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Atención Primaria Prescripción de actividad física y ejercicio físico en atención primaria: si...
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Vol. 57. Núm. 9.
(Septiembre 2025)
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Vol. 57. Núm. 9.
(Septiembre 2025)
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Prescripción de actividad física y ejercicio físico en atención primaria: situación actual y retos de implementación
Prescription of physical activity and physical exercise in primary care: Current situation and implementation challenges
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Antoni Morrala,b, Jonathan Cazorlac, Francesc Alòsa,b,d,e,
Autor para correspondencia
fralos.bcn.ics@gencat.cat

Autor para correspondencia.
, Jordi Puig-Torregrosaa,b, Marta Buela Castellb,f, Montserrat Romaguerab,g
a Facultat de Ciències de la Salut Blanquerna-Universitat Ramon Llull, Barcelona, España
b Grup d’Exercici Físic i Salut, Societat Catalana de Medicina Familiar i Comunitària (CAMFiC), Barcelona, España
c Equip d’Atenció Primària Sabadell Sud, Atenció Primària Metropolitana Nord, Institut Català de la Salut, Sabadell, Barcelona, España
d Fundació Institut Universitari per a la recerca a l’Atenció Primària de Salut Jordi Gol i Gurina (IDIAPJGol), Barcelona, España
e Centre d’Atenció Primària Passeig de Sant Joan, Gerència Territorial de Barcelona Muntanya-Dreta, Institut Català de la Salut, Barcelona, España
f Centre d’Atenció Primària Concòrdia, Atenció Primària Metropolitana Nord, Institut Català de la Salut, Sabadell, Barcelona, España
g Centre d’Atenció Primària de Sort, Regió Sanitària Alt Pirineu i Aran, Institut Català de la Salut, Sort, Lleida, España
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Tabla 1. Factores clave para la adherencia al ejercicio físico en pacientes
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Resumen

Este artículo analiza el estado actual de la prescripción de actividad física en atención primaria, identificando las barreras estructurales, profesionales y sociales que dificultan su implementación clínica. Aunque la evidencia sobre los beneficios del ejercicio físico en la prevención y tratamiento de múltiples enfermedades es sólida, su integración en la práctica diaria de los equipos de atención primaria sigue siendo limitada. El artículo revisa definiciones clave, directrices internacionales, factores que condicionan la adherencia terapéutica, y casos clínicos como cáncer, sarcopenia y dolor crónico. Se identifican oportunidades para mejorar la prescripción efectiva desde atención primaria mediante estrategias interdisciplinares, herramientas tecnológicas, guías clínicas y formación continuada. La prescripción de actividad física debe evolucionar desde una recomendación genérica hacia una intervención estructurada, individualizada y sostenida, alineada con los objetivos de salud poblacional y la Agenda 2030. Transformar esta práctica es una necesidad urgente para abordar el creciente impacto del sedentarismo en nuestra sociedad.

Palabras clave:
Atención primaria
Actividad física
Prescripción de ejercicio
Adherencia terapéutica
Salud comunitaria
Abstract

This article analyzes the current state of physical activity prescription in primary care, identifying structural, professional, and social barriers that hinder its clinical implementation. Although evidence on the benefits of physical exercise in preventing and treating multiple pathologies is strong, its integration into the daily practice of primary care teams remains limited. The article reviews key definitions, international guidelines, factors influencing therapeutic adherence, and clinical cases such as cancer, sarcopenia, and chronic pain. Opportunities to improve effective physical activity prescription in primary care are identified, including interdisciplinary strategies, technological tools, clinical guidelines, and ongoing professional training. Physical activity prescription must evolve from a generic recommendation to a structured, individualized, and sustained intervention aligned with population health goals and the 2030 Agenda. Transforming this practice is an urgent need to address the growing impact of sedentary lifestyles in our society.

Keywords:
Primary care
Physical activity
Exercise prescription
Therapeutic adherence
Community health
Texto completo
Introducción

“If exercise could be packed into a pill, it would be the single most widely prescribed and beneficial medicine in the nation” (Si el ejercicio pudiera empaquetarse en una pastilla, sería el medicamento más recetado y beneficioso del país)

Han pasado más de 3 décadas desde que el gerontólogo estadounidense Robert Butler (1927-2010) pronunciara esta frase y la evidencia científica sobre los beneficios preventivos y terapéuticos del ejercicio físico sigue aumentando exponencialmente. Prescribir ejercicio, al igual que prescribir un fármaco, requiere una dosis, una frecuencia de administración, una duración y un objetivo terapéutico1.

