapa del control de sus propietarios. La culpa del desarrollo de cadenas la tienen, aparte de una competitividad excluyente y mercantilista, las posturas de los grandes distribuidores en los últimos años.

Desinformación. El nivel de información sobre el futuro es muy bajo, aunque ha mejorado en los últimos años. Se observa en algunos medios la acción de adoctrinamiento político de la organización colegial. Los anunciantes, por su parte, también ejercen en algunos un direccionamiento de la información. El resultado es un nivel de información insuficiente, lo que produce como consecuencia que el colectivo no alcance a forjarse opiniones propias.

Judicialización. Una gran parte de las nuevas farmacias que logran establecerse lo hace tras un largo y doloroso proceso judicial en el que la parte contraria pueden ser las corporaciones o los farmacéuticos más cercanos. La judicialización busca de forma casi exclusiva retrasar la apertura, aun a sabiendas de que perderán el proceso.

Desviaciones en la función principal. Hay oficinas de farmacia que sobreviven con funciones accesorias (cosmética, óptica, formulación, análisis), por lo que los aspectos relacionados con la función principal se ven desatendidos. Las grandes superficies han contribuido notablemente al desarrollo de este tipo de farmacias.

Segunda fuente de ingresos. La oficina de farmacia es, en muchos casos, la segunda y menos importante fuente de ingresos familiares, lo que trae consigo un cierto desinterés hacia una ordenación más justa y una movilización del colectivo.

Amenazas

Sobre la oficina de farmacia española se ciernen también algunas amenazas de carácter diverso.

Las que vienen de Europa. Son fundamentalmente las de la separación de la propiedad y titularidad que traería consigo la entrada de capitales dispuestos a sobreexplotar el concepto de competencia y las que ponen en cuestión la ordenación farmacéutica, aunque ésta última, si desaparece el binomio de propiedad y titularidad, también se vería afectada.

Posibles cambios en el estatus legal. En este momento son una amenaza permanente hasta que se sustancie el contencioso que mantenemos en Europa.

Errores en el concepto de competencia. Las tesis sobre la competencia son indudablemente interesadas y dirigidas por quienes desean entrar en el sector. Los consumidores no ahorran nada incrementando la competencia. La renta monopólica que se atribuye a la farmacia es incluso menor que la de otros sectores y además, es impuesta: no hay libertad de mercado en precios ni márgenes. A pesar de ello, es una amenaza permanente que es preciso soslayar con argumentos.

Errores establecidos sobre la dispensación. Pocos están sabiendo transmitir adecuadamente la función del farmacéutico como protector del ciudadano ante los peligros de una automedicación incontrolada. Los medicamentos son medicamentos, se dispensen o no con receta médica, y las razones de su permanencia en la oficina de farmacia requieren una explicación constante a nuestra sociedad, que cree saberlo todo pero presenta cada vez más lagunas de instrucción y cultura.

Crecimiento negativo. Si el crecimiento de la farmacia permanece en la situación de los últimos meses y sigue siendo negativo respecto de la economía, en poco tiempo se apreciarán consecuencias sobre la inversión y el empleo.

Universidad miope. La creación de numerosas facultades de farmacia, la falta de selección y numerus clausus, la endogamia de los docentes y su alejamiento de la realidad para la que se cursa la carrera de farmacia es una fuente inagotable de problemas y amenazas de cara al futuro, si tenemos en cuenta que aquí estudia el 25% de todos los futuros licenciados de la Unión Europea. Además de todo esto, el grado de Farmacia no proporciona, en términos generales, lo que demanda la sociedad a estos profesionales.

Envidias. Sí, envidias. Hay que decirlo. Los farmacéuticos son envidiados por su independencia, por su estabilidad laboral, por su patrimonio, aunque su renta resulte muy modesta, y porque no tienen amo como la mayor parte de los mortales. Hay sectores económicos que mantienen una acción permanente para entrar en el negocio de la farmacia.

