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Inicio Revista Española de Geriatría y Gerontología Ortogeriatría en pacientes agudos (II). Aspectos clínicos
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Vol. 43. Núm. 5.
Páginas 316-329 (Octubre 2008)
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Vol. 43. Núm. 5.
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Ortogeriatría en pacientes agudos (II). Aspectos clínicos
Acute orthogeriatric care (II). Clinical aspects
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Juan Ignacio González Montalvoa,
Autor para correspondencia
jgonzalezm.hulp@salud.madrid.org

Dr. J.I. González Montalvo. Servicio de Geriatría. Hospital Universitario La Paz. Paseo de la Castellana, 261. 28046 Madrid. España.
, Teresa Alarcón Alarcóna, Beatriz Pallardo Rodila, Pilar Gotor Péreza, Teresa Pareja Sierrab
a Servicio de Geriatría. Hospital Universitario La Paz-Cantoblanco. Madrid. España
b Sección de Geriatría. Hospital Universitario de Guadalajara. Guadalajara. España
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Rev Esp Geriatr Gerontol. 2008;43:38910.1016/S0211-139X(08)75197-7
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Tabla 1. Repercusión y posibles complicaciones de los distintos componentes de la fase aguda de la fractura de cadera en el anciano. Modificado de Alarcón Alarcón et al15
Tabla 2. Papel de la intervención del geriatra en las distintas etapas que atraviesan los pacientes con fractura de cadera en fase aguda. Las diferentes fases de la evolución se solapan entre sí. Modificado de Alarcón Alarcón et al15
Tabla 3. Aspectos que se deben considerar en el tratamiento del dolor preoperatorio y postoperatorio en el anciano con patología ortopédica. Modificado de Jim y Chung28 y Chin46
Tabla 4. Medidas que han demostrado reducir la incidencia, la gravedad y/o la duración del delirio en fracturas de cadera en diferentes trabajos75,94-966
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En este trabajo se revisan los principios clínicos de la asistencia ortogeriátrica en pacientes agudos. Se justifica la aplicación de la medicina geriátrica al paciente que ha sufrido una fractura de cadera, se mencionan los momentos principales de actuación en el proceso de la fractura y las acciones a llevar a cabo por el equipo de geriatría. Posteriormente, se analiza en profundidad el manejo de algunos problemas frecuentes en estos enfermos como son el elevado riesgo quirúrgico, el tratamiento del dolor, la anemia, el delirio, la desnutrición y la planificación del alta. Por último, se mencionan las características de algunos tipos de pacientes especiales, como son los que presentan demencia, los que viven en residencias o los muy ancianos y se reseñan algunos temas pendientes de mejora en la atención a la fase aguda, en la reducción de la mortalidad, en la mejora del pronóstico funcional y en la necesidad de un uso más eficiente de recursos en los pacientes ingresados con fractura de cadera.

Palabras clave:
Fractura de cadera
Ortogeriatría
Asistencia geriátrica
Asistencia hospitalaria

The present article reviews the clinical principles of acute orthogeriatric care. The application of geriatric medicine to patients with hip fracture is explained. The principal stages of geriatric intervention in this process are mentioned, as are the interventions to be carried out by the geriatric team. Subsequently, we discuss the management of several frequent problems in these patients, such as high surgical risk, pain management, anaemia, delirium, malnutrition, and discharge planning. Lastly, the characteristics of several kinds of patients with special characteristics are mentioned, such as those diagnosed with dementia, nursing home residents or the oldest-old. Areas of improvement in the acute phase are also reviewed, such as mortality reduction, functional outcome improvement and the need for more efficient resource use in patients in the acute phase of hip fracture.

Key words:
Hip fracture
Orthogeriatric
Geriatric care
Hospital care
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INTRODUCCIÓN

En un artículo anterior1, se revisó la epidemiología de la fractura de cadera (FC), los dispositivos asistenciales en que participa la geriatría para la atención de la fase aguda de este problema de salud, la evidencia científica que avala esos dispositivos y algunas cuestiones terminológicas y proyecciones de futuro. En este trabajo se revisan los aspectos clínicos y otros aspectos relevantes que deben encarar los componentes del equipo de geriatría que atienden a estos pacientes.

APORTACIÓN DE LA GERIATRÍA EN LA FASE AGUDA DE LA FRACTURA DE CADERAEl anciano con fractura de cadera como paciente geriátrico

La FC es una complicación de la osteoporosis propia de los pacientes ancianos, pues su edad media de presentación es España ronda los 82 años. Entre las personas de esta edad la frecuencia es 3 veces superior en las mujeres que en los varones2.

Se denomina "pacientes geriátricos" a aquellos muy mayores cuya enfermedad principal lleva asociada pluripatología, y cuyos problemas de salud tienen repercusión funcional, mental y social. Estos enfermos son los que más se benefician de la atención geriátrica especializada.

Respecto a la pluripatología, según el estudio de Sáez López et al3, los enfermos ingresados con FC presentan durante la hospitalización más de 10 enfermedades, entre antecedentes, complicaciones y nuevos diagnósticos, y más de 3 síndromes geriátricos. Otros autores destacan también cifras importantes de pluripatología4-8. El tipo de enfermedades es el habitual en este grupo de edad3,6,7,9-12. La polifarmacia es también habitual, pues el número me" dio de fármacos prescritos a estos pacientes es de 3 antes del ingreso, 10 durante éste y más de 4 al alta13.

La repercusión funcional de la FC es obvia en lo referente a la capacidad de deambulación, pero además la fractura provoca una incapacidad en el resto de las actividades de la vida diaria. La repercusión en el área cognitiva es también conocida; no sólo porque la FC es más frecuente entre los portadores de demencia, sino también porque durante la hospitalización por FC la aparición de delirio ocurre en la mitad de los casos. Por último, los cambios en las necesidades de atención social de las personas tras una FC son notables y pueden abarcar desde un incremento de ayudas en el propio domicilio hasta la necesidad de ingreso en el medio residencial.

