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Vol. 20. Núm. 5.
Páginas 132-139 (Mayo 2001)
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Tratamiento fitoterapéutico de la obesidad
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Mª TRÁNSITO LÓPEZ LUENGOa
a Farmacéutica
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La obesidad es una enfermedad metabólica, crónica, de larga evolución, que cada vez es más frecuente en los países desarrollados, constituyendo en la actualidad un importante problema de salud pública con repercusiones tanto físicas como psicológicas, sociales y económicas. En el presente trabajo se analizan los tratamientos fitoterapéuticos de la obesidad, con especial atención a las drogas que contienen fibras, gomas y mucílagos, las que actúan sobre el metabolismo lipídico y las de efecto diurético.

La obesidad es una enfermedad metabólica caracterizada por un aumento de peso debido al exceso de grasa corporal, no considerándose como tal el aumento de peso debido a un aumento de masa muscular o a una retención de líquidos.

Se trata de una enfermedad crónica que cada vez es más frecuente en los países industrializados. Su prevalencia es mayor en los colectivos con menor nivel de educación y en los grupos de renta baja, en ambos casos de manera más acusada en las mujeres. Hasta los 35 años de edad la obesidad es más frecuente en los varones, pero a partir de esa edad es mayor en las mujeres y de forma predominante en aquellas con mayor número de hijos.

Al sobrepeso u obesidad no se llega de la noche a la mañana, sino que es un proceso largo, de años, debido principalmente a unos hábitos alimentarios inadecuados que conducen a ingerir más calorías de las que el organismo necesita para sus actividades habituales; o lo que es lo mismo, se produce un desequilibrio entre el aporte calórico y el gasto energético. El estado de equilibrio se establece de forma individual para cada persona, según sean sus necesidades y las características de su metabolismo. Este equilibrio se puede romper por un exceso de aporte, por un gasto insuficiente o por los dos factores a la vez.

Además de la dieta, en la aparición de obesidad pueden influir tanto factores exógenos (psíquicos, sociales) como endógenos (genéticos, hormonales, neurológicos). Tanto el sobrepeso como la obesi dad constituyen un factor de riesgo importante para otras patologías como accidentes vasculares, hipertensión arterial, algunos tipos de diabetes, hiperlipidemias, artrosis, varices, problemas respiratorios, algunos tipos de cáncer, etc. Además, muchas veces la obesidad conlleva una pérdida de autoestima debido a una imagen física poco atractiva, lo que puede provocar serios problemas psicológicos a la persona que la padece.

Aunque toda persona con exceso de peso es consciente de ello, existen diversas fórmulas para determinarlo. La fórmula más utilizada es el denominado índice de masa corporal (IMC) que relaciona el peso y la talla al cuadrado: el peso (en kg) dividido por la talla (en metros) al cuadrado. Este cálculo es sencillo y se interpreta según el valor que se obtiene. Así, si el valor obtenido está entre 20 y 25 puede considerarse un peso aceptable, si está entre 25 y 30 indica que existe sobrepeso, cuando es superior a 30 se dice que hay obesidad y, si es superior a 40 se trata de una obesidad grave (obesidad mórbida).

Un aspecto muy importante predictor de complicaciones derivadas de la obesidad es el patrón de distribución de la grasa en el cuerpo. Se ha demostrado que la localización de la grasa representa un mayor riesgo para la salud que la cantidad absoluta de tejido graso. Así, se habla de dos patrones de distribución distintos o de dos tipos de obesidad:

­ Obesidad androide o central. El exceso de grasas se localiza de forma preferente en la cara, el tórax y el abdomen, siendo el índice cintura-cadera mayor a 1. Se asocia a un mayor riesgo de cardiopatía isquémica y, en general, con dislipemias, diabetes, enfermedad cardiovascular y mortalidad mayor.

­ Obesidad ginecoide o periférica. La grasa se acumula principalmente en la cadera y en los muslos, y presenta un índice cintura-cadera mayor a 0,9. Esta distribución se relaciona con problemas de retorno venoso en las extremidades inferiores y artrosis de rodilla.

En ocasiones, la distribución de la grasa no tiene ningún predominio claro, hablándose entonces de obesidad de distribución homogénea.

Tratamiento

Sea cual sea su etiología, el tratamiento de la obesidad comprenderá un programa de control dietético y otros métodos coadyuvantes, como el ejercicio físico, el empleo de suplementos y de diferentes productos farmacológicos.

La dieta a seguir será equilibrada tanto en cantidad (dieta hipocalórica respecto a las necesidades del individuo, que lo fuerce a movilizar sus propios depósitos de grasa como fuente de energía) como en calidad (la dieta debe aportar al organismo todos los nutrientes esenciales y evitar llevarlo a situaciones carenciales). En dietas muy estrictas puede ser necesario administrar los suplementos necesarios en forma de preparados polivitamínicos.

