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Vol. 18. Núm. 9.
Páginas 526-527 (Noviembre 1996)
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Vol. 18. Núm. 9.
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La necesaria eliminación del estado del bienestar del paso de la sanidad pública a la beneficiencia
The necessary elimination of the welfare state in the step from public health to charity
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F. Tamarit Corellaa
a Cornellà de Terri (Girona).
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Sres. Directores: ¿Es que esta Revista se dedica a ser foro de reflexiones políticas? ¿Caben todas las opiniones? Pregunto. ¿Los editoriales representan a los responsables de la Revista? ¿Hay una línea editorial? ¿Representa el sentir del Comité Directivo y del Comité Editorial? (No olvidemos la «plana mayor» de los «ideólogos» de la RAP [Reforma de la Atención Primaria y de la Especialidad de Medicina de Familia].)

Creo que el momento de «quitarse las caretas» ha llegado y hay que hablar «claro». Dejarse de ambigüedades. Sí, me estoy refiriendo al editorial «El necesario aggiornamiento de la atención primaria», publicado en enero de este año.

Reconozco que no sé italiano y no entiendo qué «pintan» las palabras aggiornamiento o tempo (me viene a la memoria otro editorial firmado por el Dr. Gené Badía en que utilizaba la palabra «monopsómico»; tardé varios días en descifrarla). Supongo que esos italianismos son para hacer más gracioso un artículo «indigerible».

Me parece bien que el Sr. Moreu utilice esta Tribuna, si se lo permiten, para expresar sus convicciones ideológico-políticas o sus conocimientos económicos. Utilizando este canal de libertad de expresión paso a expresar los míos. El editorial está plagado de tecnicismos económicos: «añadir a la cadena del valor», «integración vertical», «mercado de productos intermedios», «estrategia de la financiación capitativa», «generación de oligopolios», «filosofía de partners», «atomizar la oferta»... Dirigido a médicos, supongo, iniciados en esos menesteres. No es mi caso.

Decir que la economía no es una ciencia exacta resulta evidente, por eso lo valoro como una declaración de intenciones políticas. ¿En qué línea?

Hablemos del «tempo político». Existe en la sociedad una corriente impuesta internacionalmente (FMI, EE.UU.). Corriente neoliberal que impregna el discurso político de todos los países. El editorial forma parte de esa línea. ¿En qué consiste? Reducir el Estado a mínimos, privatizarlo. Desmantelar el estado del bienestar (sanidad, enseñanza, pensiones, paro).

En sanidad: transformar el sistema público en una beneficencia a largo plazo. De momento desmontarlo «piedra a piedra», poco a poco. Eso tiene un coste político (electoral) y hay que disfrazarlo: gestión privada con financiación y titularidad pública.

Veamos las «esencias» de ese modelo:

­ Considerar la sanidad como un negocio (la salud como una mercancía, el centro de salud como una tienda, el usuario como un cliente y los médicos, que no todo el personal, como empresarios). Como tal negocio, todo está encaminado a conseguir beneficios: los «ahorros» de que habla el editorial. El reparto después del botín.

­ Perversión (quizás prostitución del quehacer sanitario). Atender con evidente interés económico. Tú me eres rentable y tú no. No pido analíticas porque cobraré menos a fin de mes. Sonrío para ganar un cliente. ¿De dónde salen los ahorritos?

­ Introducir, a través de la laboralización, la reforma laboral y los contratos en precario (basura): prácticas, tiempo parcial, aprendizaje. Todos provisionales. El que se mueva no sale en la foto. Explotación y prestamismo a la carta. Clientelismo y enchufismo político (contratar a los dóciles, con carné del partido o amigos).

­ Eliminar prestaciones: medicamentazo. Que se pague por acto médico, y parte del ingreso hospitalario. Catálogo de prestaciones (¿para eliminarlas después?). Estemos atentos al futuro. No es el momento.

­ Despido gratis total: con los contratos laborales en precario eliminamos el Estatuto y/o a los funcionarios.

