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Revista Española de Geriatría y Gerontología «¡Hemos envejecido mucho en estos dos años!». Efectos de la pandemia de COVI...
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Vol. 60. Núm. 6.
(Noviembre - Diciembre 2025)
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Vol. 60. Núm. 6.
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«¡Hemos envejecido mucho en estos dos años!». Efectos de la pandemia de COVID-19 sobre la salud de las personas mayores viviendo solas
“We have aged a lot in these two years!”. Effects of the COVID-19 pandemic on the health of older people living alone
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María del Pilar Díaz Condea, Juan López Doblasb,
Autor para correspondencia
jdoblas@ugr.es

Autor para correspondencia.
a Departamento de Psicología Social, Facultad de Ciencias del Trabajo, Universidad de Granada, Granada, España
b Departamento de Sociología, Facultad de Ciencias Políticas y Sociología, Universidad de Granada, Granada, España
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Tabla 1. Características de las personas entrevistadas por sexo y estado civil
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Tabla 2. Estrategia analítica
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Tabla 3. Citas ilustrativas del tema principal «Adoptando un estilo de vida inactivo y sedentario»’
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Tabla 4. Citas ilustrativas del tema principal «El déficit temporal de asistencia sanitaria»
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Tabla 5. Citas ilustrativas del tema principal «La pérdida de salud percibida»
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Resumen
Antecedentes y objetivo

Encuestas realizadas alrededor del mundo coinciden en que la pandemia de COVID-19ha deteriorado la salud de las personas mayores. Aquellas que viven solas se han visto especialmente afectadas. Nuestro objetivo es analizar este hecho, interpretando compresivamente las descripciones que ellas mismas transmiten.

Método

Investigación cualitativa que sigue las directrices de la Teoría fundamentada y emplea la entrevista para recoger información. El muestreo teórico fue de 102 entrevistas, todas presenciales, realizadas en varias fases.

Resultados

Se identifican tres temas principales. 1) la adopción de un estilo de vida inactivo y sedentario por parte de las personas mayores viviendo solas durante toda la pandemia; 2) ello se acompañó de un déficit de asistencia sanitaria, pues evitaron ir a hospitales y centros de salud al ser concebidos como espacios de alto riesgo de infección de COVID-19, es decir, por miedo al contagio; la atención telefónica no supuso una alternativa eficaz a las consultas presenciales; 3) la pérdida de salud subjetiva, que achacan a la pandemia, en forma de empeoramiento físico, relacionado sobre todo con la movilidad, problemas mentales como la ansiedad o la depresión y deterioro cognitivo percibido.

Conclusiones

La pandemia ha afectado negativamente al estado de salud de las personas mayores viviendo solas y sus efectos no fueron solo inmediatos, sino que se prolongarían a medio y largo plazo. Nos encontramos ante un colectivo particularmente vulnerable y lo sucedido en estos años sugiere la necesidad de intervenciones sociales, urgentes y profundas, que mejoren su calidad de vida.

Palabras clave:
Personas mayores
Viviendo solas
COVID-19, Salud subjetiva
Estudio cualitativo
Teoría fundamentada
Abstract
Background and objective

Surveys carried out around the world agree that the COVID-19 pandemic has deteriorated the health of older people. Those who live alone have been especially affected. Our objective is to analyze this fact, comprehensively interpreting the descriptions that they themselves transmit.

Method

Qualitative research that follows the guidelines of Grounded Theory and uses interviews to collect information. The theoretical sampling consisted of 102 interviews, all in person, carried out in several phases.

Results

Three main themes are identified. 1) The adoption of an inactive and sedentary lifestyle by older people living alone throughout the pandemic. 2) This was accompanied by a deficit in health care, since they avoided going to hospitals and health centers as they were conceived as spaces with a high risk of COVID-19 infection, that is, for fear of contagion. Telephone support was not an effective alternative to face-to-face consultations. 3) The loss of subjective health, which they attribute to the pandemic, in the form of physical worsening, especially related to mobility, mental problems such as anxiety or depression and/or perceived cognitive impairment.

Conclusions

The pandemic has negatively affected the health status of older people living alone, and its effects were not only immediate, but would last in the medium and long term. We are faced with a particularly vulnerable group and what has happened in recent years suggests the need for urgent and profound social interventions that improve their quality of life.

Keywords:
Old people
Living alone
COVID-19, Subjective health
Qualitative study
Grounded theory
Texto completo
Introducción

A finales de 2019, en la provincia china de Hubei, profesionales sanitarios detectaron un nuevo coronavirus con elevada capacidad de transmisión y letales consecuencias1. La COVID-19, como se denominó, se extendería con rapidez por diversos lugares del mundo y generó una crisis sanitaria de tal envergadura que, en apenas tres meses, fue declarada pandemia por parte de la Organización Mundial de la Salud y condujo a numerosos gobiernos a decretar estrictas medidas de confinamiento en el hogar y distanciamiento entre personas no convivientes, con objeto de frenar su propagación. Dichas medidas, sin embargo, provocarían efectos indeseados entre la población. Los estudios registraron una reducción inmediata de la actividad física2, más tiempo pasado frente a la televisión, el teléfono móvil u otros dispositivos tecnológicos3 y la conducta sedentaria de un número creciente de personas4.

Encuestas dirigidas específicamente a personas mayores también recogieron el descenso de sus niveles de actividad física y la adopción de comportamientos sedentarios5,6. Sobrevino un problema mayúsculo puesto que la literatura internacional lleva tiempo advirtiendo sobre las consecuencias que la inactividad suele acarrear en ellas, aumentando el riesgo de padecer enfermedades de toda clase (cardiovasculares, cáncer, osteoporosis, depresión, etc.), así como fracturas y caídas recurrentes, discapacidades, limitaciones funcionales y empeoramiento cognitivo7. La COVID-19 también generaría aislamiento social8,9, deteriorando la salud física, mental y cognitiva de muchas personas mayores10,11.

La pandemia, asimismo, causaría problemas en la asistencia sanitaria. En Estados Unidos, como muestra, las visitas de atención primaria cayeron un 21,4% en el segundo trimestre de 2020 respecto al volumen medio trimestral de 2018-2019; hubo un fuerte descenso de las presenciales en consulta, compensado en parte por el incremento de la telemedicina12. En las encuestas, las personas mayores han mostrado especial dificultad de acceso a la atención sanitaria en el transcurso de la pandemia: porcentajes significativos de ellas llegaron a sufrir cancelaciones o retrasos en citas13, cirugías14, pruebas diagnósticas u hospitalizaciones15. Evitar ir a consulta por miedo a contagiarse de COVID-19ha sido asociado con sintomatología depresiva o de ansiedad16, sentimientos de soledad17 y el riesgo de enfermedades a corto, medio o largo plazo18. Además, el uso de la telemedicina está relacionado negativamente con la edad12,19.

