el trastorno bipolar presenta manifestaciones clínicas heterogéneas que complican su diagnóstico y tratamiento. Pese a la disponibilidad de guías basadas en la evidencia, su aplicación es limitada. Este estudio analiza los enfoques clínicos y terapéuticos, adoptados por profesionales implicados en su manejo en España.
Métodosse realizó una encuesta autoaplicada, anónima y voluntaria de 50 ítems a 83 psiquiatras. Se abordaron aspectos diagnósticos, clínicos y terapéuticos.
Resultadosel 90% de los psiquiatras afirmaba seguir las guías clínicas, pero priorizaban su experiencia personal a la hora de elegir el tratamiento. El 46% no utilizaba nunca escalas psicométricas. Los episodios mixtos eran considerados los más difíciles de tratar y los depresivos, los de mayor impacto funcional. El litio era el estabilizador más usado en trastorno bipolar tipo I y los antipsicóticos en el II. El 42% evitaba prescribir litio en mayores de 65 años. El 30% prescribía valproato a mujeres en edad fértil. La quetiapina era el antipsicótico más utilizado en mantenimiento y depresión bipolar. La confianza en la adherencia terapéutica era baja. La terapia electroconvulsiva era considerada una alternativa eficaz por el 48% y la estimulación magnética transcraneal por el 11%. Casi la mitad no percibía un impacto significativo de las campañas de prevención del suicidio y reducción del estigma.
Conclusionesel estudio pone de manifiesto consensos y discrepancias en el abordaje del trastorno bipolar, evidenciando variabilidad en los patrones de prescripción. Asimismo, destaca la relevancia de la formación continua y la necesidad de fomentar una mayor adherencia a las guías clínicas.
Bipolar disorder is characterized by heterogeneous clinical manifestations, which complicate its diagnosis and treatment. Despite the availability of evidence-based guidelines, their application is limited. This study analyzes the clinical and therapeutic approaches adopted by professionals involved in its management in Spain.
MethodsA 50-item, anonymous and voluntary self-administered survey of 83 psychiatrists was carried out. Diagnostic, clinical and therapeutic aspects were addressed.
Results90% of the psychiatrists stated that they followed clinical guidelines, but gave priority to their personal experience when choosing the treatment. Forty-six percent never used psychometric scales. Mixed episodes were considered the most difficult to treat and depressive episodes were considered to have the greatest functional impact. Lithium was the most commonly used stabilizer in type I bipolar disorder, and antipsychotics in type II. Forty-two percent avoided prescribing lithium in patients over 65 years of age. Valproate was prescribed to women of childbearing age by 30%. Quetiapine was the most commonly used antipsychotic in maintenance and bipolar depression. Confidence in therapeutic adherence was low. Electroconvulsive therapy was considered an effective alternative by 48% and transcranial magnetic stimulation by 11%. Almost half did not perceive a significant impact of suicide prevention and stigma reduction campaigns.
ConclusionsThe study highlights consensus and discrepancies in the approach to bipolar disorder, evidencing variability in prescription patterns. It highlights the relevance of continuous training and the need to promote greater adherence to clinical guidelines.








