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Vol. 50. Núm. 2.
Páginas 266-287 (julio - diciembre 2016)
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Vol. 50. Núm. 2.
Páginas 266-287 (julio - diciembre 2016)
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El proceso de identificación en el caso de material óseo histórico: reflexiones para la antropología forense
Identity in historical skeletal remains: Reflections for Forensic Anthropology
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Patricia Olga Hernández Espinoza
Centro INAH Sonora, Edificio Antigua Penitenciaría, Jesús García final y Esteban Sarmiento s/n, Col. La Matanza, Hermosillo, Sonora, CP 83080, México
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Cuadro 1. Características del cráneo cerebral y facial-cráneo atribuido a Eusebio Francisco Kino
Cuadro 2. Características del cráneo cerebral y facial del esqueleto atribuido a Juan Bautista de Anza
Cuadro 3. Características de los huesos del esqueleto poscraneal. Esqueleto atribuido a Juan Bautista de Anza
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Resumen

En este ensayo se discute si las técnicas utilizadas por la antropología física y su aplicación en el campo forense, realmente permiten identificar positivamente a un individuo representado por sus restos óseos. La discusión se aborda a partir del análisis de los restos óseos de dos personajes importantes para la historia sonorense: el misionero jesuita Eusebio Francisco Kino y el Capitán Juan Bautista de Anza. Las conclusiones de ambos análisis permiten inferir que en el primer caso las características podrían coincidir con las del misionero pero no hay elementos para una identificación definitiva; en el segundo caso el análisis indicaba que no era probable que el esqueleto perteneciera al de Anza, como lo ratificaron después los cronistas locales. Así, permanece la incertidumbre sobre los restos del Padre Kino.

Palabras clave:
Kino
Anza
Sonora
Osteología
Abstract

This essay discusses whether the techniques used by physical anthropology and their application to the forensic field, allow to positively identify an individual by his skeletal remains. The discussion addresses the osteological analysis of two skeletons attributed to two important characters of Sonoran history: the Jesuit missionary Eusebio Francisco Kino and Captain Juan Bautista de Anza. The findings allow inferring that in the first case, though characteristics could match with the missionary, there aren’t enough elements a definitive identification; in the second case the analysis indicated that it was unlikely that the skeleton belonged to Anza, as ratified later by local chroniclers. Thus, uncertainty remains about the skeletal remains of Father Kino.

Keywords:
Kino
Anza
Sonora
Osteology
Texto completo

La identificación positiva de una persona es el principal objetivo de la antropología forense. Si reconocemos que la identidad humana se conforma no solo de rasgos y características físicas, sino además de normas de comportamiento y de valores culturales, la tarea para el antropólogo forense que trata de identificar restos óseos humanos para devolverles su humanidad, se hace cada vez más compleja. La antropología física ha discutido mucho acerca del quehacer del antropólogo forense, de cómo realizar esta importante tarea, se han producido interesantes propuestas desde esta disciplina con la intención de auxiliar en la identificación de individuos cuyos restos están esqueletizados, momificados o desmembrados (Escorcia Hernández y Valencia Caballero, 2000; Dorantes Ortega y Aguirre Molina, 2007; Jiménez Baltazar, 2013; Ríos Sedano y Trejo López, 2007; Valencia Caballero, 2010). Uno de los grandes temas a discusión es la estimación certera de la edad a la muerte, para lo cual se ha desarrollado y publicado una abundante bibliografía sobre las técnicas recomendadas, que van desde las más sencillas hasta las más elaboradas, desde su conceptualización teórica hasta la discusión académica de lo que significaba este parámetro en el pasado (Escorcia Hernández, 2015; Cerezo Román, 2004; Cerezo Román y Hernández Espinoza, 2014). También se ha discutido mucho sobre la identificación del sexo, y el tema ha producido polémica cuando se trata de restos infantiles (Hernández Espinoza, 2009). El cálculo de la estatura, la obtención de la posible complexión física de los individuos en estudio, al igual que la identificación del grupo biológico de pertenencia, es un procedimiento que llevamos a cabo cotidianamente los antropólogos físicos dedicados a la osteología antropológica. Estos datos forman parte de la cuarteta básica de identificación humana utilizada por la antropología forense (Ríos Sedano, 2013; Menéndez Garmendia, 2010; Menéndez Garmendia, 2014).

