De acuerdo con la legislación española, la SERAM tiene, como sociedad científica, la consideración de una asociación, sin un papel oficialmente reconocido en la reglamentación o control de nuestra actividad profesional. No somos nada parecido a sociedades como el Royal College of Radiology del Reino Unido, que se ocupa tanto de certificar a los radiólogos como de elaborar las normas que les afectan entre otras funciones exclusivas. Es cierto que tenemos un papel reconocido como consultores de las administraciones públicas en determinadas circunstancias o unos puestos asignados en la Comisión Nacional de la especialidad, pero nuestro papel, desde el punto de vista legal, es absolutamente accesorio.
Por ello, una pregunta recurrente entre algunos radiólogos es cuestionar la utilidad de la SERAM para ellos, lo que aporta pertenecer a nuestra sociedad a cada radiólogo en particular. Poner en duda el interés de pertenecer a la SERAM es razonable si se mira solamente por los intereses personales a corto plazo, pero a la vez es una duda miope. La SERAM es, de hecho, una sociedad de apoyo mutuo en la que los socios ponen algo para conseguir unos fines que beneficiarán a todos sus miembros. Y es un hecho que, a pesar de su carácter paraoficial, nuestra sociedad influye notablemente en la vida profesional de todos los radiólogos españoles, independientemente de que estos sean o no socios.
Las sociedades científicas, como la SERAM, tienen muchas funciones. La más visible es probablemente la de proveedores de formación. La inmensa mayoría de las actividades formativas en el campo de la radiología en España son impulsadas por la SERAM, sus secciones y sus filiales. La formación que genera la SERAM tiene un impacto inmenso ya que esta educación se va a transmitir en cascada no solo a los que la reciben de primera mano, sino a sus compañeros de trabajo y sus residentes después.
Pero además, una de las labores fundamentales de toda sociedad científica y, posiblemente, la más importante, es la de generar doctrina, la de establecer los principios deontológicos, éticos y también técnicos que deben seguir los que practican nuestra profesión. En los últimos años la SERAM y sus secciones han publicado varias docenas de documentos en los que exponen las líneas de pensamiento de la comunidad de radiólogos y proporcionan herramientas para el trabajo diario. Todos ellos se pueden consultar en la página web1.
Es cierto que las declaraciones oficiales de las sociedades científicas no tienen fuerza de ley, pero tienen la fuerza del prestigio que les da estar elaboradas por la sociedad que representa a los miembros de la especialidad. No solamente tienen una enorme autoridad moral de cara a la sociedad, sino también de cara a la autoridad judicial y deontológica, por lo que su no seguimiento debe ser justificado en caso de litigio. No es de desdeñar tampoco el impacto que dichos documentos tienen en los ámbitos internacionales en los que participa nuestra sociedad.
Esta influencia que tiene la SERAM conlleva también una gran responsabilidad, que es la de estar al día. Para ello la SERAM debe analizar periódicamente y de forma rigurosa el estado de nuestra profesión y de nuestra sociedad para poder desarrollar estrategias de futuro que nos permita adaptarnos a una realidad cambiante, responder a los retos que se nos plantean y aprovechar las oportunidades de desarrollo.
Con esta intención, la SERAM ha organizado recientemente un Seminario con el título «Repensando el futuro» en el que se convocó a algunos de los miembros institucionales más relevantes de la SERAM. Como parte central de dicho seminario los asistentes llevaron a cabo un análisis DAFO de la situación actual de la Radiología en general y de la española en particular. Las conclusiones de dicho análisis, que proporcionan un retrato lúcido y bien fundado de la radiología, aparecen publicadas en este número de Radiología2. Es, creo, un documento de obligada lectura para todos los radiólogos interesados en nuestra profesión.
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