Definiciones clave

Aunque las expresiones ejercicio y actividad física muchas veces son intercambiadas, es importante aclarar su significado. Actividad física es cualquier movimiento del cuerpo que ejercita los músculos y requiere más energía que el metabolismo basal en reposo. Puede llevarse a cabo en un entorno doméstico, laboral, en desplazamientos activos o en el tiempo libre, y no siempre es saludable. La OMS acuñó el término «health-enhancing physical activity» para definir cualquier forma de actividad física que beneficie la salud y la capacidad funcional sin daño o riesgo. Ejercicio es un tipo de actividad física en el que el movimiento corporal está planificado, estructurado, es repetitivo y se realiza con un objetivo relacionado con la mejora de la condición física. Por otro lado, el término deporte significa una actividad motriz que se desarrolla según un reglamento establecido y con carácter competitivo. Por tanto, deporte y ejercicio son subcategorías de actividad física y los 3 términos no deben usarse como sinónimos2.

La actividad física es un comportamiento complejo que engloba una gran variedad de actividades, las cuales pueden ser clasificadas según su intensidad como actividad suave (1,5-3MET; por ejemplo, caminar lentamente u otras actividades que no generen un aumento sustancial de la frecuencia cardíaca o respiratoria), moderada (3-6MET; incluye actividades como la jardinería, el baile o caminar a paso ligero) o de intensidad vigorosa (>6MET; incluye actividades como nadar rápido o correr). La unidad metabólica de reposo o MET (por sus siglas en inglés, metabolic equivalent of task,) es una medida utilizada en fisiología del ejercicio para cuantificar la cantidad de energía que se consume durante diferentes actividades físicas y permite la comparación entre ellas. El MET es la unidad de medida del índice metabólico de energía que consume un individuo en situación de reposo (sedestación) y corresponde a 3,5ml O2/kg×min, que es el consumo mínimo de oxígeno que el organismo necesita para mantener sus constantes vitales.

El término inactividad física se utiliza para identificar a las personas que no realizan el nivel recomendado de actividad física regular. En los países con ingresos altos, el 36% de la población es inactiva3. Por otro lado, el sedentarismo se define como permanecer más de 6h sentado o acostado (excepto cuando se duerme) al día. Aumentar los niveles de actividad física puede ayudar a mejorar la salud y el bienestar de las personas sedentarias, incluso si continúan viviendo estilos de vida sedentarios. Es urgente promover un nivel de actividad física que mejore la salud debido al aumento de la inactividad y el sedentarismo en nuestras sociedades. Factores como la edad o enfermedades crónicas asociadas representan un obstáculo para alcanzar esos niveles en algunos grupos de población. Una estrategia para revertir esta situación es la prescripción de actividad física en entornos sanitarios, especialmente en atención primaria (AP)4.

Por último, abordaremos el término «prescripción». La prescripción de calidad debe incluir todos los elementos necesarios para la ejecución correcta de la actividad física: tipo de ejercicio, intensidad, duración, número de repeticiones y de series, frecuencia, periodos de descanso, criterios de progresión, evolución, etc. No es suficiente «recomendar», es importante pautar «la dosis».

Los adultos deben realizar al menos 150-300min de actividad física de intensidad moderada a la semana, o 75min de actividad vigorosa a la semana, o entre 8.000 y 10.000 pasos al día. La actividad física se evalúa aplicando los principios FITT: F=frecuencia, I=intensidad, T=tiempo y T=tipo. La F denota la frecuencia con la que una persona está físicamente activa, la intensidad mide qué tan vigorosa es la actividad física, y el tiempo es la duración total de la actividad. El tipo de actividad física se refiere a si la actividad es aeróbica o anaeróbica (por ejemplo, correr suave o esprintar); también puede clasificarse en 3 dominios (por ejemplo, tiempo libre, transporte y actividades relacionadas con el trabajo o el hogar). La actividad física puede realizarse de muchas maneras: caminar, nadar, bailar, practicar cualquier deporte, yoga, actividades en el trabajo o realizar tareas domésticas. Todas las formas de actividad física proporcionan beneficios para la salud. Sin embargo, cuando la actividad física se practica de forma regular, con suficiente duración e intensidad, los beneficios son mayores.