Las personas mayores que viven solas son un colectivo particularmente vulnerable con respecto a su estatus funcional y social20. Al compararlas con las que viven acompañadas, tienen más riesgo de aislamiento21 y de escasa participación social22. Suelen mantener estilos de vida menos saludables, que generan una mayor probabilidad de presentar hipertensión, colesterol, obesidad, inactividad y, en definitiva, enfermedades cardiovasculares23. Vivir en solitario en la vejez también es un factor de riesgo para el deterioro cognitivo24, para mantener unas pautas alimenticias inadecuadas25 y para experimentar caídas26 o necesitar atención médica de emergencia27. Las caídas, cabe destacar, han sido asociadas con la reducción de la actividad física28.

No debe extrañarnos que las personas mayores viviendo solas manifiesten una peor salud subjetiva29 y registren tasas superiores de mortalidad30. Durante la pandemia de COVID-19 hubo estudios constatando un descenso más acusado de la actividad física y más cambios perjudiciales en el estilo de vida de las personas mayores si vivían solas que si lo hacían acompañadas6,31 y, en el mismo sentido, parecen haberles afectado sobremanera problemas relacionados con la nutrición, como por ejemplo cambios indeseados de peso, alteraciones del apetito o desgana al prepararse la comida32. Añádase a todo ello que han dispuesto de menos apoyo social33 y han experimentado más síntomas depresivos34 y sentimientos de soledad31.

Los hallazgos anteriores, provenientes fundamentalmente de encuestas, sostienen la necesidad de realizar estudios cualitativos que profundicen en la realidad social de las personas mayores viviendo solas y el modo en que han experimentado la pandemia, máxime en un país, como España, donde apenas existe información al respecto. Nuestro objetivo principal es analizar cómo ha afectado a su salud subjetiva, enfatizando el punto de vista de dichos actores sociales, sus percepciones y valoraciones acerca de uno de los episodios más críticos de su curso vital.

MétodosDiseño y participantes

Para cumplir nuestro objetivo, mostraremos los resultados de una investigación cualitativa titulada «Personas mayores en soledad. Problemas cotidianos y mejora de su calidad de vida», que sigue las directrices de la Teoría fundamentada35 y utiliza la entrevista como herramienta de recogida de información. Realizamos un total de 102 entrevistas, del 26/05/2021 al 08/12/2022, en diferentes fases de trabajo de campo, entre las cuales, siguiendo las recomendaciones de Strauss y Corbin36, procedimos con tareas de transcripción, codificación y análisis preliminar de los materiales obtenidos. Completamos así un muestro teórico amplio, que nos permitió ir explorando conceptos emergentes en los «escenarios de campo», tal como los describían las personas mayores a quienes entrevistamos37. Para su inclusión en el estudio establecimos, como criterios básicos, que tuviesen más 65 años y vivieran solas. Cuidamos en recoger diferentes perfiles de ellas por sexo, estado civil (tabla 1), edad (de 65 a 99 años) y situación familiar (número de hijos/as y distancia a la que habitan). Las entrevistas fueron realizadas en las ocho provincias de Andalucía, concretamente en 18 municipios que fueron también diversos por tamaño y localización geográfica.

Tabla 1.

Características de las personas entrevistadas por sexo y estado civil

  Soltería  Casado/a  Viudedad  Separación/divorcio  Total 
Hombres  14  10  30 
Mujeres  54  10  72 
Total  13  68  20  102 
Recogida de datos

Decidimos entrevistar cara a cara y, para preservar la salud de las personas mayores, que todas hubiesen recibido la vacuna de la COVID-19. Elaboramos una guía temática con asuntos que deseábamos tratar, como base para mantener conversaciones a fondo, pero no la empleamos de una manera ordenada, sino abierta al habla de cada persona a la que entrevistábamos. De ahí que las consecuencias que ha tenido la pandemia sobre su salud sea una cuestión que en algunos casos sale a debate al comenzar la sesión y, en otros, mucho más tarde. Contactamos con ellas en centros de participación activa o mediante redes de personas conocidas en las localidades donde hicimos trabajo de campo. Las entrevistas, cuya duración media supera los 60 minutos, fueron realizadas por los miembros del equipo de investigación y autores del presente trabajo, en centros de participación activa (el 42%), domicilios particulares (el 53%) o, excepcionalmente, cafeterías (el 5%). Las entrevistas fueron grabadas en audio, teniendo el consentimiento informado de todas las personas mayores participantes: previamente, se les había proporcionado información detallada, tanto de manera verbal como escrita, sobre los objetivos e implicaciones del estudio, y también recibieron nuestras garantías de anonimato y de confidencialidad con respecto a los datos que nos proporcionasen. Su participación fue voluntaria, sin ofrecerse incentivos económicos. Se ha asegurado la protección de su identidad, al eliminar cualquier dato identificativo de ellas en las citas.

Proceso de análisis

Las entrevistas fueron transcritas y codificadas inductivamente, acto seguido de realizarse. Este procedimiento nos ayudó a tomar las decisiones muestrales pertinentes en cada fase del trabajo de campo y, en clave analítica, a familiarizarnos con los datos. Nos permitió organizar la información obtenida y descubrir categorías teóricas iniciales en los asuntos fundamentales abordados. Resultó ser una estrategia provechosa para interpretar algo tan complejo en el curso vital de cualquier persona como atravesar por una pandemia. Con el cúmulo de información, el análisis adquirió consistencia: usamos el método comparativo constante35, revisando y refinando paulatinamente el sistema de categorías que emergieron de los datos, hasta alcanzar un grado óptimo de saturación teórica. Ello nos permitió identificar tres temas principales: la adopción de un estilo de vida inactivo y sedentario por parte de las personas mayores viviendo solas durante la pandemia, el déficit de atención sanitaria que notaron entonces y las secuelas percibidas en su salud (tabla 2).

Tabla 2.

