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Vol. 17. Núm. 10.
Páginas 8-13 (Noviembre 2003)
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Carrera de Farmacia
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ENRIQUE GRANDA VEGAa
a Doctor en Farmacia. egran@jet.es
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En el espacio europeo

Entre los objetivos fundamentales de la Unión Europea se encuentra la coordinación de las políticas y normas legislativas de sus Estados miembros en cuestiones de muy diversa índole. En este artículo se analiza este objetivo en relación con los programas de educación superior o universitaria en Farmacia.

La coordinación interestatal en la Unión Europea se ha hecho extensiva, como meta importante en la última década, al ámbito de la educación y, muy singularmente, a la enseñanza superior, donde los estudios de Farmacia buscan una diferenciación, por su tradición y por su propia naturaleza. El debate actual va dirigido a separar la carrera de Farmacia, en línea con la de Medicina y otros estudios tradicionales, de los demás estudios superiores, tomando como base la existencia de Directivas específicas1 y la necesidad de llevar a cabo prácticas tuteladas. Frente a esta postura, que dejaría los estudios de Farmacia en una configuración muy similar a la actual, se yergue otra que trata de uniformarla respecto a otras licenciaturas. Contra esta última es preciso luchar, y las cosas no son fáciles, como se verá a continuación.

Para los farmacéuticos, la Ley de Ordenación de las Profesiones Sanitarias, recientemente aprobada por el Congreso de los Diputados y el Senado, también puede suponer un importante retroceso. En este texto las funciones del farmacéutico se han visto reducidas a la mínima expresión y alguna otra, que se ha añadido a última hora, no ha cobrado el carácter protagonista que merece. Según esta tendencia, los estudios de Farmacia podrían ser acortados, la consideración social de los farmacéuticos disminuiría y se verían obligados a volver a escalar un camino que ya tenían recorrido.

ESPACIO EUROPEO DE ENSEÑANZA SUPERIOR

La Declaración de La Sorbona de 1998, en la que aparece por primera vez el concepto de Espacio Europeo de Educación Superior2, pone de manifiesto una voluntad decidida de potenciar una Europa del conocimiento, de acuerdo con las tendencias que predominan en los países más avanzados socialmente, en los que la extensión y calidad de la educación son factores decisivos en el incremento de la calidad de vida de los ciudadanos. El Espacio Europeo de Educación Superior constituye un reto muy positivo para todos. Los estudios tendrán una mayor transparencia y compatibilidad, cuestión necesaria en muchas licenciaturas, pero que ya ha sido superada por lo que respecta a la licenciatura de Farmacia, en la que quedó resuelta en el año 1985, mediante la publicación de dos Directivas específicas. Sin embargo, algunas cuestiones sí son aprovechables de las reformas que se proponen, como por ejemplo, la adopción del crédito europeo como unidad de haber académico que valora el volumen global de trabajo realizado por el alumno en sus estudios y no sólo las horas de clases teóricas y prácticas. Asimismo, hay otra cuestión en la que es posible avanzar en lo que se refiere a los estudios de Farmacia, que es en el Suplemento Europeo al Título, cuestión no resuelta para la mayor parte de los países, y en la que España va muy por delante con los actuales títulos de especialista.

ADAPTACIÓN DEL SISTEMA UNIVERSITARIO ESPAÑOL

La Declaración de La Sorbona de 1998 se ha visto consolidada por la de Bolonia en 1999, en la que los ministros europeos de educación instan a los Estados miembros de la Unión Europea a desarrollar e implantar en sus países un conjunto de actuaciones que se detallan en la tabla I. Más tarde, en el Comunicado de Praga del año 2001, se introducen algunas líneas adicionales (tabla II). Sin embargo, la mayor parte de las recomendaciones se dirigen a las titulaciones sin el carácter específico de la licenciatura de Farmacia, por lo que los farmacéuticos tienen que luchar contra la tendencia uniformadora de muchos políticos de dentro y de fuera que no reconocen las singularidades de esta profesión.