Cuando se trata de restos óseos antiguos, el proceso de identificación consiste en proporcionar información sobre su sexo, edad a la muerte, estatura y complexión física, y la probable filiación biológica, característica que aunque hoy en día ha sido más precisa a partir del análisis del ADN, entre las poblaciones históricas que no tienen ningún descendiente vivo, se realiza a partir de la identificación por parte del análisis morfoscópico de algunos rasgos visibles en el cráneo y en el esqueleto poscraneal, cuando el estado de conservación lo permite. Ejemplos de la aplicación de las técnicas de la antropología forense son los trabajos sobre los personajes inhumados en el monumento de Molino del Rey (Salas Cuesta et al., 1988) y los restos óseos localizados en las urnas depositadas en la Columna de la Independencia (Rivero Weber y Pompa y Padilla 2012). En ambos casos los autores, valiéndose de técnicas morfoscópicas, documentales y fotográficas, confirman la identificación de los individuos representados en los materiales analizados. Sin embargo, sobre la mesa de la discusión académica yace la pregunta sobre si este procedimiento realmente “identifica” al sujeto o simplemente proporciona algunos datos que pudieran acercarlo a su posible identificación. Con esta pregunta en mente, por razones que se explican más adelante, llevé a cabo el análisis de los esqueletos de dos personajes importantes para la historia sonorense y del Noroeste mexicano y Suroeste de Estados Unidos, tal es el caso de los restos del misionero jesuita Eusebio Francisco Kino (Hernández Espinoza, 2014), quien vivió en el siglo XVII y fundó la mayoría de las misiones de la Pimería Alta en el Noroeste de México/Suroeste de Estados Unidos y el Caballero Capitán Juan Bautista de Anza (Hernández Espinoza, 2013), fundador de la ciudad de San Francisco, California, quien vivió en el siglo XVIII en Arizpe, Sonora. En ambos casos, la comunidad expresaba su preocupación por saber si realmente eran los restos de los personajes mencionados, alrededor de cuya trayectoria de vida se había construido una buena parte de su identidad cultural. En el caso de la comunidad de Magdalena de Kino, Sonora, la publicación en algunos medios académicos de opiniones que aseguraban que no eran los restos del Padre Kino los que estaban en exhibición en la cripta de la Plaza Central, ponían en peligro el proceso de canonización del misionero y el reconocimiento que la población tenía hacia la figura del jesuita; en cambio el caso de los restos atribuidos al Capitán Juan Bautista de Anza era lo contrario, los cronistas de Arizpe sostenían que los restos depositados en la Iglesia de la Asunción no pertenecían al Capitán de Anza y que por lo tanto habría que organizar otra expedición arqueológica para descubrir sus restos. En términos generales este es el planteamiento de fondo de este ensayo, donde la identificación de dos personajes sería la causal de dos reacciones encontradas, pero que en síntesis significaban el reforzamiento de los lazos históricos y culturales de dos comunidades.

Antecedentes históricos de los personajes

Como ya se mencionó y bajo circunstancias distintas, los habitantes de Arizpe, Sonora, en abril de 2013 y los de Magdalena de Kino, Sonora, en marzo 2014, solicitaron al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), con delegación en Sonora, la identificación de los restos atribuidos a dichos personajes, representados en los esqueletos que están exhibidos, el del supuesto padre Kino en una cripta construida para ese fin en Magdalena, Sonora, y el del supuesto Caballero de Anza, en la Iglesia de la Asunción en Arizpe, Sonora. ¿Cuál es la importancia atribuida a estos restos? ¿Por qué es importante su identificación?

El padre Kino, como lo llaman los habitantes del poblado sonorense de Magdalena, Sonora, nació en Segno, Italia, en 16451 y desde muy joven deseó hacerse misionero, por lo tanto ingresa a la Compañía de Jesús con la intención de ser misionero en China (Gómez Padilla, 2008). Después de varios intentos fallidos para ser enviado a Oriente, llega a Sonora el 13 de marzo de 1686; tras 24 años de enseñar y defender a los nativos de la Pimería Alta de los voraces terratenientes españoles, muere el 15 de marzo de 1711, en la misión de Santa María Magdalena de Buquivaba, una de las 24 misiones fundadas por el mismo Padre Kino (ver figura 1).

Figura 1.

Mapa mostrando las distintas misiones fundadas por los jesuitas entre los siglos XVII y XVIII (tomado de Poulzer, 1972: 35).

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Según su acta de defunción, fue sepultado en la iglesia de esta misión, en la capilla de San Francisco Javier, al lado del Evangelio2. Nadie se interesó más por saber del lugar de su sepultura; las edificaciones se modificaron, otras desaparecieron. A raíz del trabajo de Bolton (1919) hubo varios intentos por localizar, infructuosamente, los restos del padre Kino, hasta que el 23 de mayo de 1966, un grupo de investigadores del INAH hace público que localizaron e identificaron los restos del padre Kino, cumpliendo así con la instrucción presidencial, no solo de localizarlos, sino de identificarlos3.

Así el 19 de mayo de 1966, después de varias semanas de infructuosa búsqueda, el antropólogo físico mexicano Arturo Romano Pacheco anuncia al equipo de investigación que el cráneo del esqueleto número 2, localizado junto a un basamento de piedra, correspondía a las características físicas del Padre Kino (ver figura 2), y que la cruz de hierro localizada debajo de una de las clavículas confirmaba dicha identificación. Posteriormente, el esqueleto en cuestión fue llevado a la ciudad de México, donde fue sometido a un trabajo de conservación por el restaurador Julio Chan y devuelto al poblado de Magdalena “montado” sobre una placa de acero para su exhibición (ver figura 3). Después de ese trabajo de conservación, no se ha realizado ningún otro, por lo que sería deseable realizar una evaluación del estado del material óseo y establecer si existe la posibilidad de analizarlo hoy en día, bajo los medios bioquímicos conocidos.

Figura 2.

El entierro número 2, que contenía los restos atribuidos a Eusebio Francisco Kino, excavados por el Mtro. Arturo Romano en 1966 (tomado de Romano y Jaén, 2012).

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Figura 3.

Esqueleto atribuido a Eusebio Francisco Kino, tal y como se exhibe actualmente en la cripta de Magdalena de Kino, Sonora (foto P. Hernández).

