Frailty is a state of vulnerability characterised by a decrease in physiological reserve and the ability to respond to stress, which increases the risk of complications, adverse effects of treatments and functional decline. Assessing frailty allows the biological age of patients to be determined, beyond their chronological age, providing a more accurate picture of their health status and care needs. The proportion of older adults with IBD is increasing in parallel with the ageing of the general population, and it is estimated that in the next decade, more than a third of IBD patients will be over 60 years of age. This population may suffer from complications arising from previously developed IBD and is particularly susceptible to developing side effects from treatment, making comprehensive assessment essential in order to identify those who are most vulnerable. Frailty is compounded by other geriatric syndromes such as comorbidity and polypharmacy, which can significantly interfere with the management and course of IBD, influencing the therapeutic strategy and prognosis.
ObjectiveIn this context, comprehensive geriatric assessment should be systematic in elderly patients with IBD, with the aim of detecting functional deficits and implementing specific interventions for nutritional support, functional rehabilitation and psychological care to optimise their progress. This position paper aims to establish recommendations in this regard based on the available evidence.
ConclusionsThe systematic incorporation of comprehensive geriatric assessment in the management of older people with IBD represents an essential strategy for improving clinical outcomes, adapting treatments to the patient's functional capacity and promoting a truly person-centred approach.
La fragilidad es un estado de vulnerabilidad caracterizado por una disminución de la reserva fisiológica y la capacidad de respuesta ante el estrés, lo que aumenta el riesgo de complicaciones, efectos adversos a los tratamientos y deterioro funcional. La valoración de la fragilidad permite determinar la edad biológica de los pacientes, más allá de su edad cronológica, proporcionando una visión más precisa de su estado de salud y necesidades asistenciales. La proporción de adultos de edad avanzada con EII se halla en aumento de forma paralela al envejecimiento de la población general y se estima que, en la próxima década, más de un tercio de los pacientes con EII superarán los 60 años. Esta población puede sufrir las complicaciones derivadas de la propia EII desarrolladas previamente a la vez que es particularmente susceptible a desarrollar efectos secundarios del tratamiento, lo que hace imprescindible su evaluación integral con el fin de identificar aquellos más vulnerables. A la fragilidad se unen otros síndromes geriátricos como la comorbilidad y la polifarmacia que pueden interferir de forma notable con el manejo y el curso de la EII, condicionando la estrategia terapéutica y el pronóstico.
ObjetivoEn este contexto, la evaluación geriátrica integral debe ser sistemática en pacientes de edad avanzada con EII, con el objetivo de detectar déficits funcionales e implementar intervenciones específicas de apoyo nutricional, rehabilitación funcional y atención psicológica para optimizar su evolución. Este documento de posicionamiento pretende establecer recomendaciones al respecto basadas en la evidencia disponible.
ConclusionesLa incorporación sistemática de la valoración geriátrica integral en el manejo de personas mayores con EII representa una estrategia esencial para mejorar los resultados clínicos, adaptar los tratamientos a la capacidad funcional del paciente y favorecer un enfoque verdaderamente centrado en la persona.













