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Investigaciones de Historia Económica - Economic History Research
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Vol. 10. Núm. 2.
Páginas 152-153 (Junio 2014)
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Vol. 10. Núm. 2.
Páginas 152-153 (Junio 2014)
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Giorgio Riello. Cotton. The Fabric that Made the Modern World. Cambridge, Cambridge University Press, 2013. 407 págs., ISBN: 978-1-107-00022-3.
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Nadia Fernández de Pinedo
Universidad Autónoma de Madrid, Madrid, España
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La cuidada edición de este volumen invita ya de entrada a su lectura. La generosa presencia de ilustraciones, y la propia estructura del libro en 3 amplias secciones cronológicas, que comprenden desde los siglos x a xx, facilitan una mejor valoración de cuán complejo es introducirse y analizar el mundo del textil. Pero, pese a la dificultad, no cabe duda de que Giorgio Riello se siente muy cómodo en este terreno.

La amplia bibliografía manejada –abarca diseño, historia global, cultura material e historia económica– y la trayectoria profesional del autor dan como resultado una obra que recoge la historia del algodón en su sentido más amplio, desde sus orígenes en el sudeste asiático hasta los telares ingleses y su posterior difusión más allá de las fronteras europeas.

El algodón como fibra y como tejido era conocido desde la Edad Media. Sin embargo, para Riello el algodón se convertiría, gracias al comercio europeo (p. 134), en el primer producto global no solo capaz de transformar la economía europea y la relación existente hasta ese momento entre todos los factores de producción, sino de imponer al consumidor un producto estandarizado (pp. 234-37, 294-95).

Sin ofrecer una visión diametralmente opuesta o rompedora con las existentes hasta la actualidad sobre el porqué de la divergencia manifiesta entre Asia y Europa Occidental, Riello intenta convencernos de que no se les ha prestado suficiente importancia a 2 hechos que fueron determinantes en el proceso que llevó a esta nación, y luego al resto de Europa y Norteamérica, a dominar las tentáculos de la globalización.

El primero de ellos es el largo proceso de transición que tuvo lugar entre 1500 y 1800 (periodo que coincide con el paso de los llamados «seaborne empires» entre los siglos xv y xvii a los «gunpowder empires» entre 1700 y 1850, de la expansión europea [McGrew, 2007, p. 17]), entre la preeminencia de la industria algodonera del subcontinente indio tanto en producción, como en consumo y comercialización –«old cotton system»–, y comienzos del siglo xix, cuando surge un nuevo centro (Europa y Norteamérica) –«new cotton system»– que pasa a dominar esta industria y su compraventa. América es integrada en su análisis como parte del comercio triangular, teniendo en cuenta, además, el negativo impacto que esta fibra vegetal, como otras muchas plantas que se llevaron al continente americano, tuvieron sobre el ecosistema y la propia estructura socioeconómica (sistema de plantaciones, trabajo esclavo). En este sentido, Riello se hace eco del lado oscuro de la globalización. Tal vez se pudiera haber ahondado un poco más en el hecho de que América no solo emergió como productora de esta materia prima en sus plantaciones, sino como gran consumidora a mediados del siglo xix de textiles de algodón. Todas las ventajas del tejido elaborado con algodón –ligero, colorido, lavable, higiénico, sustitutivo de ciertos linos, sedas y finos paños, y, sobre todo, económico– eran en mayor medida apreciadas en los climas cálidos y tropicales.

El segundo factor que el autor reivindica en su libro se centra en las principales diferencias entre esos 2 sistemas (cuadro 13.1, p. 290), que radican en las mismas causas que originaron precisamente el triunfo o éxito de las correspondientes regiones en cada etapa. En el caso de la India, su indiscutible superioridad hasta la década de los 70 del siglo xviii reside, según el autor, no solo en las ventajas ofrecidas por la larga tradición en la producción de tejidos de algodón (cuadro 4.3, p. 79) y la organización de un circuito comercial bien organizado, sino sobre todo en la calidad y en el acabado de las telas, en su diseño y color. Su gran habilidad adquirida a lo largo de siglos en el dominio de las técnicas de teñido, estampado, impresión y pintado gracias a los conocimientos en materia de mordientes, tintes y perdurabilidad/inalterabilidad de los colores en las telas, derivó en una gran especialización técnica basada en la adaptación a las necesidades o requerimientos del cliente, que otorgó al subcontinente indio una primacía indiscutible. Por su lado, Europa logrará sumar a la acción estatal las ventajas del incipiente sistema capitalista, y la experiencia previa en el sector textil para precisamente ofrecer lo contrario, un producto estandarizado, e imponer una moda, unos determinados cánones estéticos por todo el globo. Pero el requisito previo e imprescindible para alcanzar este éxito en este largo proceso fue pasar por la fase de «Indian apprenticeship» (pp. 87-109), en la que los comerciantes europeos fueron aprendiendo en los mercados de Asia y África Oriental cómo personalizar los productos textiles de algodón y desarrollar métodos de negociación para satisfacer las demandas de los consumidores. Esta etapa de acumulación de conocimientos a través del comercio es uno de los pilares de la tesis de Riello, que es además aprovechada para insertar en su análisis una perspectiva más acorde al lado de la demanda, del consumo, subrayando la importancia que los acabados, los deseos individuales y la moda han tenido en la expansión del algodón. El autor, de hecho, sostiene que se le ha dado excesiva importancia al hilado y tejido, mientras se ha relegado a un segundo plano a la propia materia prima y al acabado de las telas, aunque en ningún caso se niegan las ventajas que frente a sus rivales tuvo Inglaterra (mejor abastecimiento de materia prima, capacidad e incentivos para reestructurar su sistema productivo). No se trataría solo de una europeización de los textiles asiáticos, de una mera adaptación a los mercados europeos, sino del nacimiento de una nueva cultura, una nueva moda, que llegó para imponerse. En este sentido, la cultura material podría haber tenido igual o mayor peso que las redes comerciales y los costes de producción en el proceso que convirtió a los textiles de algodón en uno de los productos más demandados para vestir hogares y personas a lo largo de todo el planeta.

En una entrevista realizada por los estudiantes de History of Design MA, del Royal College of Art and the Victoria and Albert Museum, a Riello a raíz de la presentación de su libro (entrevista publicada en la web Unmaking Things:http://unmakingthings.rca.ac.uk/2013/cotton-an-interview-with-giorgio-riello), este afirmaba que «perhaps I am more interested in the relationship between these different aspects (economic, cultural and even psychological) than in the in-depth analysis of any of them». Es, sin duda, una reivindicación a favor de la multidisciplinariedad en las ciencias sociales, y resume el esquema que hay debajo de Cotton, sus defectos y, sobre todo, sus virtudes. Virtudes como tratar de ofrecer una perspectiva de largo plazo desde diversos ángulos –desde la propia fibra vegetal, pasando por su origen y difusión, su producción, su intercambio, su aprendizaje técnico, hasta su consumo y marketing a lo largo de los siglos– e integrarla en un debate tan controvertido y apasionante como es la divergencia entre los patrones de crecimiento de Europa y Asia.

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