Los campos en los que se va a producir la adaptación del sistema universitario español al europeo son: el sistema de créditos, la estructura de las titulaciones, el llamado Suplemento Europeo al Título (SET) y la garantía de calidad. La controversia, en lo que se refiere a la licenciatura de Farmacia, puede surgir en la estructura de las titulaciones y en los suplementos europeos, por lo que hay que mantener la vigencia de las Directivas de 1985 en las que se produjo una homologación de los estudios de Farmacia para toda la Unión Europea, y potenciar nuestros títulos de especialista, que son casi los únicos que existen en el Espacio Europeo.

En lo que se refiere a los créditos, pueden ser flexibles y adaptarse a las nuevas tendencias. El sistema de créditos europeos, conocido como ECTS (European Credits Transfer System), nace y se desarrolla con los programas de movilidad de los estudiantes para dar respuesta a la necesidad de encontrar un sistema de equivalencia y de reconocimiento de los estudios cursados en otros países. La generalización de esta unidad de medida académica para todos los estudiantes es un objetivo fundamental para la creación del Espacio Europeo de Educación Superior, de forma que el trabajo desarrollado por un estudiante en cualquiera de las universidades de los Estados miembros sea fácilmente reconocible en cuanto a calidad y contenido. La diferencia con los actuales créditos, basados exclusivamente en el tiempo de enseñanza teórica o práctica, está en que también se reconoce el volumen de trabajo que el estudiante debe realizar para alcanzar los objetivos educativos. El nuevo sistema ECTS establece en 60 créditos el volumen de trabajo total de un estudiante a tiempo completo durante un curso académico. Todavía es pronto para saber si esto se va a traducir en un mayor o menor trabajo y dificultad, lo que está claro es que puede disminuir el tiempo de enseñanza teórico o práctico en favor de un mayor trabajo personal. En este sentido, hay que luchar contra la tendencia general de nuestras facultades, que cuando disminuye la carga lectiva, tratan de concentrar todo lo que se daba en un menor tiempo, aumentando la dificultad y ocasionando que la media de los alumnos emplee un tiempo superior al considerado normal en la realización de los estudios.

LA ADAPTACIÓN DE LOS TÍTULOS UNIVERSITARIOS

La alternativa que se propone en este momento es que el primer nivel o Grado se complete con 240 créditos europeos3, es decir 4 años, o incluso que sea de 180 créditos europeos, lo que supondría que el título de licenciado, ingeniero o arquitecto se pudiese obtener en tres años. Pero, en cualquier caso, como vemos, el límite es de 4 años para la mayor parte de las titulaciones, por lo que se abre el debate sobre las licenciaturas específicas --Medicina, Farmacia y otras-- para que el título no quede devaluado respecto a su situación actual. En el segundo nivel, es decir, el Posgrado, las cosas están mucho menos claras, ya que en este momento no se ha determinado si será necesario hacer un máster para obtener el título de doctor o bastará con reunir los créditos suficientes. Esa menor claridad se traduce, sin embargo, en una mayor uniformidad en lo que se refiere al Posgrado en Farmacia que, a buen seguro, será igual al de las otras titulaciones.

EL TÍTULO DE FARMACÉUTICO EN EL ESPACIO EUROPEO

Por suerte, el título de licenciado en Farmacia ya fue homologado en el año 1985. Esta homologación se ha reforzado recientemente mediante la Directiva 2001/19/CE del Parlamento Europeo y del Consejo por la que se modifican numerosas Directivas, relativas al sistema general de reconocimiento de las calificaciones profesionales, entre las que se encuentra la profesión de farmacéutico. Esta Directiva acaba de ser incorporada al ordenamiento jurídico español mediante el Real Decreto 1.171/2003 de 12 de septiembre4, que modifica el Real Decreto 1.667/1989, de 22 de diciembre, por el que se regula el reconocimiento de diplomas, certificados y otros títulos de Farmacia de los Estados miembros de la Unión Europea, así como el ejercicio efectivo del derecho de establecimiento, modificado y ampliado por el Real Decreto 1.595/1992. En un anexo5 de este Real Decreto se detallan las denominaciones oficiales para los farmacéuticos en los distintos países de la Unión Europea (es sorprendente la gran variabilidad de denominaciones que existe entre unos países y otros)6.

