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Vol. 53. Núm. 3.
Páginas 385-395 (julio - septiembre 2024)
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Vol. 53. Núm. 3.
Páginas 385-395 (julio - septiembre 2024)
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Relación entre el consumo de alcohol y el deterioro cognitivo en población adulta mayor de 60 años: una revisión sistemática
Relationship Between Alcohol Consumption and Cognitive Impairment in the Adult Population Over 60 Years of age: A Systematic Review
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Josep Deví-Bastidaa,b,
Autor para correspondencia
josep.devi@uab.cat

Autor para correspondencia.
, Meritxell Xifré-Passolsa, Lina María Oviedo-Penuelab, M. Teresa Abellán-Vidalb, M. Dolores López-Villegasb
a Departamento de Psicología Clínica y de la Salud, Universitat Autònoma de Barcelona, Bellaterra, Barcelona, España
b Instituto de Neuropsiquiatría y Adicciones (INAD), Centros Asistenciales Dr. Emili Mira i López (CAEMIL-Recinto Torribera), Parc de Salut Mar, Santa Coloma de Gramenet, Barcelona, España
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Tabla 1. Evaluación de la calidad de los estudios seleccionados utilizando el “instrumento de evaluación de la calidad” de Berra et al.21
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Tabla 2. Resumen de las características principales de los estudios que investigan la relación entre el consumo prolongado de alcohol y el deterioro cognitivo o la demencia
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Tabla 3. Resumen de las características principales de los estudios que investigan la relación entre el consumo prolongado de alcohol y las funciones cognitivas afectadas
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Resumen
Introducción

El alcohol es la sustancia más consumida en la cultura occidental y su consumo es un factor causal en más de 200 enfermedades y trastornos. El objetivo es conocer la relación entre el consumo de alcohol y el deterioro cognitivo en personas de edad ≥ 60 años, así como qué funciones cognitivas se ven más afectadas por un prolongado consumo de alcohol.

Métodos

Búsqueda en las bases de datos MEDLINE, PsycInfo, Psicodoc, Cochrane y Web of Science. Se acotó la búsqueda a artículos publicados entre 2010 y 2020. Se obtuvieron 8.716 artículos. Se eliminaron los repetidos y no relacionados con el tema, con lo que quedaron en total 7 artículos. De estos, 5 estudios longitudinales sirvieron para conocer la relación entre el alcohol y el deterioro cognitivo y 2 estudios transversales, para conocer qué funciones cognitivas están más afectadas. Esta revisión sistemática se ha llevado a cabo de acuerdo con los criterios de la declaración PRISMA.

Resultados

La mayoría de los estudios encontrados concluyen que el consumo de alcohol nulo o excesivo se asocia con un mayor riesgo de deterioro cognitivo que el consumo moderado. Además, un consumo de alcohol excesivo y prolongado puede evolucionar hacia una demencia secundaria alcohólica como, por ejemplo, la enfermedad de Marchiafava-Bignami, la encefalopatía de Wernicke-Korsakoff o la pelagra. Por otra parte, en personas con trastorno por consumo de alcohol las funciones cognitivas que se ven más afectadas son las funciones ejecutivas, las habilidades visuoespaciales, la atención y la memoria.

Palabras clave:
Alcohol
Deterioro cognitivo
Demencia
Funciones cognitivas
Demencia alcohólica
Enfermedad de Marchiafava Bignami
Encefalopatía de Wernicke-Korsakoff
Pelagra
Abstract
Introduction

Alcohol is the most consumed substance in Western culture and its use is a causal factor in more than 200 diseases and disorders. Our objective was to determine the relationship between alcohol consumption and cognitive impairment in people aged ≥60, and identify which cognitive functions are most affected by prolonged alcohol consumption.

Methods

Search in MEDLINE, PsycInfo, Psicodoc, Cochrane and Web of Science databases. The search was limited to articles published from 2010 to 2020. A total of 8,716 articles were obtained. Those repeated and unrelated to the topic were eliminated, leaving a total of seven articles: five longitudinal studies, covering the relationship between alcohol and cognitive impairment; and two cross-sectional studies, which helped identify which cognitive functions are more affected. This systematic review was carried out in accordance with the criteria of the PRISMA statement.

Results

Most of the studies found conclude that no or excessive alcohol consumption is associated with a higher risk of cognitive impairment, compared to moderate consumption. In addition, excessive and prolonged alcohol consumption can evolve into secondary alcoholic dementia such as Marchiafava-Bignami disease, Wernicke-Korsakoff syndrome or pellagra. In people with alcohol use disorder, the cognitive functions that are most affected are executive functions, visuospatial skills, attention and memory.