En 2020, la OMS publicó nuevas directrices sobre la actividad física y el comportamiento sedentario (fig. 1). Las pautas recomiendan al menos 150-300min de actividad física aeróbica de intensidad moderada; o al menos 75-150min de actividad física aeróbica de intensidad vigorosa; o una combinación equivalente de actividad de intensidad moderada y vigorosa durante toda la semana para adultos (incluidos ancianos y embarazadas) y aquellas personas con discapacidad y/o enfermedades crónicas que no presenten contraindicaciones. En el caso de los niños y adolescentes (5-17 años), las directrices exigen más actividad. No obstante, realizar pequeñas cantidades de actividad física es mejor que nada5.

Figura 1.

Recomendaciones de actividad física y comportamiento sedentario de la OMS, 2020.

¿Qué beneficios aporta la actividad física?

Los beneficios de la actividad física en la salud y el bienestar de las personas están bien documentados (fig. 2). La actividad física acumulada a lo largo del día e integrada en la rutina diaria es una herramienta de promoción de la salud, prevención y control de muchas enfermedades. Caminar, ir en bicicleta, hacer actividades cotidianas de una manera activa, practicar algún deporte, hacer gimnasia o simplemente jugar reduce el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, hipertensión, diabetes mellitus tipo 2, cáncer de mama y de colon, y demencia, como por ejemplo el alzhéimer. También contribuye a mantener el peso y, por tanto, ayuda a evitar el sobrepeso, la obesidad y la aparición de enfermedades crónicas, como la hipertensión arterial y la hipercolesterolemia. La práctica regular de actividad física aumenta la fuerza, la agilidad, la flexibilidad y la resistencia cardiovascular.

Figura 2.

Beneficios de la actividad física en la salud.

Reduce el riesgo de osteoporosis y caídas. Aumenta la esperanza y la calidad de vida. Las personas activas viven más años que las personas inactivas, tienen más autonomía para realizar las tareas de la vida diaria y mayor capacidad para enfrentarse a los retos cotidianos. La actividad física ayuda a disminuir el insomnio y otros trastornos del sueño, favorece las relaciones sociales y fomenta valores positivos. La práctica regular de actividad física ayuda a relacionarse con los demás. Realizar actividad física en grupo inculca valores positivos, como la constancia, la cooperación y el afán de superación. Ser una persona activa mejora el estado de ánimo, reduce el estrés y ayuda a combatir la ansiedad y la depresión. La práctica regular de actividad física mejora la memoria y la capacidad de aprendizaje. Los niños que realizan actividad física tienen un mejor rendimiento escolar6.

Estado actual de la prescripción

Aunque la evidencia científica y las Guías de Práctica Clínica recomiendan el ejercicio para prevenir y tratar numerosas enfermedades, en la mayoría de los centros de AP de nuestro país existe una gran brecha entre el conocimiento de los beneficios de la prescripción de ejercicio físico y su implementación. Un estudio evaluó la autopercepción de enfermeros/as y médicos/as de AP para implementar la promoción de actividad física y la prescripción de ejercicio físico en los centros de AP de Madrid. El estudio concluye que los enfermeros/as y médicos/as de los centros de AP son conscientes de los beneficios de la actividad física, pero adolecen de falta de conocimiento y concienciación para colaborar con otros profesionales y utilizar los recursos comunitarios disponibles para prescribir ejercicio físico7.

En la misma línea, una revisión sistemática a partir de 40 estudios realizados en 17 países concluyó que la prescripción de actividad física en AP es baja y que se lleva a cabo con mayor frecuencia en personas con diabetes, hipertensión o sobrepeso/obesidad8.

