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Vol. 22. Núm. 5.
Páginas 152-154 (Mayo 2003)
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Inmunoterapia y tratamiento medicamentoso de las alergias
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Marián Carretero
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Manifestación de una alergia a la lana.
Órganos humanos donde se producen con mayor frecuencia las reacciones alérgicas
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La alergia es una respuesta desmesurada del organismo a sustancias extrañas normalmente inofensivas llamadas alérgenos, que son sustancias comunes como polen, esporas, ácaros, alimentos, sustancias químicas contenidas en picaduras de insectos, etc. Los síntomas más comunes de la alergia son provocados por la superproducción de histamina.

El organismo, en su primer encuentro con los alergenos, produce anticuerpos por error, preparando a los mastocitos para reaccionar si se encuentran de nuevo con el alérgeno. Cuando se produce la alergia, la superficie de los mastocitos --que contienen histamina-- queda cubierta por miles de puntos receptores de IgE, anticuerpo que produce el organismo previa exposición al alérgeno.

Cuando se produce un contacto con el alérgeno, las defensas del cuerpo responden de forma similar, desatando una serie de reacciones alérgicas que culminan con la superproducción de histamina, lo que provoca los conocidos síntomas de la alergia: estornudos, secreción y congestión nasal, ojos irritados y llorosos, urticaria e inflamación de la piel, constricción bronquial etc. La prolongación de los síntomas se explica por la acción de los eosinófilos, leucocitos que provocan una mayor producción de histamina 8-12 horas después del inicio de la reacción alérgica.

La histamina fue sintetizada en 1907 y se encuentra en el organismo almacenada principalmente en los mastocitos del tejido conjuntivo y en las células basófilas de la sangre. Existen numerosos agentes capaces de producir liberación de histamina: patológicos (alergias), físicos (calor, radiaciones, frío), químicos (sensibilizantes, citotóxicos, tensioactivos), fisiológicos (secreción gástrica)

Existen tres tipos fundamentales de receptores histamínicos denominados H1, H2 y H3. El H1 es el responsable fundamental de la mayor parte de las reacciones histamínicas conocidas; se encuentra en los vasos, bronquios y tracto intestinal, en terminaciones de nervios sensitivos y en el sistema nervioso central (SNS).

Las causas de la alergia fueron identificadas en 1873. Desde entonces, el porcentaje de personas que presenta algún tipo de alergia ha aumentado espectacularmente. La incidencia sigue aumentando progresivamente y, con ella, la demanda de tratamiento. La explicación a este aumento la tenemos en la exposición a las partículas de Diesel, la teoría de la inmunidad, según la cual los niños solían tener muchas infecciones que les fortalecían el sistema inmunológico --hoy «infrautilizado»-- debido a las medidas higiénicas y a las vacunas, y por ello acaban reaccionando ante partículas inofensivas. Otra explicación tiene su origen en los cambios en las políticas agrícolas, que dejan a la población expuesta a nuevos alérgenos potenciales.

En la actualidad, alrededor de un 20% de la población española padece alergia, con un aumento progresivo de la incidencia entre la población comprendida entre 15 y 44 años. La más frecuente es la rinitis/conjuntivitis, que afecta en mayor parte a la población comprendida entre 21 y 30 años.

En el ámbito europeo se realizó un estudio que mostró que en 1926 sólo un 1% de la población padecía síntomas de la fiebre del heno. A mediados de los años ochenta ese porcentaje había aumentado hasta el 10%. Otro estudio mostró que la incidencia de síntomas de fiebre del heno había aumentado el doble entre 1974 y 1986. Actualmente, la incidencia de alergia en Europa es del 15-20%, y afecta principalmente a adolescentes y jóvenes. Según la evolución actual, la previsión para 2015 es que la mitad de los europeos padezcan alergias.

La European Community Respiratory Health Survey ha recopilado información que demuestra que Australia es el país con mayor incidencia de alergias nasales, seguida por Estados Unidos y Nueva Zelanda. Los países europeos están encabezados por Francia, seguida del Reino Unido y Suiza.

Tipos de alergia

Fiebre del heno o alergia al polen (rinitis alérgica estacional)

Manifestación de una alergia a la lana.

El polen es el principal alérgeno en España. Puede llegar a provocar el 42,5% de las rinitis alérgicas y el 20% de las urticarias. Se manifiesta, por lo general, entre los 8 y los 25 años, agravándose cada año hasta; remite con la edad.