Keywords:
Alcohol
Cognitive impairment
Dementia
Cognitive functions
Alcoholic dementia
Marchiafava-Bignami disease
Wernicke-Korsakoff syndrome
Pellagra
Texto completo
Introducción

Según el Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones (OEDA)1, en 2017 la edad media de inicio en el consumo de alcohol era 16 años y la prevalencia de consumo de bebidas alcohólicas en ese último año, del 75,2%. Se estima que en el mundo hay 237 millones de varones y 46 millones de mujeres que padecen trastorno por consumo de alcohol (TCA)2. Las mayores prevalencias entre hombres y mujeres se registran en la Región de Europa (el 14,8 y el 3,5%) y la Región de las Américas (el 11,5 y el 5,1%)2.

El deterioro cognitivo se define como el declive de las funciones cognitivas, ya sea debido a las alteraciones atribuibles al proceso fisiológico del envejecimiento (el deterioro fisiológico es natural y resulta del proceso de envejecimiento, y su magnitud —o por lo menos su evidencia— se correlaciona negativamente con el nivel intelectual alcanzado) o a un deterioro patológico (la “porción” de una medida del deterioro que no es atribuible al deterioro fisiológico y al que se suele suponer una etiología orgánica, que además implicaría un deterioro funcional, reversible total o parcialmente o no) debido a otros factores (primario, de causa neurodegenerativa, o secundario, debido a factores tumorales, vasculares, tóxicos, metabólicos, carenciales, de origen infeccioso, por traumatismos, etc.). Según el grado de déficit de las funciones cognitivas y cómo afecta a las actividades de la vida diaria, se clasifica la enfermedad como deterioro cognitivo leve (o trastorno cognoscitivo leve) o demencia según el CIE-10 o como trastorno neurocognitivo leve o mayor según el DSM-5. Dicho esto, cuando en el transcurso del texto se haga referencia a su estadio clínico evolutivo y/o a la intensidad o gravedad del deterioro cognitivo, se emplearán los términos “deterioro cognitivo leve” o “demencia (leve, moderada o grave)”; por el contrario, siempre que no se indique intensidad o gravedad del cuadro clínico o no se haga referencia a su estadio clínico evolutivo, se hablará tan solo de “deterioro cognitivo”.

El consumo prolongado de alcohol en algunos casos puede evolucionar hacia un deterioro cognitivo leve (DCL) o un síndrome demencial3–5. De forma más específica, en algunos casos puede evolucionar hacia una demencia secundaria alcohólica (de etiología tóxica y/o carencial), como la enfermedad de Marchiafava-Bignami, la encefalopatía de Wernicke-Korsakoff y la pelagra, que se producen por algún proceso patológico intracerebral o extracerebral de etiología definida no degenerativa6.

La enfermedad de Marchiafava-Bignami (EMB) es una desmielinización del cuerpo calloso en la que los pacientes pueden presentar un cambio del estado mental de inicio agudo, subagudo o crónico que abarca desde letargo hasta coma, convulsiones, disfunción de los movimientos oculares, pérdida de memoria, trastornos de la marcha y alteraciones del habla7. Las partes del cuerpo calloso involucradas más a menudo en la forma aguda son la rodilla y el esplenio, mientras que en la forma crónica también se han visto alteraciones en el cuerpo8. Varios estudios9–12 muestran los síntomas presentados por diferentes pacientes tras una larga historia de consumo de alcohol. Algunos de estos síntomas son alteración de la conciencia, desnutrición, ataxia o problemas para hablar. Además, las resonancias magnéticas (RM) han revelado cambios simétricos hiperintensos en el cuerpo calloso, lesiones extracallosas y, en uno de los casos, necrosis quística en la capa central de la rodilla y necrosis lineal en el esplenio12. Aunque no se dispone de ningún tratamiento específico para la EMB, a estos pacientes se les administraron diferentes vitaminas como tiamina10–12, ácido fólico11, vitamina B1211 y vitaminas combinadas con glucocorticoides9. Solo la mitad de los pacientes se recuperaron completamente de todos los síntomas, y los demás tuvieron secuelas o malos desenlaces (muerte, estado apático o estado vegetativo).

La encefalopatía de Wernicke-Korsakoff (EWK) es un trastorno cerebral debido a la deficiencia de tiamina (vitamina B1). El término se refiere a dos síndromes diferentes. La encefalopatía de Wernicke se caracteriza por confusión, ataxia y nistagmo y el síndrome de Korsakoff es un tipo de demencia que se caracteriza por la pérdida de memoria y confabulación y problemas cardiacos, vasculares y del sistema nervioso13. Dos estudios de un solo caso único14,15 muestran los efectos de un abuso prolongado de alcohol en 2 pacientes de mediana edad. Estos presentaban desorientación, alteración del movimiento ocular y atrofia muscular, además de alucinaciones visuales, deterioro cognitivo global14, trastornos de la memoria y un sarpullido en las extremidades15. En este último caso, el diagnóstico fue de EWK comórbido con pelagra. A ambos se les administró tiamina y a uno de ellos, también niacina15. En uno de los casos el tratamiento no resultó efectivo, lo que proporciona un ejemplo de una paciente con EWK aguda que se volvió crónica14.

