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Vol. 21. Núm. 9.
Páginas 183-184 (Octubre 2002)
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Llorenç Ponsa
a Consultor farmacéutico. Miembro externo del Comité Europeo de Cosmetología (Bruselas).
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Fitomelaninas

Desde hace unos pocos años se está ofreciendo a la industria cosmética la posibilidad de utilizar como ingrediente los pigmentos melánicos que sintetizan determinados tejidos animales, generalmente con una finalidad de protección y camuflaje. Estos pigmentos son los grandes protagonistas del deseado bronceado que persiguen muchos seres humanos de raza blanca caucásica.

Por motivos estéticos y de salud, el bronceado interesa a muchas personas, y es evidente que los mecanismos fisiológicos responsables de su aparición en la piel blanca se consideran insuficientes, en especial porque en muchas personas la exposición a la luz solar provoca a corto plazo un doloroso e inestético eritema.

Los intentos de acelerar el bronceado, con o sin la colaboración de la radiación UV, han merecido la atención de muchas empresas cosméticas, considerándose que merecen un interés especial las formulaciones capaces de conseguir un autobronceado de la piel blanca en ausencia de su exposición al sol.

Al margen de la conocida reacción que se produce con la dihidroxiacetona (DHA), que cuando entra en contacto con las proteínas del estrato córneo provoca la aparición persistente de una coloración marrón (más o menos amarillenta). Las diversas alternativas químicas conocidas siguen siendo poco satisfactorias.

Por este motivo, se pretende mejorar la coloración de la piel, que sin duda se produce mediante reacciones químicas (especialmente con la DHA, y ocasionalmente con precursores de la melanina en presencia de tirosinasa), procediendo a la adición de algún ingrediente pigmentante que pueda aportar un aspecto del bronceado más natural.

Con esta finalidad se han utilizado repetidamente los extractos de la corteza de los frutos del nogal (por su riqueza en naftoquinonas), y más recientemente varias composiciones que contenían polímeros melánicos de diversas procedencias.

Se pueden incorporar melaninas de origen animal (p. ej., obtenidas a partir de la tinta de las sepias), así como fracciones de melanina sorprendentemente hidrosolubles, obtenidas mediante procesos de biotecnología. Éstas han sido comercializadas por la firma Zylepsis.

Más recientemente, bajo el nombre registrado de Phytomelanins, se dispone de un equivalente in vitro (por vía enzimática y química, a partir de polifenoles vegetales que actúan como monómeros) de las melaninas que sintetizan las plantas, tal como informa en un escrito reciente el Dr. Carlo Ghisalberti1.

Las melaninas que se pueden acumular en los tejidos vegetales son a menudo un grave problema para la industria alimentaria. En el reino vegetal las melaninas se sintetizan en los espacios extracelulares, mediante un proceso enzimático que se desencadena cuando la radiación solar da lugar a la formación de ortofenoles, que se transforman en las correspondientes quinonas. Sin duda aportan a las plantas una eficaz protección frente a la radiación UV, secuestran los radicales libres formados y son capaces de producir la «quelación» de ciertos metales (Fe y Cu, principalmente).

Estas melaninas vegetales han sido utilizadas por vía tópica, y se ha demostrado que pueden desarrollar una actividad protectora (frente a la agresión solar) y antiinflamatoria. Además, debido a su capacidad para colorear la piel, se ha propuesto su uso en productos autobronceadores y en formulaciones antienvejecimiento.

Estas posibilidades cosméticas han sido demostradas mediante estudios clínicos, en los cuales se ha comprobado que la aplicación tópica de un 0,5% de Phytomelanins era capaz de mejorar el color del autobronceado de 20 voluntarios.

También se ha realizado un test in vitro, utilizando DPPH (2,2-Diphenyl-1-Picryl-Hydrazyl radical), mediante el cual se ha comprobado que las Phytomelanins inhiben la lipoperoxidación.

Los datos aportados son muy prometedores, pero la información a la que hemos tenido acceso no incluye el perfil galénico de estas fitomelaninas, cuyo conocimiento es decisivo para producir formulaciones cosméticas estables.

Cápsulas de vidrio, un nuevo vehículo para los filtros solares

Sin duda este enunciado puede sorprender a muchos fomuladores de productos solares. Algunas revistas de divulgación cosmética han publicado informaciones poco extensas acerca de este inédito tipo de ingrediente. Los datos proceden de la colaboración establecida en este campo por Merck y Sol-Gel, siendo esta última una empresa israelita especializada en tecnologías poliméricas.

Las cápsulas de vidrio que se citan son esferas transparentes e inertes, del tamaño de una micra, y se comercializan en forma de una emulsión O/W que contiene más del 35% de octilmetoxicinamato (OMC).

Casi todo este filtro orgánico liposoluble (> 96%) se halla encerrado dentro de las citadas cápsulas, que están siendo comercializadas bajo el nombre registrado de UV Pearl.

El proceso destinado a conseguir esta peculiar encapsulación se realiza en frío, incorporando a la fase acuosa de la emulsión una fase oleosa formada por el filtro UV (en este caso, OMC) más un tensioactivo (no identificado) y cantidades variables de monómero oxietilenados de silicio (TEOS).

Mediante una adecuada agitación, el tensioactivo permite la formación de una emulsión O/W, pero simultáneamente se provoca un proceso de hidrólisis que elimina de TEOS algunos moles de óxido de etileno, con lo que se favorece una polimerización del silicio oxietilenado, que se concentra en la superficie de las gotículas de la fase oleosa emulsionada. De esta forma, el polímero crea una cápsula transparente, rígida y muy estable. Estas peculiares características también son consecuencia de la incorporación de polivinilpirrolidona, y se puede constatar que el grosor de las paredes de la cápsula puede oscilar en unos pocos nanómetros.

En esta emulsión las cápsulas han sido controladas para conocer su estabilidad, que es sorprendente, ya que resiste bien la temperatura de 45 ºC durante 3 meses, la desecación, e incluso su aplicación cutánea mediante un nebulizador. También soporta de forma satisfactoria el proceso de centrifugación, una agitación mediante Ultra Thurrax (6.000 rpm), etc.

Además, la fotoestabilidad del OMC encapsulado de esta forma es envidiable, lo que podría permitir incluso su aplicación a personas alérgicas.

Por último, debemos destacar que su difusión sobre la superficie cutánea es muy agradable, y a la vez se caracteriza por su nula capacidad de absorción por vía percutánea (tal como se ha demostrado tanto in vivo como in vitro).

Actualmente se realizan estudios destinados a mostrar las ventajas que este tipo de encapsulación puede aportar a otros filtros orgánicos, como la benzofenona-3.

Todas estas ventajas, sin duda muy interesantes, pueden ser superadas por los argumentos de marketing que se derivan de un uso cosmético de capsulas de vidrio.


Bibliografía general

Ghisalberti C. Vegetal melanins: the physiological skin protection. Parfums Cosmétiques Actualités 2002;164:102-4.

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