Estrategia analítica

Subcategorías  Categorías teóricas  Categorías principales  Categoría central 
Permanecer en casaMedidas anticontagioAyuda familiarApoyo de proximidadSeguras en casa  Confinamiento estricto  Adoptando un estilo de vida inactivo y sedentarioEfectos de la pandemia sobre la salud subjetiva de las personas mayores viviendo solas
Actividades domésticasPaseos en casaTelevisiónAficiones, hobbiesTiempo sentados/asLlamadas de teléfonoMóvil, WhatsApp  Inactividad física 
Miedo al contagioEnfermar en pandemiaMedios de comunicaciónCancelar citasAutomedicación  Evitación de los centros sanitarios  El déficit temporal de asistencia sanitaria
Menor confianzaTrato humanoRiesgo en diagnósticosRetrasos en citas/pruebasDificultad de acceso  Visión negativa de la asistencia no presencial 
Problemas de movilidadDificultad para caminarMenor estabilidadMiedo a caídas  Empeoramiento físico  La pérdida de salud percibida
Pocas ganas de cocinarPérdida de apetitoComer por ansiedadCambios de peso  Problemas mentales 
Pérdida de memoriaSignos de demenciaTembloresSensación de fragilidadEnvejecer aceleradamente  Deterioro cognitivo 
Consideraciones éticas

Los miembros del equipo de investigación y autores del presente trabajo actuaron de acuerdo con el código ético de buenas prácticas en investigación de la Universidad de Granada.

ResultadosAdoptando un estilo de vida inactivo y sedentario (tabla 3)

El primer tema principal describe actitudes y comportamientos que las personas mayores asumieron tras declararse la pandemia. Siguiendo las órdenes y recomendaciones de las autoridades, permanecieron en su domicilio, prácticamente sin salir. Quienes lo hacían era por verdadera necesidad, para comprar bienes esenciales, adoptando todas las medidas de seguridad posibles y regresando cuando antes a casa para evitar infectarse de COVID-19 (veáse el comentario 1). Muchas ni siquiera eso, puesto que contaban con familiares en el entorno que se acercaban a casa a dejarles las compras, sin acceder a su interior, para disminuir el riesgo de contagio; el resultado fue semanas, incluso meses, sin pisar la calle (2); una decisión que adoptaron por voluntad propia, pero influenciada también por el consejo familiar. Llegaron a darse situaciones de verdadero aislamiento social (3).

Tabla 3.

Citas ilustrativas del tema principal «Adoptando un estilo de vida inactivo y sedentario»’

1. Cuando al principio estaba la cosa tan achuchada, porque no había nadie, ¿no?… Claro, entonces no salía yo tampoco todos los días. Lo que pasa que iba… yo compro en una tienda que tiene muy buena fruta y verduras y todo, porque son ellos hortelanos. Como abren a las 8 de la mañana, yo iba tempranito, a las 8:30. Si iba al supermercado, iba a las 9, que estaba recién abierto. Luego a lo mejor la basura, pues iba a las 3:30, que no había nadie en la calle, je, je. Y aquí, lo único que estaba abierto era una tienda de alimentación, el estanco y la farmacia, lo demás todo cerrado (E13:6. Viuda, 85 años, 03/06/21). 
2. ¡Hombre!, eso fue duro, porque no podía salir a parte ninguna, eso...¿Usted salía o no?Para nada, yo no salía para nada, para nada. Venía mi chico me traía la comida, hecha. Me la comía y ya está.¿No salía a comprar tampoco?¡Nada! De salir a comprar nada (E40:17-18. Viudo, 92 años, 18/08/21). 
3. Allí sola en mi casa. Mi hija es la que iba: «mamá, no vayas a salir», y mi hija me traía los mandaditos, y mi hija era la que estaba pendiente de mí. Como ella venía a trabajar aquí, a la calle…, ella: «¿qué necesitas de mandados?». Y ella es la que ha estado pendiente de mí.Usted no salía… ¿ni a comprar tampoco?Tampoco, tampoco salía. Nunca, nunca, nunca.Y con las amigas...¡Qué va!, nada, nada, nada, nada. Las llamabas por teléfono (E61:18. Viuda, 79 años, 10/09/21). 
4. Me hice de muchas cosas cuando empezamos, me trajeron muchas cosas, y una frutera que tengo, dice: «mira, yo estoy yendo a las casas. Tú no tienes que venir, por teléfono me llamas y yo te lo traigo». Entonces salía yo a la puerta, y ella me traía lo que le había pedido, y muy bien... Y he estado meses y meses sin salir, con la compra hecha (E24:14. Soltera, 72 años, 08/07/21). 
5. Lo mínimo. Salir, lo mínimo, porque no era plan. Y ya luego mis sobrinas: «tito, no salgas. Si sales tiene que ser para una cosa urgente». Y nada, televisor, televisor, televisor, ya está, y pare usted de contar.… Ahora, cuando me vaya a mi casa, me siento allí, solo, y pongo la tele. Veo, en Antena 3, el programa ese que hay de Susana Griso, por las mañanas. Y luego, en la 2, sobre las doce y media o una menos cuarto, cine de… las mañanas de cine, y veo algo de la película. Hasta que llega las 2, que empieza la Ruleta de la Suerte. Termina a las 3, y empiezan las noticias. Así (E84:11-12. Soltero, 75 años, 17/03/22). 
6. Yo cuando el COVID tuve que encerrarme 3 meses, sin salir. 3 meses sin salir. Porque no se podía salir a la calle, porque llegaba la policía y te cogía y no… y te echaba una multa.¿Y cómo aguantó usted eso?Hombre, pues ahí, amargado en el piso… Eso, viendo el televisor, y… y cuando llegaba la una o las dos me tomaba una cervecita, ya está. Y entonces viendo las novelas, las películas… Ni salía a comprar. ¡Si yo no me movía de allí para nada, para nada!, ¿eh? Cuando salía mi hija de trabajar, venía a mi casa y me traía la comida. Pero yo me tiré allí tres meses sin salir (E74:15. Viudo, 83 años, 25/02/22). 
7. ¡Uy, tremendo, 3 meses encerrados! Los que lo tenían porque lo tenían, y los que no lo teníamos porque no lo queríamos coger... Los primeros meses he hecho muñecos de trapo de estos raros para todos los niños de la familia, cojines raros para mis hermanos y para todo el mundo. Y hablar por teléfono. Eso sí, el teléfono era sesión continua. Gente que hacía años que no nos veíamos: «ay, ¿cómo te encuentras?». Y la una y la otra y la otra… gente que hacía yo qué sé el tiempo que ni hablábamos siquiera. Todo el mundo se acordó de mí, y yo me acordé de todo el mundo (E19:13. Soltera, 68 años, 07/07/21). 
8. Es más cómodo por el WhatsApp. Yo antes con el ordenador he visto muchas cosillas, y tengo correo electrónico, ¿no? Pero que sin embargo luego ya uso más esto, en vez del ordenador, ya más bien el WhatsApp. Y hace poco me he puesto Netflix, y hasta las novelas turcas me las ventilo, por las tardes, je, je, je… Me veo yo mi novelillas y mis cosas… hombre, cosas que me gustan a mí, ¿no? Y los telediarios, aunque son más bien cosas tristes y cosas de esas, pero bueno, los veo muchas veces, sí (E13:4-5. Viuda, 85 años, 03/06/21). 
9. Yo no he salido ni antes ni ahora. Porque le he temido. En cuanto dijeron eso… Iba antes mucho ahí al hogar, y así que dijeron que había COVID, digo: «de mi casa no salgo». Y he estado 2 años sin salir.¿Dos años sin salir?Dos años sin salir. A última hora salía yo solico por ahí, no me juntaba con nadie, y así que veía a cualquiera: «vete para allá, que yo no quiero…».¿Sin relacionarse con nadie?Sin relacionarme con nadie (E91:17-18. Viudo, 95 años, 29/07/22). 
10. A mí cada día me va costando más trabajo porque... ¡como no anda una lo suficiente...! Esto... llevamos un año que no anda una. Antes estaba muy activa también porque todos los días me iba para arriba, todos los días, todos los días. Llegaba la hora y: «yo me voy para arriba». Y ya me da igual. Ya me quedo en mi casa, o me voy a comprar, me vengo y... me meto en mi casa y ya está.…¡Uf! Televisor, televisor, televisor... A mí me gusta mucho el televisor. Yo veo una película y veo luego otra, veo una película y veo luego otra, y se me va... hay días que... verdaderamente es que no salgo (E42:4-5. Viuda, 72 años). 
11. Pero cuando ya iba llegando para acá, iba llegando para acá, y estaba ya... y ya llegó a Andalucía, digo: «¡uy, por Dios!». Ya sí me daba más miedo, ya sí. Sí, a mí sí me daba miedo de salir, de salir y juntarme con gente y... Yo sí me daba miedo. Porque me daba miedo que me diera, porque digo: «me da, y con tantas cosas que tengo... Y si me llevan allí al hospital ya... ya no salgo». Y yo me daba miedo. Pero no, no... no he tenido mala suerte ¡Hasta ahora! ¡Todavía no estoy yo muy tranquila!¿No?Y estoy vacunada y toda mi gente, pero no estoy yo tranquila todavía, porque digo: «bueno…. Es que yo he visto a gente que le ha dado, que han tenido mucho cuidado y le ha dado», y digo: «pues...». Que no estoy tranquila todavía (E9:22. Viuda, 84 años, 22/06/21). 
12. Aquí sentada en el sillón, y viendo mi tele. Ahí me veo las novelas, la una, la otra y la otra, que hay tres al día… Luego ya empieza el telediario, que sí, eso sí me gusta verlo, porque es como… y sobre todo para el tiempo, si va a llover, si no va a llover. Luego, a las once menos cuarto empieza un episodio que están echando, una peliculilla que están echando, que son del extranjero, desde… del sitio ese de los moros o por ahí, pero mire usted, está muy bonita, son preciosos los episodios, muy bonitos. Pero acaba a las dos y media de la mañana. Pues a las dos y media de la mañana, coge la Antonia, se levanta, va al servicio, se toma la pastilla de dormir, y a las ocho, me despierto (E2:25 Viuda, 85 años). 

