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Vol. 23. Núm. 11.
Páginas 108-115 (Diciembre 2004)
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Plantas y alimentos de los orishas
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Manuel Pijoan
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Tabla 1. Plantas medicinales, alimenticias o tóxicas vinculadas al culto de los principales orishas
Tabla 2. Ofrendas entregadas en forma de comidas caseras a los orixás brasileños
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El legado de la santería y el candomblé

Separados por miles de kilómetros de distancia, los practicantes de la santería de Cuba y los seguidores del candomblé y de la umbanda en Brasil adoran más o menos a los mismos dioses. Al igual que en las plantaciones cubanas, los yoruba, oriundos de Nigeria y de Benín, tuvieron una gran influencia cultural sobre las numerosas etnias esclavizadas en las plantaciones brasileñas. Como en Cuba, los yoruba de Brasil hicieron coincidir la identidad de sus deidades con la de algunos santos católicos, iniciando así un complejo proceso de sincretismo que dio origen a las religiones de raíz africana más conocidas de ambos países.

Ismael Bravo, santero de Trinidad (Cuba), con la cola de caballo que simboliza la eternidad.

Altar de Yemayá, madre de la vida, dueña de las aguas y encarnación del mar.

Pese a las evidentes diferencias fruto de una historia distinta y de la adaptación a unos entornos culturales distintos, cultos como la santería y el candomblé poseen en esencia el mismo panteón. En el nivel más alto de la jerarquía está Olodumare, dios omnipotente, creador supremo y manifestación material y espiritual de todo lo existente. El contacto entre los hombres y el inalcanzable Olodumare se realiza por mediación de Olorun, directamente a través del sol. También se realiza de forma indirecta a través de Olofi, una emanación de Olodumare que repartió la energía cósmica entre todos los orishas o deidades intermediarias que gobiernan las fuerzas de la naturaleza. Olofi también dirige y supervisa las labores de los orishas y aunque pocas veces se digna bajar al mundo como energía pura, nada puede conseguirse sin su mediación.

Ofrendas destinadas al altar de Yemayá.

Exú, que es el mensajero entre los orixás y los hombres, se identifica con el demonio.

Un complejo panteón

El principal intermediario entre Olofi y los hombres es Obbatalá, el creador de los seres humanos y de todo lo que habita en el planeta. Es una deidad hermafrodita y se identifica con la Virgen de la Merced.

Además de Obbatalá, los orishas más conocidos y populares en Cuba son los siguientes:

Elegguá

Dueño de los caminos y mensajero de Olofi, es el primer orisha al que se hace honores durante las ceremonias de santería. Tiene las llaves del destino y abre y cierra la puerta a la desgracia o a la felicidad. Se sincretiza con san Antonio de Padua y con san Martín de Porres.

Oggún

Vigía de los seres humanos, es el dueño del hierro, los minerales, las montañas y las herramientas. Violento y astuto, pertenece al grupo de los guerreros. Cazador solitario y andariego, se le identifica con san Pedro, san Pablo o san Juan Bautista.

Changó

Orisha del fuego, el trueno, la justicia, la guerra, la danza, la música y la belleza viril, es trabajador, valiente, buen amigo, adivino y curandero, pero también mentiroso, mujeriego, jactancioso y jugador. Pese a su acusada virilidad, se sincretiza con santa Bárbara.

Yemayá

Madre de la vida y de todos los orishas, es la dueña de las aguas y la encarnación del mar, fuente fundamental de la vida. Indomable y astuta, es capaz de mostrar la mayor dulzura, pero también el mayor enojo; sus castigos son duros y su cólera es terrible, pero justiciera. Se identifica con la Virgen de Regla.

Ochún

Diosa del amor, de la sensualidad, de la fertilidad y de las aguas dulces, vive en los ríos y se identifica con la Virgen del Cobre.

Buena bailadora y eternamente alegre, Ochún es el símbolo de la coquetería, la gracia y la sexualidad femeninas.

Otros orishas importantes en la tradición santera cubana, aunque quizás no tan conocidos como los anteriores, son:

Babalú Ayé

Orisha de la lepra, la viruela, las enfermedades venéreas y, en general, de las pestes y de la miseria. Esta deidad se identifica con san Lázaro.

