Nos ha parecido muy interesante el caso clínico publicado en la revista, relativo al síndrome de Stevens-Johnson1. Su lectura, permite recordar la importancia de este cuadro ya que, aunque infrecuente, como bien señalan sus autores, tiene una elevada mortalidad. Sin embargo, a nuestro juicio, hay un aspecto sobre el que no se reflexiona y consideramos que nos podría aportar conclusiones importantes. Nos referimos, en concreto, al manejo de antibióticos de forma empírica y sin una justificación clara. Los autores relatan como durante la atención de un paciente con fiebre, malestar general, enrojecimiento y picor en ambos ojos, se decide pautar 1g de amoxicilina cada 8 horas sin que conste una hipótesis diagnóstica. Posteriormente, ante el deterioro general que hace necesario el ingreso hospitalario, se vuelve a indicar un antibiótico empírico (no se especifica cual ni la vía de administración) sin una sospecha clínica para justificarlo. En la explicación del síndrome, muy completa, se recoge que existe un gran número de fármacos que pueden producirlo, entre ellos los betalactámicos. Es curioso que no se haga ninguna referencia relativa a si se investigó cual pudo haber sido el agente desencadenante y, en concreto, a la posibilidad de que pudiera estar implicada la amoxicilina a pesar de que insisten que es esencial la identificación de los fármacos causantes del cuadro. El uso inadecuado de antibióticos es un problema de salud pública a nivel mundial. Existe una relación directa entre su consumo y las resistencias bacterianas2. Este mal uso, se produce tanto en atención primaria como en el ámbito hospitalario, sin bien es en el primer nivel asistencial donde, con diferencia, alcanza una mayor magnitud. En España, el consumo extrahospitalario es alarmante comparado con el de otros países de nuestro entorno. Se calcula que más del 50% de los antibióticos se prescriben para infecciones respiratorias de etiología viral y, por lo tanto, no están indicados. Esto hace que la prevalencia de resistencias de las bacterias responsables de infecciones respiratorias sea más elevada que la de la mayoría de los países europeos3. Además de las resistencias, la utilización inadecuada tiene otras consecuencias negativas como son los malos resultados terapéuticos, un impacto sobre el gasto farmacéutico y, por supuesto, la posibilidad de morbilidad debida a efectos adversos innecesarios4. Creemos que esta es la principal enseñanza que nos proporciona este caso clínico: los antibióticos, aunque seguros, no son inocuos y por lo tanto debemos utilizarlos con prudencia.
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