Las epidemias víricas de infecciones respiratorias agudas (IRA) constituyen una amenaza a nivel mundial.
El uso de mascarillas tiene el objetivo de reducir la transmisión de los agentes etiológicos implicados y proteger a las personas con riesgo de complicaciones asociadas a infección que acuden a los centros sanitarios o se encuentran hospitalizadas, además de preservar la salud de los trabajadores sanitarios.
En la semana epidemiológica 52/2023, con tasas de incidencia de gripe en Atención Primaria y en los hospitales en fase de ascenso continuado y presentándose una onda estacional de gripe superior en intensidad a las dos temporadas previas, el Ministerio de Sanidad ha publicado con fecha 10 de enero de 2024, una Orden que establece el uso de las mismas en los centros sanitarios.
La evidencia científica pone de manifiesto que existe incertidumbre sobre los efectos de las mascarillas1. Desde nuestra experiencia, es preciso señalar que las mascarillas quirúrgicas no son equipos de protección individual (EPI), ya que se diseñan para proteger al entorno de trabajo y no al personal que las lleva puestas2.
La Ley 31/1995 del 8 de noviembre de Prevención de Riesgos laborales, determina el cuerpo básico de garantías y responsabilidades preciso para establecer un adecuado nivel de protección de la salud de los trabajadores frente a los riesgos derivados de las condiciones de trabajo, y en concreto Real Decreto 664/1997, sobre la protección de los trabajadores contra los riesgos relacionados con la exposición a agentes biológicos, establece las disposiciones mínimas aplicables a las actividades en las que los trabajadores estén o puedan estar expuestos a agentes biológicos.
Así, cuando el objetivo sea la protección del trabajador contra la inhalación de agentes biológicos deberá emplearse un equipo de protección respiratoria conforme a la UNE-EN 149:2001+A1:2010.
Las vacunas son la mejor herramienta para prevenir algunas enfermedades infecciosas y constituyen una de las intervenciones de salud pública que ha demostrado tener un impacto significativo en la reducción de la mortalidad y la mejora de la salud a lo largo del tiempo. En concreto, la vacunación frente a la gripe es el pilar de la profilaxis en la lucha contra esa enfermedad. Sin embargo, la vacunación no confiere una protección completa debido, entre otros factores, a coberturas de vacunación inadecuadas3.
Los trabajadores tanto de Atención Primaria como hospitalarios pueden ser vectores para la transmisión de los virus gripales a los pacientes más vulnerables4, incluyendo la posibilidad de que se produzca un brote de gripe en el hospital5. Los trabajadores de la salud no vacunados son una fuente importante de gripe nosocomial y, por lo tanto, un grupo objetivo prioritario para la vacunación6.
Los índices de vacunación en el entorno sanitario español son bajos. El registro más alto se produjo en el año 2020 alcanzando un 60% de profesionales vacunados, sin embargo, en los años anteriores no se alcanzó el 40%7.
En países como EE. UU., la cobertura vacunal se sitúa por encima del 80%8. La vacunación antigripal entre el personal de atención sanitaria aumentó durante el periodo prepandémico en ese país, sin embargo, durante la pandemia de COVID-19, el porcentaje de profesionales sanitarios vacunados contra la gripe presenta tasas inferiores.
Tanto la vacunación anual contra la gripe y la actualización de las vacunas contra la COVID-19 recomendadas son fundamentales para prevenir enfermedades graves, así como para reducir la morbilidad y mortalidad entre los profesionales de la salud y los pacientes9.
El impacto negativo que genera la baja tasa de cobertura vacunal del personal sanitario en la salud pública y en concreto en los pacientes hospitalizados, debe ser abordado por los responsables de establecer las políticas sanitarias, así como por los especialistas en seguridad y salud en el trabajo, más si cabe cuando el Ministerio de Sanidad10 ha señalado la importancia de contemplar como esenciales los servicios de prevención de riesgos laborales y de medicina preventiva del ámbito sociosanitario.
Se necesitan esfuerzos para implementar estrategias basadas en evidencia para aumentar la cobertura de vacunación entre el personal sanitario.
FinanciaciónNo hemos recibido financiación.
Conflicto de interesesDeclaramos que no existe conflicto de intereses por parte de ninguno de los autores.