Salvo excepciones, las personas mayores viviendo solas mantuvieron un confinamiento estricto. Ello supuso la reducción de su actividad física y que terminaran adoptando un estilo de vida sedentario (4). Carecían de compañía dentro de su vivienda y, para combatir el aburrimiento, aumentaron el consumo de televisión: solieron pasar bastantes horas sentadas, cada día, siguiendo la evolución de la pandemia en los informativos u otros contenidos (6). Tampoco realizaron ejercicio físico con regularidad, exceptuando el que implicaban las tareas domésticas y los paseos en casa, lo cual acentuó su sedentarismo. Lo favoreció, además, el teléfono móvil, popularizado como medio para comunicarse con los familiares y las amistades ya que las relaciones cara a cara resultaban inviables (7). Llamadas de voz y aplicaciones como WhatsApp aliviaron el aislamiento que sintieron, pero a cambio de pasar todavía más tiempo sentadas e inactivas (8).

Llama la atención que, habiéndose dejado atrás lo peor de la pandemia, cuando se habían levantado las restricciones a la movilidad y la población estaba siendo ya vacunada de la COVID-19, muchas personas mayores mantuvieran la conducta sedentaria que adoptaron en el confinamiento inicial (9). Prefirieron seguir quedándose en casa, entreteniéndose en solitario, limitando las salidas y las actividades sociales (10). Un factor que explica dicho comportamiento es el miedo a infectarse, que ha persistido, sobre todo, entre personas de edad avanzada o con enfermedades crónicas (11). Al ser entrevistadas, aseguraron sentirse más cómodas y seguras dentro de su hogar, pareciendo estar amoldadas a la inactividad física e incluso al aislamiento social (12).

El déficit temporal de asistencia sanitaria (tabla 4)

El miedo a la COVID-19ha resultado común entre las personas mayores viviendo solas, generando un efecto doblemente negativo sobre su salud. Por una parte, ha motivado que tendieran a permanecer en casa, aun estando vacunadas, confinadas por voluntad propia y prolongando el estilo de vida sedentario (véase el comentario 13). Por otra, ha alejado a muchas de la asistencia médica. Si existe un lugar que hayan evitado durante la pandemia, fueron los centros sanitarios, dado que solían percibirse como espacios de alto riesgo para contagiarse. Hubo quienes enfermaron o sufrieron caídas y decidieron aguantar en su domicilio, incluso sin avisar a la familia, para no acabar pisando uno de ellos (14). En general, hubo preocupación con respecto a necesitar asistencia sanitaria de urgencia, máxime en los meses iniciales de pandemia (15).

Tabla 4.

