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Cirugía Cardiovascular C20. INFECCIÓN POR MYCOBACTERIUM CHIMAERA: EXPERIENCIA EN UN HOSPITAL TERCIARIO
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Vol. 32. Núm. 3.
Páginas 179 (Mayo - Junio 2025)
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C20. INFECCIÓN POR MYCOBACTERIUM CHIMAERA: EXPERIENCIA EN UN HOSPITAL TERCIARIO
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A. Alonso Álvarez*, L. Ramos Merino, S. Cebezal Iglesias, R. Fernández Varela, B. Fernández Pérez, J. Cuenca Castillo, D. Brandariz Núñez, E. Sánchez Vidal, D. Sousa Regueiro, E. Míguez Rey
Complexo Hospitalario Universitario A Coruña, España
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Justificación:Mycobacterium chimaera ha causado brotes de endocarditis protésica e infección diseminada en todo el mundo tras la contaminación de circuitos de refrigeración de sistemas de circulación extracorpórea (CEC). La morbimortalidad es elevada y su manejo no está estandarizado. Reportamos nuestra experiencia con 6 casos en el Hospital Universitario a Coruña desde 2014.

Objetivos: Describir los síntomas, diagnóstico, tratamiento y evolución de las infecciones por Mycobacterium chimaera en nuestro centro desde 2014 hasta 2024.

Método: Revisión retrospectiva de historias clínicas de pacientes con infección confirmada microbiológicamente por Mycobacterium chimaera. Resultados desde 2014, detectamos 6 infecciones diseminadas por Mycobacterium chimaera. Todos varones, con una edad mediana de 75 años (55-78). Todos habían sido sometidos a cirugía con CEC para implante de material intracardiaco y/o intravascular entre 2014 y 2016, con una mediana de 24 meses (10-87) desde la cirugía hasta el inicio de los síntomas y 7 meses (5-18) más hasta el diagnóstico. Los síntomas más frecuentes fueron síndrome general y fiebre (4/5). Un paciente debutó con ruptura de pseudoaneurisma de tubo aórtico. Todos presentaban elevación de transaminasas y/o pancitopenia. El TC detectó hepatoesplenomegalia en 4 casos, espondilodiscitis en 2 y mediastinitis en 1. El ecocardiograma fue normal en 4/5 pacientes. El PET/TC mostraba hipermetabolismo del material implantado en 4/5 casos. Mycobacterium chimaera se aisló en medio sólido y líquido en distintas muestras, incluyendo hígado, médula ósea, orina, hueso (esternón, vértebras) y material intravascular explantado. Cuatro pacientes fueron sometidos a cirugía, aunque solo en 2 se extrajo todo el material intravascular. De los otros 2, en uno se recambió solo la prótesis valvular dejando el tubo aórtico in situ, y el otro se intervino por espondilodiscitis. Dos precisaron 2 o más reintervenciones. Al inicio se administró una combinación de al menos 4 antibióticos incluyendo macrólido, rifamicina y etambutol. En todos con un seguimiento mayor a 2 meses hubo que hacer cambios debido a toxicidad. Los tratamientos de segunda línea incluyeron moxifloxacino, linezolid, tedizolid, clofacimina y bedaquilina. Tres pacientes fallecieron (al diagnóstico, a los 4 y 18 meses) y otros 3 continúan en seguimiento y con antibioterapia tras 97, 13 y 2 meses.

Conclusiones: La infección por Mycobacterium chimaera tiene una elevada morbimortalidad. La presentación insidiosa y el largo periodo de incubación (hasta 8 años en nuestra serie) dificultan el diagnóstico. El tratamiento antibiótico debe hacerse en combinación y de forma supresiva, a costa de importante toxicidad. Aunque el pequeño tamaño de nuestra serie no permite extraer conclusiones firmes, parece que la cirugía se asocia a mayor supervivencia, siendo preciso en ocasiones varias intervenciones.

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