Sres. Directores: A pesar de ser México el primer país de Latinoamérica en incorporar a la medicina familiar como eje de la atención médica en sus sistemas de seguridad social, y haber implementado en el año 1971 la residencia en medicina familiar, la difusión de sus investigaciones ha permanecido alarmantemente reducida. De esta manera, el caso de México viene a sumarse al de los países en desarrollo, que ven seriamente limitados sus intentos por la promoción de un vigoroso programa de investigaciones científicas en el ámbito de la atención primaria.
Hace precisamente 20 años, México fundó en la Universidad Nacional Autónoma de México el primer departamento de medicina familiar en América Latina, tomando como paradigma el de los EE.UU. y Canadá. En estos cuatro lustros, las investigaciones realizadas en México han adolecido de una importante falta de creatividad en la selección de los temas, ausencia de estandarización en las observaciones, falta de precisión al definir los criterios diagnósticos, así como una soprendente dispersión en la temática de los proyectos, lo que se ha traducido en una ociosa inversión de recursos humanos y financieros1, hasta el punto de que en un catálogo sobre las investigaciones realizadas en medicina familiar, fueron contabilizadas 2.300 tesis para obtener el diploma universitario de especialista en medicina familiar, de las cuales ni una sola llegó a concretarse en un artículo científico de difusión internacional2.
Hacia 1992 tuvimos noticia de la existencia de la revista Atención Primaria, nos sorprendió gratamente leer un editorial3 firmado por Martín-Zurro et al, en el que se informaba con evidente entusiasmo sobre una nueva etapa de la revista, señalando cambios en el formato y el deseo de ser cada vez más exigentes en sus planteamientos científicos y formativos. El ser incorporada al Index Medicus representó para los médicos familiares de México la posibilidad de tener un foro de prestigio internacional para difundir investigaciones realizadas en nuestro propio idioma.
La utilidad que nos han reportado las publicaciones de la revista Atención Primaria se ha capitalizado en un valioso apoyo bibliográfico para la redacción de los capítulos 10 y 11 de la tercera edición del libro Fundamentos de Medicina Familiar 4. En el capítulo 10 se citan las observaciones de Cobos5 en relación con la deficiente calidad de las investigaciones en medicina familiar, y también se señalan los recursos necesarios para desarrollar trabajos científicos con mayor rigor metodológico.
En el capítulo 11 se citaron los trabajos de J. Estebanell-Aranal, A. Martín, C. Jiménez-Mena, P. Rodríguez Morúa, V. Gil, L. Bustos y A. Delgado, cuyo común denominador fue el análisis del Programa de Actividades Preventivas y Promoción de la Salud que se ha implementado en España. Este programa contribuyó en México al desarrollo teórico de un Modelo Sistemático de Atención Médica Familiar, que considera tres actividades: un censo de la población adscrita al servicio médico, el estudio de salud comunitaria y la identificación de sus características de morbilidad y mortalidad. Consideramos que estas tres acciones requieren de una actualización periódica, desarrollo de proyectos de investigación operativa y planteamiento de estrategias para respaldar la continuidad de la atención y la acción anticipatoria que, aunado al estudio de la familia en sus enfoques estructural y funcional, consolidan la esencia de la medicina familiar.
Nos parece de particular importancia comunicar estas reflexiones a los lectores de la revista Atención Primaria, ya que este hecho, por sí mismo, representa la posibilidad de guiar el ejercicio de la práctica de la medicina familiar, no sólo en el ámbito puramente clínico sino en la posibilidad de generar investigaciones de calidad que fortalezcan la atención primaria tanto en México como en el resto de los países de Iberoamérica.