Citas ilustrativas del tema principal «El déficit temporal de asistencia sanitaria»

13. Yo tomé miedo. Además, mi médica me dijo: «cuanto menos salga usted, mejor». Pues si ya te dicen eso, ya tomas más miedo todavía. ¡Claro!, porque ya dices: «me lo ha dicho ella y cuando me lo dice ella…», Porque dice: «ya, con la edad que tiene y todo y…». Digo: «bueno, pues mejor». Y ya está.Lo que me extraña es que, ya vacunada, no vuelva otra vez a recuperar eso.No, porque no me apetece. Es que no… ya no me apetece tanto (E11:17-18. Viuda, 79 años, 02/06/21). 
14. Pues la pandemia, como me dio el dolor de atrás, pues la viví muy mal. Hasta que ya me pudo ver el médico y… Porque yo estaba que me ahogaba, dice: «te voy a mandar una placa el 18 de marzo, y el 19 vienes que ya te tengo apuntada para que te vea». Ni fui a la placa ni fui al médico, digo: «de aquí no salgo yo más». Y ya no fui. Y ya me pasé todo el tiempo allí. Ya está.Con la pandemia no la pudieron atender.No, que yo no fui. Había consulta, pero yo ya no quise salir de mi casa. Así que dijeron lo que había liado, digo: «yo no voy vaya que… vaya que lo pille yo también». Y yo ya no salí.Pero entonces en el confinamiento lo pasó usted regular con los dolores.Con los dolores, claro, si no podía andar. Yo toda la noche chillando para ir al servicio… Toda la noche chillando… ¿Qué iba a hacer? Tomaba paracetamol y ya está (E92:21. Viuda, 86 años, 29/07/22). 
15. Los primeros meses, mire usted, fatal. ¡Ay, ay! No dormía, y digo: «madre mía, ¿y si me pongo mala? Mi hijo no puede ni entrar a mi puerta. Madre mía, Dios quiera que no me ponga mala». Y gracias a Dios ni me puse mala, ni nada, y lo he llevado como he podido, como todo el mundo. Yo decía: «¡ay, Dios quiera que yo no me vaya a poner mala, que si no, a ver lo que hago!» (E43:2-3. Viuda, 87 años, 19/08/21). 
16. Yo no he estado en un hospital todavía porque… Tengo nódulos, en el tiroides, y el día el 10 de marzo, el día 10, me hicieron una punción… El día 10 me punzaron. Ya veía yo algunas mascarillas, se veían ya a los sanitarios… se veían. Fíjate, eso fue el día 10, ¡y el 14 ya estábamos encerrados! Y me dieron cita para el endocrino el día 24 de abril, que yo no he ido. Ni he ido, ni he preguntado. Entonces, yo no he vuelto a estar en un hospital. Nada (E1:15. Viuda, 73 años, 06/05/21). 
17. Fíjate tú, desde que ha empezado la pandemia, hasta... ¿cuándo fue? hasta el viernes, ¿eh?, porque me salió aquí como si fuera un quistecito, entonces cogí cita y dice: «no, esto no es nada». Me ha mandado una crema, pero que ya ni me pica ni nada. Y por eso fui. Me dice: «Antonio, la última vez que te hice la analítica hace año y medio»… ¡cuando empezó la pandemia! Dice: «y todavía no te la has hecho. ¿Te hacemos una?». Digo: «vamos a ver, ¿cómo estoy ahí?». Dice: «La tensión la tienes controlada, y lo demás todo lo tienes bien». Digo: «¿entonces para qué me la vas a hacer?» (E54:11. Viudo, 66 años, 08/09/21). 
18. En la epidemia esta que ha habido, año y medio sin ir ni una vez. Ni hablar por el teléfono ni nada, sino que cuando me hacía falta las medicinas, llamaba al centro y: «estoy con don José, dígale que me apunte las medicinas, o que me mire en el ordenador, que está…»).. Porque a mí me eso para tres o cuatro meses. Y llamaba, pero yo con él no he hablado nada, nada, así que esta última vez que estuve, que tuve que ir ya, ¿no?, a hacerme radiografías de la mano y eso, pues… pues le dio alegría de verme. ¡Ya ves tú, hasta me abrazó! (E18:16. Viuda, 78 años/07/07/21). 
19. Y dejé la medicación porque veía que me venía abajo. Engañaba al psiquiatra, porque como era por teléfono, y venga por teléfono, pues yo le decía que me las tomaba, pero no me las estaba tomando… Dejé las pastillas, porque las pastillas de las depresiones… habrá a quien le sienten bien, pero si yo sigo tomando eso me hubiera puesto loca, loca del todo… Y el psiquiatra, que no podía dejar las pastillas; y me mandó tantas que no se podían dejar de golpe. Y digo yo: «¡ay, si yo cada vez estoy peor!». Pues me puse a dejarlas, digo: «yo voy a empezar a dejarlas como las empecé» (E64:9. Viuda, 66 años, 01/12/21). 
20. ¡Ah, el problema que tenemos… ese sí creo que lo puedo comentar! Que yo no comprendo por qué existen todavía las consultas por teléfono. Yo eso no lo comprendo y a eso debían de darle una solución, porque… es absurdo, por ejemplo, que la gente va a los bares, la gente va al cine, que va al teatro y que va a todos sitios, y a los médicos no se pueda ir. Ir a un médico, cuando tengo que decirle… Porque yo tenía el problema de las piernas, pues… tuve que ir a urgencias, y me mandaron unas pastillitas, y como no se quitaba tuve que pedir cita. ¡Por teléfono! Y digo: «no, señor… doctor, mire, usted tiene que verme la pierna porque me la tiene que ver», y él: «¡bueno, pues preséntese, venga usted dentro de media hora, que estoy aquí para mirarle!». Y me fui, y me miró la pierna, claro, y me mandó unas medias ortopédicas, ¿no?, que las tengo puestas ahora. Pero ese es el detalle que yo veo que es un poquillo raro. Porque un médico por teléfono… ¿por teléfono qué va a saber de uno? (E37:20-21. Viudo, 84 años, 17/08/21). 
21. Por teléfono, yo no veo la cara de la doctora ni nada… ¿Qué si es igual?, ¡claro que no es igual!, porque una tiene más confianza con el médico… ¡A una le gusta que el médico la vea, que te reconozca, que te diga…! Por teléfono tengo que decirle lo que tengo, lo que no tengo… Después, me manda lo que le da la gana. Me ha mandado unas pastillas para el temblor: «que la partas por la mitad, media te tomas ahora y media al otro día». Digo: «vale». Pero no me estaban cayendo bien… Me estoy tomando media. Ahora me manda unas pastillas para el dolor de cabeza, que yo no sé lo que tiene, pero tampoco me caen bien. Digo: «¡contra, que me van a matar a mí estos médicos ahora!» (E47:16. Viuda, 78 años, 07/09/21). 
22. Ahora tampoco se visita, te llaman por teléfono. Pero bueno.¿Eso cómo lo ve usted?Mal, mal, porque no te acuerdas de nada por el teléfono en el momento. O te llaman y… a mí me pasa, que digo: «¡que no me han llamado!», y dicen que sí. No sé, tengo que ir otra vez a la consulta a decir: «mira, que no me llamaron». Y ellos: «sí, aquí está que te llamaron». «Pues no sé, porque yo no he faltado de casa» (E56:5-6. Viuda, 88 años, 09/09/21). 
23. Y me dijeron que me iban a operar de cataratas, pero ahora, con el lío que hay, eso es… no llaman a nadie. Si es que no te quieren ver, solo es por teléfono, ¿y por teléfono cómo pueden atender a una persona que sabes que lo que tiene es eso? Porque lo mío son unos síntomas raros, lo mío es cerebral y no es… ¿Y esto por teléfono cómo me van a…?¿No lo ven los médicos?¡Qué va!, te dicen «por teléfono». ¡Pero por teléfono un resfriado!, o ni eso tampoco, pero dicen: «bueno, esto tiene usted». Vamos a ver si se va el virus este y ya me pueden atender en condiciones. O me operan, que dicen que primero un ojo y después el otro... ¡Si es que llego! (E35:3. Divorciado, 70 años, 29/07/21). 
24. ¿El médico de cabecera?, mi sobrina, ella me pedía cita, pero… on line, de eso, o como se llame. Ella lo pedía. Yo no sé hacer eso porque yo no… Y entonces ella me pedía a mí una cita pero por teléfono (E68:4. Viuda, 81 años, 30/11/21). 