A pesar de que la prescripción de ejercicio físico es un pilar fundamental en el abordaje preventivo y terapéutico de varias entidades clínicas, los profesionales de AP muestran resistencia a implementarla. Entre las barreras reportadas por los profesionales para la prescripción de actividad física o ejercicio, se han descrito las siguientes: falta de protocolos adecuados, falta de conocimiento y seguridad en sí mismos para la prescripción de ejercicio físico, deficiencias en las habilidades de asesoramiento, creencias sobre la baja efectividad e ineficiencia de la prescripción de ejercicio físico y tendencia a desconfiar de la capacidad de los pacientes para mantener cambios en el estilo de vida. En este sentido, muchos médicos/as y enfermeros/as consideran importante la motivación del paciente para realizar ejercicio físico y creen que la prescripción del ejercicio físico debe ser realizada por otros profesionales, como los fisioterapeutas. En consecuencia, a pesar de que los profesionales consideran importante aumentar los niveles de actividad física para mejorar la salud de la población, la prescripción de ejercicio físico no se está llevando a cabo en AP. El estudio RedExAP aborda estas barreras y propone el desarrollo de una guía de práctica clínica para facilitar la prescripción de ejercicio en AP, destacando la colaboración transdisciplinar y la participación del paciente como elementos clave9.

Estos cambios redundarían en una mejor salud de la población y un mayor bienestar social, objetivo clave de la Agenda 2030, que se basa en los principios de sostenibilidad, equidad, inclusión y respeto a los derechos humanos, promoviendo la salud y el bienestar de la población, donde la promoción del ejercicio físico es un apoyo fundamental10.

Desafíos en la adherencia al ejercicio físico

La adherencia a un programa de actividad física es siempre un desafío. Para mejorar la adherencia de los pacientes a los programas de ejercicio físico, es fundamental considerar múltiples factores que influyen en esta. Se han propuesto muchas teorías y modelos desde diferentes disciplinas para explicar el fenómeno de la adherencia. Algunos autores han planteado la necesidad de una intervención psicológica paralela, además del programa de ejercicios, para ayudar en el cambio de comportamiento11. Otros han propuesto aumentar la motivación de los participantes incidiendo en 3 necesidades psicológicas básicas: autonomía, competencia y relación. Siempre existen barreras y facilitadores. En personas que padecen hipertensión, la evidencia científica disponible muestra que el éxito en el diseño y la implementación de programas de actividad física depende de 3 factores: programas individualizados, apoyo social y motivación a partir de experiencias positivas12.

Un estudio13 recopiló 55 revisiones sistemáticas e identificó 14 factores clave que influyen en la adherencia al ejercicio físico en pacientes con enfermedades crónicas (tabla 1).

Tabla 1.

Factores clave para la adherencia al ejercicio físico en pacientes

N.o  Factor clave 
Características, estructura y diseño del programa de ejercicio 
Colaboración interdisciplinar entre profesionales 
Supervisión regular por parte de profesionales de la salud 
Uso de herramientas tecnológicas (apps móviles, etc.) 
Exploración inicial de barreras y facilitadores (ej. horarios, cargas familiares) 
Información clara sobre expectativas, riesgos y beneficios 
Establecimiento de metas claras y alcanzables 
Ejercicio agradable y ausencia de experiencias negativas 
Facilitar integración del ejercicio en la vida diaria 
10  Apoyo social de familiares y amigos 
11  Provisión de información continua y retroalimentación 
12  Monitorización y comunicación de progresos 
13  Fomento de la confianza y percepción de competencia 
14  Participación activa del paciente en su propio proceso 
Casos clínicos relevantes (cáncer, sarcopenia, dolor)

El ejercicio físico puede beneficiar a los pacientes de varias dolencias crónicas, especialmente en el contexto de una mayor esperanza de vida y la prevalencia de enfermedades como el cáncer, la sarcopenia y el dolor crónico.

Cáncer y ejercicio físico

Los avances recientes en la detección temprana y el tratamiento del cáncer han mejorado significativamente las tasas de supervivencia. En los países nórdicos, la supervivencia a 5 años para cánceres comunes como el de mama y próstata es aproximadamente del 90%. Otros cánceres muestran una supervivencia a 5 años superior al 60%14.

El ejercicio físico tiene múltiples beneficios para los pacientes oncológicos. Puede incorporarse incluso durante el tratamiento oncológico, con adaptaciones individuales basadas en la condición del paciente y bajo la supervisión adecuada.

