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Vol. 29. Núm. 2.
Páginas 104-105 (Marzo 2010)
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Intervención en optimización de la terapia
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1991
Ángel Sanz Grandaa
a Consultor científico. angel.s.granda@terra.es
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TABLA 1. EJEMPLOS DE RECOMENDACIONES PARA OPTIMIZACIÓN DE LA TERAPIA
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El farmacéutico puede optimizar la terapia, hecho que se puede traducir en una mejora de los resultados asociados a los pacientes. De este modo, las actuaciones dirigidas en este sentido pueden mejorar el control de la presión arterial en hipertensos, del nivel de glucosa en diabéticos, etc. (tabla 1). Con este planteamiento, la intervención farmacéutica podría, asimismo, reducir el coste del manejo de la enfermedad, contribuyendo a mejorar la eficiencia del cuidado del paciente.

El Health Effectiveness Data and Information Set (HEDIS) es el programa clave para la medición de la calidad del National Committee for Quality Assurance de Estados Unidos. Desde 2007, dicho programa incluye medidas de la eficiencia del manejo de la enfermedad (como uso de recursos), especialmente en procesos crónicos. De este modo, se puede evaluar adecuadamente cada programa aislado, identificando tanto su efectividad y seguridad, como su eficiencia.

INTRODUCCIÓN

Resulta ya un clásico el estudio IMPROVE1 (Impact of Managed Pharmaceutical Care Resource Utilization and Outcomes on Veterans Affairs Medical Centers), que describió y evaluó las actividades de los farmacéuticos en el ámbito de la atención primaria en centros de veteranos de Estados Unidos. Los resultados de dicho estudio (controlado y aleatorizado en nueve centros) han servido como punto de referencia (benchmark) para estudios posteriores. No obstante, éste y otros análisis que ha habido después se han centrado principalmente en ámbitos no fácilmente extrapolables a las situaciones habituales en el marco de la atención primaria.

Altavela et al2 han analizado este aspecto para determinar si las recomendaciones de un farmacéutico integrado en un equipo de atención primaria podrían reducir el coste sanitario asociado a los pacientes. Igualmente, el estudio que llevaron a cabo pretendía comparar las acciones adoptadas exclusivamente por los médicos con las que se producían cuando un farmacéutico les recomendaba alguna actuación. La intervención en el grupo de intervención (GI) consistió en que el farmacéutico incluyera en la historia clínica sus recomendaciones, con el fin de mejorar el tratamiento del paciente. En el grupo control (GC), el mismo farmacéutico también las realizó pero éstas fueron ocultadas al médico (salvo que se tratara de un problema importante, en cuyo caso el paciente quedaba excluido del grupo), de modo que el médico interviniera sin asistencia alguna.

ANÁLISIS DEL ESTUDIO

Para estimar la diferencia de actuación con y sin farmacéutico se hizo una asunción de las actuaciones efectuadas por él en el grupo de no intervención. El número estimado de acciones en el GC fue el producto de la tasa de aceptación en el GI por el número de recomendaciones ocultadas al médico en el GC pero llevadas a la práctica, y ello comparado con los cambios efectuados por el propio médico. Así pues, el grado de aceptación del GI fue del 69,7% de las 271 realizadas, por lo que se asume que este mismo porcentaje hubiera sido aceptado en las 286 recomendaciones ocultadas en el GC, es decir, 200 recomendaciones.

El número de cambios efectuados por los médicos del GC fue de 47 (el 16,4% de las 286 recomendaciones en el GC), es decir, el médico sólo llevó a cabo el 23,5% de las 200 que se hubieran realizado mediante el farmacéutico, por lo que éstas son las atribuidas al médico exclusivamente.

Dado que el resultado clave era el coste por paciente y año (CPA), un hecho relevante fue la no inclusión, en lo que respecta al paciente, del coste de los fármacos prescritos (se contabilizaron en conjunto como coste total en la cohorte de pacientes). Obviamente es éste un dato de distribución no lineal, cuya consideración hubiera sido muy interesante desde el punto de vista del análisis. Sin embargo, los autores no dispusieron de registros individuales de prescripciones, lo que imposibilitó dicho análisis.

El planteamiento del estudio, desagregando datos por grupos de edad, fue muy interesante. Esta característica debía permitir poner de manifiesto las diferencias existentes entre dos subgrupos de pacientes importantes como son los de más o menos de 65 años.

Estos grupos presentan características diferenciadas que permiten esperar diferentes patrones de utilización de recursos. Del mismo modo, la desagregación del primer subgrupo en jóvenes (20 a 50 años) y maduros (51 a 65 años) ofrecería igualmente datos interesantes. Sin embargo, el tamaño de muestra no fue lo suficientemente grande como para dotar de un poder estadístico suficiente al estudio. Ni siquiera ofreció diferencias significativas de los resultados primarios a nivel global, a pesar de la diferencia de los valores estimados, por lo que no es posible obtener resultados concluyentes en el análisis de subgrupos. Sin embargo, en los pacientes mayores de 65 años del GI, el CPA se incrementó en un 29,7% mientras que en el mismo subgrupo del GC, dicho parámetro aumentó en un 65,8% (como consecuencia principal de las visitas a urgencias).

La elección del resultado primario de costes, sin relacionarlo con un resultado de salud, quizás no sea la más adecuada. No se obtiene reducción significativa en los costes (si bien parece haber una tendencia a ello), pero este dato no aporta nada si no viene acompañado de una variación adecuada de parámetros clínicos.

El farmacéutico debe intervenir, pero su objetivo ha de ser la optimización de resultados a través de la optimización de la terapia y ello no ha sido estudiado aquí.

CONCLUSIONES

Los autores concluyen que la inclusión de un farmacéutico en el equipo de salud que incorpore recomendaciones acerca de la optimización de la terapia puede beneficiar al paciente, además de producir una reducción de costes, especialmente en los mayores de 65 años.

Un aspecto trascendente en este estudio es la alta proporción de recomendaciones aceptadas por los médicos, lo que demuestra que cuando se trabaja de forma coordinada, el respeto por la profesionalidad se incrementa notablemente.

Bibliografía
[1]
Ellis S, Billups S, Malone D, Carter B, Covey D, Mason B et al..
Types of interventions made by clinical pharmacists in the IMPRovE study. Impact of Managed Pharmaceutical Care on Resource Utilization and outcomes in veterans Affairs Medical Centers..
Pharmacotherapy, 20 (2000), pp. 429-35
[2]
Altavela J, Jones M, Ritter M..
A prospective trial of a clinical pharmacy intervention in a primary care practice in a capitated payment system..
J Manag Care Pharm, 14 (2008), pp. 831-43
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