La fiebre del heno está causada principalmente por el polen de las plantas, los árboles y el césped, así como por las esporas que desprenden los hongos. Esta alergia es estacional, ya que debido al proceso de polinización de las plantas hay más cantidad de polen en el ambiente en primavera y otoño.

Los síntomas, que a veces se confunden con los del resfriado, incluyen secreción nasal, lagrimeo, ojos irritados, picores y estornudos.

El primer consejo para evitar las alergias es evitar el contacto con los alérgenos, cosa que no siempre es fácil de cumplir dada su naturaleza

Alergia al polvo (rinitis alérgica perenne)

El polvo doméstico contiene ácaros microscópicos que se alimentan de las células muertas cutáneas del polvo de casa y viven en colchones, tapicerías, alfombras, etc. Son los responsables del 36% de los casos de rinitis/conjuntivitis y del 18% de las urticarias.

La limpieza tiene un papel esencial para el control de este tipo de alergia, pues elementos decorativos como las moquetas acumulan gran cantidad de ácaros.

Los síntomas de la alergia al polvo son: ojos irritados, lagrimeo, estornudos, secreción y congestión nasal, etc.

Alergia a los animales (perenne)

La padece el 15% de la población. Los alérgenos son el pelo, las plumas y las proteínas segregadas por glándulas de la piel. El alérgeno flota en el aire y entra en contacto por conductos nasales y oculares.

Sus síntomas son similares a los anteriormente descritos y pueden persistir hasta 6 meses después del contacto con el animal.

Alergia cutánea

Las reacciones de alergia cutánea pueden aparecer por contacto directo o indirecto con el alérgeno. En el primer caso se producen por contacto con plantas o por picaduras o mordeduras de insectos; como consecuencia, se produce un enrojecimiento o edema de la piel. En el segundo caso se produce por contacto indirecto por causa de alimentos o medicamentos, y se producen picores y erupciones.

Asma

Es una afección común de larga duración, hiperreactiva y acompañada de inflamación de las vías respiratorias. Se caracteriza por producir dificultad respiratoria, respiración corta, rigidez torácica y tos.

Sus alérgenos son el polvo, el polen y las descamaciones de los animales.

Dermatitis atópica

Se trata de una afección cutánea ligada a alergias familiares. Las áreas afectadas difieren en función de la edad del sujeto

Tratamiento de las alergias

El primer consejo para evitar las alergias es evitar el contacto con los alérgenos, cosa que no siempre es fácil de cumplir dada su naturaleza. Los pacientes que padecen la fiebre del heno deben evitar, en lo posible, la exposición al polen, utilizar gafas de sol y mantener cerradas las ventanas de la casa y del coche.

A continuación pasamos a comentar los principales tratamientos contra las alergias.

Órganos humanos donde se producen con mayor frecuencialas reacciones alérgicas

Los descongestivos reducen la inflamación de los tejidos de la nariz, lo que ayuda a respirar con normalidad

Desensibilización o inmunoterapia

Se reserva a pacientes con alergias severas que no responden a la medicación. Se realiza mediante exposición creciente al alergeno para inducir inmunidad. Es un proceso largo y con un cierto riesgo de graves broncospasmos o anafilaxia tras el tratamiento.

Terapia medicamentosa

­ Antihistamínicos. Los de segunda generación provocan menos efectos secundarios y no son sedantes. La cetirizina es la novedad principal, actúa rápidamente y posee efectos duraderos sobre los síntomas y sus mecanismos subyacentes.

­ Descongestivos. Reducen la inflamación de los tejidos de la nariz, lo que ayuda a respirar con normalidad. Tratan sólo los síntomas y son más afectivos al utilizarse con antihistamínicos. Se aplican a través de gotas o nebulizador.

­ Corticoides tópicos. Paralizan la liberación de histamina. Se aplican en forma de crema o pomada para reacciones cutáneas y como inhaladores nasales para la fiebre del heno.

­ Cromoglicato sódico. Elimina la liberación de histamina por parte de los mastocitos, pero no la bloquea cuando ya ha sido liberada, como actúan los antihistamínicos. Sólo es efectivo si el paciente prevé su exposición. Requiere una dosificación frecuente.

Es habitual confundir la alergia con el resfriado. En caso de duda, hay que consultar al especialista. Los síntomas más claros de la alergia son su aparición repentina acompañada de estornudos múltiples, picor, mucosidad transparente, lagrimeo, nariz tapada (alternando ambos lados) y episodios de corta duración.

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