Inlé

Orisha de la pesca, de la recolección preagrícola y de la economía extractiva.

Mujer cubana entregando una ofrenda a un orisha.

El orixá Ogún es el señor del hierro, las montañas y las herramientas.

En los carnavales hay participantes, como esta mujer brasileña, que se disfrazan de orixás.

Ochosi

Orisha de la caza y protector de los que tienen problemas con la justicia. Mago y hechicero, se identifica con san Isidro Labrador.

Orisha Oko

Árbitro de las disputas y protector de la labranza y de los arados, es el orisha de la tierra, de la agricultura y de las cosechas.

Orula u Orunmilá

Dueño de los oráculos y orisha de la adivinación, es el primer profeta de la religión yoruba. Fue enviado por Olodumare para fiscalizar los nacimientos, las defunciones y el crecimiento y desarrollo de los seres humanos y de otras especies. Orula se identifica con san Francisco de Asís.

Osaín

Por último, cabe mencionar a Osaín, el dueño absoluto del monte y de la vegetación que en él se recoge. Gran conocedor de las propiedades mágicas de las hierbas, este orisha personifica la energía de la farmacopea. Su sacerdote es el denominado osainista, un «herbolario-mago» muy experimentado en la recolección y uso de las plantas medicinales. Dado que en la práctica santera se utiliza un gran número de plantas, muchas de ellas con capacidades curativas, y que para potenciar al máximo las propiedades de estas plantas hace falta saber cuándo y cómo recogerlas, se comprende la importancia de este especializado sacerdote.

En la tabla 1 se detallan algunas de las innumerables plantas que los creyentes cubanos atribuyen a estos orishas. Muchas de ellas tienen propiedades medicinales demostradas, otras son claramente tóxicas, y otras aún tienen presuntas capacidades o atributos que pueden parecernos sorprendentes o cuando menos curiosas. El amansaguapo, el piñón lechoso y la adormidera, por ejemplo, sirven para elaborar «amarres amorosos» o pociones con las que puede conquistarse al ser querido o deseado. La raspa lengua es muy útil para hacer frente a los problemas legales. La siguaraya o abrecamino se utiliza, como su nombre indica, para abrir puertas, caminos y oportunidades, siendo muy útil llevarla encima cuando uno viaja o se encamina hacia un importante encuentro.

El cedro, por su parte, lo utilizan por los paleros para fabricar muñecos que caminan de noche y hacen maldades por cuenta de sus dueños, en tanto que las cortezas del obí o coco se emplean en la adivinación y en la predicción del futuro. Pero la utilización que por curiosa se lleva la palma es sin duda el aceitunillo, con cuya raíz se confecciona un amuleto destinado a los intelectuales impacientes por adquirir renombre.

Los orixás de Brasil

En el candonblé y la umbanda brasileños revisten gran importancia los dioses equivalentes a Oggún, Changó, Yemayá, Ochún, Ochosi: Ogún, Xangô, Iemanjá, Oxúm, Oxossi, que se identifican respectivamente con san Antonio o san Jorge, con san Miguel o san Jerónimo, con Stella Maris, con Nuestra Señora de los Dolores, y con san Jorge o san Sebastián. Además de estas deidades y del equivalente de Obbatalá (Obatalá), son también muy conocidos los siguientes orishas, o mejor dicho orixás, pues así es como los llaman en Brasil:

Oxalá

El más importante de los orixás y padre de todos ellos, que se identifica con el Cristo del Bom Fim de Salvador de Bahía.

Osannha

Orixá de las hojas y de las plantas medicinales, que se sincretiza con san Roque (Bahía) o san José (Río de Janeiro).

Obá

Orixá femenina muy fuerte y enérgica, se identifica con Juana de Arco, que es capaz de vencer a orixás masculinos en distintos enfrentamientos.

Exú

Mensajero entre los orixás y los hombres, se identifica con el demonio.

Ibeji

El orixá de los mellizos, se sincretiza con los santos Cosme y Damián.

Oxumaré

Se identifica con san Bartolomé.

Yansá

También llamada Oiá, es la divinidad de los vientos, los remolinos y las tempestades.

