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Vol. 24. Núm. 5.
Páginas 32-36 (Mayo 2005)
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Medicamentos prioritarios
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J A. Valtueña
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Tabla 1. Enfermedades prioritarias (segundo nivel)
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Una necesidad para Europa y el mundo

Es un hecho que la industria farmacéutica europea está perdiendo competitividad y capacidad investigadora con respecto a la de Estados Unidos. Esta circunstancia no tiene solamente efectos económicos, sino que puede causar problemas sociosanitarios de cierta magnitud.La falta de investigaciones para resolver las actuales insuficiencias farmacéuticas llevó a la Unión Europea (UE) a poner en marcha el proyecto «Medicamentos prioritarios para Europa y el mundo». Pero, ¿es posible crear una comunidad de intereses farmacéuticos entre los países de la ampliada UE y el resto del mundo?

Las revisiones recientes de la situación de la industria farmacéutica en Europa permiten pensar que los países europeos están perdiendo terreno respecto a Estados Unidos en lo que se refiere a su capacidad de generar, organizar y mantener la innovación farmacéutica. También preocupa la falta de investigaciones que contribuyan a resolver las actuales insuficiencias farmacéuticas, que se refieren a dos aspectos:

* Enfermedades de importancia en salud pública para las que no hay tratamientos medicamentosos, por la ausencia de conocimientos científicos fundamentales o por fallos del mercado.

* Problemas de eficacia o inocuidad de los fármacos disponibles o inexistencia de un mecanismo de administración o de formulación que sea apropiado para el grupo de pacientes destinatarios.

Proyecto europeo

En 2003, durante la preparación para su función como presidente de la UE en el segundo semestre de 2004, el Gobierno de los Países Bajos creó un proyecto llamado «Medicamentos prioritarios para Europa y el mundo», y pidió a la OMS que preparara un proyecto de investigaciones y una metodología basados en las necesidades de la salud pública. Además de identificar las necesidades prioritarias para los ciudadanos de la UE, el objetivo planteado consistía en identificar las investigaciones que fueran también pertinentes para los países en curso de transición económica (fundamentalmente los de la Europa del Este) y los países en desarrollo.

La pregunta que surge de inmediato se refiere a la existencia de una «comunidad de intereses» entre los países de la UE ampliada y el resto del mundo. Para la OMS y los responsables del proyecto examinado la respuesta es claramente afirmativa. Pueden citarse al respecto tres situaciones:

* Los 25 países de la UE tienen poblaciones en proceso de envejecimiento, pero también algunos países del Mediterráneo oriental y de Asia sudoriental están pasando rápidamente de la era de las enfermedades infecciosas a la de las enfermedades crónicas asociadas a cambios del estilo de vida, que se manifiestan, sobre todo, por una disminución de la actividad física, que conduce a la obesidad, y por un aumento de la diabetes de tipo 2.

* La gran mayoría de los tipos de cáncer, las enfermedades cardiovasculares, la diabetes y la osteoartritis están pasando a ser una carga para el mundo en desarrollo, y se da la paradoja de que coexisten la desnutrición y la obesidad en los mismos países, pero, obviamente, no en iguales entornos.

* La difusión arrolladora del sida en el África subsahariana plantea la necesidad de aplicar los mismos esquemas que han permitido frenar el avance de la epidemia en los países desarrollados, aunque se tropieza con dos obstáculos de primera magnitud: la insuficiencia de los medios económicos disponibles y el rechazo de las poblaciones subsaharianas a la utilización del preservativo, sencillo y único medio de prevención disponible en la actualidad. Aunque sean de escasa magnitud numérica, son también dignas de mención las creencias absurdas, dignas de la Edad Media, que hay en algunas de esas poblaciones respecto a los medios de curación del sida: mantener relaciones sexuales con una adolescente virgen o tomar un cocimiento de pene de adolescente.

El proyecto se estructuró en tres fases. La primera comprendió el desarrollo de un plan de investigaciones y una metodología, la compilación de datos y la elaboración de una lista preliminar de enfermedades que requerían un estudio más detallado. La segunda fase abarcó estudios en profundidad de esas enfermedades, un examen de temas aplicables a todas ellas y un análisis de los procedimientos innovadores. La tercera y última fase se refirió al examen y la discusión de la metodología prevista y a la adopción de una lista final de prioridades de la investigación.