Las personas mayores imaginaban, influenciadas por los medios de comunicación, centros sanitarios prácticamente desbordados por la atención de pacientes COVID-19. El temor de contagiarse en ellos también ha motivado la cancelación de citas fijadas en prepandemia. Lo hemos constatado, incluso, entre quienes estaban pendientes de hacerse pruebas diagnósticas por sospechas de enfermedad grave (16). Otras muchas entrevistadas admiten que dejaron de hacerse análisis para el seguimiento de sus enfermedades crónicas (17). Lo cierto es que un porcentaje notable de personas mayores llevaba más de un año sin tener una consulta médica, desde que se declaró la pandemia, con lo que ello implica en un contexto de escasa actividad física y de sedentarismo (18). Conviene añadir casos de automedicación y abandono de tratamientos por iniciativa propia (19).

Las circunstancias de la pandemia dificultaron la asistencia sanitaria presencial y fomentaron la virtual, especialmente vía telefónica. Las personas mayores viviendo solas lo percibieron y se han pronunciado al respecto de manera espontánea (20). Transmiten una preferencia bastante clara por la atención cara a cara, subrayando la importancia de que los profesionales sanitarios puedan tratarlas directamente, lo que les genera más confianza (21). En general, la valoración de la atención telefónica no resulta demasiado positiva. Hay quienes se quejan de experiencias en consultas de este tipo (22) y quienes las asocian con retrasos en citas, pruebas diagnósticas o intervenciones quirúrgicas (23). Otras personas expresan dificultad para manejarse con la asistencia no presencial, teniendo que recurrir a familiares para gestionarla (24).

La pérdida de salud percibida (tabla 5).

Los factores que venimos describiendo han contribuido a que muchas personas mayores viviendo solas hayan percibido un deterioro de su estado físico de salud, que achacan a la pandemia (véase el comentario 25). Es el tercer tema principal que revela nuestro análisis, una pérdida de salud subjetiva que concierne, principalmente, a la movilidad: lo han apreciado tanto en sí mismas como en su entorno familiar y social (26). Al haber permanecido tanto tiempo en su domicilio, sin los paseos al aire libre que solían dar, muchas entrevistadas aseguran haberse sentido torpes en la calle y más pesadas de piernas cuando volvieron a salir (27). Algunas, con dificultades para caminar que no tenían antes, con problemas de equilibrio y estabilidad, con el consiguiente temor a experimentar una caída (28).

Tabla 5.

Citas ilustrativas del tema principal «La pérdida de salud percibida»