Odé y Otim

La inseparable pareja formada por el orixá cazador y su obesa esposa que devora todo lo que caza su consorte.

En la tabla 2 se describen algunas de las ofrendas que se entregan a estos orixás o, mejor dicho, a sus representaciones que poseen sus armas y atributos. Las comidas, siempre preparadas por un iniciado que conoce los gustos culinarios y los tabúes de cada orixá, se elaboran en la «cocina de santo», un lugar construido especialmente para este fin en el terreiro o terreno sagrado.

Aunque dentro de las costumbres yoruba la cocina es una tarea propia de las mujeres, los varones también pueden cocinar estas comidas, ya que también ellos se consideran desposados con los orixás después de su iniciación. Eso sí, una vez iniciados, tanto varones como mujeres contraen con su orixá las obligaciones que tendría una esposa sumisa para con su marido, es decir, cocinarle, atenderle, cuidarle y serle fiel.

Al igual que en las comidas de los orishas cubanos, algunas de las plantas y de los derivados vegetales más comunes en estos alimentos son los frijoles blancos o negros, el quimbombó, el maíz en todas sus formas, la lechuga, las acelgas, el ají, la cebolla, las nueces de Kola, la manteca de carité y la de corojo, el coco, el arroz y la miel. Pero más que estas coincidencias que pueden ser más o menos fortuitas, lo que muestra innegables similitudes entre la santería y el candomblé o la umbanda es el uso ritual en los 3 sistemas religiosos de preparaciones tales como el ekó, el olelé, el ochinchin u oxinxin; o la inmolación de animales que sustituyen a las ratas de cañaveral africanas (Thryonomys swinderianus) tales como las jutías de Cuba (Capromys sp.), el cui o cobaya (Cavia porcellus) y el coipú (Myocastor coypu) de Sudamérica. Pese a sus innegables diferencias, es evidente que estos 3 sistemas de creencias conservan todavía una fuerte influencia yoruba, no sólo en lo que se refiere a orixás, inmolaciones y ofrendas, sino también a muchos otros ritos y a la persistencia de un gran número de términos del idioma yoruba original.

Aparte de estas ofrendas a los orixás, el mundo vegetal tiene gran importancia en las ceremonias de iniciación. En la umbanda, éstas se realizan al pie de una jurema (Mimosa tenuiflora), una gameleira (Ficus gameleira, F. doliaria) u otro árbol sagrado. Junto a este árbol se realiza un altar improvisado en el que se colocan frutas, otras ofrendas, así como recipientes que contienen miel, dendé, amasi (jugo de hierbas maceradas, mezclado con sangre, miel y bebidas) y otras «golosinas». Tras entregarle al aspirante a babalao, paí o mae de santo un vaso de amasi, su jefe espiritual le prepara una cama ritual de hojas escogidas especialmente para la ocasión y prepara, asimismo una hoguera en la que se quemarán varias plantas aromáticas. Para invocar los orixás y otras «entidades» que participarán en el proceso iniciático, el jefe espiritual tomará la maracá, instrumento realizado con una calabaza forrada con semillas, mientras el tamborero entona los pontos cantados o cánticos sagrados.

Por último, cabe decir que al igual que en la santería, existen en la umbanda y otros cultos afrobrasileños largas series de plantas relacionadas con los distintos orixás. Así por ejemplo, con Ogún se asocian el berro, el palo santo, la espadaña, la cresta de gallo, el llantén, la heliconia, el mango, la yuca y otras especies. Con Xangó se relacionan la albahaca anisada, el trébol, el platanero, el ñame, el urucu y el butiá. Y con Oxossi se asocian, entre otras, el cocotero, el guayabo, el hisopo, la lantana, el mirto, la ruda y la yurema.

Esta mujer haitiana intenta imitar con gestos el comportamiento de uno de los espíritus o loas del vudú.

Baño ritual tras una ceremonia vudú en el templo de Soukri, en Haití.

Iniciada del templo de Soukri completamente agotada después del frenético trance en el que es «poseída» por los loas.

En la umbanda, además de los orixás de origen yoruba, se invoca a los espíritus de los caboclos o amerindios.