­ Reducción del personal: esencialmente enfermeras, trabajadores en peligro de extinción: sobran en la atención continuada, una enfermera cada dos o tres médicos (¡para hacer recetas!), sin acreditación docente. No digamos ya de las auxiliares y celadores (extinguidos). Y los médicos: para hacerlos más rentables con cupos desbordados y visitando en cuatro o cinco minutos.

­ Privatizar a trocitos: los APD (agencia de salud pública) la seguridad, el mantenimiento, el banco de sangre, el laboratorio, las urgencias (061). ¿Quién se quedará con los beneficios?

La reciente modificación de la Ley de Ordenación Sanitaria de Catalunya que da vía libre a la «gestión por empresas privadas con ánimo de lucro», aprobada por PSC y CiU, con la abstención de PP y ERC y sólo la negativa de IC-IU, da cobertura legal a la laboralización masiva y a la privatización de facto.

¿Aggiornar la reforma o eliminarla, Sr. Moreu?

Cambiar rentabilidad social por rentabilidad económica. ¿Es que la prevención y la educación sanitaria pueden medirse con parámetros economicistas? Es evidente que no.

De donde sale eso de «la creciente motivación de los profesionales a convertirse en su propio empresario» o «la necesidad de que el profesional médico pueda desarrollar su impronta liberal». Es falso. Son deseos. Consignas políticas. El profesional sanitario, bien pagado y tratado, no «construye la privada» ni la «iguala» (toleradas). Es la necesidad económica y no ese aspecto genético el que obliga a irse a la privada. ¿Insatisfacción de los profesionales ante el modelo? También falso. Insatisfacción ante las condiciones de trabajo y salarios. Ante el maltrato por parte de la Administración.

¿Insuficiente estima de los ciudadanos al modelo? Falso.

La reciente Encuesta de Salud de Catalunya habla de más del 90% de satisfacción.

¿Por qué cambiar el modelo entonces? Por intereses políticos. Defendiendo la introducción en la Sanidad de especuladores y multinacionales. Repartiendo el pastel entre los amigos. El modelo funciona, es barato y satisfactorio. Gastamos menos que la media en Europa del PIB en Sanidad (7,0).

¿Hay que ceder la gestión, privatizar, para que los empresarios hagan negocio a costa de la salud/enfermedad de los usuarios y de la explotación de los trabajadores?

Porque, ¿dónde están las «esencias» y la magia de ese modelo de gestión? ¿En el Hospital General de Catalunya? (salvado por los millones de la Generalitat) ¿En la Alianza? (salvada in extremis por los millones de la Generalitat). En el maquillaje de las cuentas de los centros privados concertados (Diario Médico, 8 de febrero de 1996, pág. 3).

Según Fedea-Auditoría del Banco de España, la Sanidad Pública gasta solamente un 17% más que la privada (El Periódico, 12 de febrero de 1996). Por último, hablemos de los «dogmatismos trasnochados»: ¿se refiere a la solidaridad, a la equidad, a la universalidad, a la dedicación exclusiva, al humanismo, al Estatuto? ¿Quizás a las posturas de «izquierda»? ¿Al estado del bienestar?

La clave de la RAP, Sr. Moreu y acólitos, era/es la enfermería. El buque insignia: las consultas de enfermería. Las unidades básicas asistenciales (un médico y un/una enfermera por cupo). Su eliminación es la renuncia a la RAP.

Ni una referencia a ella en su editorial. Es ilustrativo el olvido.

Es que no hay nadie entre los «ideólogos» de la RAP que defienda y denuncie los intentos de aggionarla (eliminarla). Nadie entre los miles y miles de médicos de familia que por dignidad se queje, que denuncie, la estafa a que han sido sometidos, que renuncie a participar en el desmantelamiento de la sanidad pública, que no quieran ser cómplices. Es un silencio demostrativo. Desde mi condición de médico general quiero alzar la voz y decirles a estos neoliberales reciclados que no renuncio a la utopía, que mi dignidad no se compra con dinero y que pienso luchar, hasta el final, por la defensa de la sanidad pública.

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