«Grande es el arte de los comienzos, pero mayor es el arte de los finales».
Henry W. Longfellow
Como ya es conocido, a partir de mayo del 2022, tras el Congreso Nacional que se celebrará en Málaga, se producirá oficialmente el relevo en las funciones de editor jefe de Radiología.
La invitación de la Junta Directiva de la SERAM en el año 2017 para hacerme cargo de la revista como editor jefe constituyó una grata sorpresa. Esta actividad no estaba incluida en mi itinerario de ruta, pero no dudé; poder servir a la SERAM ha sido siempre un honor y un privilegio. Por otra parte, Radiología, la tarjeta de visita de nuestra sociedad, refleja lo que somos los radiólogos españoles, y junto con el Congreso Nacional es la máxima actividad científica de la SERAM, por ello, qué mejor tarea en la que involucrarse.
Acepté sin condiciones, con 2 ideas muy claras sobre lo que debía ser la función a desempeñar en estos 4 años: por una parte, mantener y, a ser posible, incrementar el buen nivel de la revista, logrando su internacionalización y, por otra, potenciar la adecuada formación de los radiólogos jóvenes, como futuro en ciernes de la revista, en el campo del editorialismo intentando lograr una «profesionalización» de dicha enseñanza. Declaración inicial de intenciones que se recoge en el editorial publicado en mayo del 20181, en el que se propugnó «una política de puertas abiertas», realizando una llamada a todos aquellos que tuviesen interés en cooperar con la revista.
Elaboro este editorial sobre la base de recuerdos que fluyen de modo espontáneo, conforme al sentido etimológico de este término, del latín recordari: re (de nuevo) y cordis (corazón): aquello que brota directamente del corazón. No es momento de abrumarles con datos numéricos o técnicos, que por otra parte fueron detallados hace ahora un año en el editorial que se publicó con motivo del último Congreso Nacional de Radiología2, ustedes tienen elementos de juicio suficientes, basados en el día a día, para valorar cómo ha sido el devenir de la revista en estos últimos 4 años.
Si tuviese que destacar los logros que, en mi opinión, han sido más significativos, y desde un punto de vista personal más satisfactorios, diría que el primero ha sido el progresivo interés de los radiólogos jóvenes por la revista y el campo del editorialismo, que se ha traducido en un número progresivamente mayor de candidatos que concurrían a las becas anuales de editorialismo convocadas por la SERAM, tanto para residentes como para adjuntos jóvenes (lo que ha justificado que el número de becas haya tenido que duplicarse). No menos de 10 becarios han pasado durante estos años por Zaragoza durante varios días para recibir formación presencial; muchos otros han recibido formación de tipo virtual. La continuidad de la revista parece asegurada.
Otro hecho trascendente lo constituye la versión en inglés de la revista, que se inició en 2019. La traducción de la totalidad del contenido de la revista ha posibilitado una mayor difusión y visibilidad, y ha aumentado exponencialmente el número de descargas de sus artículos en las distintas plataformas.
Esta mayor difusión de la revista ha justificado un aumento significativo del número de artículos que se reciben anualmente, gran parte de ellos originales, lo que hace intuir un posible cambio del perfil de la revista en un futuro no lejano, hasta ahora basado en el concepto de la formación continuada, y permite disponer de una reserva de manuscritos que permite afrontar el futuro con optimismo. Con el aumento de originales llegará, progresivamente, el aumento del número de citas y con ellas el factor de impacto. Vamos por el buen camino.
A la internacionalización de Radiología, que se ha intentado tuviese carácter multidisciplinar, han contribuido voces tan autorizadas y representativas como los editores de European Radiology y Go Rad, la presidenta del American Board of Radiology y de la Radiological Society of North America o el secretario de la Sociedad Europea de Anatomía Patológica, entre otros, que elaboraron destacados editoriales que prestigiaron la revista.