De manera que las características de estos pacientes cumplen los criterios considerados actualmente como definitorios de "paciente geriátrico", objeto de actuación de la geriatría. En la práctica, es probable que traumatología sea el segundo servicio hospitalario con mayor proporción de ancianos frágiles (el 45%) después de geriatría (el 70%)14. Los problemas habituales de los pacientes con FC en la fase aguda se presentan en la tabla 1, en la que puede verse que la mayoría de ellos están incluidos en el ámbito de actuación del geriatra.

Tabla 1.

Repercusión y posibles complicaciones de los distintos componentes de la fase aguda de la fractura de cadera en el anciano. Modificado de Alarcón Alarcón et al15

Fractura  InmovilidadDolorAnsiedadAnemiaDependencia en las actividades de la vida diaria 
Intervención quirúrgica  AnemiaDolorInestabilidad hemodinámicaAumento del catabolismoRiesgo de descompensación de patologías previas 
Postoperatorio  DelirioDolorDesnutriciónAnemiaEstreñimiento-impactación fecalAlteraciones hidroelectrolíticasAlteraciones endocrinometabólicasDescompensación de patologías previasEnfermedad tromboembólicaHemorragia digestivaÚlceras por presiónSondaje vesicalRetención aguda de orinaInfecciones nosocomialesRiesgo de iatrogeniaEstancia hospitalaria prolongadaMuerte 
Inicio de la recuperación funcional  Deterioro en las actividades de la vida diariaLentitud y dificultades en la rehabilitaciónDificultad de acceso a rehabilitaciónSíndrome poscaídaDepresiónRiesgo de repercusión socialDependencia-mayor necesidad de cuidadosDeterioro de la calidad de vida previaInstitucionalizaciónIncremento de los gastos sanitarios y socialesMortalidad incrementada 
Definición aplicada de geriatría

Puede definirse la geriatría como"la rama de la medicina dedicada al anciano que se ocupa del diagnóstico y tratamiento de sus enfermedades agudas y crónicas, de su recuperación funcional y de su reinserción en la comunidad". Es fácil contemplar la FC como un problema en el que esta especialidad es de utilidad. Concretamente, la etiología de la FC reside en una enfermedad crónica, la osteoporosis, cuya manifestación aguda acarrea un modelo de incapacidad súbita (o catastrófica) en cuyo manejo se tratamiento se basa en la coordinación de tratamientos médicos, quirúrgicos y funcionales realizados por equipos profesionales complejos y en el conocimiento de la técnica de planificación del alta, así como de los recursos y grados de derivación posthospitalarios.

La ortogeriatría como ejemplo de trabajo en equipo

En el manejo de la paciente con fractura de cadera participa un elevado número de profesionales, lo que convierte a este proceso en uno de los paradigmas del trabajo interdisciplinario. El protagonismo indiscutible corresponde a la traumatología, concretamente la indicación quirúrgica, la propia cirugía, la orientación pronóstica y el seguimiento del problema local. Pero en la atención actual a estos pacientes tienen funciones insustituibles otros especialistas médicos, como el anestesiólogo y el rehabilitador, y otros profesionales sanitarios, como los fisioterapeutas y terapeutas ocupacionales, el/la trabajador/a social y las enfermeras y auxiliares de enfermería, en quienes reside el cuidado integral y continuado. En los siguientes apartados se comentan algunos de los puntos principales de la actuación del equipo de geriatría.

Seguimiento ortogeriátrico

La intervención por parte del geriatra en el paciente agudo con FC es compleja. Diferentes aspectos se han detallado en otros trabajos12,15-20. Las tareas concretas del geriatra se presentan en la tabla 2 e incluyen la evaluación integral del paciente desde el ingreso, la valoración y preparación prequirúrgica, la prevención y el tratamiento de complicaciones durante el postoperatorio, la orientación hacia la recuperación funcional, la coordinación con el resto de los profesionales, el tratamiento de fondo de la osteoporosis y la planificación del alta. El papel de la enfermera en el equipo consultor reside en la valoración integral del paciente, la entrevista con los allegados, la valoración de la repercusión de la FC en el entorno del paciente, la detección y el seguimiento de los diagnósticos de enfermería y la planificación de cuidados en colaboración con las enfermeras asistenciales, la colaboración en la preparación del alta y la coordinación con los recursos intrahospitalarios (unidades de media y de larga estancia) y extrahospitalarios (residencias y atención primaria).

Tabla 2.

Papel de la intervención del geriatra en las distintas etapas que atraviesan los pacientes con fractura de cadera en fase aguda. Las diferentes fases de la evolución se solapan entre sí. Modificado de Alarcón Alarcón et al15

Fractura  Valoración integral del estado basal del pacienteEvaluación clínica del estado general actualTratamiento del dolorValoración del riesgo quirúrgicoEstudio de la caídaAjuste de las medicaciones y tratamientos previosPreparación para la cirugía 
Intervención quirúrgica, postoperatorio  Prevención de complicaciones médicas orgánicas y mentalesControl del dolorManejo de complicaciones: Hidroelectrolíticas y metabólicasAnemiaInfecciosasDesnutriciónCardiovascularesCognitivasDigestivasMovilización precozFomento de la recuperación de actividades de la vida diariaEvaluación del posible riesgo social Planificación del alta del hospital de agudos 
Fin del postoperatorio, fase de recuperación funcional  Establecimiento de objetivos terapéuticos funcionalesGarantizar el acceso a un programa de rehabilitación si el paciente lo precisaSupervisar y ajustar el tratamiento médicoPrevención de caídas futurasTratamiento de fondo de la osteoporosisEvaluación de las ayudas sociales necesarias Planificación del alta 
Derivación del paciente a su ubicación posterior  DomicilioUnidad de media estanciaResidencia de ancianos 
MANEJO DE LOS PROBLEMAS CLÍNICOS MÁS FRECUENTES

Además de las enfermedades previas y de sus descompensaciones y complicaciones, existe una serie de problemas médicos que por su altísima frecuencia podemos considerar habituales tras una FC y que deben valorarse sistemáticamente en todos los pacientes. En este apartado se comentan 5 problemas que se presentan en más de la mitad de los pacientes con FC en fase aguda. No se tratan otros habitualmente asumidos por los especialistas en traumatología, como la profilaxis antibiótica o la prevención de la enfermedad tromboembólica.