Los destinatarios del informe final del proyecto eran, ante todo, los órganos decisorios de la UE, esto es, el Consejo, el Parlamento y la Comisión Europea. También se dirigía a los Estados miembro de la UE que tienen la responsabilidad, a través de sus sistemas de seguridad social, de financiar las investigaciones y pagar los medicamentos. Aunque todos ellos están preocupados por el aumento de la factura farmacéutica, la adopción de políticas comunes es por ahora casi utópica. Basta señalar que los cinco principales mercados farmacéuticos de Europa (Alemania, España, Francia, Italia y el Reino Unido) tienen diferentes sistemas de reembolso del precio de los medicamentos que pagan los asegurados. También son destinatarios del informe los responsables de investigación de la industria farmacéutica europea y el Banco Europeo de Inversiones.

Prioridades absolutas

La gripe pandémica y las infecciones causadas por gérmenes resistentes a los antibióticos plantean riesgos de gran magnitud para la salud mundial. Es cierto que la amenaza de la pandemia de gripe es para algunos exagerada, y les lleva a pensar en el conocido cuento del pastor que avisaba sobre el lobo feroz que nunca venía, hasta que lo hizo y devoró el rebaño. Basta citar al respecto una de las conclusiones de la conferencia patrocinada por la UE, celebrada en Bruselas en noviembre de 2001, con el título de «Preparación de la comunidad contra la pandemia». En un tono casi agorero decía lo siguiente: «La próxima pandemia es inminente. Los Estados miembro de la UE no están preparados. No está garantizada la disponibilidad de la vacuna. No hay reservas de medicamentos antivirales y no estarán disponibles conforme a las actuales leyes del mercado. En caso de pandemia podrán morir millones de personas, las economías nacionales serán afectadas y los servicios médicos podrán quedar colapsados. El público no excusará a las autoridades, a las que considerará responsables por no haber adoptado la preparación necesaria».

Han pasado 3 años y medio desde que se formuló ese sombrío pronóstico y la temida pandemia gripal no se ha producido. Para infundir temor, miedo o pavor, suele citarse la pandemia de la llamada gripe española de 1918-1919, que causó la muerte de 40 a 50 millones de personas, sobre todo del grupo de edad de 20-39 años. Los que mueven ese espantajo olvidan que en la época no había vacunación antigripal, que los tratamientos de las infecciones secundarias a la gripe eran casi inexistentes y que la enfermedad se extendió con rapidez en una población que estaba saliendo o acababa de salir del período de malnutrición que acompañó a la Primera Guerra Mundial.

Dicho esto, es necesario reconocer que desde la «gripe asiática» de 1968 no se ha registrado ninguna pandemia de gripe, y que los recientes brotes de gripe aviar registrados en el sudeste asiático hacen temer la aparición de una nueva cepa del virus de la gripe que incorpore genes del virus de la gripe aviar, de reconocida gravedad.

En fecha reciente, los Centros Colaboradores de la OMS sobre la Gripe formularon sus recomendaciones para la composición de la vacuna antigripal que deberá utilizarse en otoño de 2005 para evitar la aparición de la enfermedad en la temporada de gripe de 2005-2006 en el hemisferio norte. Entre los tres virus que se recomiendan para la vacuna antigripal (análogos a A/New Caledonia/20/99, A/California/7/2004 y B/Shanghai/361/2002), ninguno corresponde al de la gripe aviar. Ello muestra que, por el momento, los Centros Nacionales/OMS de la Gripe, que han aislado y caracterizado más de 10.000 virus gripales procedentes de todos los continentes, no ven la gripe aviar como una amenaza inmediata para el ser humano.

En lo que respecta a la resistencia microbiana a los antibióticos, la situación puede calificarse, sin exageración alguna, de alarmante. Coinciden dos elementos enormemente preocupantes: la aparición constante de nuevos casos de resistencia y el descenso en el descubrimiento de nuevos antibióticos. Puede incluso augurarse un futuro sin antibióticos eficaces, en el que será problemático no sólo el tratamiento de enfermedades corrientes, como las infecciones de las vías respiratorias y urinarias, sino también los trasplantes, las artroplastias y las infecciones secundarias al sida.