Otras reglas, otros ritos

El sincretismo de las religiones afroamericanas no se limita a conciliar las creencias y los ritos yoruba con las doctrinas cristianas. En Cuba, por ejemplo, muchos babalaos y santeros (sacerdotes de la santería) son al mismo tiempo paleros, es decir, practican asimismo el palo monte o regla mayombé, una religión de origen bantú basada en el culto a los muertos en la que se utilizan plantas, minerales y otros productos naturales con fines mágicos.

Más animista que la regla de Ocha, la mayombé no tiene un panteón tan estructurado como ésta u otras religiones de origen yoruba. Las potencias paleras invocadas por Nsambia, el Dios supremo --un dios tan lejano e inabordable como el yoruba Olodumare--, son fuerzas naturales puras como el agua y el rayo que, a diferencia de los orishas, no admiten el antropomorfismo. Pese a estar más próximas a ellos que el Dios que les diera origen, los hombres no pueden dirigirse directamente a estas potencias tal como lo hacen con los santos católicos o con los orishas. Para invocarlas, para imbuirse de su fuerza, los paleros tienen que dirigirse de hecho a los infumbes o innumerables muertos en los que se subdivide cada una de estas potencias animistas.

Aun siendo el más conocido, el palo o regla mayombé no es el único culto de origen bantú existente en Cuba. Otras reglas importantes son la briyumba, que combina los elementos estrictamente bantús o «congos» con los santos católicos y los orishas, la musunde, la vrillumba y ese curioso batiburrillo de palo, santería, espiritismo y catolicismo que es la regla kimbisa. Aunque continúan manteniendo su identidad específica, estas reglas y otros cultos de distintos orígenes --como el de Abakuá, una sociedad secreta de ayuda mutua, o el de Arará procedente de Dahomey y que también se basa en los orishas--se combinan en mayor o menor medida en una unidad sincrética, no siempre fácil de disociar en sus elementos complementarios. En todas estas combinaciones sincréticas, el palo o regla mayombé desempeña un papel esencial en la resolución rápida y eficaz de los problemas de la vida cotidiana.

Para resolver estos problemas, los paleros hacen honor a su nombre, ya que los ingredientes fundamentales de la mayoría de sus «trabajos» o ritos mágicos son palos troceados y pulverizados de distintas especies vegetales. Por lo demás, la denominación de palero no sólo alude a estas brujeriles recetas, sino también a los palos o ramas de distintas plantas leñosas que coronan sus ngangas, las prendas o trampas con las que se apoderan de los muertos. Debido a estas prácticas mágicas y a otras más estrictamente herbolarias, el conocimiento botánico de los paleros es quizás tan extenso como el de los ossainistas santeros y abarca, por tanto, casi toda la farmacopea de Cuba.

En Brasil, por otra parte, además del candomblé, que se practica sobre todo en los estados de Bahía, Recife y Maranhao, y de la muy difundida umbanda, que cobró su forma actual hacia 1920 en Niterói, Río de Janeiro, existen varios otros cultos sincréticos de origen africano. Entre los más conocidos figuran la pajelança, un culto tradicional propio del norte de Brasil en el que predominan los elementos cristianos y africanos, pero cuyos sacerdotes se denominan pajé como los antiguos hechiceros y curanderos de las tribus tupiguaranís; el xangó, un culto sincrético con fuerte influencia nagó que se practica sobre todo en los estados de Pernambuco y Alagoas; la quimbanda, que es en realidad una línea ritual del umbanda muy vinculada con la magia negra y con el trabajo ritual con Omolú, el orixá ligado a la muerte; y finalmente el batuque, que se practica sobre todo en la zona del Río de la Plata y tiene fuertes influencias del ocultismo y de la magia.