Riesgo quirúrgico elevado

La valoración preoperatoria en pacientes con FC plantea varios retos. El primero de ellos es el de completar la anamnesis y la historia de la caída en pacientes frecuentemente portadores de demencia y confusión mental y a menudo procedente del medio residencial, con pocos o ningún familiar o acompañantes. La exploración física se ve dificultada por la postura de inmovilización en la cama. En tercer lugar, la indicación quirúrgica es evidente en la práctica totalidad de los casos, con lo que la valoración preoperatoria se dirige a la estratificación del riesgo anestésico-quirúrgico y a la preparación lo más rápida posible del paciente para la intervención mejorando posibles parámetros alterados como la insuficiencia respiratoria, cardíaca o renal, alteraciones hidroelectrolíticas, metabólicas, etc.

El riesgo quirúrgico suele estimarse mediante la clasificación de la escala American Society of Anesthesiologists (ASA) en 5 grados21,22. Esta clasificación posee un valor pronóstico, pero resulta inespecífica. Es útil complementarla con algún otro instrumento de evaluación del riesgo cardíaco en cirugía no cardíaca23,24, ya que la patología cardíaca, a veces no diagnosticada, es la causa del mayor riesgo quirúrgico que aumenta con la edad del paciente25. El riesgo quirúrgico es elevado en los pacientes con FC; del 40 al 75% está estratificado en un nivel ASA III o más7,9,26,27. Además, como grupo, comparten otros factores de riesgo de mortalidad postoperatoria en ancianos, como son la frecuente comorbilidad, la malnutrición y el alto porcentaje de institucionalización28.

Las complicaciones que más frecuentemente requieren una detección precoz y un tratamiento inmediato en el perioperatorio son las alteraciones electrolíticas (especialmente del sodio y potasio), la deshidratación, la anemia, las infecciones pulmonares y urinarias, y la patología cardíaca, sea ésta previa o de reciente diagnóstico. Los problemas médicos detectados deben seguirse durante el postoperatorio en la planta, tras el alta de la unidad de reanimación.

No existen dudas sobre la eficacia de la profilaxis tromboembólica en el perioperatorio de la cirugía de FC. Sin embargo, los pacientes que previamente seguían un tratamiento anticoagulante o antiagregante y que presentan una FC plantean varios problemas29-31, cuyo abordaje excede los propósitos de este trabajo.

Respecto al momento de la cirugía, parece razonable que el momento óptimo sea aquel lo más precoz posible en el que el paciente esté estabilizado, lo cual suele ocurrir en las primeras 24 a 48 h tras la fractura19,32-34. Varios estudios han mostrado que la cirugía precoz reduce la mortalidad tras la FC17,35,36, pero otros no han confirmado este hecho7,37,38. La lectura de los datos se complica cuando el aplazamiento quirúrgico se debe no a las condiciones del paciente, sino a problemas de programación de los quirófanos; en estos casos, sí se han encontrado incrementos de la mortalidad de los pacientes operados a partir del segundo y del tercer día39,40. Respecto a otros aspectos, la precocidad de la intervención se asocia con la reducción del dolor, con un menor número de complicaciones y con acortamiento de la estancia hospitalaria37,41-44.

Dolor

La aparición de dolor es uno de los signos de la fractura de un hueso largo hasta la reducción de ésta. Durante el postoperatorio es consecuencia de la lesión tisular quirúrgica y es variable según el tipo de intervención. Todos los pacientes con FC deben ser tratados con analgésicos en mayor o menor medida13. La presencia de dolor no controlado impide el descanso, empeora el estado de ánimo, reduce el apetito, retrasa la movilización, perjudica la recuperación funcional de los pacientes y prolonga la estancia hospitalaria12,29,45.

Aunque la percepción del dolor es variable en las distintas personas, su presencia es segura tras una FC y debe controlarse mediante una analgesia programada, dejando sólo "a demanda" las dosis de rescate que sean necesarias. En los pacientes con FC el dolor es infravalorado, en parte porque en las personas muy ancianas y en los portadores de demencia el personal sanitario suele subestimar la intensidad del dolor. En la tabla 3 se resumen algunas consideraciones para el tratamiento del dolor en pacientes con FC.

Tabla 3.

Aspectos que se deben considerar en el tratamiento del dolor preoperatorio y postoperatorio en el anciano con patología ortopédica. Modificado de Jim y Chung28 y Chin46

1. Barreras para un tratamiento correcto 
Ideas equivocadasLos ancianos perciben menos el dolor postoperatorioLos ancianos no toleran los mórficos 
Valoración inadecuadaDificultades de comunicación en pacientes con deterioro cognitivoConfundir la ausencia de dolor en reposo con la verdadera analgesia 
Falta de educación sanitariaTener miedo a la adicción incluso en tratamientos cortos (por pacientes y cuidadores)Considerar el dolor postoperatorio como un hecho normal e inevitable 
CarenciasDe consideración hacia el paciente ancianoDe formación del personal sanitarioDe organización del sistema asistencial 
2. Vías para optimizar el control del dolor 
ConsideracionesLas fracturas siempre duelen, la lesión tisular quirúrgica tambiénLa reducción de la fractura (tracción) aminora el dolorLa percepción del dolor es muy heterogénea entre personasEl dolor puede provocar delirio, inmovilidad, insomnio, anorexia, negativismo, sentimientos depresivos y miedo 
Objetivos según el momento de la enfermedadEn el preoperatorio el objetivo es proporcionar confortEn el postoperatorio el objetivo es restaurar la función 
Valoración sistemática del dolorEvaluación diaria y continuadaAcordar metas a alcanzar entre paciente-médico-enfermera-fisioterapeutaPercibir la intensidad del dolorCuantificar el alivio alcanzado con la pauta analgésica establecidaConsiderar que la intensidad será descendente en el tiempo (días o semanas)Evaluar la aparición de efectos adversos 
Pautar correctamente la analgesiaEstablecer pautas determinadas y prever dosis de rescateReprogramar la analgesia con la frecuencia necesaria 