Según las guías de la American Society of Clinical Oncology, el ejercicio aeróbico y de resistencia durante el tratamiento del cáncer mejora significativamente la aptitud cardiorrespiratoria y reduce síntomas como la fatiga. Además, el ejercicio ayuda a mantener la función física y la fuerza, y mejora la calidad de vida y el estado de ánimo de los pacientes.

Aunque la evidencia no es concluyente en cuanto a la mejora de las tasas de finalización de la quimioterapia o la reducción del riesgo de recurrencia o mortalidad del cáncer, los beneficios en la reducción de toxicidades del tratamiento y el apoyo general al bienestar del paciente son claros. La American Society of Clinical Oncology recomienda que el ejercicio se incorpore de manera rutinaria en el tratamiento de los adultos durante la terapia activa. Es importante destacar que los programas de ejercicio supervisados por profesionales han mostrado pocos eventos adversos, lo que demuestra que la implementación de estas intervenciones es segura y beneficiosa15.

Además de las recomendaciones de la American Society of Clinical Oncology, la evidencia a partir de ensayos clínicos y revisiones sistemáticas respalda los beneficios del ejercicio físico en pacientes oncológicos. Un metaanálisis demostró que el ejercicio mejora significativamente la calidad de vida, reduce la fatiga, el insomnio y la disnea, y mejora la función física y social en pacientes con cáncer en estado avanzado16.

Asimismo, un ensayo clínico que incluyó pacientes con cáncer de mama metastásico mostró que un programa de ejercicio supervisado durante 9 meses resultó en una reducción significativa de la fatiga física y una mejora en la calidad de vida17.

Una revisión sistemática destaca que la terapia de ejercicio es efectiva para mejorar la ansiedad, la depresión, la fatiga, la función física y el linfedema secundario al cáncer de mama18.

En esa misma línea, la American Cancer Society recomienda la actividad física durante y después del tratamiento del cáncer para mejorar la ansiedad, la depresión, la función física y el linfedema19.

Sarcopenia y ejercicio físico

El ejercicio físico tiene múltiples beneficios en pacientes con sarcopenia, una condición caracterizada por la pérdida de masa muscular, fuerza y función física asociada al envejecimiento.

Los ejercicios de resistencia, como el entrenamiento con pesas, han demostrado ser efectivos para aumentar la fuerza muscular, incluyendo la fuerza de agarre en extremidad superior y la fuerza de extensión de rodilla. Aunque los efectos del ejercicio sobre la masa muscular pueden ser variables, algunos estudios han mostrado que el entrenamiento de resistencia puede aumentar la masa muscular y disminuir el porcentaje de grasa, especialmente cuando se combina con intervenciones nutricionales. El ejercicio, especialmente los programas que combinan resistencia, equilibrio y entrenamiento aeróbico, mejora significativamente la velocidad de la marcha, la movilidad funcional y la calidad de vida.

La evidencia científica disponible muestra que los programas de ejercicio supervisados y en grupo, que incluyen entrenamiento de resistencia y ejercicios multicomponentes, son altamente recomendados para la prevención y tratamiento de la sarcopenia en personas mayores de 60 años20,21.

Dolor crónico y ejercicio físico

El dolor crónico es un reto sanitario y social que afecta a millones de personas en todo el mundo. El ejercicio físico es una intervención eficaz y segura para el tratamiento del dolor crónico. La eficacia aumenta si el ejercicio físico se combina con un programa de educación en neurociencia del dolor. La educación en neurociencia del dolor implica enseñar a los pacientes sobre la naturaleza biopsicosocial del dolor. El objetivo principal es re-conceptualizar la percepción del dolor como una experiencia menos amenazante, ayudando a los pacientes a entender que el dolor no siempre está relacionado con daño tisular. Los recursos pedagógicos son muy creativos y permiten entender conceptos complejos como sensibilización central, hiperalgesia y alodinia. Los pacientes modifican sus creencias sobre el dolor facilitando la adquisición de estrategias de afrontamiento activas. Esto incluye explicar como los pensamientos, emociones y experiencias pueden influir en la percepción del dolor22.