La demencia debida a pelagra es causada por la falta persistente de niacina (vitamina B3) y se trata de una afección multisistémica con alteración gastrointestinal, dérmica y del sistema nervioso. Los síntomas iniciales son neuropsiquiátricos: irritabilidad, ánimo depresivo, disminución de la atención y alteración de la memoria. Posteriormente también se pueden manifestar hipertonía oposicionista, mioclonías y neuropatía periférica que puede progresar a estupor y coma3. Dos estudios de un solo caso16,17 presentan a 2 pacientes con historia de consumo de alcohol de más de 30 años. Los síntomas que presentaban eran convulsiones, pérdida del conocimiento, incontinencia fecal16, delirios, funciones cognitivas afectadas (atención sostenida, memoria reciente y remota), además de inquietud, agresividad e insomnio, así como lesiones cutáneas eritematosas y escamosas17. A ambos se les administró niacina y uno16 también recibió tiamina, ácido fólico, vitamina B12 y vitamina D. Los pacientes empezaron a mejorar y en menos de 1 semana fueron dados de alta.

Es necesario mencionar la poca literatura disponible sobre las demencias secundarias alcohólicas, y los pocos estudios son de un solo caso.

Objetivo

El objetivo principal de este trabajo es realizar una revisión sistemática con el fin de conocer la relación entre el consumo de alcohol y el deterioro cognitivo en población adulta mayor de 60 años y qué funciones cognitivas se ven más afectadas por un prolongado consumo de alcohol.

Métodos

Esta revisión sistemática se llevó a cabo de acuerdo con los criterios de la declaración PRISMA18 en las bases de datos MEDLINE, PsycInfo, Psicodoc, Cochrane y Web of Science. Se utilizaron los siguientes descriptores/palabras clave: “Alcohol and cognitive impairment”, “Alcohol and dementia”, “Pellagra or niacin deficiency and cognitive impairment”, “Pellagra or niacin deficiency and dementia”, “Encephalopathy Wernicke-Korsakoff and cognitive impairment”, “Encephalopathy Wernicke-Korsakoff and dementia”, “Encephalopathy Marchiafava-Bignami and cognitive impairment”, “Encephalopathy Marchiafava-Bignami AND dementia” AND “Alcohol related dementia”.

Inicialmente el total de artículos obtenidos fue de 8.716 (MEDLINE, n=2.964; PsycInfo, n=192; Psicodoc, n=23; Cochrane, n=2.076; Web of Science, n=3.461). Después se filtró por idioma, inglés y español, y periodo, publicaciones entre 2010 y 2020. Se eliminaron los artículos repetidos (n=693) o no relacionados con el tema del trabajo (n=7.932), entre ellos los artículos cuya muestra era animal (n=981), que incluyeran variables como el consumo de drogas (n=283), que hiciesen referencia a otros tipos de demencias distintas de las de nuestro estudio (n=244) o por otros motivos (n=6.040) como: que la muestra fuese de adolescentes, que hablasen de déficit en las funciones cognitivas pero no relacionado con el alcohol, que hablasen de tratamientos o de pruebas neuropsicológicas o que fuesen revisiones sistemáticas; también se eliminaron las publicaciones en otros idiomas distintos del español o el inglés (n=377). Así, quedaron finalmente 7 estudios para esta revisión sistemática (5 longitudinales y 2 transversales); el algoritmo del procedimiento de selección de artículos se puede observar en la figura 1.

Figura 1.

Procedimiento de selección de artículos para la revisión sistemática.

(0.47MB).
Criterios de selección y calidad

Solo se consideraron las publicaciones originales completas, publicadas en revistas científicas de impacto (JCR y/o SRJ), teniendo en cuenta la posición y el cuartil que ocupaba la revista en el ranking de su especialidad19,20; estudios rigurosos metodológicamente, que trataban sobre la relación entre el consumo prolongado de alcohol, el deterioro cognitivo y la demencia (demencias secundarias carenciales [pelagra y EWK] y tóxicas [demencia alcohólica y EMB])6; con índice de validez alto (estudios que fuesen generalizables), realizado mediante el instrumento para la lectura crítica y la evaluación de estudios descrito por Berra et al.21 para evaluar la calidad de los artículos seleccionados (tabla 1); estudios que incluyesen a sujetos de edad ≥ 60 años con consumo prolongado de alcohol: el motivo por el que se restringe a esta población es que 3 de los 5 estudios longitudinales utilizados en nuestro trabajo tienen un seguimiento> 15 años y el intervalo de edades de sus participantes abarca unos 15 años de diferencia, por lo que un gran número de las personas que conforman su muestra tienen más de 60 años. Además, cuando dichos estudios finalizaron, la edad de toda la muestra era> 60 años debido al gran periodo del estudio. Los otros 2 estudios longitudinales tienen un seguimiento mucho menor (entre 4,5 y 6 años), pero sus muestras en el momento de iniciar el estudio tenían una edad> 55, por lo que cuando estos finalizaron también eran mayores de 60 años. En el caso de los estudios transversales, se debe tener en cuenta que incluyeron una franja de edades alta y sus participantes tenían más de 60 años.