La artroplastia de cadera está considerada como una intervención que provoca dolor "moderado" o intermedio y los analgésicos recomendados para su control (fuera del acto quirúrgico) son el paracetamol con o sin opiáceos débiles29,46. Como norma general, es preferible evitar los antiinflamatorios no esteroideos (AINE), por su mayor frecuencia de efectos secundarios en ancianos. Generalmente, se precisa la administración de analgesia por vía intravenosa durante los primeros días y la administración por vía oral se mantiene durante varias semanas. En nuestro medio suele tratarse con paracetamol, metamizol o tramadol, por vía oral o intravenosa. Se precisa de un ajuste diario del tipo y dosis de fármacos analgésicos y este tratamiento debe mantenerse en el momento del alta, hasta la progresiva desaparición del dolor, lo que constituye un hecho individual.

Anemia

La anemia en la FC se produce por dos mecanismos: el primero es la pérdida hemática aguda provocada por la propia fractura y por el acto quirúrgico. Respecto a la cuantía de las pérdidas, se ha estimado que pueden variar de 500 a 1.500 ml (el sangrado es menor en las fracturas intracapsulares)27,47,48. El segundo mecanismo es un estado similar al de anemia de procesos crónicos en el que existe una mala utilización del hierro, aun en presencia de depósitos normales de éste, provocada por el estrés quirúrgico47-49. Se manifiesta como deficiencia transitoria de utilización del hierro con elevación de reactantes de fase aguda y estas alteraciones se prolongan durante más de 4 semanas tras la intervención50.

Del total de pacientes con FC, del 40 al 46% presentan anemia al ingreso (preoperatoria)51-53 y esta cifra se eleva durante la hospitalización hasta alcanzar al 90% de los casos9,53. Muchos de los pacientes son transfundidos (del 30 al 60%)13,53-56, generalmente tras la intervención, pero a pesar de ello en casi todos persiste la anemia en el momento del alta (del 75 al 90% de los pacientes)9,57. La media de unidades de hematíes transfundidas está cerca de 2,5 por paciente53,56. Algunos estudios (pero no todos) han encontrado una asociación entre cifras bajas de hemoglobina y un peor resultado funcional, incremento de la mortalidad, prolongación de la estancia hospitalaria y mayor número de reingresos26,27,51-53,57,58.

La anemia en la FC presenta al menos tres interrogantes. El primero de ellos es delimitar si un cierto grado de la anemia que presentan los pacientes se debe a anemia crónica preexistente. Este supuesto exige un estudio analítico en el momento del ingreso.

El segundo interrogante es el de "cuándo y cuánto" transfundir, pues el objetivo a corto plazo es asegurar la capacidad suficiente de transporte de oxígeno a los tejidos. En primer lugar, es preciso mantener la volemia, mediante la infusión de cristaloides (generalmente, suero fisiológico) o coloides. Además de esto, a menudo se precisa transfundir hematíes, de los que cada unidad puede elevar la hemoglobina del paciente en 1 a 1,5 g/dl59,60. El principal predictor de la necesidad de transfusión es la cifra de hemoglobina al ingreso, pues los pacientes que presenten cifras superiores a 12 g/dl tienen menos probabilidad de precisar transfusión54,61. No existen cifras estandarizadas de hemoglobina o hematocrito que establezcan la indicación de transfusión en todos los casos, por lo que la decisión debe ser individualizada, considerando los síntomas del paciente y la estimación de las pérdidas. Sin embargo, en las guías de transfusión suelen marcarse unas pautas generales que pueden orientar al clínico60,62,63. En el extremo superior, no suele ser necesario transfundir hematíes a pacientes con cifras de hemoglobina superiores a 10 g/dl. En el extremo inferior, los pacientes ancianos pueden tolerar mal los valores de hemoglobina inferiores a 8 g/dl, por lo que se recomienda transfundir para alcanzar cifras por encima de ese valor27. En pacientes mayores de 70 años, con antecedentes o con aparición reciente de problemas cardíacos, respiratorios, neurológicos o cognitivos, o con inestabilidad hemodinámica, es conveniente transfundir hematíes para alcanzar niveles de hemoglobina superiores a 10 g/dl. Los mismos parámetros se recomiendan durante el período perioperatorio, en el que debe prestarse especial atención a la cuantificación de las pérdidas y, nuevamente, al mantenimiento de la volemia.

El tercer interrogante, todavía no resuelto, se plantea a la hora de decidir la instauración de otros tratamientos. En teoría, el componente de pérdida hemática intensa precisaría del aporte de hierro exógeno, pero la presencia de la mala utilización del hierro que acompaña a las intervenciones quirúrgicas haría ineficaz esta medida50,64. Algunos protocolos recomiendan el uso de hierro oral en pacientes con valores de anemia intermedios, por ejemplo con cifras de hemoglobina entre 8,6 y 10 g/dl65. Sin embargo, la administración de hierro oral en pacientes sometidos a artroplastia de cadera y con depósitos de hierro normales no ha mostrado beneficios en la recuperación de las cifras de hemoglobina en las primeras 10 semanas tras la intervención66-68. Es posible que la perfusión de hierro por vía intravenosa, con o sin la adición de eritropoyetina, reduzca el número de transfusiones a los pacientes, pero no se ha demostrado que eleve las cifras de hemoglobina entre 1 y 6 semanas49,69,70.