El tercer punto de interés ha sido el lograr una acreditación de las actividades de formación continuada acorde con la importancia y el interés que suscita la revista, 9 créditos anuales concedidos por SEAFORMEC, lo que hace que estas actividades sean seguidas por un gran número de radiólogos y que nuestra revista sea considerada como un instrumento de formación continuada extraordinariamente útil.
En este sentido, con visión de futuro, se ha intentado ampliar los límites de la revista, involucrando a los residentes en radiología a través del Club Bibliográfico, que tan excelente labor está desarrollando, y también despertar el interés de los estudiantes de Medicina, estando planificado que cuenten con un apartado específico en el nuevo espacio web de la revista.
Echando la vista atrás creo que se han cumplido los objetivos propuestos, se deja la revista con los máximos índices y métricas, con una progresión estable, sin altibajos (la revista en virtud de esa progresión continuada está siendo evaluada por Clarivate para su posible inclusión en el Science Citation Index Expanded), con una estimación del factor de impacto (fuente de Web of Science) en sus máximos históricos. Por otra parte, el análisis bibliométrico de la revista en el periodo 2010-2019, recientemente publicado, aporta información relevante sobre la evolución y la situación actual de la misma, que permitirá plantear modificaciones y mejoras de la estrategia editorial, adaptando su contenido a las preferencias de nuestros lectores3.
Se cumple una etapa, en la que Radiología como ente dinámico, en continuo cambio y evolución, ha intentado adaptarse a los tiempos y las situaciones intercurrentes, involucrándose y transmitiendo el pulso de los acontecimientos de un periodo tan convulso como el que nos ha tocado vivir en relación con la pandemia por COVID, bien mediante comentarios editoriales4 o a través de una excelente serie de artículos dedicados a transmitir los conocimientos más recientes sobre esta enfermedad, contribuyendo así al buen hacer de los radiólogos.
La revista, a lo largo de estos 4 años, ha sabido adaptarse a las nuevas tecnologías, integrarlas a su servicio (se publicita en las redes sociales, dispone de un espacio propio en la página web de la SERAM, etc.), y aun cuando queda el posible reto de la inteligencia artificial, estas serán siempre un instrumento al servicio del autor o del lector. En mi opinión, seguirán primando como siempre la calidad, el compromiso y la dedicación sobre la tecnología, en definitiva, el factor humano.
Resulta obligado agradecer a los autores que nos enviaron sus artículos y a los revisores, los editores y los miembros del Comité Editorial agradecer su compromiso, altruismo y dedicación. Todos hemos formado una gran familia durante estos años. Hemos trabajado muy a gusto.
Hay que destacar también la inestimable ayuda y cooperación del personal de Elsevier: Beatriz Mas, publishing editor, y Sandra Delgado, manager de la revista. Su experiencia y profesionalidad han resultado claves importantes en la progresión de la revista.
Mención especial merece el Dr. Alejandro Rovira, responsable de publicaciones de la Sociedad, próximo y dialogante, siempre dispuesto a facilitar nuestra labor, y sobre todo la Junta Directiva de la SERAM por esta oportunidad que me ha brindado de disfrutar de esta extraordinaria experiencia.
Se dice que el campo del editorialismo puede resultar ingrato, exige una amplia dedicación y en nuestro medio no suele estar remunerado ni a veces adecuadamente valorado. En mi caso han sido 4 años maravillosos, que me han permitido contactar con gente muy interesante y ampliar mi perspectiva de la especialidad y del conocimiento científico en general.
De todos nosotros depende lo que Radiología sea y el nivel que alcance en el futuro, les animo, por lo tanto, a seguir cooperando y trabajando en la misma línea, apoyando a la Dra. García Villar, la nueva editora jefa, en este nuevo ciclo de la revista. Le deseo que disfrute de una experiencia tan fascinante como lo ha sido en mi caso.
Como decía Nicholas Sparks (Mensaje en una botella): «Esto no es un adiós, sino un “gracias”».