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A raíz de este descubrimiento la ciudad de Magdalena cambió su nombre por el de Magdalena de Kino, y el Ayuntamiento construyó una cripta en el lugar donde fueron descubiertos estos restos y a donde acude la población para pedirle al padre Kino favores y milagros4. Este es el inicio de la historia y de una gran controversia, en el mundo académico, sobre la identidad de los restos que hoy están exhibidos en la cripta de la ciudad de Magdalena de Kino, Sonora. Debido a la “premura presidencial” por encontrar el lugar de sepultura de este misionero jesuita, los trabajos arqueológicos no se realizaron con el rigor académico esperado, proceso que está bien documentado y discutido en el trabajo de Martínez Ramírez (2013), que pone en el centro del debate que no son los restos de Kino los representados en el entierro #2, como lo asegurara el Mtro. Romano5 hace más de 50 años.

El segundo caso, el de los restos atribuidos a Juan Bautista de Anza, existe una historia similar. Juan Bautista de Anza nació en el Presidio de Fronteras, Sonora, en 1734; desde muy joven se unió al ejército para combatir a los apaches que asolaban la región. Explorador nato y viajero incansable, abrió la ruta del río Colorado, entre Arizona y California entre 1773 y 1775, fundando la ciudad de San Francisco, California. Fue gobernador de Nuevo México y también trazó el camino que unió a la Villa de Santa Fé con Arizpe, Sonora (Molina Molina, 1988), que formaba parte del Obispado de Sonora (ver figura 4). En 1963, a solicitud del Presidente Municipal de Arizpe, Sonora, Gabriel Serrano B. y del Párroco de esa entidad, Pbro. Antonio Magallanes, se excavó la nave de la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Arizpe, por especialistas de las Universidades de California y Arizona, en búsqueda de los restos óseos de Juan Bautista de Anza. El antecedente de esta intervención consta en el libro Anza and the Northwest Frontier of New Spain, escrito por los que participaron en la búsqueda de los restos del Caballero de Anza (Bowman y Heizer, 1967).

Figura 4.

Mapa del Obispado de Sonora durante el siglo XVIII (tomado de www.sinaloamx.com).

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El relato de Bowman y Heizer (1967:5) comienza con el hallazgo de un ataúd localizado al pie del “Altar del Calvario” (Molina Molina, 1988: 56), y aun cuando el acta de defunción de este personaje señala claramente que fue sepultado en la capilla de Nuestra Señora de Loreto, de Arizpe, los especialistas dieron por bueno el hallazgo.

La descripción señala que el ataúd contenía los restos de un individuo de sexo masculino, con atavíos militares (ver figura 5). De acuerdo con el texto original:6

Figura 5.

Esqueleto atribuido a Juan Bautista de Anza, tal y como se exhibe actualmente en la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Arizpe, Sonora (foto de P. Hernández).

(0.13MB).

“el cráneo fue removido para determinar el ángulo facial y hacer posible la comparación de este con el de la pintura de Anza que fue hecha en 1774 y que está en la Ciudad de México7. Después, se removieron los huesos del brazo y de la pierna del lado izquierdo para medirlos y calcular la estatura, que fue de cinco pies y 12 pulgadas [1.83 m]. El examen morfoscópico determinó que los restos pertenecían a un hombre robusto, con buena salud y considerable fuerza física. No hubo indicios de fracturas ni otro tipo de herida. Todos estos datos coinciden con los hechos que fueron consignados por el mismo Anza en su diario…[Concluyen] los resultados del examen fueron suficientes para inferir que estos eran en realidad los huesos de Anza —la edad, la estatura, los ornamentos militares y la localización del ataúd en el piso de la iglesia indican que los restos pertenecieron a un militar importante—” (Bowman y Heizer, 1967:5-6).

Tanto el gobierno de California como el de Arizona financiaron la cripta donde hoy se exhiben los restos atribuidos a este personaje, sin embargo, los cronistas e historiadores locales señalaron en múltiples foros académicos y civiles que esos restos no eran del Caballero de Anza y que habían estado venerando los huesos de otra persona.

El proceso de identificaciónLos restos atribuidos a Eusebio Francisco Kino

Los resultados del proceso de recuperación e identificación realizado por Arturo Romano en 1966 se publicaron 50 años después (Romano Pacheco y Jaén Esquivel, 2012) y fue útil para contrastar la información que se obtenía directamente del esqueleto exhibido en la cripta. Según el Prof. Romano la identificación de este personaje se basó en dos elementos: en las características del cráneo y en la cruz de hierro que fue localizada sobre la clavícula izquierda (ver figura 6).

Figura 6.

Detalle del esqueleto atribuido a Eusebio Francisco Kino, tal y como se exhibe en la actualidad. Nótese la clavícula izquierda pigmentada por la cruz de hierro que se encontró asociada a este esqueleto (foto P. Hernández).

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Sin embargo, al revisarlo observé que el cráneo está incompleto (ver figura 7), le falta la región posterior de ambos parietales, así como la porción superior del occipital por lo que es posible que algunas mediciones realizadas por el maestro hayan sido estimadas, algo que no aclara en su metodología8. Sin embargo, las características morfológicas son las que el Mtro. Romano había descrito: tiene rasgos definitivamente europeos, frente huidiza, órbitas pequeñas y bajas, abertura nasal larga y estrecha. La morfometría de los huesos de la cara son los de un sujeto con cara de proporciones medias, con problemas severos de salud oral, por la pérdida de casi todas las piezas dentarias, lo que ha de haber dificultado la ingesta de alimentos, por un lado, pero que también hace que la persona luzca más vieja y se altere la forma de la cara.

Figura 7.

Cráneo atribuido a Eusebio Francisco Kino, en norma frontal (A) y lateral (B) (foto P. Hernández).