Tabla 1.

Evaluación de la calidad de los estudios seleccionados utilizando el “instrumento de evaluación de la calidad” de Berra et al.21

Primer autor (año)  A1  B2  B3  B4  B5  B6  C7  C8  C9  C10  D11  D12  D13  D14  E15  E16  E17  E18  F19  F20  F21  F22  G23  G24  G25  G26  H27  Validez interna  Validez global 
Sabia (2018)  Media 
Koch (2019)  Alta 
Hoang (2014)  Alta 
Kuźma (2014)  Alta 
Lobo (2010)  Alta 
Romero (2020)  Media 
Caneva (2020)  Media 

Notas: 1 (mal); 2 (regular); 3 (bien); 4 (muy bien); 0 (no se aplica); X (no está informado).

Se buscó un tamaño muestral estadísticamente significativo seleccionando los artículos con una muestra suficientemente grande en cada uno de los grupos definidos que permitiera comparar los resultados entre ellos y obtener unas conclusiones que pudieran generalizarse a la población objeto de estudio.

Se consideró el empleo de instrumentos psicométricos de valoración cognitiva en los sujetos de la muestra para determinar su afección cognitiva.

Se consideró que la argumentación de los resultados (tanto positivos como negativos) fuera coherente, y que los artículos detallasen con precisión los resultados obtenidos mediante la metodología utilizada y que además sus conclusiones estuviesen en sintonía con todo lo mencionado en los resultados, haciendo mención también a las posibles limitaciones.

Pertinencia de sus referencias bibliográficas: todos los artículos debían fundamentar su introducción en bibliografía científica, con referencias al DSM, el CIE, la OMS o artículos redactados por otros autores y que tuviesen relación con el objeto de estudio.

En el proceso de selección, los 5 integrantes del presente trabajo examinaron y evaluaron para su inclusión el texto completo de los estudios que parecían cumplir los criterios de selección preespecificados. Las dudas y discrepancias entre los autores se resolvieron mediante discusión en el equipo de investigación hasta llegar a un consenso. Una vez leídos y analizados los artículos, se llevó a cabo la extracción de datos y se procedió a analizar y describir detalladamente los resultados.

Como consideraciones éticas, se tuvieron en cuenta también los artículos 5 (solidez de la fundamentación científica) y 24 (no desacreditación de los estudios realizados por otros profesionales) del Código Deontológico del Colegio Oficial de Psicología de Cataluña22.

Resultados

El presente trabajo está dividido en dos apartados. En el primero se pretendía dar respuesta a la relación entre el consumo de alcohol y el deterioro cognitivo23–27 (tabla 2). En el segundo28,29, se trató de determinar qué funciones cognitivas se ven más afectadas por un consumo prolongado de alcohol (tabla 3).

Tabla 2.

Resumen de las características principales de los estudios que investigan la relación entre el consumo prolongado de alcohol y el deterioro cognitivo o la demencia