Paternalismo corporativo. Las corporaciones farmacéuticas actúan con enorme paternalismo. Han adquirido una vida propia que supera en algunos casos los intereses de sus colegiados. Se ventilan relaciones de poder con la banca e incluso con la política. El aumento del poder corporativo se hace en ciertos casos a costa de los intereses individuales.

Exceso en el número de farmacias. Nuestros datos de habitantes por farmacia son los más bajos y siguen disminuyendo. La población, aunque presenta aumentos en algunas zonas debido a la inmigración, sigue siendo muy baja por farmacia. El crecimiento en el número de farmacias se traduce en canibalismo.

Burocracia y reglamentarismo. Los aspectos profesionales se ven anulados por una intensa burocracia, derivada de nuestras relaciones con el Sistema Nacional de Salud. El número de normas aumenta de forma desmedida y el esfuerzo diario de los farmacéuticos se orienta principalmente a cumplir con una creciente burocracia más que a funciones de carácter profesional.

Fortalezas

Pese a las debilidades y las amenazas que acechan en el horizonte de los farmacéuticos comunitarios, es preciso destacar los numerosos puntos fuertes que caracterizan a esta profesión.

Formación. Todavía podemos decir que el farmacéutico tiene una buena formación de generalista en ciencias, que le permite competir con holgura frente a otras titulaciones más especializadas.

Solvencia. El sector es solvente: todavía no se conoce a ningún farmacéutico que se haya escapado con la facturación y abandonado la farmacia. Hasta en los casos más tristes el resultado ha sido una venta y liquidación de las deudas, con la importancia que tiene esto en los tiempos que vivimos.

Red máxima. Nuestra prolija ordenación farmacéutica, aunque muy favorable para los consumidores, ha traído como consecuencia favorable una magnífica red de distribución que permite encontrar una farmacia hasta en los puntos más alejados o inhóspitos.

Buen servicio. Gracias a una distribución propia y quizá menos competitiva de lo que fuera deseable, el servicio está asegurado por encima de cualquier otro de carácter público o privado.

Consideración social. Es la contrapartida de la envidia que comentábamos entre las amenazas. Nuestra consideración social, producto de la estabilidad y de la fortaleza patrimonial, es de las máximas según todos los estudios.

Servicios de urgencia. Hay pocos sectores que mantengan servicios de guardia, además, con buen trato a la población. Quizá sea el único.

Medio rural. La amplia red de farmacias que llega al medio rural, incluso en pueblos carentes de otros servicios sanitarios, es una de las mejores bazas de necesidad social de las farmacias.

Imprescindible para el sector público. La oficina de farmacia se configura como un factor imprescindible de estabilidad en nuestra asistencia sanitaria, lo que condiciona muchas de las actuaciones del sector público en esta materia y sirve como complemento imprescindible de algunas de sus carencias.

Rigor en el cumplimiento de normas. El nivel de cumplimiento de la normativa es máximo y se realiza con una extraordinaria diligencia.

Lucha contra el fraude. La farmacia es un baluarte de la lucha contra el fraude en el sector sanitario y presenta unos niveles de fraude prácticamente nulos frente a otros países en los que el sector se encuentra liberalizado.

Información que suministramos. En ningún país desarrollado la Administración recibe de los farmacéuticos el nivel de información que nosotros suministramos a nuestra Sanidad, aunque no los datos no se empleen en la medida que sería posible hacerlo, sobre todo en relación con los médicos y con la industria farmacéutica. La receta electrónica supone un nuevo reto y nuevas posibilidades de mejora en la información.

Oportunidades

Las fortalezas de nuestro colectivo nos deben capacitar para aprovechar las oportunidades que se nos presentan en un futuro inmediato.

