Difruté enormemente de la lectura del artículo “Responder al maltrato verbal”. Este es un problema prevalente en el sistema sanitario, aunque rara vez debatido.
Trabajo como enfermera en una unidad médica con una gran carga de trabajo, y con demasiada frecuencia veo ejemplos de maltrato verbal, en muchos casos no por parte de pacientes sino de compañeros de trabajo.
Reconozco la utilidad de su sugerencia de “dejarlo enfriar” (té helado, del acrónimo ICE TEA), pero la bibliografía también sugiere otros abordajes al maltrato verbal y la violencia lateral como la confrontación. Este concepto, enraizado en la Biblia, utiliza los conceptos de respeto, perdón y valor para confrontar la hostilidad en el lugar de trabajo —en otras palabras, “cuidar lo suficiente para confrontar a la persona y la situación de forma responsable”—1.
En nuestra profesión, con demasiada frecuencia, las conductas abusivas se originan en nuestros propios compañeros. El maltrato verbal es algo palpable y obvio, pero la violencia lateral definida como un “acto de agresión perpetrado de una enfermera a otra” puede ser más sutil1.
Las enfermeras son clave para detener el maltrato verbal y la violencia lateral. Como profesión debemos tomar cartas en el asunto.