Autores (año)País  Edad, media±DE(intervalo)  Características de la muestra  Seguimiento (años), media±DE (intervalo)  Clasificación de los participantes según consumo de alcohol  Instrumentos psicométricos  Método estadístico y tipo de estudio  Resultados   
Sabia et al. (2018)Reino Unido  9.087  50,3±6,0(35-55)  31,63% mujeres  23,2±4,4(0,08-25,6)  Abstinentes1-14 bebidas/semana (GC)> 14 bebidas/semana  CAGEHistoria médica  LongitudinalRegresión de CoxModelo de riesgos competitivos  397 casos de demenciaLos participantes abstinentes, los que habían reducido el consumo de alcohol y los que consumían más de 14 bebidas/semana tenían un mayor riesgo de demencia que el GC   
Koch et al. (2019)Estados Unidos  3.021  78(76-80)  46,2% mujeres473 participantes con DCLParticipantes del estudio GEM  6(4,9-6,5)  No bebedoras<1 bebida/semana (GC)1-7 bebidas/semana7,1-14 bebidas/semana> 14 bebidas/semana  Batería neuropsicológica integral de 10 pruebasMMSECDRADAS-Cog  LongitudinalRegresión de CoxModelos lineales mixtos  512 casos de demenciaLa abstención completa y el consumo de más de 14 bebidas/semana se asociaron con menores puntuaciones cognitivas en el MMSE   
Hoang et al. (2014)Estados Unidos  1.309  68,3±2,8(65-81)  MujeresParticipantes del estudio WISE59,4% bebedoras de alcohol  20  0 bebidas/semana0 <X <3 bebidas/semana3 ≤ X ≤ 7 bebidas/semana> 7 bebidas/semana  MMSECVLTIQCODE  LongitudinalRegresión linealPrueba de Kruskal-WallisPrueba exacta de FisherPrueba de la χ2  526 desarrollaron deterioro cognitivo (17,5% demencia y 22,7% DCL)El aumento del consumo de alcohol no se asoció con un riesgo de deterioro cognitivoLa disminución del consumo de alcohol se asoció con un mayor riesgo de deterioro cognitivo   
Kuźma et al. (2014)Estados Unidos  6.542  ≥ 65  57% mujeres80,9% caucásicos  16,7±3(3,5-19,1)  No bebedores<1 bebida/día1-2 bebidas/día3-4 bebidas/día≥ 5 bebidas/día  CAGE modificado (se omitió la C)MMSETareas de recordar 20 palabras inmediatas y retardadasSubprueba de semejanzas WAISTICS (versión modificada)  LongitudinalCorrelación de PearsonPrueba de la t de Student  90 participantes tuvieron deterioro cognitivo grave74 participantes tuvieron un deterioro grave de la memoriaLos antecedentes de TCA duplicaron las probabilidades de deterioro grave de la memoria   
Lobo et al. (2010)España  3.888  ≥ 55  Separa los resultados por sexos425 murieron y 367 abandonaron56% mujeres  4,5  Mujeres:AbstemiasExbebedoras<12 g/día12-24 g/día> 24 g/día  Varones:AbstemiosExbebedores<12 g/día12-24 g/día24-40 g/día> 40 g/día  MMSEGMS-BEscala de Lawton y BrodyÍndice de KatzCuestionario EURODEM de factores de riesgo  LongitudinalPrueba de la χ2Prueba de la U de Mann-Whitney  No se encontró una asociación entre el consumo de alcohol y el deterioro cognitivoEl consumo <40 g/día en varones y <24 g/día en mujeres no se asoció con un menor riesgo de deterioro cognitivo 

ADAS-Cog: Alzheimer's Disease Assessment Scale – Cognitive; CAGE: Cut-down, Annoyed, Guilty, Eye-opened; CDR: Clinical Dementia Rating; CVLT: California Verbal Learning Test; DCL: deterioro cognitivo leve; GEM: Ginkgo Evaluation of Memory; GMS-B: Geriatric Mental Scale; HCT: Halstead Category Test; IQCODE: Informant Questionnaire on Cognitive Decline in the Elderly; MMSE: Mini-Mental State Examination; SCWT: Stroop Color-Word Test; SILS: Shipley Institute of Living Scale; TCA: trastorno por consumo de alcohol; TICS: Telephone Interview for Cognitive Status; TMT: Trail Making Test; WAIS: Wechsler Adult Intelligence Scale-Revised; WCST: Wisconsin Card Sorting Test; WISE: Women Cognitive Impairment Study of Exceptional Aging.

Tabla 3.

Resumen de las características principales de los estudios que investigan la relación entre el consumo prolongado de alcohol y las funciones cognitivas afectadas

Autores (año)País  Edad (años), media±DE(intervalo)  Características de la muestra  Instrumentos psicométricos  Funciones cognitivas evaluadas  Método estadístico y tipo de estudio  Resultados 
Romero et al. (2020)España  79  45,55±8,99 grupo con TCA42,05±11,33 GC  VaronesGrupo con TCA formado por personas abstinentes sin interrupción durante 3,2 añosGC consumo de alcohol nulo o <30 g/día  EntrevistaInventario basado en el DSM-5 para verificar la presencia de TCACANTAB; WAIS-III; Prueba d2; RVP; AST; CRT; Test de figura compleja de Rey-Osterrieth; WMS; FAS; Stroop; Prueba de Hayling; Test de 5 puntos; WCST; Zoo test y Key test; OTS; CGT  CIMemoriaAtenciónFunciones ejecutivasEmpatía  TransversalShapiro-WilkPrueba de la U de Mann-WhitneyPrueba de la χ2  El grupo de varones con TCA pero abstinentes presentó déficits en razonamiento abstracto, velocidad de procesamiento, atención sostenida, memoria de trabajo, memoria a largo plazo (para información verbal y visuoespacial), flexibilidad cognitiva y en las capacidades de inhibición y planificación 
Caneva et al. (2020)Italia  41  52,29±8,14  Los pacientes con TCA participaron en un programa de rehabilitación residencial de 28 días58,5% varones56,1% presentaba un TCA de larga duración (≥ 10 años)  ENB-2CBA-OE  AtenciónFunciones ejecutivasPercepciónHabilidades de praxisComprensiónMemoria  TransversalAnálisis de variancia (ANOVA)  El 31,7% de los pacientes con TCA presentaban deterioro cognitivoEl 70,7% tuvo rendimiento deficiente en al menos una prueba de ENB-2, con especial atención a la función ejecutiva, los dominios visuoespaciales y la memoria 

AST: Attentional set Shifting Task; CANTAB: Cambridge Neuropsychological Test Automated Battery; CBA-OE: Cognitive Behavioral Assessment – Outcome Evaluation; CGT: Cambridge Gambling Task; CRT: Cognitive Reaction Test; ENB-2: Brief Neuropsychological Examination 2; FAS: test de fluencia verbal; IGT: Iowa Gambling Test; LNS: Letter-Number Sequencing test; MCST: Modified Card Sorting Test; OTS: One Touch Stockings of Cambridge; RFFT: Ruff Figural Fluency task; RVP: Rapid Visual Information Processing; SCWT: Stroop Color Word test; TCA: trastorno por consumo de alcohol; WAIS: Wechsler Adult Intelligence Scale; WCST: Wisconsin Card Sorting Test; WMS: Wechsler Memory Scale.