Tecnológicas. Desde una informatización generalizada de la receta y su manejo electrónico, hasta el empleo de robótica, pasando por una utilización creciente de los aparatos de autodiagnóstico, la tecnología es un elemento clave de nuestro futuro y va a proporcionar nuevas oportunidades de integración en el dispositivo sanitario y sociológico de la población.

Económicas. Es indudable que en las farmacias, donde acuden millones de personas todos los días, se están desaprovechando oportunidades económicas o, mejor dicho, pueden surgir y hay que buscar nuevas oportunidades.

Clientes. La existencia de una enorme masa de clientes satisfechos con los servicios que presta la farmacia puede ser un manantial permanente de oportunidades que es necesario descubrir y aprovechar.

Nuevos servicios. Son consecuencia de las oportunidades económicas y de la existencia de unos clientes satisfechos. Debe ampliarse permanentemente la oferta de servicios relacionados con la salud o con cuestiones próximas a ella.

Unión del colectivo para mejorar las posibilidades de negociación. No basta dejar todo en manos de los legítimos representantes. El colectivo tiene que contar con información suficiente y vivir en primera persona las negociaciones para que sean satisfactorias para todos.

Fracaso de imitadores. Las franquicias de establecimientos seudofarmacéuticos están empezando a ser conocidas como estafas para parados y ya se va sabiendo hasta dónde dan de sí. Lo que sabemos es que si quieren alcanzar una rentabilidad mínima, su número potencial ha de ser muy limitado. Hay que contar con que siempre aparecerán franquicias que traten de suplantar algún servicio prestado por las farmacias, pero su fracaso debe ser aireado.

Nuevas formas de atención. Basadas en la provisión de nuevos servicios especializados.

Regulación de las comunidades autónomas. Tras la experiencia de las leyes de ordenación que proceden en su mayor parte de la Ley 16/97 y el resultado de los recursos constitucionales, la regulación de las comunidades autónomas presenta mejores oportunidades en muchos campos como, por ejemplo, la formulación magistral.

Estabilización posterior al cambio. Sea cual sea el resultado de las amenazas que provienen de Europa, habrá un período de estabilización posterior al cambio al que será necesario adaptarse y que también proporcionará nuevas oportunidades.

La farmacia es un baluarte de la lucha contra el fraude en el sector sanitario y presenta unos niveles de fraude prácticamente nulos frente a otros países en los que el sector se encuentra liberalizado

Conclusión

Tras este repaso con metodología DAFO de nuestra farmacia, en el que no he pretendido denunciar ninguna situación sino más bien no esconder la realidad, ha llegado el momento de profundizar en aquellos aspectos que caracterizan la situación actual, conocer mejor nuestras debilidades y comenzar a «vender» nuestras fortalezas sin olvidar que hay amenazas para las que debemos establecer planes específicos y oportunidades que no es posible desperdiciar. A partir de este análisis --o de otros que puedan diseñarse-- será necesario establecer una planificación estratégica para saber dónde queremos estar dentro de unos años. Eso si Europa nos lo permite. El camino que se debe seguir es cuestión de los dirigentes, aunque también de cada farmacéutico individual. No obstante, este tipo de análisis, que --hay que insistir-- pueden ser bastante diferentes dependiendo de quien los haga, no sirve tanto para fijar objetivos a largo plazo como para saber de dónde partimos. En cualquier caso, y este ejercicio es una buena muestra de ello, nuestra situación ha cambiado considerablemente, quizá para mejor (eso ya lo veremos) desde el año 1995, aunque en muchas cuestiones mantenemos los mismos problemas de entonces o no hemos aprovechado suficientemente las oportunidades que se nos ofrecían.

Bibliografía
[1]
Granda E..
Un bien llamado Farmacia. Farmacia Profesional..
, 7 (9), pp. 5-8
[2]
Ley 16/97 de 26 de abril de Regulación de los Servicios Farmacéuticos..
[3]
Hepler CD..
Pharmacy as a clinical profession..
Amm J Hosp Pharrn, 42 (1985), pp. 1298-306
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