Para concluir con el tema de los religiones de Brasil, cabe citar la existencia en este país de 3 sectas o iglesias organizadas en los que el yagé o ayahuasca (Banisteriopsis caapi) es el sacramento principal: Santo Daime, UDV (Uniao de Vegetal) y barquinia. Aunque el sincretismo que dio origen a estas sectas tiene sobre todo raíces cristianas e indígenas --las 3 fueron fundadas por recolectores de caucho que habían entrado en contacto con etnias indígenas que utilizaban la psicotrópica liana para comunicarse con los espíritus--, una de ellas (la barquinia) ha incorporado varios elementos de la umbanda y pertenece, por tanto, al grupo de las religiones basadas en el culto a los orixás. Aun así, la barquinia no deja de ser esencialmente distinta de todas las religiones afroamericanas, ya que, mientras en esta secta se utiliza una planta psicotrópica o enteógena para estos fines, en la umbanda y todas las demás religiones con orixás, los factores que inducen los trances, las posesiones y otros estados alterados de la consciencia son casi siempre los tambores, las invocaciones y los cánticos y, en algunas ocasiones, el alcohol.

El misterioso polvo de los zombis

Aunque el vudú de Haití1 da una importancia mucho mayor a los espíritus o loas de los muertos, su panteón, al igual que el santero, tiene a Olorun como Dios supremo y omnipresente y a Obatalá como deidad creadora de la vida y del cielo. Por lo demás, sus sacerdotes o houngans invocan asimismo algunos espíritus que, al igual que los orishas santeros, son mensajeros entre los hombres y el inalcanzable cielo. Si algunos de estos espíritus o loas cósmicos difieren esencialmente de los orishas --por ejemplo, Aida Wedo, el espíritu del arco iris, Dambala, el loa de la serpiente, y Baron Samedi, el guardián de las tumbas-- otros tienen el mismo nombre y los mismos atributos que ellos: Ogún, el espíritu de la guerra, Osún, el loa de los torrentes, Shangó, el loa de las tormentas y Yemanjá, la deidad de las aguas.

Para invocarlos, el houngan --o su homóloga femenina, la mambo-- y sus fieles utilizan un complejo ceremonial que incluye, entre otras pautas, cantos evocadores de los espíritus, ofrendas de libaciones, danzas extáticas y el sonido embrujante de 3 tambores de distintos tamaños, tonos y ritmos, similares a los 3 instrumentos empleados en las ceremonias santeras. La ceremonia vudú llega a su punto álgido cuando las hounsis o iniciadas del templo entran en un frenético trance al ser poseídas por los espíritus. En este estado, las frágiles hounsis son, según se dice, capaces de levantar grandes pesos, de romper vasos con los dientes y de soportar el fuego y los puñales. Y, lo que es menos increíble, no dudan en sacrificar palomas o gallinas degollándolas y descuartizándolas con las uñas y los dientes.

Pero más que estos trances e invocaciones, lo que realmente llama la atención entre los creyentes del vudú es su extremo temor a ser convertidos en zombis, en auténticos muertos vivientes que después de su desentierro ritual son utilizados como esclavos. Para que alguien sea convertido en zombi es necesario, según parece, que el bokor o «brujo malo»2 utilice un veneno en polvo capaz de contaminar a su víctima por vía cutánea.

En 1982, el Instituto de Investigación Química de Rockland contrató a Wade Davis, un etnobotánico estadounidense, para obtener muestras del misterioso polvo con vistas a investigar su posible aplicación como agente anestésico. En colaboración con un científico haitiano, Davis localizó a Clairvius Narcisse, un varón al que le habían extendido el certificado de defunción en 1962 y que, en 1980, había reaparecido en su aldea natal convertido en zombi. Después de efectuar varios intentos infructuosos y de descartar algunas hipótesis iniciales3, Davis pudo conseguir varias muestras de la temible poudre, el misterioso polvo de los zombis. El análisis de estas muestras reveló que sus ingredientes principales eran huesos y otros restos de cadáveres humanos, sapos y peces globo triturados, además de algunas plantas irritantes como el bresillet (Comocladia glabra), la maman guèpes (Urera baccifera) o Mucuna pruriens, el guisante pica pica. Cuando se administró el polvo así obtenido a monos de laboratorio, los animales entraron en coma y no respondieron a ningún estímulo; pese a ello, su electroencefalograma continuó mostrando actividad y su corazón no dejó en ningún momento de funcionar con normalidad.