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El cuadro 1 presenta los índices craneométricos que fue posible calcular a partir del cráneo incompleto, cuyos resultados me llevaron a la conclusión de que efectivamente se trataba de un sujeto con características europeas. En el anexo de este artículo se pueden consultar los valores absolutos obtenidos de los distintos elementos óseos medidos, haciendo la aclaración que el esqueleto está fijo y no es posible moverlos, lo que dificultó la toma de algunas medidas osteométricas. Por otro lado se detectó una asimetría generalizada en el lado derecho con respecto del izquierdo, la diferencia entre las longitudes de los huesos del lado derecho e izquierdo es de casi 10mm; esta asimetría también se manifiesta en los diámetros, la diferencia no es tan amplia pero sí importante. Los cálculos fueron hechos a partir de las medidas obtenidas del lado izquierdo.

Cuadro 1.

Características del cráneo cerebral y facial-cráneo atribuido a Eusebio Francisco Kino

Índice  Valor  Característica 
Transverso máximo  Parietales incompletos 
Vértico-longitudinal  Cráneo destruido en región occipital 
Vértico-transversal  91.8  Metriocráneo-altura media en sentido longitudinal 
Frontal  63.7  Crestas divergentes-frontal angosto 
Facial superior  46.7  Eurienos-tercio superior estrecho y corto 
Facial total  83.2  Eurioprosopo-cara estrecha y corta 
Palatino  88.0  Braquiestafilino-paladar ancho y corto 
Arcada alveolar  153.2  Braquieuránico-arcada ancha y corta 
Nasal  84.0  Platirrino-nariz ancha y corta 
Orbitario  66.9  Cameconco-órbitas pequeñas y redondas 
Gnático de Flowe  90.7  Ortognato-sin prognatismo 
Índice mandibular  101.0  Mesomandibular-dimensiones intermedias 

Fuente: elaboración propia a partir del análisis osteométrico.

El sexo se identificó por métodos morfológicos en el cráneo, huesos pélvicos y la robustez del esqueleto (Buikstra y Ubelaker, 1994) (ver figura 8). La edad a la muerte se estimó en más de 60 años9, de acuerdo con los cambios morfológicos de la superficie articular sacro-ilíaca (Buckberry y Chamberlain, 2002).

Figura 8.

Detalle de la región inferior del esqueleto atribuido a Eusebio Francisco Kino (foto P. Hernández).

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En la cintura escapular sobresale la clavícula izquierda manchada de verde por los restos de óxido de la cruz de hierro que apuntaló la identificación de Romano. Ambas clavículas son grandes y robustas y como parte de la articulación del hombro, tienen inserciones musculares semejantes a los individuos que transportan grandes pesos sobre los hombros y la espalda alta. Las inserciones musculares visibles en los huesos del brazo y el antebrazo son consistentes con esta actividad, aunque también tengo que mencionar que los huesos de la muñeca y la mano son muy gruesos, probablemente como consecuencia de la intensidad y la fuerza necesarias para realizar las actividades cotidianas (ver figuras 9 A y B).

Figura 9.

A y B. Detalle de las inserciones musculares de los huesos del brazo del esqueleto atribuido a Francisco Eusebio Kino (fotos P. Hernández 2014).

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Las piernas también son fuertes, especialmente el fémur que actuó como pivote mientras se desarrollaban tareas estando sin movimiento y como sostén de las masas musculares necesarias para la locomoción; sus inserciones son propias de quienes realizaban grandes caminatas a pie (ver figura 10).

Figura 10.

Detalle de la porción media de la diáfisis del fémur (foto P. Hernández, 2014).

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La articulación de la rodilla del lado izquierdo muestra un desgaste mayor, por lo que es probable que en sus últimos días su marcha no haya sido uniforme; debido a las molestias de una rodilla inflamada y adolorida, quizás haya requerido la ayuda de bordón o de un bastón.

Los huesos del tobillo y del pie tienen huellas de infección por micosis, algo muy común entre la gente del campo que no utiliza calzado cerrado, o que su calzado se mantuvo húmedo por grandes espacios de tiempo (ver figura 11). A partir de la longitud de la tibia izquierda fue posible calcular su estatura aproximada de 167±2cm10, considerada propia de un hombre de mediana estatura y común entre las poblaciones del norte de Italia (Comas Camps, 1966).

Figura 11.

Detalle del pie izquierdo del esqueleto atribuido al Padre Kino; nótese el proceso infeccioso en la epífisis distal del peroné (foto P. Hernández).

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La osteoartritis está presente en todo el esqueleto, este padecimiento es más común en los varones, entre los mayores de 50 años (ver figura 12). La actividad física también puede ser otra de las causas de la artritis, pero quizás la que más peso tenga sean las largas caminatas a caballo, a la intemperie, lo que dejó también huellas tanto en la región lumbar como en los huesos del pie. No hay huellas de ningún padecimiento de tipo infeccioso, ni de traumatismos, en otras palabras, si tenía dolencias o alguna enfermedad, estas no dejaron huellas en el esqueleto, lo que significa que no eran crónicas y que en realidad el sujeto tenía en general un buen estado de salud.

Figura 12.

Detalle de la región lumbar, con rebordes osteofíticos en los cuerpos vertebrales (foto P. Hernández).

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Existe una característica muy rara que está presente en el esternón de este esqueleto, es el apéndice xifoides perforado, lo que puede constituir un elemento a futuro si se desea buscar algún descendiente contemporáneo, pues por lo general es un rasgo genético heredable (ver figura 13). Este rasgo y la asimetría detectada en longitudes y diámetros de los huesos largos son aspectos que habrá que investigar a profundidad.

