Sres. Directores: Entre los síndromes linfáticos de células B, la leucemia linfática crónica (LLC) es el tipo de leucemia más frecuente en la población de más de 50 años, estableciéndose la edad media alrededor de los 70 años. Es excepcional antes de los 30 años, y por sexos es clara la mayor afectación a los varones en una proporción de 2/11,2.
En más del 95% de los casos representa una acumulación de linfocitos B maduros y pequeños procedentes de una única clona, de lenta proliferación tanto en sangre periférica como en médula ósea1-4.
En atención primaria, es importante tener en cuenta, que en aproximadamente un 20% de los casos, el diagnóstico de LLC-B es casual, secundario a exploraciones analíticas rutinarias, en pacientes en su mayoría asintomáticos, y en los que el hallazgo en el hemograma de una fórmula leucocitaria con linfocitosis absoluta aislada es el primer signo de alerta1-3,5,6. Ejemplo de ello son los 2 casos detectados en nuestra consulta.
Caso 1. Mujer de 68 años con antecedentes de obesidad y DMNID bien controlada con antidiabéticos orales. En una analítica rutinaria hace 3 años, se detectó leucocitosis (16.400/mm3) con linfocitosis del 75%, constatándose en sucesivos controles los mismos hallazgos, siendo el resto de parámetros de la serie blanca, roja, plaquetaria y VSG normales. Ante la sospecha de proceso linfoproliferativo, se remitió a hematología, donde se apreció mielograma normocelular sin alteración de las 3 series, e infiltrado linfocitario (formas maduras) que suponía el 30% de la celularidad total, siendo diagnosticada de LLC-B grado 0.
Caso 2. Mujer de 78 años con antecedentes de DMID, HTA y ACV isquémico. En analítica de control se halla de forma casual leucocitosis (17.370/mm3) con linfocitosis del 76%, anemia ligera (Hb: 11,6; Hto: 36,8; hematíes: 3.880.000) y resto de parámetros normales.
Revisando la historia clínica anterior, se descubrió que durante 2 ingresos previos en hospital, un año antes, se hallaba linfocitosis absoluta con cifras de leucocitos entre 12.000-17.000/mm3. En la exploración no se detectaban visceromegalias ni adenopatías palpables. Enviada a hematología se apreció infiltración ósea por linfocitos maduros y pequeños que suponía el 40% de la celularidad, con diagnóstico de LLC-B grado 0.
Los 2 casos presentados ponen de relieve las principales características de este proceso: a) edad superior a los 60 años; b) diagnóstico casual de laboratorio; c) ausencia de síntomas y signos físicos detectables, y d) aumento absoluto y mantenido de linfocitos bien diferenciados en sangre periférica y médula ósea, no atribuible a otras causas, en pacientes afectados por enfermedades crónicas que pueden impedir un diagnóstico precoz5.
Un adulto que presente cifras de linfocitos circulantes en sangre superiores a 5.000/ml de forma persistente es sospechoso de tener LLC ya que éste es el hecho más característico de la LLC-B1.
Cuando el diagnóstico es el resultado de una analítica de rutina, la leucocitosis es moderada y la linfocitosis discreta, se precisa la biopsia medular para confirmar el diagnóstico: infiltración de elementos linfoides en médula ósea mayor del 20%3.
En su evolución puede presentar diversos grados de malignidad, aunque suele observarse un curso «benigno» con escasa repercusión clínica.
Existen diversas clasificaciones pronósticas (Binet, Mandelli, Clasificación Internacional), aunque una de las más extendidas es la de Ray7 (tabla 1).
Los trastornos que con mayor frecuencia se confunden con esta enfermedad son: linfoma no hodgkiniano, tricoleucemia, macroglobulinemia de Waldenström y las infecciones víricas2,6.
Cuando la LLC-B se convierte en sintomática se diagnostica fundamentalmente por fatiga, anorexia, disminución de peso y adenomegalias (duras, móviles y discretas). La insuficiencia medular ósea es característica de estadios avanzados y supone la aparición de anemia y trombocitopenia1,2,5.
Con respecto al tratamiento, conviene recordar que en muchos pacientes la enfermedad es de larga evolución y sin apenas síntomas, por lo que en estos casos se recomienda hacer controles periódicos para determinar el patrón de actividad. En el momento en que se vuelven sintomáticas las alternativas terapéuticas se basan en el empleo de mono y poliquimioterapia con sustancias alquilantes, esteroides y/o radioterapia1.