Delirio

El delirio o síndrome confusional agudo es una de las complicaciones más frecuentes de la FC. Se presenta entre el 25 y el 60% de los pacientes durante el ingreso3,71-79 y a menudo se manifiesta antes de la cirugía80,81.

El delirio es más frecuente en los ancianos con FC que padecen demencia o algún grado de deterioro cognitivo previo; de hecho, este deterioro previo es el factor predictivo más potente de su aparición71-73,79-84. La edad muy avanzada y el deterioro funcional previo también se encuentran como antecedentes en diferentes trabajos77,79,81,82,85. En tercer lugar aparecen otros factores predictivos menos constantes, como la elevada comorbilidad, la anemia o la uremia preoperatorias, el dolor intenso, las alteraciones en la presión arterial o en los valores de sodio en sangre, la insuficiencia cardíaca, haber presentado enfermedades neurológicas, el riesgo quirúrgico ASA>II, haber presentado delirio previamente, presentar depresión, el uso de fármacos anticolinérgicos, un tiempo de espera prolongado hasta la intervención quirúrgica o el nivel educativo bajo77,78,80,82-84,86-88. Es probable que la etiología más habitual sea de carácter multifactorial87.

Las consecuencias que provoca el delirio en los pacientes con FC son variadas. Entre ellas se han descrito la aparición de un mayor número de complicaciones, el incremento de deterioro funcional con incapacidad para caminar, mayor frecuencia de deterioro cognitivo y demencia, la prolongación de la estancia hospitalaria, mayor frecuencia de institucionalización y mayor mortalidad10,72,73,79,82,84,89-91. El delirio severo y el hiperactivo tienen peor pronóstico que el leve y el hipoactivo92.

El manejo de este problema incluye el correcto tratamiento de la fractura y sus complicaciones, el control del dolor, procurar un descanso reparador, el acortamiento al mínimo posible del tiempo de inmovilización, la presencia de personas allegadas y objetos conocidos y, cuando son necesarios, el uso de neurolépticos o benzodiacepinas93,94. Algunas alteraciones precipitantes de delirio que son potencialmente modificables en estos pacientes son las alteraciones electrolíticas y metabólicas, la toxicidad medicamentosa, las infecciones y la baja perfusión cerebral17. En la tabla 4 se presentan algunas medidas que han demostrado reducir la incidencia del delirio en pacientes con FC. Los neurolépticos son necesarios en casi la mitad de los ingresos13. Entre éstos, el haloperidol facilita la dosificación por su posibilidad de administración subcutánea o intramuscular (inicio de acción a los 20 a 40 min) y el período de administración no suele ser tan largo como para provocar efectos adversos. Habitualmente son suficientes dosis muy bajas (0,5 a 1 mg cada 8 o 12 h por vía oral). En un estudio en que fue prescrito a dosis bajas de forma preventiva en pacientes ingresados por FC fue útil para reducir la intensidad y duración del delirio, aunque no su incidencia97. La risperidona en dosis bajas (0,5 a 1 mg cada 12 h por vía oral) es una alternativa también de primera línea93, especialmente en pacientes con patología extrapiramidal o en los que precisan un tratamiento más prolongado. Habitualmente, sólo se necesitan dosis bajas, por lo que la presentación en solución es la preferida al permitir una posología individualizada.

Tabla 4.

Medidas que han demostrado reducir la incidencia, la gravedad y/o la duración del delirio en fracturas de cadera en diferentes trabajos75,94-966

Medidas asistencialesValoración geriátrica preoperatoria y postoperatoriaCribado sistemático del delirioFormación adecuada del personal de enfermería sobre delirioPosibilidad de consultar a profesionales especializadosProgramación de la cirugía de forma precoz tras la fracturaMovilización y rehabilitación tempranas 
Mejoras de la relación con el entornoFacilitar el uso de gafas y audífonosProvisión de reloj y calendarioPosibilitar el uso de receptor de radio y/o televisiónPermitir una luz suave durante la noche 
Medidas terapéuticas generalesOxigenoterapia perioperatoriaUso de un protocolo de control del dolorPrevención y control de la hipotensión perioperatoriaTratamiento de las complicaciones postoperatoriasControl de las alteraciones hidroelectrolíticasRegulación del ritmo intestinalAdecuada ingesta nutricionalEliminación de medicación innecesaria 
Medidas terapéuticas específicasPrescripción de neurolépticos en el delirio agitado 
Desnutrición

Los pacientes con FC en fase aguda deben considerarse como un grupo en alto riesgo de malnutrición98. En el momento del ingreso, entre el 30 y el 80% de ellos (en función de los criterios utilizados para el diagnóstico) son portadores de una malnutrición proteínica o calórica3,9,99-102. Estas cifras son superiores a las de los pacientes hospitalizados por otros motivos103. Además, su estado nutricional empeora progresivamente durante el ingreso, a causa de un aumento de las necesidades energéticas respecto a la situación basal (incremento aproximado de un tercio en un paciente hospitalizado, en general) y a una ingesta insuficiente, bien documentada en este grupo de pacientes104-112.

La malnutrición en pacientes con FC se asocia a un mayor retraso quirúrgico, con un peor resultado funcional, con prolongación de la estancia hospitalaria aguda y subaguda, mayor frecuencia de complicaciones y mayor mortalidad a corto y largo plazo41,99,101,102,104,113-117.