Por otro lado, la práctica de ejercicio físico contribuye a la pérdida de grasa corporal, ya que aumenta el gasto energético total del organismo a la vez que evita la pérdida de masa muscular. Además, proporciona una serie de efectos beneficiosos: aumenta la capacidad respiratoria y mejora la circulación y el tono muscular, lo cual motiva a no abandonar el programa de adelgazamiento. También permite una mayor flexibilidad en la restricción calórica de la dieta.

Por lo que respecta a la fitoterapia, ésta puede actuar principalmente como coadyuvante en los tratamientos de adelgazamiento, ya que existen plantas medicinales que por diferentes mecanismos pueden ser muy útiles. Por ejemplo, existen plantas con efecto saciante que contribuyen a reducir el apetito, otras que interfieren en el metabolismo intermediario de la síntesis de ácidos grasos, y otras que favorecen la eliminación de los líquidos retenidos.

Las plantas medicinales que más se utilizan como medida de apoyo en los tratamientos para el control de la obesidad son las que contienen fibras, gomas y mucílagos, las que actúan sobre el metabolismo lipídico y las de efecto diurético.

Fibras, gomas y mucílagos

En general, las fibras actúan produciendo un efecto laxante mecánico por aumento de la masa fecal. Producen repleción gástrica, con sensación de saciedad, lo que conlleva una disminución del apetito, contribuyendo así a seguir una dieta hipocalórica. Modulan la absorción intestinal, dificultando la absorción de nutrientes, en particular de grasas, ejerciendo un efecto hipolipidémico. También puede quedar afectada la absorción de otros nutrientes (glúcidos, cationes, vitaminas) o incluso puede interferir la absorción de fármacos. Por último, dotan de complejidad a las sales biliares, favoreciendo su eliminación fecal y consecuentemente la eliminación de colesterol.

Es recomendable tomar las fibras una media hora antes de la ingestión de alimentos, acompañadas de abundante cantidad de líquido con el fin de que actúen eficazmente al tiempo que se evitan obstrucciones.

Entre las plantas de este grupo más empleadas en los tratamientos para adelgazar se encuentran el glucomanano del rizoma de Konjac, las semillas de ispagula y el fucus.

Glucomanano (Amorphophallus Konjak)

El glucomanano es un mucílago, no absorbible, fermentable, obtenido de la raíz del Konjac. Al absorber el agua se hincha, formando un gel que proporciona viscosidad y adhesividad, prolongando el tiempo de contacto del alimento con las paredes del estómago, con lo que condiciona el vaciamiento gástrico, la duración de la señal de saciedad, la variación en la glucemia y, por tanto, la respuesta insulinémica del alimento consumido junto al glucomanano. También afecta a la absorción de grasa, lo que repercute, junto con la menor producción pancreática de insulina, en una reducción de la lipogénesis en el tejido adiposo.

El glucomanano se utiliza como saciante, hipoglucemiante y laxante en los tratamientos de adelgazamiento.

Se administra en forma de cápsulas o sobres, acompañado de un vaso de agua, unos minutos antes de cada comida.

Hay que tener en cuenta que el glucomanano puede interferir con la absorción de otros medicamentos, con lo que es recomendable espaciar las tomas.

Ispaghul (Plantago ovata)

Los tegumentos de sus semillas son muy ricos en mucílagos (hasta el 30%), que proporcionan acción laxante, emoliente y antiinflamatoria. Las semillas también contienen sitosteroles, sales de potasio y oligoelementos.

El mucílago actúa como un coloide hidrófilo, formando un gel no digerible, espeso y viscoso en contacto con el agua. Gracias a su alto poder de hinchamiento estimula los movimientos peristálticos, constituyendo un laxante suave de lastre mecánico. También disminuye el apetito, ya que produce sensación de saciedad en el estómago y retrasa y disminuye la absorción de azúcares y grasas en el intestino delgado, contribuyendo a la disminución de los niveles plasmáticos de colesterol y de triglicéridos.

Principalmente, la semilla de ispaghul reeduca el tránsito intestinal, por lo que está indicada en el tratamiento de fondo del estreñimiento crónico y en todos los casos en los que es necesaria una evacuación fácil. Al igual que el glucomanano, se utiliza también como saciante y laxante en los tratamientos de adelgazamiento.

El fucus o sargazo vejigoso tiene interés en los preparados antiobesidad por su riqueza en mucílagos (alginatos)

 

Se puede tomar la semilla entera o partida, o el tegumento de la semilla pulverizado, siempre con agua abundante y antes de las comidas.

El ispaghul está contraindicado en caso de estreñimiento patológico y oclusión intestinal.

Al igual que el glucomanano, también puede interferir con la absorción de algunos medicamentos, por lo que es aconsejable distanciar las tomas.