25. Ya no puede hacer una las cosas que antes hacía. No sé, al agacharte, al levantarte, pues notas tú… o al ponerte los zapatos, que ya no es lo mismo. Yo iba por ejemplo a la piscina, pero con la pandemia esta pues… me he vuelto atrás. Porque yo estaba muy bien físicamente y ahora noto, me noto, que yo al andar no puedo ni respirar muchas veces, que me canso muchísimo. Entonces, claro, voy forzada, y digo: «Dios mío, pero si yo me estoy ahogando ya y antes no me ahogaba» (E24:1. Soltera,72 años, 08/07/21). 
26. En que no nos hemos podido juntar las amigas mucho. En eso nos ha afectado, todas lo hemos echado mucho de menos. Y entonces yo creo que hasta en la movilidad. Porque como no ha salido una tanto ni nada, pues de la movilidad un poquitín. Y mi hermana mucho más, ¿eh? Eso de no moverse ha sido fatal para ella... Pero es que en esos meses no salimos ni al paseo ni a nada. Ella ya entonces lleva su andador.¿Y usted también lo ha notado?¡Claro que lo he notado! Yo ahora estoy más pesada (E26:25-26. Viuda, 81 años, 21/07/21). 
27. Porque yo he sido una persona que he estado muy activa, porque a mí me ha gustado siempre estar haciendo cosas, pero desde la pandemia... Antes tenía problemas con la circulación de las piernas, pero con el confinamiento la cosa se empeoró muchísimo. Entonces ya no salgo apenas, salvo que tenga que ir por mandados o al médico. Pero claro, necesito salir, tener una obligación, de decir: «tengo que ir hasta la calle Alta o hasta tal sitio», para obligarme a salir, porque veo que las piernas cada vez están peor y no me puedo permitir el lujo de que mi hermana me tenga que cuidar (E59:1. Soltera, 72 años, 10/09/21). 
28. Yo me miro y digo: «¡uy!». Tengo 78 años, pero es que hace un año yo no tenía ni una arruga… nada. Nada, nada, nada. Y ahora yo ya me veo con mis arruguitas y todo... Pero lo peor, lo peor, es lo que una se siente por dentro. El miedo que ya a una le entra… yo qué sé, la inestabilidad. Yo voy por la calle y a lo mejor no voy firme porque… o parece que me voy a caer, o parece... Yo que sé, yo...¿Y a qué tiene usted miedo, Carmen?Yo no lo sé. Creo que tengo miedo ya a la vejez, a que yo pienso que yo ya no puedo estar por la calle sola. Y si voy sola, pienso o que me voy a caer, o me va a dar algo (E51:13-14. Viuda,78 años, 08/09/21). 
29. Porque como estoy sola, como estoy diciéndole a usted, a lo mejor voy y pongo yo un potajito, y nada más que me como dos cucharas, ya no quiero más nada. Y ya hasta el otro día. Lo único que tomo es el café por las mañanas, un vaso de café con leche. Y ya está.Pero todo eso por el ánimo, que tiene usted el ánimo hundido.¡Pero más, más, más, más hundido todavía! Que yo quiero… yo quiero comer, pero me saco, me lo pongo en la mesa, le doy una cucharita, «ea…», digo: «ya no quiero más». Ea, y así… Hay veces que compro un cuartito de filetes de pollo y los hago en la plancha, pero para nada. Un cuartito, que vienen tres o dos, y si me como uno va a ser un milagro (E49:11-12. Viuda, 70 años, 07/09/21). 
30. Lo que pasa es que me puse muy gorda, hijo, más gorda todavía. ¡Ay, me dio por comer…! Por comer, mucho dulce, y es lo que me pasó. Eso sí, me puse... ¡oh!Y luego fue mejorando la cosa, fuimos saliendo...Pero yo es que salgo una vez a la semana, de paseo. Por las mañanas sí salgo, a los mandados y a tomar café con mi hermana, a desayunar. Damos una vuelta y todo eso, y luego ya a casa. A la casa llego a las 12 o 12:30, y ya hasta el otro día, yo ya no salgo más. Hoy porque he venido aquí, pero que, si no, yo no salgo. (E23:17. Viuda, 70 años, 08/07/21). 
31. He cogido kilos, que yo he estado siempre… he cogido 5 o 6 kilos, porque claro, comiendo y a cada momento al frigorífico. Tenía como ansiedad, y a cada momento, pues a ver lo que había. Así es que…¿Y ha perdido esos kilos o no?¡Qué va! No, no los he perdido, porque la ropa… me he tenido que comprar ropa porque la de antes me quedaba estrecha. Intento perderlos, pero ya… yo creo que no los voy a perder.Pero, para sus problemas de corazón, cuanto más ligera mejor.Ya lo sé, ya lo sé, pero qué vamos a hacer. Por eso parece que me fatigo un poquillo más ahora, desde que estoy, pero… ¡uf! (E73:10. Separada, 71 años, 07/12/21). 
32. ¿Está usted peor?¡Pues sí, claro que sí!¿En qué lo nota?Yo lo noto en que la mano me tiembla. Antes me temblaba menos, antes no me temblaba. Yo noto que yo no me acuerdo de muchas cosas, que yo estoy perdiendo hasta la memoria ya. Por culpa de la pandemia, porque yo estaba bien y ahora no estoy bien… (E47:15. Viuda, 78 años, 07/09/21). 
33. Yo, residencias ahora mismo no. Y también... ¡Ah, eso es que no lo hemos hablado! Desde que vino esto…La pandemia.La pandemia, pues también mi cabeza… me se olvidan las cosas, me flaquea a mí la cabeza, un poco. Me ha afectado bastante. Antes tenía yo la memoria mejor, me acordaba de las cosas, donde las ponía, y ahora algunas veces suelto una cosa, donde sea, y cuando pasa un ratillo ya no sé dónde la he puesto.¿Eso desde la pandemia?Desde eso. Claro que es eso (E89:20-21. Viuda, 79 años, 29/07/22). 
34. Por eso te he dicho que lo hemos pasado mal todo el mundo. ¡Todo el mundo! Y te voy a decir, Juan, las personas así de la edad nuestra, resulta que la movilidad nos ha afectado mucho.¿La movilidad?La movilidad. ¡Que hemos envejecido mucho en estos 2 años! Yo te digo una cosa, cuando tú dejas de andar, de momento te ataca, las piernas. Te ves más torpe, porque es que quieres andar como antes, pero te ahogas, ¿eh?, porque estás acostumbrada a estar ahí, quieta… Entonces nos ha afectado mucho a la movilidad, porque yo he ido… después, cuando he ido al centro de salud, he visto personas de antes de la pandemia y después de la pandemia, porque la tenemos todavía pero no tan fuerte como la teníamos, y entonces digo: «¡madre mía, mira, esta mujer, con su silla de ruedas ya! ¡El otro hombre con su bastón, ya no se tiene, no se puede sostener!». Esto ha sido un desastre (E79:20-21. Separada, 73 años, 16/03/22). 
35. Yo no he salido, que, si yo hubiera seguido saliendo, estaba mejor que estoy. Porque tengo los pies…¿Ha notado usted que ha empeorado la salud con la pandemia?Claro que estoy peor que antes, mucho. Soy más viejo, pero que he empeorado yo. Antes iba… todos los días iba al hogar, y echábamos ahí las briscas y me entretenía, y luego me venía, y luego salía por la tarde ahí a esas carreteras. En cuanto que llegó el COVID ese, pues ya se acabaron las salidas. Yo, así que había COVID, ¿yo que voy a salir con eso, y a juntarme con este, a juntarme con el otro y eso?. Y que: si este lo ha pillado, que si el otro lo ha pillado, que si el otro lo tiene. Digo: «pues a mí no me lo pega nadie»…. Claro que estoy peor. Yo veo que los pies… y todo lo tengo yo que estoy peor. No es como antes, que salía todos los días y estaba yo más… más diestro. Para sentarme, para levantarme, para todo. Y ahora estoy mucho más torpe (E91:18. Viudo, 95 años, 29/07/22). 
36. A la calle salgo muy poco. Ahora con esta pandemia. Con esto que hay ahora, yo no quiero salir a la calle. Bueno, le voy a decir una cosa, es verdad que esta rodilla no me deja tampoco, ¿eh? La rodilla me trae a mí frita, pero… ¿qué vamos a hacer?, ¿me ha tocado la rodilla?, pues bueno. Me ha tocado la rodilla y todo lo que son los huesos, porque los huesos los tengo… hechos cenizas… Y luego del corazón estoy también un poquillo tocada, porque aquí en la cabeza me han salido tres… tres de eso, ¿cómo se llama eso que sale cuando se hacen las pruebas del corazón?, y me han salido aquí… como si me fuera dado 3 infartos chiquitillos, tengo aquí las señales (E2:21. Viuda, 85 años, 27/05/21). 

Otras personas refieren que, durante la pandemia, estando todo el tiempo solas en casa, adquirieron peores hábitos alimenticios. Tras ello encontramos síntomas depresivos y/o de ansiedad, incluso sentimientos de soledad. Tuvieron menos ganas de cocinar, pérdida de apetito o desinterés por cuidarse, pareciendo haber adoptado un estilo de vida poco saludable. Lo observamos en entrevistadas afectadas por problemas personales, como una reciente viudez, y en casos de falta de apoyo emocional y una mayor incidencia del sentimiento de soledad (29). Algunas entrevistadas declaran una mayor ingesta de comida y ganancias indeseadas de peso, reconociendo que llegaron a comer por estrés o ansiedad (30). No se pronuncian demasiado optimistas con la posibilidad de perder esos kilos, como si fueran efectos irreversibles (31).