Alcohol y deterioro cognitivo

La asociación entre el consumo de alcohol y el deterioro cognitivo es controvertida. Los resultados de varios estudios de cohortes prospectivos indican que esta relación sigue una curva en forma de J o en forma de U, en la que el consumo moderado de alcohol se asocia con un menor riesgo de deterioro cognitivo, mientas que la abstinencia y el consumo excesivo de alcohol se asocian con un mayor riesgo23,24,26,27. Cuatro de los 5 estudios encontrados ratifican esta afirmación23–26.

Sabia et al.23 realizaron un estudio de 23 años de seguimiento y encontraron que el grupo de personas abstemias, el grupo de personas que había disminuido su consumo de alcohol a lo largo de los años y el grupo que consumía más de 14 unidades de alcohol a la semana tenían un mayor riesgo de demencia que el grupo de control (GC).

El estudio de Koch et al.24 comparaba a personas con diagnóstico de DCL con personas sin ese diagnóstico. Encontraron que en el grupo sin DCL ninguna categoría de consumo se asoció con mayor riesgo de demencia en comparación con el GC; aun así, los participantes abstemios obtuvieron puntuaciones cognitivas bajas en el Mini-Mental State Examination (MMSE). Otro grupo que también obtuvo bajas puntuaciones en el MMSE fue el de personas con DCL que consumían más de 14 bebidas/semana, y además tenían casi el doble de riesgo de demencia en comparación con el GC.

Hoang et al.25 se centraron en una muestra formada solo por mujeres y los resultados obtenidos están a la par de los de los estudios mencionados. En su estudio las mujeres que aumentaron su consumo de alcohol durante 16 años no tuvieron más probabilidades de sufrir deterioro cognitivo que el GC. Por el contrario, las mujeres que redujeron su consumo de alcohol (media, 0,5 bebidas/semana) tuvieron una probabilidad de deterioro cognitivo significativamente mayor. Además, del 40,2% de mujeres que sufrieron deterioro cognitivo, el 22,7% fue DCL y el 17,5%, demencia.

La muestra de Kuźma et al.26 era de personas con antecedentes de TCA, y hallaron que los antecedentes de TCA duplicaban las probabilidades de deterioro de la memoria y se asociaron de manera estadísticamente significativa con peores memoria y función cognitiva.

Sin embargo, todos estos resultados no se confirmaron en el estudio de Lobo et al.27, que no halló un patrón claro de aumento o disminución del riego de deterioro cognitivo con el aumento de la ingesta de alcohol. En concreto, el consumo de menos de 40g/día en el caso de los varones y 24g/día en el caso de las mujeres no se asoció con un menor riesgo de deterioro cognitivo.

Los estudios también tuvieron en cuenta otras variables como el nivel educativo, el estado civil, el peso, la estatura, el consumo de tabaco, la presión arterial, la historia médica (enfermedades cardiacas, diabetes, hipertensión)23–25,27, la etnia23–25, el estatus socioeconómico23, las horas de actividad física23,25, el grado de interacción social24, el consumo de medicamentos25,27, los síntomas depresivos23–25,27 y los síntomas ansiosos23. Tras ajustar el análisis en función de estas variables, los resultados entre los diferentes estudios eran muy dispares.

Hoang et al.25 encontraron que la asociación entre un aumento del consumo de alcohol y el riesgo de demencia siguió siendo no significativa, y la asociación entre la disminución del consumo de alcohol y el riesgo de deterioro cognitivo se redujo ligeramente hasta una significación estadística marginal.

Sabia et al.23 encontraron que la abstinencia de alcohol se asoció con un mayor riesgo de demencia en comparación con el GC y explican que parte de este riesgo se atribuye al mayor riesgo de enfermedades cardiometabólicas en este grupo. También encontraron que, entre las personas con un consumo excesivo de alcohol, un aumento de 7 unidades/semana se asoció con un aumento del 17% en el riesgo de demencia. Además, el riesgo de demencia era 3 veces mayor en las personas con uno o más ingresos hospitalarios por enfermedad crónica relacionada con el alcohol. Este estudio también encontró que una mayor edad (al inicio del estudio), el sexo femenino, la educación inferior al nivel de escuela secundaria y el bajo estatus socioeconómico se asociaron con un mayor riesgo de demencia.