Fucus (Fucus vesiculosus)

El fucus o sargazo vejigoso tiene interés en los preparados antiobesidad por su riqueza en mucílagos (alginatos), que le proporcionan actividad laxante y saciante. Además, contiene un elevado contenido de oligoelementos y sales minerales, por lo que también tiene efecto remineralizante.

Dentro de los oligoelementos que contiene, el fucus aporta yodo, por lo que muchas veces se ha propuesto que éste puede estimular la tiroides, razón por la que algunos autores lo introducen en preparados antiobesidad. Sin embargo, otros autores consideran que esta práctica no tiene sentido, ya que no está demostrada la eficacia real de esta medida debido a los bajos niveles de yodo y a las dificultades para su absorción.

Drogas que actúan sobre el metabolismo lipídico

Tamarindo malabar (Garcinia cambogia)

Esta droga tiene la capacidad de disminuir la acumulación de grasa bloqueando la síntesis de ácidos grasos y, por tanto, la formación de lípidos. Su principal principio activo es el ácido hidroxicítrico, que tiene la capacidad de unirse a la citrato liasa impidiendo la formación de acetil CoA extramitocondrial a partir del ácido cítrico elaborado en el ciclo de Krebs. De ello resulta una reducción de los niveles de acetil CoA, precursor extramitocondrial de la síntesis de ácidos grasos y colesterol. También se inhibe la producción de malonil coenzima A, lo que conlleva una activación en la oxidación de grasas en el hígado y tejido adiposo.

Está indicado como coadyuvante en tratamientos para adelgazar y en hiperlipidemias.

Se puede encontrar en forma de cápsulas y se ha de tomar antes de las comidas.

Té verde (Camellia sinensis)

Las bases xánticas que contiene, especialmente la cafeína, le confieren propiedades estimulantes del sistema nervioso (favorecen la actividad cortical, inhiben el sueño y reducen la sensación de fatiga). Además, por su contenido en sales minerales y flavonoides ejerce una acción diurética y vasodilatadora periférica. Los flavonoides y las catequinas también le confieren acción venotónica y vasoprotectora.

Está indicado como diurético ligero y para combatir la fatiga física y psíquica que acompaña a la adaptación a los nuevos hábitos alimentarios para adelgazar. Además, los extractos de té y la teína se suelen emplear tópicamente en cremas y geles para reducir las adiposidades locales.

El té verde se suele administrar en forma de infusión o de cápsulas (acompañadas por un vaso de agua) tres veces al día.

Está contraiindicado en caso de gastritis, úlcera gastroduodenal, ansiedad, insomnio y taquicardias.

Diuréticos

Suele ser frecuente que en los tratamientos para perder peso se presente una cierta retención de líquidos, en cuyo caso es recomendable el empleo de diuréticos que favorecen la eliminación de líquidos corporales. Su uso es fundamental cuando se emplean drogas con yodo y derivados, ya que con ello se previenen acúmulos que pueden generar intolerancias y toxicidad.

Algunas de las drogas diuréticas que más se utilizan como coadyuvantes en los tratamientos para adelgazar son la sumidad de equiseto y la hoja de ortosifón.

El ortosifón también forma parte de mezclas laxantes que se utilizan como coadyuvantes

para regímenes de adelgazamiento

 

Equiseto (Equisetum arvense)

Por su alto contenido en flavonoides y sales minerales presenta acción diurética suave, y por la abundancia de sales silícicas tiene propiedades remineralizantes.

Está indicado como diurético en las inflamaciones de la pelvis renal y en las bacteriurias, ya que aumenta el flujo en las vías urinarias excretoras.

Es una droga muy difundida en el mercado español, donde se encuentra como presentación simple y en numerosas asociaciones, principalmente diuréticas y coadyuvantes en regímenes de adelgazamiento.

Está contraindicado durante el embarazo y la lactancia, ya que los alcaloides que contiene pueden inducir una acción anticolinérgica y oxitócica.

Por otro lado, su empleo también está contraindicado en caso de gastritis y úlcera gastroduodenal, ya que los taninos y sales silícicas que contiene pueden irritar la mucosa gástrica.

Ortosifón (Ortosiphon stamineus)

Presenta una acción diurética comparable a la de la furosemida, siendo una de las drogas más empleadas en el «drenaje renal» y como complemento en tratamientos adelgazantes. También tiene una acción ligeramente espasmolítica.

Se utiliza principalmente como diurético en inflamaciones crónicas o recidivantes de la pelvis renal, en inflamaciones de la vejiga o de los riñones, y en caso de vejiga irritable y de bacteriuria asintomática. La droga no sólo produce un incremento de la eliminación de agua, sino que también aumenta la excreción de cloruro de sodio.

El ortosifón se puede encontrar como preparado simple y asociado a otras drogas en mezclas diuréticas. También forma parte de mezclas laxantes que se utilizan como coadyuvantes para regímenes de adelgazamiento.

Puede producir náuseas y vómitos por su fuerte sabor amargo. *

 

Bibliografía general

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