Figura 13.

Detalle del esternón con perforación del apéndice xifoides (foto P. Hernández).

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Esta complexión general corresponde entonces a un hombre fuerte, de mediana estatura, descripción que coincide con lo que Fortino Ibarra de Anda escribió en su obra sobre este jesuita: “…quienes lo conocieron le describen como de mediana estatura, rubio, de ojos claros, delgado de cuerpo, pero no flaco; era lo que en términos mexicanos se llama “ixtludo” o sea, de constitución fuerte, como tejido de fibras duras” (1945: 147). Sin embargo, la coincidencia en la descripción de una complexión no asegura que el esqueleto número 2 descubierto en Magdalena de Kino en mayo de 1966 sea el del Padre Kino.

El Capitán Juan Bautista de Anza

Los restos analizados corresponden a un individuo adulto joven, de sexo masculino. El cuerpo yace en su ataúd en posición de decúbito dorsal extendido (ver figura 14), con evidencias de haber sido removido, pues los huesos de manos y pies no conservaban su posición original, sino que estaban dispersos a lo largo del esqueleto, al igual que los huesos del brazo derecho.

Figura 14.

Detalle de la porción superior del esqueleto atribuido a Juan Bautista de Anza, tal y como se exhibe en la actualidad en la Iglesia de Nuestra Señora de Arizpe, Sonora (foto P. Hernández).

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En este caso no contábamos con un informe previo, pero sí con información biográfica que permitió encontrar algunas claves para su identificación:

De acuerdo con los datos biográficos rescatados de la bibliografía consultada, tendríamos que estar ante el esqueleto de un hombre con rasgos caucasoides, pues era criollo, de 54 años de edad, lo que implica, para esa época, gran desgaste físico, considerando sus extensas cabalgatas que duraban meses.

El mismo Anza comunica al Rey en 1786 que concurrió a la expedición contra los seris y los pimas “en la cual fui herido, habiéndome herido en otras dos ocasiones por los apaches” (Pellat, 1988). Según esta referencia, era posible encontrar alguna evidencia de traumatismos cicatrizados.

Alguno de sus cronistas señala que “en edad avanzada pidió su cambio a España por sus condiciones de salud, las travesías a caballo habían dislocado sus pies y su vista era deficiente” (Navarro García, 1964: 386, cfr. Cuevas and Mario, 1989:52), por lo tanto, tendríamos que encontrar lesiones de osteoartritis en columna, básicamente en la región lumbar, así como en las principales articulaciones y en los pies (Pellat, 1988).

La edad a la muerte se estimó a partir de los cambios morfológicos de la sínfisis púbica y de la carilla auricular del ilíaco (Buckberry y Chamberlain, 2002), el grado de fusión de la cresta ilíaca, y la fusión del cuerpo del esternón con el manubrio (Scheuer y Black, 2000) (ver figuras 15 A y B). La edad estimada es de 30-34 años. El sexo fue identificado a partir de las características morfológicas de la pelvis, el cráneo y la mandíbula, de acuerdo con las técnicas estandarizadas por la antropología física para los casos de identificación individual (Buikstra y Ubelaker, 1994).

Figura 15.

A y B. Acercamiento de la sínfisis púbica y de la carilla articular del ilíaco, a partir de las cuales se efectuó la estimación de la edad a la muerte (fotos P. Hernández).

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La estatura calculada es de 1.74m, de acuerdo con las longitudes de la tibia y el fémur según la técnica de Genovés Tarazaga (1966). Los índices craneales, faciales y de los huesos largos se calcularon de acuerdo con Reverte Coma (1999) y Comas (1966) y son consistentes con los de un individuo del grupo biológico caucasoide, propia de los grupos europeos (ver cuadro 2).

Cuadro 2.

Características del cráneo cerebral y facial del esqueleto atribuido a Juan Bautista de Anza

Índice  Valor  Característica 
Transverso máximo  74.9  Cráneo dolicoide (alargado en sentido lateral) 
Vértico-longitudinal  89.2  Alto, visto en norma posterior 
Vértico-transversal  119.1  Angosto, visto de frente 
Frontal  84  Frente estrecha 
Facial superior  71.5  Cara alargada 
Facial total  98.4  Cara alargada y angosta 
Palatino  64.7  Paladar estrecho 
Arcada alveolar  89.3  Estrecha 
Nasal  4.1  Estrecha y alta 
Orbitario  86  Redondeadas 
Gnático de Flowe  83  Sin prognatismo 

Los valores de estos índices corresponden a un individuo de rasgos faciales finos, es decir frente pequeña, nariz estrecha y fina, cara alargada y angosta, sin prominencia del maxilar y/o mandíbula (ver figura 16).

Figura 16.

Cráneo atribuido a Juan Bautista de Anza (foto P. Hernández).

(0.13MB).

El cuadro 3 muestra los valores de los índices calculados para los diferentes elementos óseos que conforman las extremidades. Son huesos robustos, pero la mayoría sin grandes marcas de las inserciones musculares, más bien son redondeados propios de una persona con poca actividad física y que realizó actividades, en vida, que requerían de poca fuerza. No así los huesos del antebrazo, específicamente el cúbito, que muestra huellas de haber realizado movimientos que requerían de intensa fuerza al nivel del codo y la muñeca.

Cuadro 3.