Esto último es congruente con los hallazgos de Lobo et al.27 quienes encontraron que los casos de deterioro cognitivo tenían más probabilidades de ser mujeres, de edad avanzada, viudas, con un nivel educativo bajo y que tomaran medicamentos al inicio del estudio. Además, también tenían más probabilidades de ser fumadoras o exfumadoras.

Los resultados de Kuźma et al.26 siguen la misma línea. En su estudio las personas con antecedentes de TCA eran más propensas a tener niveles socioeconómico y educativo bajos, además de antecedentes de enfermedad cardiovascular o haber estado inconscientes debido a un traumatismo craneoencefálico y tener síntomas depresivos. Sin embargo, difieren de los otros estudios en el sexo y la edad de los participantes, pues hallaron que estas personas eran más jóvenes y mayoritariamente varones.

Alcohol y funciones cognitivas

Entre el 50 y el 80% de las personas en abstinencia temprana están afectadas por déficits cognitivos y motores29 que dependen de diferentes variables como los patrones de consumo (cantidad de alcohol consumido, tipo, frecuencia, etc.), la edad de inicio del consumo, la duración de este y la duración de la abstinencia28. En este apartado se explican 2 estudios que pretenden analizar qué funciones cognitivas están más afectadas en una muestra de personas diagnosticadas de TCA.

Romero et al.28 compararon el perfil neuropsicológico de un grupo de personas diagnosticadas de TCA y con una abstinencia de 3 años con otro grupo que no consumía alcohol o cuyo consumo era <30g/día; además, las variables sociodemográficas de ambos grupos eran muy parecidas. Observaron que el grupo de personas alcohólicas abstinentes a largo plazo (AALP) presentaba déficits en velocidad de procesamiento, atención sostenida, memoria de trabajo y memoria a largo plazo (verbal y visuoespacial) en comparación con el GC. Además, también presentó menor flexibilidad cognitiva y peor habilidad de planificación, aparte de problemas en el desarrollo de estrategias lógicas, en el razonamiento abstracto y la necesidad de más tiempo para planificar sus decisiones e inhibir sus respuestas inadecuadas. Los autores argumentan que esto puede deberse a los déficits en atención sostenida y en memoria de trabajo, ya que estos limitan las capacidades de aprendizaje, recuerdo y uso adaptativo de asociaciones, razonamientos y resolución de problemas.

El estudio de Caneva et al.29 se centró en una muestra de personas diagnosticadas de TCA que formaban parte de un programa de rehabilitación de 28 días. Sus resultados mostraron que un número considerable tenía déficits relacionados con las funciones ejecutivas, las habilidades visuoespaciales y la memoria. Además, también mostraron que el 70,73% de la muestra total tenía un rendimiento deficiente en al menos una de las pruebas de la batería neuropsicológica administrada. Cuando se ajustaron los resultados obtenidos con las variables sociodemográficas de los pacientes se observó que, respecto a los factores sociodemográficos, los pacientes con baja escolaridad (≤ 8 años) obtuvieron peor desempeño en las pruebas de evaluación de memoria, funciones ejecutivas y habilidades visuoespaciales en comparación con el grupo de alta escolaridad (≥ 9 años). Los adultos mayores (≥ 51 años) puntuaron más bajo en tareas relacionadas con la atención y las funciones ejecutivas en comparación con el grupo más joven (30-50 años). Respecto a los factores clínicos y psicológicos, las personas que consumían múltiples sustancias o tenían antecedentes de abuso de drogas obtuvieron peores resultados en la prueba que evaluaba habilidades visuoespaciales que el grupo que solo consumía alcohol, y las personas con niveles elevados de ansiedad obtuvieron mejores puntuaciones en la prueba de razonamiento abstracto. Los autores explican que la relación entre la ansiedad y las funciones ejecutivas es controvertida, ya que estudios anteriores han informado asociaciones tanto positivas como negativas utilizando pruebas que evalúan estos dominios en diferentes poblaciones.

Discusión

Aunque los resultados de casi todos los estudios del primer apartado23–27 son congruentes entre sí, se deben tener en cuenta las limitaciones de cada estudio mencionadas por sus respectivos autores.

Dos de los estudios24,26 coinciden en que una de las limitaciones es que el consumo de alcohol se medía mediante autoinformes, y es posible que los participantes subinformaran de su consumo real o que las habilidades cognitivas pudieran afectar a la validez del autoinforme. Además, los autores del estudio en población con TCA26 exponen que no pudieron tener en cuenta el momento de inicio y la magnitud del trastorno, ya que el cuestionario CAGE, aunque discrimina bien entre sujetos con y sin TCA, no evalúa estos aspectos.