La resistencia de los microorganismos a los antibióticos es un fenómeno biológico natural, pero hay una neta correlación entre las tasas de uso de los antibióticos y el nivel de resistencia. La rapidez de aparición de la resistencia varía de unos microorganismos a otros y de unos antibióticos a otros, pero es indudable que una vez establecida la resistencia en un determinado microorganismo resulta muy difícil eliminarla. Se observan, además, incrementos casi explosivos de la resistencia; por ejemplo, en el Reino Unido se señaló un aumento del aislamiento en sangre de Staphylococcus aureus, que ha pasado de resistir la meticilina de menos del 5% a más del 50% en sólo un decenio.

La gripe pandémica y las infecciones causadas por gérmenes resistentes a los antibióticos plantean riesgos de gran magnitud para la salud mundial

Prioridades de segundo nivel

Tras las dos prioridades examinadas, los responsables del proyecto «Medicamentos prioritarios para Europa y el mundo» consideran que las enfermedades que se relacionan en la tabla 1 merecen particular atención en lo que se refiere a los medicamentos necesarios para su prevención o tratamiento. Están enunciadas por orden de importancia tras la gripe y las infecciones resistentes a los antibióticos.

Es evidente que una clasificación de esta naturaleza tiene un carácter muy general y requiere adaptación a las circunstancias propias de cada país. Sirve, ante todo, para destacar la necesidad de conceder interés a determinados problemas que pueden estar resueltos en unos países y pendientes de solución en otros. Ése es el caso, por ejemplo, de la hemorragia posparto; su tratamiento con la oxitocina es eficaz, pero este fármaco no es termoestable, lo que dificulta su uso en los países de clima tropical, precisamente donde más se necesita por la frecuencia de ese tipo de hermorragias, causadas por deficiencias en la asistencia al parto.

Otros elementos de esta lista de prioridades llaman igualmente la atención. Es el caso concreto de la depresión, trastorno que en 2002 representó el 4,5% de la morbilidad mundial y el 7,6% de la morbilidad europea. El suicidio es una de las principales causas de mortalidad en la población adolescente y, entre los ancianos, la tasa de suicidios es mayor que en cualquier otro segmento de la población. Klaus Schere, profesor de la Facultad de Psicología de la Universidad de Ginebra, llega a afirmar que para 2025 la depresión será una de las principales causas de defunción en los países industrializados. Preocupados por este problema, distintos investigadores de la Universidad de Ginebra han decidido aglutinar sus competencias para tratar de responder a las siguientes y acuciantes preguntas: ¿Cómo puede una persona gestionar el proceso emotivo para evitar que degenere en forma de estrés, agotamiento psicológico o agresión? ¿Qué función desempeñan las emociones en la vida profesional o en la escena política internacional? Responder a esta última pregunta parece especialmente pertinente en esta época de creciente desconfianza de los ciudadanos hacia sus gobernantes.

En el grupo de enfermedades descuidadas se incluyen las que causan sufrimiento y muerte en las regiones más pobres del mundo. En 2004, la Asamblea Parlamentaria conjunta de la UE y de países de África, Caribe y Pacífico instó a la Comisión Europea a que demostrara su solidaridad e «incluyera entre sus prioridades a las enfermedades más descuidadas, como la enfermedad del sueño (tripanosomiasis africana), la enfermedad de Chagas y la leishmaniasis, logrando el desarrollo de medicamentos eficaces, idóneos y de fácil uso, que puedan situarse en el mercado de los países en desarrollo a un precio asequible». Junto a las tres enfermedades mencionadas se incluye también la úlcera de Buruli, causada por Mycobacterium ulceraus y causante de terribles deformidades. Descrita por primera vez en 1942 en agricultores australianos, carece de tratamiento y la única medida eficaz es la resección quirúrgica de la lesión, seguida de un injerto cutáneo.

Una cuestión de inversión

El llamamiento de la UE y la OMS a favor de la fabricación de nuevos medicamentos se produce en un contexto difícil para la industria farmacéutica mundial. Las amenazas de prohibición de la venta de tres prominentes antirreumáticos, que finalmente no se han hecho realidad, van a causar, sin duda, un encarecimiento de las actividades de la investigación y el desarrollo de medicamentos innovadores. ¿Quién lo va a pagar? Ésa es la gran pregunta, por ahora sin respuesta.


Bibliografía general

Cahier spécial recherche. Lausana; L'Hebdo; 2005.

http://mednet3.who.int/prioritymeds

OMS. Composición de la vacuna contra la gripe. Ginebra, 2005.

OMS. Priority Medicines for Europe and the World. Ginebra, 2004.

OMS. Ulcère de Buruli. Aide-mémoire n.º 199. Ginebra, 2001.

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