Características de los huesos del esqueleto poscraneal. Esqueleto atribuido a Juan Bautista de Anza

Índice  Valor mm  Característica 
Diafisiario de húmero  94.3  Húmero redondeado sin inserciones marcadas 
Platolenia o de Vernau  114  Antebrazo fuerte, inserciones marcadas 
Diafiasiario del radio  81.3  Radio redondeado 
Braquial (relación brazo/antebrazo)  78.5  Brazo más largo que el antebrazo, valores propios de los grupos caucasoides 
Platimería  87.7  Fémur redondeado, sin aplanamiento antero-posterior 
Pilástrico  114.8  Línea áspera poco marcada 
Cnémico  74.1  Tibia sin aplanamiento lateral 
Crural (relación muslo/pierna)  85.2  Muslo más largo que la pierna, característica caucasoide 
Húmero-femoral  70.7  Extremidad superior más corta que la inferior, característica caucasoide 
Intermembral  68.1  Extremidades proporcionadas 

Las proporciones entre miembro superior e inferior y entre ellos mismos son características definidas por grupo biológico (negroide, mongoloide y caucasoide). Los resultados de los índices intermembral, crural y braquial muestran proporciones atribuibles a personas de gran estatura, con piernas y brazos largos, cuyos segmentos guardan un equilibrio entre sí (muslo más largo que pierna; brazo más largo que antebrazo), los resultados corresponden en su mayoría al grupo caucasoide. La revisión del esqueleto proporcionó otros datos como la presencia de un absceso doble en el lugar que ocuparon el primero y el segundo molares superiores izquierdos. La infección era severa y dañó la bóveda palatina (ver figuras 17 A y B).

Figura 17.

A y B. Detalle de la región basal y detalle de la región palatina posterior respectivamente (foto P. Hernández 2013).

(0.16MB).

El desgaste visible en el borde de las piezas dentales es consistente con la edad asignada a este individuo. No hay huellas de fracturas ni lesiones, solo hay evidencias de periostitis, principalmente a lo largo de las costillas, que pudieran indicar la presencia de algún proceso infeccioso al momento de la muerte, que pudiera o no ser consecuencia de los abscesos; sin embargo, se identificaron grandes áreas dentro del ataúd conteniendo cal, así como sobre la ropa y los huesos. Durante la época colonial este mineral se esparcía sobre el cadáver de aquellos que morían de alguna epidemia, para evitar el contagio de los vivos.

Por último, se identificaron huesos pertenecientes a un segundo individuo, probablemente un niño de 10 años aproximadamente. Es probable que se trate de un familiar muerto con anterioridad, cuyos restos fueron depositados al interior del ataúd del individuo adulto.

En resumen, podemos decir que el esqueleto corresponde a un hombre adulto, entre 30 y 35 años de edad, con características caucasoides y una estatura aproximada de 1.74m. Los huesos denotan poca actividad física, a excepción de los huesos del antebrazo. Presenta dos abscesos severos en el maxilar y huellas de haber tenido un proceso infeccioso latente al momento de la muerte. Es poco probable que se tratara del esqueleto de Juan Bautista de Anza, no solo por la edad a la muerte, y por la ausencia de traumatismos o lesiones que correspondieran con las heridas causadas en batalla, sino también por la notable ausencia de osteofitosis.

Tanto la columna vertebral como las grandes articulaciones están libres de osteofitos, a excepción de la segunda vértebra cervical que presentó un osteofito en la apófisis odontoides (figura 18 A) y los huesos de los pies no tienen ninguna deformación o lesión (figura 18 B) como las que refieren las crónicas que tenía Anza. Por último, los restos de un niño en el mismo ataúd, no son consistentes con la historia de este personaje, pues no tuvo hijos. Su viuda aparece en el padrón de Arizpe de 1796 bajo la familia número 25, sin hijos, solo con una sirvienta apache.

Figura 18.

A y B. Detalle de la segunda vértebra cervical con osteofito en la apófisis odontoides y acercamiento de la carilla articular de los primeros metatarsianos sin huella de lesiones ni procesos osteoartríticos (fotos P. Hernández).

(0.11MB).
¿La identidad?

La presentación de ambos informes a los interesados causaron reacciones distintas; en el caso del Padre Kino los académicos concuerdan que los restos atribuidos al jesuita pueden pertenecer a cualquier otro misionero europeo de los varios que fueron enterrados en el lugar donde se localizaron los restos. La cruz de hierro no era un objeto que solo utilizara el Padre Kino sino todos los misioneros jesuitas. Sin embargo, para la comunidad Magdalena es importante identificar los restos del Padre Kino, es decir tener la certeza de que sus restos son los que se encuentran en la cripta, algo que no es posible, al menos con los recursos tecnológicos de los que se dispone hoy en día. De acuerdo con Copp (2002) la identidad individual o personal es moldeada por la historia y la cultura de la sociedad que nos rodea. La identidad personal se funda sobre una idiosincrasia, una reunión única de rasgos biológicos que vinculan al individuo con los otros seres humanos a través de esos elementos tan variables como indestructibles que son las semejanzas físicas (Crocker, 1981). Esas semejanzas físicas son las que nos darían el rostro del Eusebio Francisco Kino, pero desconocemos cómo lucía, no hay grabados, ni dibujos de su rostro, todo se perdió en el incendio del archivo de San Francisco en 1906 (Huckins, 2013).

La Sociedad Americana de Arizona encomendó a la artista de Tucson, Arizona, Frances O’Brien que realizara un bosquejo de la probable apariencia del jesuita a partir de narraciones y de informes. La artista realizó el dibujo que más ampliamente se conoce como el retrato del Padre Kino (ver figura 19), realizado a partir de las facciones de un probable desciendiente de Kino (Huckins, 2013).