Otra de las limitaciones mencionadas por Koch et al.24 es que, al no tener información sobre la historia de consumo de alcohol de sus participantes, no fue posible separar a las personas abstemias de por vida de las exbebedoras y se formó una única categoría, la de “no bebedoras”. Mencionan que es importante esta separación, pues las exbebedoras pueden haber dejado de beber por razones de salud no necesariamente asociadas con su ingesta de alcohol previa. Esta limitación, aunque no la mencionan los demás los autores, también se encuentra en la mayoría de los estudios analizados, pues solo uno de ellos separa esos 2 grupos27. Lobo et al.27 mencionan en la discusión de su estudio que la asociación inversa entre la ingesta baja-moderada de alcohol y el deterioro cognitivo observada en otros estudios puede originarse en la inclusión de personas exbebedoras en la categoría de referencia de abstemias.

Siguiendo con la línea de la clasificación de los participantes según su consumo de alcohol, es necesario mencionar que las categorías seleccionadas difieren en función del estudio (tabla 2), lo cual hace un poco difícil la comparación entre los resultados de los diferentes artículos.

Cabe mencionar que, aunque todos los estudios preguntaron a sus participantes por su consumo de cerveza, vino y licores, ninguno de ellos realizó un análisis de sus resultados en función de esta variable. El estudio de Lobo et al.27 menciona este hecho y comenta que en su estudio este análisis no se pudo realizar porque el vino fue la bebida más consumida con diferencia entre toda su muestra (el 96,1% de las personas que consumían alcohol).

Analizando los resultados de todos los estudios en general, se puede deducir que hay una relación clara entre el consumo de alcohol y el deterioro cognitivo: un consumo nulo o excesivo de alcohol puede ser perjudicial, pero un consumo moderado puede no tener repercusiones. Esto también se expone en la revisión sistemática de Gutwinski et al.30, quienes declaran que el consumo frecuente y excesivo de alcohol altera las funciones cerebrales y disminuye el rendimiento cognitivo, y llega a generar mayor riesgo de contraer cualquier tipo de demencia (incluida la enfermedad de Alzheimer). Por otro lado, también explican que un consumo moderado de alcohol puede mejorar el rendimiento cognitivo y reducir el riesgo de demencia, pero especifican que es muy difícil definir la cantidad exacta de ingesta de alcohol necesaria para ello.

Aun así, un artículo sobre las curvas en forma de J publicado en 2020 por Stott31 menciona que el análisis crítico de los datos epidemiológicos ha demostrado que los aparentes beneficios para la salud asociados con la ingesta baja-moderada de alcohol se deben a otros factores como, por ejemplo, el nivel socioeconómico. Un nivel socioeconómico más alto está estrechamente relacionado con una ingesta moderada de alcohol, y el nivel socioeconómico es un fuerte predictor de la longevidad. Además, en este artículo también se menciona que el nivel óptimo de ingesta de alcohol para la salud y la longevidad es cero.

Por otra parte, el informe redactado por la comisión Lancet32, donde se recogen pautas para prevenir la demencia, incluye el consumo excesivo de alcohol entre los 12 factores de riesgo que, si se modifican, pueden prevenir o retrasar hasta un 40% de las demencias de todo el mundo. En él los autores exponen que el abuso de alcohol (> 21 unidades/semana) aumenta hasta un 17% el riesgo de demencia y su reducción mejoraría la reserva cognitiva de las personas y, por lo tanto, ayudaría a prevenir la demencia.

Así pues, los resultados de esta revisión sistemática se deben interpretar con precaución, pues los estudios utilizados para ella son pocos y las muestras de la mayoría son pequeñas. Además, también se debe tener en cuenta todas las consecuencias negativas que comporta el consumo prolongado de alcohol, puesto que este produce un 5,3% de todas las defunciones en el mundo y es un factor causal en más de 200 enfermedades y trastornos33.

En lo que respecta al segundo apartado del trabajo28,29, las funciones cognitivas que se ven más afectadas por el consumo prolongado de alcohol son las funciones ejecutivas, las habilidades visuoespaciales, la atención y la memoria. Los autores de ambos artículos comentan que quizá este deterioro sea un factor clave en la recaída de los pacientes con TCA. Es necesario mencionar que estos resultados deben analizarse con cautela, pues ambos estudios han utilizado una muestra muy pequeña y sus datos son transversales. Así pues, serían necesarios más estudios que exploraran qué funciones cognitivas se ven más afectadas en los pacientes con un TCA para que se pueda adaptar los programas de rehabilitación para beneficiar a los usuarios y reducir las tasas de reincidencia en el consumo de alcohol, tal y como mencionan los autores.

Conclusiones

Un consumo prolongado y excesivo de alcohol puede desembocar en un deterioro cognitivo, aunque cabe destacar la necesidad de más estudios sobre los puntos expuestos en este trabajo, con muestras más grandes y que permitan extrapolar sus resultados y extraer conclusiones sólidas y válidas que ayuden en la elaboración de planes de prevención y de rehabilitación para las personas que consuman excesivas cantidades de alcohol.

Conflicto de intereses

Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

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