Añadir educación en neurociencia del dolor a un programa de ejercicio físico proporciona beneficios adicionales, mejorando la intensidad del dolor, la funcionalidad, la kinesiofobia (miedo al movimiento) y la catastrofización (tendencia a magnificar la amenaza del dolor), así como la calidad de vida de los pacientes. El ejercicio regular también puede tener un impacto positivo en la salud mental de las personas que padecen dolor crónico: ayuda a reducir el estrés y la ansiedad, mejora la calidad del sueño y aumenta la sensación de bienestar general23,24.

La elección del tipo de ejercicio debe basarse en las preferencias del paciente y la experiencia del terapeuta. Los tipos de ejercicios más efectivos para pacientes con dolor crónico incluyen: pilates, ejercicios de estabilización/control motor, ejercicios de resistencia, ejercicios de fuerza, ejercicios aeróbicos (como andar y nadar) y ejercicios cuerpo-mente (como por ejemplo, yoga y taichí)25. Los ejercicios no son excluyentes y pueden combinarse. De hecho, no hay evidencia clara de superioridad de un tipo de ejercicio sobre otro cuando se comparan directamente los protocolos. En general, es crucial individualizar los programas de ejercicio, tener en cuenta las preferencias y considerar las características específicas de cada paciente, incluyendo la probable presencia de sensibilización central. La American Physical Therapy Association recomienda un enfoque progresivo y supervisado para evitar exacerbaciones del dolor26.

El ejercicio físico tiene efectos beneficiosos en pacientes con fibromialgia y debería ser considerado como parte integral del tratamiento de esta dolencia. El ejercicio aeróbico, de resistencia y de estiramiento puede reducir el dolor, la depresión y mejorar la calidad de vida en estos pacientes27,28. El entrenamiento de resistencia ha demostrado mejorar la función física, el dolor, la sensibilidad y la fuerza muscular en mujeres con fibromialgia. Además, el ejercicio mixto, que incluye componentes aeróbicos, de resistencia y de flexibilidad, también ha mostrado mejoras en la calidad de vida relacionada con la salud, la función física y la fatiga. En pacientes con fibromialgia, se aboga por ejercicios globales que combinen trabajo aeróbico, fuerza, flexibilidad, coordinación y técnicas de relajación, en 2 o 3 sesiones semanales de 50min de duración y durante un periodo de 3 a 4 meses. Durante las sesiones es importante recordar los puntos clave aprendidos en las clases previas de educación en neurociencia del dolor; en especial, que el dolor no implica siempre lesión en los tejidos. Una vez finalizado el programa formal, es importante continuar con el ejercicio físico integrándolo en la vida cotidiana29.

Un ensayo clínico aleatorizado, realizado en 12 centros de AP en España, evaluó un programa que combinaba educación en neurociencia del dolor y ejercicio físico en pacientes con dolor crónico en la columna vertebral. Los resultados mostraron mejoras significativas en la calidad de vida, el catastrofismo, la kinesiofobia, la sensibilización central, la discapacidad, la intensidad del dolor y los umbrales de dolor a la presión en comparación con el tratamiento fisioterapéutico habitual. Estas mejoras se mantuvieron a los 6 meses30.

Otro estudio realizado en AP encontró que las reducciones en la kinesiofobia y el estrés relacionado con la sensibilización central en pacientes con dolor crónico fueron determinantes en la mejora de la discapacidad, la calidad de vida y el consumo de medicación a los 6 meses de seguimiento24.

Estos estudios subrayan la importancia de integrar la educación en neurociencia del dolor y el ejercicio físico en AP para el manejo del dolor crónico, destacando mejoras tanto en aspectos físicos como psicológicos.

Conclusión

El ejercicio físico tiene beneficios significativos y comprobados en la prevención y tratamiento de diversas enfermedades, pero su prescripción en el ámbito de la AP sigue siendo limitada. Hay una gran brecha entre el conocimiento y su integración en la práctica clínica. Existen barreras que dificultan su implementación, como la falta de tiempo durante las consultas y la necesidad de formación adicional. La prescripción de actividad física necesita ser apoyada por Guías de Práctica Clínica y formación adecuada para los profesionales de la salud.

Financiación

Ninguna.

Consideraciones éticas

El artículo no ha conllevado la participación de personas o animales, motivo por el cual no se ha requerido obtener el consentimiento de un comité de ética.

Conflicto de intereses

Los autores declaran que no tienen conflicto de intereses.

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