Los síntomas, en ambos casos, concordaban con los de la intoxicación por tetrodotoxina, uno de los venenos naturales más potentes que se conocen. Esta sustancia cuyo origen biológico no está muy claro --aunque es posible que proceda de bacterias simbiontes de los géneros Aeromonas, Pseudomonas y Vibrio-- se encuentra en animales tan distintos como el pulpo australiano de manchas azules, un cangrejo, dos caracoles marinos y una estrella de mar del Indopacífico, la rana suramericana Atelopus varius, el tritón Taricha torosa, los peces luna, los peces erizos y los peces globo.

Considerados en Japón como una verdadera exquisitez gastronómica, los peces globo producen en este país unos 50 casos anuales de envenenamiento por tetrodotoxina, 5 o 6 de ellos con resultados fatales. Comoquiera que a&uacolución. Uno de ellos, el profesor Kao, analizó una muestra del polvo de los zombis obtenida por Wade Davis y su dictamen fue tajante: la cantidad de toxina que contenía la muestra no era suficiente para inducir un estado de letargo o de muerte aparente como el que se observaba en los animales de laboratorio.

Aunque la historia de Wade Davis se llevó a la pantalla cinematográfica con el nombre «La serpiente y el arco iris», los resultados de la investigación de la misteriosa poudre nunca fueron publicados. Así pues, nunca sabremos si Narcisse había recibido una dosis más alta por parte de sus justicieros o si sólo se había convertido en zombi por el terror que se adueñó de él al saber que había cometido alguna falta grave o transgredido algún tabú, es decir, por una simple aunque terrible autosugestión.

Notas

1. Estrechamente asociado con Haití, donde es poco menos que la religión oficial, el vudú o sus derivados también se practican en la República Dominicana, Puerto Rico, Cuba y Brasil, así como en Ghana, Togo y Benín, países africanos de los que este culto es originario.

2. Del mismo modo que en Cuba muchos santeros ejercen al mismo tiempo de paleros, la distinción entre houngan y bokor es más conceptual, ya que incluso el sacerdote vudú más serio y mejor intencionado puede en ocasiones hacer de brujo o hechicero.

3. Como, por ejemplo, la de que el ingrediente activo del veneno era la datura o estramonio (Datura stramonium), denominada en Haití pepino de los zombis y utilizada en ordalías, envenenamientos e intoxicaciones rituales por varias etnias de África tropical, y su antídoto la también venenosa haba de Calabar.

4. Algunas plantas, como el abrojo terrestre, la adormidera, el ajo, la albahaca, el anamú, la cebolla, el guayacán, el hinojo, la madreselva, la mejorana, la peonía y la pimienta son compartidas por todos los orishas. La albahaca, en concreto, se emplea en baños lustrales, en tanto que la madreselva y la peonía (Abrus precatorius) se utilizan en la ceremonia del omiero.

GLOSARIO BÁSICO

Abará:masas de frijoles sin cáscara cocinadas al baño maría y envueltas en hojas de bananero.

Adalú:plato elaborado con dos tipos de granos mezclados; en el caso del orixá Exú, se elabora con frijoles negros y maíz rojo.

akará:bollos hechos con masa de frijoles sin cáscara y fritos en aceite de dendé.

amalá: pasta de harina de mandioca cocida en agua caliente.

asosó:maíz hervido y rehogado en aceite rojo de dendé.

bobó:ñame hervido y mezclado con aceite de dendé.

chin chin:panecillos dulces de harina de trigo fritos en aceite común.

efo: hojas comestibles de acelga, repollo u otros vegetales.

egbo pupa:mazamorra roja hervida, regada con miel y coco rallado.

ekó:crema a base de fécula de maíz cuyas porciones se envuelven en una hoja de platanero.

gaari pupa: puré de patata cocida sin cáscara al que se le da la forma de un caparazón de tortuga.

ipeté:mandioca hervida y frita con aceite de palma, condimentada con camarones y cebolla rallados.

obe gusi:estofado de carne al que se le agregan semillas de melón peladas y machacadas.

olelé:tamales envueltos en hoja de platanera y elaborados a base de frijoles con cáscara molidos.

oxinxin: sofrito de legumbres cortadas en tiras, carne de pollo demenuzada y camarones secos, todo ello condimentado con cebolla rallada, pimienta, perejil, cilantro, orégano, ajo machacado y otras especias.

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