Figura 19.

Dibujo a lápiz que representa hipotéticamente al Padre Kino por la artista Frances O’Brien y que es la imagen más popular del jesuita (tomado de Huckins, 2013: 268), cuyo original se encuentra en la Sociedad de Historia de Arizona.

(0.16MB).

Lo único que podemos ofrecer es que el esqueleto identificado como número dos por el Mtro. Arturo Romano tiene algunos atributos físicos que pudieran coincidir con los del misionero, pero no es contundente su identificación.

En el caso del dictamen del esqueleto de Juan Bautista de Anza, las reacciones fueron, para mi sorpresa, de afirmación. Tanto el secretario de la Parroquia de la Iglesia de la Asunción como la Cronista del Arizpe, Carmen Pellat, coincidieron en que no era los restos de Anza. Ellos habían encontrado en el Archivo que se trataba de un joven militar muerto de cólera en la misma época en que murió Anza, el Capitán Chavarría, y los datos de su registro de defunción coincidían con los del informe. En este caso los verdaderos restos de Juan Bautista de Anza todavía yacen en el suelo del Altar de Loreto, de la mencionada Iglesia de Arizpe, en espera de ser descubiertos, pero esa es otra historia.

Anexos
Cédulas osteométricas de los esqueletos atribuidos a Eusebio Francisco Kino y Juan Bautista de Anza

Centro INAH Sonora
Laboratorio de Bioarqueología
Cédula osteométrica del esqueleto atribuido a Eusebio Francisco Kino
Cráneo:    Húmero:  Derecho  Izquierdo 
Diámetro anteroposterior  Longitud máxima  310.0  320.0 
Diámetro transverso máximo  159  Longitud fisiológica 
Diámetro basion-bregma  146  Diámetro máximo  32.46  22 
Diámetro frontal mínimo  101.34  Diámetro mínimo 
Diámetro frontal máximo  Perímetro mínimo 
Diámetro bimastoideo  138       
Diámetro nasion-basion  108  Cúbito:     
Diámetro nasion-opistion  144  Longitud máxima  270.0 
Diámetro nasion-bregma  119.47  Longitud fisiológica  240.0 
Diámetro bregma-lambda  Diámetro AP subsigmoideo  15.54 
Diámetro lambda-opistion  Diámetro transverso subsigmoideo 
Diámetro biauricular  132  Perímetro mínimo   
Anchura agujero occipital  24.82       
Longitud agujero occipital  34.63  Radio:     
Perímetro máximo  Longitud máxima  240  260 
    Diámetro máximo  15.16  12.97 
Cráneo facial:    Diámetro mínimo 
Diámetro bizigomático  143  Perímetro mínimo  60  60 
Diámetro nasion-gnation  119       
Diámetro nasion-prostion  66.74  Fémur:     
Diámetro basion-prostion  97.99  Longitud máxima 
Longitud abertura piriforme  34.03  Longitud fisiológica  430  440 
Anchura abertura piriforme  Diámetro AP subtrocantérico 
Anchura orbitaria  37.9/38.7  Diámetro transverso subtrocantérico  31.81  33.86 
Altura orbitaria  36.3/33.8  Diámetro AP mitad diáfisis 
Anchura arcada superior  56.36  Diámetro transverso mitad diáfisis  35.42  44.62 
Longitud arcada superior  51.41  Perímetro mínimo 
Anchura bóveda palatina  36.37       
Longitud bóveda palatina  40.2  Tibia:     
    Longitud máxima  360  370 
Mandíbula:    Longitud sin espina 
Longitud máxima mandibular  127.54  Diámetro AP agujero nutricio  44.82 
Anchura bicondílea  126.22  Diámetro transverso agujero nutricio 
Anchura bigoniaca  98.28  Perímetro mínimo  29.44  38.22 
Longitud rama ascendente  62.27       
Anchura mínima rama ascendente  37.85  Peroné:     
Espesor cuerpo mandibular  15.54  Longitud máxima  350 
Altura sínfisis mentoniana  29.97       
Altura cuerpo mandibular  34.93  Estatura    167±2cm 
Ángulo mandibular  120       
Centro INAH Sonora
Laboratorio de Bioarqueología
Cédula osteométrica del esqueleto atribuido a Juan Bautista de Anza
Cráneo:    Húmero:  Derecho  Izquierdo 
Diámetro anteroposterior  185  Longitud máxima  338  320 
Diámetro transverso máximo  138.54  Longitud fisiológica  340  328 
Diámetro basion-bregma  165  Diámetro máximo  22  22.33 
Diámetro frontal mínimo  93.18  Diámetro mínimo  20.84  21.79 
Diámetro frontal máximo  116.95  Perímetro mínimo  66  67 
Diámetro bimastoideo  124.27       
Diámetro nasion-basion  114.79  Cúbito:     
Diámetro nasion-opistion  152  Longitud máxima  278  275 
Diámetro nasion-bregma  115.55  Longitud fisiológica  240  241 
Diámetro bregma-lambda  126.22  Diámetro AP subsigmoideo  25.8  24.76 
Diámetro lambda-opistion  98.95  Diámetro transverso subsigmoideo  24.41  25.91 
Diámetro biauricular  120.79  Perímetro mínimo  56  56 
Anchura agujero occipital  33.44       
Longitud agujero occipital  36  Radio:     
Perímetro máximo  532  Longitud máxima  267.0 
    Diámetro máximo  13.01 
Cráneo facial:    Diámetro mínimo  16.0 
Diámetro bizigomático  124.34  Perímetro mínimo  67.0 
Diámetro nasion-gnation  122.29       
Diámetro nasion-prostion  122.28  Fémur:     
Diámetro basion-prostion  95.31  Longitud máxima  480  481 
Longitud abertura piriforme  53.09  Longitud fisiológica  465  467 
Anchura abertura piriforme  22.86  Diámetro AP subtrocantérico  28.65  29.22 
Anchura interorbitaria  26.73  Diámetro transverso subtrocantérico  36.41  33.31 
Anchura biorbitaria  94.3  Diámetro AP mitad diáfisis  30.41  30.98 
Anchura orbitaria  38.85/38.34  Diámetro transverso mitad diáfisis  26.34  26.98 
Altura orbitaria  33.38/33.85  Perímetro mínimo  92  93 
Anchura arcada superior  54.81       
Longitud arcada superior  61.39  Tibia:     
Anchura bóveda palatina  33.94  Longitud máxima  410  410 
Longitud bóveda palatina  52.42  Longitud sin espina  396  395 
    Diámetro AP agujero nutricio  34  35 
Mandíbula:    Diámetro transverso agujero nutricio  26.09  26.07 
Longitud máxima mandibular  115  Perímetro mínimo  86  87 
Anchura bicondílea  125.98       
Anchura bigoniaca  99.79  Peroné:     
Longitud rama ascendente  74.2  Longitud máxima  396  398 
Anch mín rama ascendente  31.41       
Espesor cuerpo mandibular  11.98  Estatura    1.74 
Altura sínfisis mentoniana  33.4       
Altura cuerpo mandibular  36.76       
Ángulo mandibular  120       