La pandemia ha deteriorado su salud subjetiva en más sentidos. Hay quienes notan que su organismo funciona peor, que han perdido facultades, no únicamente físicas, sino también neurológicas y cognitivas (32). Unas personas mencionan temblores en las manos que previamente no sufrían o más arrugas en su cara, mientras otras comentan más fallos de memoria, y lo relacionan también con la pandemia (33). Haciendo un balance general de su estado de salud, hay quienes aseguran haber envejecido precipitadamente (34), y creen que será difícil recuperarse del todo, evidenciando una creciente fragilidad. El deterioro de salud percibido en el plano físico o cognitivo suele invadir lo mental, de ahí que muchas entrevistadas declaren menos ganas de salir y relacionarse otra vez con la gente; prefieren permanecer en casa, en el marco de su soledad (35). Y así lo han hecho en la práctica, porque disminuyeron voluntariamente el contacto personal con familiares, vecindario y amistades, lo que, a su vez, empeoró la autopercepción de su salud. Aislamiento y pérdida de salud subjetiva han ejercido en este tiempo un efecto sinérgico (36).

Discusión y conclusiones

Las personas mayores viviendo solas, salvo excepciones, obedecieron las órdenes de confinamiento dictadas por las autoridades que gestionaron la crisis sanitaria provocada por la COVID-19. Se recluyeron en casa, evitaron salir y redujeron sustancialmente sus contactos directos con otras personas. Lograron protegerse del coronavirus y, de hecho, solo unas pocas afirmaron haberse contagiado cuando fueron entrevistadas. Pero pagaron un alto precio a cambio, la adopción de un estilo de vida inactivo y sedentario, con un importante aumento del tiempo sentadas ante la televisión o el teléfono. Es un efecto del confinamiento que las encuestas también registraron tanto en la población general2,4 como en el conjunto de personas mayores5,6, pero que adquirió especial gravedad entre aquellas que lo experimentaron solas en su vivienda. Aunque contaron con apoyo familiar de proximidad, recibiendo las compras en casa, pero ello conllevó inactividad y aislamiento social, perjudicando su salud física, cognitiva y mental, como reflejan también las encuestas10,11.

Las pantallas ganaron protagonismo para comunicarse con las personas allegadas y/o combatir el aburrimiento, reforzando un estilo de vida inactivo y sedentario que se extendería durante largo tiempo: muchas lo mantuvieron pese a haberse superado ya lo peor de la pandemia y levantado las restricciones a la movilidad. Prefirieron seguir en su vivienda, evitando las actividades interpersonales. Ello obedece a otro factor clave identificado en nuestro estudio, el miedo al contagio, relativamente común entre personas mayores y/o con comorbilidades. El miedo perduró, motivando otra decisión bastante firme: evitar acudir a hospitales y centros de salud, percibidos como espacios con elevado riesgo de infección de COVID-1916,17.

Ello supuso un déficit temporal de asistencia sanitaria. La literatura internacional revela que las personas mayores, en general, acusaron retrasos o cancelaciones de citas, pruebas diagnósticas y cirugías13-15. El problema, sin embargo, ha afectado especialmente a quienes se vieron solas en la pandemia, con menor posibilidad de recibir ayuda familiar en la gestión de su salud. Según hemos constatado, han evitado las consultas presenciales, y la atención telefónica tampoco se ha erigido en una alternativa eficaz ya que la valoración que hacen de ella no es positiva, coincidiendo con otros estudios12,19. Pero sobre todo porque, al ser entrevistadas, la mayoría llevaba año o año y medio sin acudir al médico. Las consecuencias pueden haber sido enormes pues son comunes entre ellas las enfermedades crónicas e incluso abundan quienes han presentado cáncer, ictus o infartos, por no mencionar el deterioro cognitivo, más complejo aún de tratar.

La suma de todo ello ha tenido repercusiones negativas en su salud. Muchas personas mayores viviendo solas han percibido el deterioro de su función física, cognitiva y/o mental. Refieren dificultades para desplazarse fuera de casa que no tenían en prepandemia, temblores, menos estabilidad, miedo a sufrir caídas, pérdida de memoria, envejecimiento acelerado, síntomas depresivos, ansiedad o soledad. Algunas sin creer que puedan recuperarse totalmente y estar como antes. Este estudio, analizando lo ocurrido durante la pandemia, ayuda a entender por qué son un colectivo especialmente propenso a tantos problemas como llevan tiempo apuntando las encuestas: enfermedades físicas23, deterioro cognitivo24, trastornos mentales34, sentimientos de soledad31, pautas alimenticias inadecuadas32, cambios perjudiciales en su estilo de vida6, aislamiento21 o déficit de apoyo social32, entre otros. Un colectivo vulnerable, en síntesis, necesitado de intervenciones sociales que mejoren su calidad de vida porque entre esos problemas parecen darse efectos sinérgicos.

Este estudio presenta algunas limitaciones. No ofrece información cuantitativa que mida la magnitud en que la pandemia ha deteriorado la salud física, mental y cognitiva de las personas mayores viviendo solas en España. Nos basamos en sus propias interpretaciones y descripciones. Al comenzar el trabajo de campo, había transcurrido más de un año de pandemia y puede haber dificultad para recordar lo sucedido en el confinamiento inicial. Tampoco usamos una perspectiva de género en nuestro análisis, aunque hombres y mujeres pueden haberse visto afectados diferencialmente. Es conveniente aplicarla en futuros trabajos. Pese a estas limitaciones, nuestro estudio ofrece un testimonio revelador del modo en que las personas mayores viviendo solas experimentaron la pandemia y las secuelas que perciben en su salud. También arroja luz sobre la relación existente entre la salud y el hecho de vivir en solitario durante la vejez, hallada a menudo en las encuestas, pero poco tratada por los estudios cualitativos. Nuestros resultados, finalmente, revelan la vulnerabilidad de las personas mayores viviendo solas en contextos de crisis.

Financiación

El presente trabajo proviene de un estudio que ha sido financiado por la Fundación Pública Andaluza Centro de Estudios Andaluces.

Conflictos de intereses

No hay conflictos de intereses.

Agradecimientos

A todas las personas mayores que han participado en las entrevistas, así como a los y las profesionales que actuaron intermediando en su selección y su reclutamiento.

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