Esta situación ha conducido a estudiar el beneficio que puede aportar la suplementación dietética en los pacientes ancianos con FC. Los resultados de diferentes trabajos han mostrado que la intervención nutricional puede aportar algunos beneficios, como limitar la pérdida de peso, mejorar los parámetros bioquímicos, reducir la pérdida ósea, mejorar la supervivencia, reducir las complicaciones y acortar la estancia hospitalaria aguda y subaguda109,110,112,118-125. Algunos estudios atribuyen el principal beneficio al contenido proteico del suplemento121,124,126. La falta de cumplimiento terapéutico (rechazo de los suplementos o ingesta incompleta de éstos ) probablemente limita la efectividad de este tratamiento. Existe una excelente revisión sobre el tema recientemente publicada en esta Revista122.

Los resultados de los estudios de eficacia de la intervención nutricional no son uniformes en varios aspectos, entre ellos en la mejora de la recuperación funcional. La revisión Cochrane de 2006 sobre este tema considera débiles las evidencias existentes para recomendar el uso sistemático de suplementos nutricionales en estos pacientes127. Por su parte, la Sociedad Europea de Nutrición Clínica y Metabolismo (ESPEN), en sus líneas guía sobre nutrición enteral en Geriatría de 2006, reconoce que la ingesta oral habitual suele ser insuficiente para reponer el aumento de los requerimientos que se producen tras una FC y una intervención ortopédica y basándose en ello esta sociedad establece el aporte de suplementos orales con una recomendación de grado A128. Las líneas guía de Nueva Zelanda y el documento sobre fracturas por fragilidad de la British Orthopaedic Association se pronuncian en esta misma línea29,32.

La prescripción de suplementos nutricionales, en general, produce más beneficios que perjuicios, especialmente en los pacientes que presentan hipoproteinemia y que se encuentran en una situación de hipercatabolismo. En nuestro medio reciben suplementos dos tercios de los pacientes con FC en fase aguda13.

MOVILIZACIÓN TEMPRANA DEL PACIENTE Y PLANIFICACIÓN DEL ALTA

La mayoría de los pacientes, terminada la fase aguda de tratamiento de la FC, precisan mayores grados de asistencia sanitaria (generalmente, rehabilitación) y social que antes de la FC. No hay que olvidar que la mayoría de ellos deambulaban previamente y que el objetivo es recuperar esa función, aunque no siempre se logre. Tras presentar la FC, en los mejores casos, recuperarán su grado previo de función, el 36% a los 3 meses de la fractura y el 80% al año129. El objetivo de volver al domicilio puede darse en el 49% en el momento del alta130,131 o hasta el 65-80% al año132,133. La planificación del nivel asistencial al alta forma parte de la continuidad de cuidados y es una de las aportaciones del equipo de geriatría a estos pacientes134.

Del total de factores predictivos de recuperación funcional tras una FC129, muy pocos son modificables en el momento del ingreso; concretamente la atención por especialistas en geriatría, la realización de fisioterapia precoz, la reducción de las complicaciones, el control del dolor, la prevención del delirio y no prolongar la estancia.

En la fase aguda de la FC es esencial la movilización del paciente tan pronto como sea posible, idealmente en las primeras 24 a 48 h tras la intervención quirúrgica17,29,32,33. Debe intentarse alcanzar el mayor grado de recuperación funcional, siempre que el estado basal del paciente lo justifique y que éste se encuentre en condiciones de colaborar en un programa de rehabilitación activo. El tiempo desde la intervención quirúrgica hasta el inicio de la carga parece depender más de las actitudes de los médicos que de las características de los pacientes y sus fracturas135. La deambulación precoz se ha encontrado asociada a una reducción de la estancia hospitalaria, mayor supervivencia a los 6 meses y más probabilidad de volver a la comunidad y, por el contrario, un retraso en la deambulación se ha asociado con la aparición de complicaciones como neumonía y delirio42,135.

En la planificación de los recursos posteriores a la hospitalización aguda debe considerarse el modo de ofrecer al paciente los medios para su mayor nivel de recuperación posible y para ello pueden aplicarse los criterios de derivación propuestos para los pacientes geriátricos en general33,134. Las posibilidades de derivación a unidades de media estancia, residencias de ancianos con o sin rehabilitación, domicilio u otros niveles dependen no sólo de las características del paciente, sino también de la disponibilidad de recursos locales.

Varios trabajos han identificado diferentes subgrupos de pacientes operados de FC en los que, en función de sus características, puede predecirse el curso clínico131,136,137. Gracias a estos estudios se puede objetivar la heterogeneidad observada en la clínica. En un extremo existen pacientes más jóvenes, con buena capacidad funcional y mental, y el apoyo social suficiente como para reintegrarse enseguida a su domicilio previo y continuar allí su recuperación de forma espontánea. En el extremo contrario se encuentran los pacientes muy viejos con deterioro funcional y cognitivo previo, que presentan grandes dificultades en su recuperación y a menudo precisan institucionalización. En el más reciente de estos trabajos138, que incluye a cerca de 2.700 pacientes, se los clasifica en 7 grupos pronósticos en función de la edad (menores de 75 años, entre 75 y 84 años y mayores de 84 años), de su independencia o dependencia para 4 actividades de la vida diaria y de la presencia o no de demencia (sólo entre los mayores de 84 años) y se predice el resultado en términos de mortalidad y recuperación de la marcha a los 6 meses. Este tipo de esquemas deberá facilitar la programación de la asistencia adaptando los recursos más adecuados a las necesidades de cada grupo, pues no existe uno solo sino varios tipos de pacientes geriátricos con FC.

El interesante aspecto de la rehabilitación de los pacientes con FC no se trata aquí por razones de espacio y porque, aunque comienza en la fase aguda, la mayor parte se produce en una fase posterior132,139-141.

GRUPOS DE PACIENTES CON CIRCUNSTANCIAS ESPECIALESPacientes con demencia

Los ancianos portadores de demencia presentan mayor frecuencia de osteoporosis y de caídas que los no dementes y tienen un riesgo 2 a 3 veces mayor de padecer FC que éstos142,143. La frecuencia de deterioro cognitivo o demencia en las series de pacientes ingresados por FC oscila entre el 20 y el 40%7,8,53,74.