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La revisión por pares es responsabilidad de la Universidad Nacional Autónoma de México.

No se sabe la fecha exacta de su nacimiento, solo se cuenta con la información de su registro de bautizo, de fecha 10 de agosto de 1645.

1711 —Libro de difuntos de la Magdalena—. “En quinze de Marzo poco antes de media noche recibidos los Stos. Sacramentos, murió con grande sosiego y edificación en esta casa y pueblo de Sta. María Magdalena el P. Eusebio Francisco Quino, de la edad de setenta años, Misionero casi de 24 años de Ntra. Sra. de los Dolores, fundada por el mismo padre el cual trabajó incansablemente en continuas peregrinaciones y reduziones de toda esta Pimería, descubrió la Casa Grande, ríos de Gila y Colorado, y las naciones Cocomaricopa y Yumas, y los Quicasmagsa de la isla, y descansando en el Señor está enterrado en la capilla de San Francisco Xavier, al lado del Evangelio donde caen la segunda y tercera silla en ataúd – fue de nazión alemana de la provincia a que pertenece la Babiera habiendo sido antes de entrar a la Pimería, misionero y cosmógrafo de la California en tiempo del Almirante D. Isidro de Atondo – Agustín de Campos.” (Tomado de Olvera, 1998: 13-14).

No se dispone del documento con la orden presidencial, solo la mención de Jorge Olvera y de Arturo Romano, de que la develación de una estatua de Kino en el Capitolio, en Washington, fue motivo de un gran evento al que asistieron varias personalidades, entre ellas Hugo B. Margain, embajador de México en Estados Unidos, quien seguramente le comentó al entonces presidente de México Gustavo Díaz Ordaz del homenaje hacia el misionero que había vivido y había sido sepultado en suelo mexicano, de tal manera que el 20 de julio de 1965, el historiador Wigberto Jiménez Moreno recibió del Secretario de Educación Pública, Agustín Yáñez, la orden de trasladarse a Magdalena y localizar la tumba del padre Kino (Olvera, 1998: X; Romano y Jaén, 2012: 89).

El pueblo de Magdalena de Kino solicitó su canonización al Vaticano, hasta hoy no hay respuesta.

El trabajo de Júpiter Martínez pone en duda la interpretación de Olvera sobre la autenticidad de los restos de Kino a partir del análisis del tres argumentos: 1) no hubo un informe arqueológico final que explicara teórica y metodológicamente cómo desecharon otras opciones interpretativas de los contextos excavados y las razones del orden científico; 2) de las 13 razones que expone Olvera para argumentar la identificación de los restos como los del padre Kino, seis son categorías biológicas que no tienen que ver con la identidad del sujeto en cuestión sino con atributos físicos que pudieran corresponder a cualquier persona; y 3) se supone que los entierros no habían sido perturbados y por lo tanto las características del relleno y de la matriz de tierra deberían tener restos de material arqueológico del siglo XVIII o quizás más tempranos, sin embargo el material analizado corresponde al siglo XIX y principios del XX (Martínez, 2013: 286, 287 y 295).

Traducción del texto original en inglés, por la autora.

Exhibida en el Archivo General de la Nación.

Otro aspecto que hay que considerar, que el Mtro. Romano tampoco aclara en su trabajo sobre el Padre Kino, es que posiblemente el estudio craneométrico se haya basado en el cálculo de proporciones craneales a partir de craneogramas y no con las mediciones craneométricas directas, por ello, el contorno de las regiones craneales faltantes pudieron ser proyectadas y las mediciones estimadas sean obtenidas con suficiente confiabilidad.

Es difícil especificar un rango preciso de edad, ya que el esqueleto está fijo sobre una plataforma y se dificulta la tarea de inspección y revisión de los elementos óseos que son diagnósticos de la edad a la muerte.

La estatura se estimó de acuerdo con las fórmulas de regresión de Genovés (1966).

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