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Revista Colombiana de Psiquiatría La fenomenología en la psiquiatría contemporánea
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Vol. 53. Núm. 3.
Páginas 218 (Julio - Septiembre 2024)
Vol. 53. Núm. 3.
Páginas 218 (Julio - Septiembre 2024)
Editorial
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La fenomenología en la psiquiatría contemporánea
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Hernando Santamaría-García
Editor director de la Revista Colombiana de Psiquiatría, Pontificia Universidad Javeriana
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La psiquiatría ha redescubierto el valor de los enfoques fenomenológicos, retomando una tradición que autores como Karl Jaspers ya exploraron. Este resurgimiento está siendo impulsado por iniciativas como el Ontology of Phenomenological Psychopathology (OPheP), que busca desarrollar una taxonomía más refinada para entender las estructuras de la subjetividad vivida por los pacientes. Este enfoque, basado en la fenomenología, no solo aborda las experiencias subjetivas de los pacientes desde una perspectiva clínica, sino que se esfuerza por crear un lenguaje común que permita describir las experiencias humanas a través de categorías semánticas identificables y generalizables.

Los enfoques fenomenológicos ofrecen una comprensión más profunda de las estructuras que definen la subjetividad humana, vitales para el bienestar y las alteraciones en las condiciones psiquiátricas. Entre los dominios fenomenológicos más relevantes se encuentran la espacialidad (cómo las personas perciben el espacio que las rodea y cómo esto afecta su sentido de sí mismas y su interacción con el entorno); la intersubjetividad (la manera en que los individuos se relacionan y conectan con los demás, y cómo esos vínculos moldean el sentido de pertenencia o desconexión); el embodiment (o cuerpo vivido, que la experiencia del cuerpo como algo más que una entidad física; se entiende como el medio por el cual las personas habitan el mundo, afectando su identidad y su interacción con los demás); la temporalidad (esto es la percepción subjetiva del tiempo. En trastornos como la depresión mayor, la temporalidad se altera, afectando profundamente el sentido de futuro, agencia y propósito); o el self (el sentido de unidad de uno mismo en relación con el mundo y los demás. En condiciones como la esquizofrenia, el self puede fragmentarse, lo que afecta el control y la agencia).

Estos dominios no son meras construcciones teóricas, sino que tienen implicaciones clínicas directas. Articular estas experiencias fenomenológicas con los informes subjetivos de los pacientes permite una comprensión más matizada y personalizada de sus vivencias. Las sensaciones de bienestar, propósito, agencia o malestar no son simples categorías clínicas, sino manifestaciones de estructuras más profundas de la experiencia humana.

Un ejemplo concreto del impacto de estos dominios es la temporalidad. En individuos sin enfermedades, el tiempo se percibe de manera continua, lo que facilita la planificación y el establecimiento de metas a futuro. En personas con depresión mayor, sin embargo, este sentido de continuidad se rompe; el futuro se convierte en un horizonte vacío o lleno de desesperanza. Esta distorsión temporal afecta no solo la capacidad de planificar, sino también el sentido de propósito y la agencia personal.

En el caso de la esquizofrenia, la intersubjetividad se ve comprometida. El paciente puede experimentar a los demás como figuras distantes o alienantes, lo que afecta su capacidad de establecer conexiones significativas y su sentido de pertenencia. Esta disociación de la experiencia relacional también puede fragmentar el self, generando una sensación de falta de control sobre su mundo.

El dominio del embodiment también resulta crucial en la manera en que las personas habitan y perciben su cuerpo. En trastornos como la anorexia, la relación con el cuerpo cambia drásticamente. El cuerpo ya no es un vehículo de acción, sino un objeto de control y rechazo. Este desajuste en la experiencia del cuerpo afecta no solo la salud física, sino también la identidad personal, las relaciones interpersonales y el sentido de límites corporales.

El interés actual en estos enfoques fenomenológicos ha abierto un espacio fértil para su integración con la neurociencia, tal como lo sugirió Francisco Varela con su concepto de neurofenomenología. Este enfoque propone un análisis que vincula las experiencias subjetivas con procesos biológicos, sociales y contextuales, lo que permite desarrollar diagnósticos e intervenciones más precisas y personalizadas. La neurofenomenología, al integrar lo subjetivo con lo biológico, permite una comprensión más completa del ser humano. No solo se centra en los síntomas, sino en cómo las estructuras profundas de la experiencia afectan la vida cotidiana de los pacientes y, por tanto, su bienestar.

La búsqueda de un marco que articule los dominios fenomenológicos con los avances en neurociencia es clave para una psiquiatría más humana e individualizada. Al comprender cómo los pacientes experimentan el mundo en términos de significado, agencia y coherencia, podemos diseñar intervenciones más adaptadas a sus necesidades. No se trata únicamente de tratar los síntomas superficiales, sino de abordar las raíces del sufrimiento humano.

En resumen, el resurgimiento de la fenomenología en la psiquiatría ofrece una perspectiva más rica del ser humano. Al integrar los enfoques fenomenológicos con los avances científicos de la psiquiatría contemporánea, no solo mejoramos los diagnósticos, sino que también diseñamos tratamientos más alineados con la experiencia subjetiva y única de cada paciente.

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