Este grupo de pacientes es diferente porque presentan previamente mayor dependencia en las actividades de la vida diaria, peor capacidad de deambulación, mayor frecuencia de comorbilidad y menor capacidad de vivir de forma independiente144. Durante el ingreso, presentan mayor riesgo de desnutrición a causa de una ingesta especialmente escasa145.

No existen motivos por los que los pacientes con demencia deban ser tratados de forma diferente. Parece que su respuesta a la rehabilitación tras la FC, en términos de recuperar la deambulación y de volver a su domicilio previo, es aceptablemente buena5,139,146,147, con mejores resultados si reciben la rehabilitación en un entorno geriátrico especializado148. Sin embargo, otros trabajos muestran una relación entre la presencia de demencia (especialmente si es severa) y peor pronóstico funcional (peor capacidad de deambulación) tras la FC41,144,149-151.

Cuando se ajustan los datos en función de la situación basal de los pacientes, algunos autores han encontrado que el nivel de deambulación previo se muestra como mejor predictor del resultado, es decir, los pacientes que caminaban de forma autónoma se recuperan mejor, independientemente de su situación cognitiva152, pero estos hallazgos no son uniformes en todos los estudios41. En los pacientes con demencia severa los resultados son más impredecibles.

Por último, la presencia de demencia se asocia con mayor probabilidad de ser trasladado a una residencia al alta41 y con mayor mortalidad durante el primer año tras la FC144,153.

Pacientes con fractura de cadera y residencias

La relación entre la FC y las residencias de ancianos es bidireccional. Por un lado, la probabilidad de presentar una FC en los ancianos que viven en una residencia es del doble al triple que la de los que viven en la comunidad16,154-156. En diferentes series españolas y extranjeras de pacientes hospitalizados por FC, procede de residencias entre el 17 y el 40% de los casos6,7,9,16,27,74,131,157-163. Estos pacientes procedentes de residencias ingresan con más enfermedades y toman más medicamentos, presentan desnutrición, demencia y déficit sensoriales con mayor frecuencia y tienen mayor probabilidad de muerte precoz tras la fractura que los procedentes de su domicilio59,79,145,164.

Por otro lado, la probabilidad de ingresar en una residencia aumenta para las personas que han sufrido una FC al comparar con controles sin fractura. Se han descrito algunas circunstancias que se asocian con el traslado a residencias, como son el deterioro en la movilidad, la dependencia en las actividades de la vida diaria, la presencia de complicaciones postoperatorias, el número de enfermedades concomitantes y carecer de cuidadores en el domicilio6,154,165-167. Por último, los pacientes que ingresan en una residencia tras el alta por una FC muestran un incremento significativo de costes asistenciales respecto a los que son atendidos en la comunidad165.

Edad muy avanzada

Teniendo en cuenta que la edad media de producción de la FC es ya superior a los 80 años, no es extraño encontrar entre ellos gran número de pacientes con 90 y más años. Diferentes trabajos que han estudiado al subgrupo de pacientes muy ancianos muestran que se trata de enfermos con un peor estado funcional basal y con peor capacidad de deambulación previa, con mayor número de enfermedades concomitantes y que viven solos más frecuentemente168-170. En la hospitalización presentan más frecuencia de deterioro cognitivo, depresión, malnutrición y dolor asociado a la FC, mayores necesidades de transfusión de hematíes y mayor número de complicaciones42,56,169. Algunas series encuentran una estancia hospitalaria más prolongada y mayor probabilidad de ser ingresado en una residencia, pero otras no confirman estas tendencias ni tampoco encuentran un incremento de deterioro funcional tras la FC137,166,168-170. El tiempo necesario para la rehabilitación de estos pacientes es más prolongado y los resultados pueden ser peores en ellos que en ancianos más jóvenes169,170.

Cuando se los compara con personas muy ancianas que no han presentado una FC, parece que el grupo de fracturados con más frecuencia viven solos, padecen demencia y tienen peor estado de nutrición. Como consecuencia de la fractura, presentan un peor estado funcional y necesitan más frecuentemente ingresar en residencias171.

A pesar de estos resultados, aparentemente precarios, la visión de su situación se torna un poco más optimista si se considera que entre el 40 y el 60% recupera el grado previo de independencia en las actividades de la vida diaria y entre el 45 y el 63%, la capacidad de deambulación previa168,172, aunque no en todos los estudios173,174. Por último, entre el 44 y el 88% son capaces de volver a su ubicación previa172,173,175,176. Como es lógico, la mortalidad es mayor en los grupos de mayor edad164,168,170,174,176.

TEMAS PENDIENTES DE MEJORA

Los problemas asistenciales de los pacientes con FC no están resueltos, ni siquiera en vías de resolución. Existen aspectos muy susceptibles de mejora que interesan a los pacientes y a los profesionales implicados y sobre los que existe un relativo vacío de información que será necesario investigar para conocer e implementar medidas correctoras12,177.

Mejora continua de la asistencia en la fase aguda

El primer aspecto radica en la mejora continua de la asistencia a la fase aguda de la fractura. Constituyen temas pendientes en muchos hospitales la programación quirúrgica temprana, el correcto tratamiento del dolor, la posibilidad de consulta a geriatría, el acceso sistemático y precoz a rehabilitación y la reducción de la mortalidad inicial. Todos estos aspectos mantienen diferencias entre hospitales que muestran una variabilidad difícil de justificar.

Reducción de la mortalidad

El hecho de padecer una FC aumenta de forma significativa la probabilidad de muerte, por causas mal conocidas. Aunque las cifras de mortalidad son contenidas durante la fase aguda (entre el 5 y el 7% de los pacientes), se elevan mucho durante los meses posteriores a la fractura y alcanzan el 20 al 30% al año de seguimiento2,4,11,36,39,130,131,139,154,162,165,178-183. Esta tasa es el doble de la encontrada en las personas de la misma edad154,184-187. Padecer una FC acorta en un 25% la expectativa de vida (entre 2 y 4 años)165,184.

Se ha descrito una serie de factores asociados a mayor mortalidad. Entre ellos figuran la edad avanzada (mayor de 80 o de 85 años), el sexo masculino, el deterioro funcional previo o posterior a la FC, el deterioro cognitivo previo o en el ingreso, el delirio durante la hospitalización, la localización extracapsular de la fractura, enfermedad cardiovascular, otras enfermedades (insuficiencia renal, cirrosis), el número de enfermedades concomitantes, las complicaciones como la obstrucción intestinal, la neumonía, la malnutrición y la deshidratación, el tratamiento conservador (no quirúrgico), la demora quirúrgica y, por último, vivir en una residencia de ancianos antes o después de la FC6,38,115,131,144,154,164,165,179,182-184,188-193.

También parece que pueden existir importantes diferencias en la mortalidad en función del hospital en el que ingrese el paciente; diferencias que pueden oscilar entre el 5 y el 24% a los 3 meses según un estudio inglés188 o entre el 13 y el 25% a los 6 meses en un estudio italiano38.

Las causas de muerte más frecuentes en la fase aguda son la insuficiencia cardíaca y la infección respiratoria193. Sin embargo, la relación causal entre la fractura y el fallecimiento está aún menos clara en la mortalidad tardía, ya que las principales causas de muerte en estos pacientes son similares a las de la población de su edad (enfermedad cardíaca, enfermedad cerebrovascular, cáncer) y en muy pocos casos la causa reside en la propia fractura184. Los estudios que analizan este punto encuentran que el porcentaje de las muertes relacionadas con la fractura es tan sólo del 8% a los 6 meses, el 17% al año, el 4% a los 3 años y el 9,5% a los 5 años10,37,153,184. Sin embargo, recientemente se ha descrito que el tratamiento de la osteoporosis puede reducir la mortalidad194.

Estos hechos muestran el vacío actual de conocimientos sobre este punto y han conducido a elaborar dos hipótesis no contrapuestas. La primera es que las FC tienen su mayor incidencia en ancianos con un peor estado de salud previo154,190 y que, como consecuencia, presentan mayores tasas de mortalidad. La segunda es que dentro del grupo de personas que presentan una FC, la mayor mortalidad ocurre en un subgrupo de pacientes con estado precario de salud10. Es importante continuar investigando, pues hasta no conocer las causas de la mayor mortalidad en los pacientes con FC no será posible plantear medidas eficaces para su control.

Mejora del pronóstico funcional

En tercer lugar, está la necesidad de mejorar el pronóstico funcional. Presentar una FC provoca, entre los supervivientes, un deterioro en la capacidad de deambulación y un incremento importante en la dependencia para las actividades de la vida diaria129,165,185.

Existen más de 30 factores diferentes descritos en múltiples estudios como predictivos del pronóstico funcional a corto y largo plazo en pacientes con FC129. Estos factores pueden clasificarse en 6 categorías: factores demográficos, clínicos, funcionales, mentales, sociales y asistenciales. Por desgracia, la mayoría de ellos no son modificables en el momento de la fractura, pero existen algunos sobre los que sí es posible realizar intervenciones. Entre éstos figuran la prevención de complicaciones postoperatorias, el control del dolor, la conservación de la fuerza muscular, la prevención y el tratamiento del delirio, corregir la malnutrición, el seguimiento médico por equipos consultores geriátricos y realizar fisioterapia precoz desde la fase aguda. No existe ningún estudio que haya incluido el análisis simultáneo de todos los posibles factores descritos, por lo que se desconoce la importancia relativa de cada uno de ellos sobre el resultado funcional final de los pacientes.

Tampoco se sabe mucho de la repercusión de la FC en la pérdida de autonomía en otras actividades de la vida diaria diferentes de la deambulación. Lo que sí es conocido es que los pacientes que permanecen con déficit en actividades de la vida diaria tras una FC tienen peor pronóstico, ingresan más frecuentemente en residencias y presentan mayor mortalidad posteriormente a la fractura165.

Necesidad de recursos y de su uso eficiente

Respecto a la pertinencia de la asistencia ortogeriátrica en la fase aguda, no se trata ya de responder a la pregunta de si ésta es útil, sino de encontrar qué sistema de tratamiento conjunto es el más adecuado a cada lugar y en qué momento debe aplicarse12,29. La atención integral actual a estos pacientes en nuestro medio es, en general, inexistente o rudimentaria. No se han estimado las necesidades de recursos asistenciales durante el ingreso y tras el alta de estos pacientes; en muchos hospitales ni siquiera se han previsto los mínimos necesarios, por lo que la carga de cuidados que esta afección genera corre el riesgo de recaer de forma inadecuada sobre los servicios sociales y la atención informal a causa de una deficiente planificación y ejecución de la necesaria asistencia sanitaria.

Se identifican áreas susceptibles de mejora al menos en: a) la implementación de recursos especializados en la fase aguda, b) la provisión de grados de recuperación funcional y de atención social en la fase subaguda, y c) la coordinación entre los entornos sanitarios y sociales.

Sobre la base de criterios de eficacia y eficiencia, la geriatría tiene en su haber la demostración de su idoneidad en la aplicación de los contenidos de la especialidad a los pacientes con FC durante su fase aguda y en el momento de la planificación de la fase subaguda. Los contenidos teóricos y la aplicación práctica son ya de la suficiente magnitud como para recomendar la implantación de los sistemas de atención ortogeriátrica en todos los hospitales que ingresen pacientes ancianos con FC.

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