Hay, sin embargo, una cuestión pendiente, que son los títulos de especialista, ya que la Unión Europea sólo reconoce especialidades a los médicos. En este sentido, hay que decir que, casi en exclusiva, se reconoce el título de especialista en Farmacia Hospitalaria en los países francófonos, mientras que otras especialidades ya conseguidas en España brillan por su ausencia en los demás países europeos. En Italia, por ejemplo, está prohibido a los farmacéuticos realizar análisis clínicos y, en general, las especialidades de microbiología, parasitología, bioquímica clínica y ortopedia son especialidades médicas en exclusiva en la mayor parte de los países7.

LA PROFESIÓN FARMACÉUTICA EN LA LOPS

La Ley de Ordenación de las Profesiones Sanitarias (LOPS) está suponiendo un nuevo frente de lucha para la profesión por lo raquítico de sus planteamientos en lo que se refiere a las funciones del farmacéutico8. Además, cuadra muy poco con las actuales especializaciones en Farmacia, pues sólo nos atribuyen funciones de colaboración en procesos analíticos, y se olvida palmariamente de lo que representa todo el movimiento de la Atención Farmacéutica, que ya recogen varias leyes de las comunidades autónomas. La Ley de Ordenación de las Profesiones Sanitarias ha adquirido un tinte «medicalizado», nada conveniente para los farmacéuticos, y da pie a la preocupación sobre el futuro de los pacientes, con los que el farmacéutico ejerce no sólo una función de colaborador en la mejora de la salud, sino también de auditor y de segunda opinión en lo que se refiere a los tratamientos farmacológicos.

REFLEXIÓN FINAL

España es, con toda seguridad, el Estado de la Unión Europea con mayor número de licenciados en Farmacia y con mayor número de estudiantes. También es el único que ha implantado un variado número de especializaciones, y todo ello sin desvalorizar en absoluto la obtención de los títulos. Sin embargo, los farmacéuticos se están enfrentado a una corriente externa y otra interna que pretenden que la licenciatura en Farmacia adopte una posición secundaria respecto a otras.

La corriente externa viene de Europa y, sobre todo, de algunos países en los que los estudios de Farmacia fueron siempre de tres años, o de los que de forma incomprensible, como es el caso de Italia, decidieron acortarlos y ahora han tenido que homologarlos a los demás. Según esa corriente, los estudios de Farmacia no tienen nada de especial respecto a otras licenciaturas y, por tanto, no deberían ser una excepción en cuanto al tiempo de realización y a las características generales de la obtención de la licenciatura.

La corriente interna no se deriva sólo de los cambios políticos que estamos viviendo ahora, sino que empezó mucho antes, cuando se consintió que docentes que no han estudiado Farmacia impartieran materias en la licenciatura de Farmacia. En este momento hay facultades en España en las que resulta difícil encontrar profesores que hayan cursado los estudios de Farmacia, y ello se traduce en una importante pérdida del carácter de esta profesión. Si unimos a todo esto la desvalorización de los colegios profesionales iniciada en algunas comunidades autónomas, habremos cerrado el círculo de una evolución hacia la despersonalización y la pérdida de carácter de los estudios de Farmacia.

Contra estas corrientes es necesario luchar con ahínco y desde varios frentes: el universitario, el profesional, el corporativo y el de los propios padres de futuros alumnos, que deben rechazar los estudios no impartidos por farmacéuticos, aunque sólo sea por seguir la tradición histórica de esta profesión, en la que se practicaba junto a un maestro hasta convertirse en farmacéutico.

Los actuales farmacéuticos van a tener nuevas obligaciones, como cualquier profesional, que consisten en mantener actualizados sus conocimientos, pero también deben procurar no perder la tradición histórica de esta profesión, que ha llevado a la Farmacia española a ser una de las más evolucionadas del mundo, como lo demuestra la calidad y la profundidad de los estudios impartidos y los logros de la especialización por la que suspiran muchos farmacéuticos en Europa. *

Bibliografía
[1]
que regulan las materias para la obtención del título de licenciado en Farmacia y la libre circulación de profesionales.
[2]
recoge ya el concepto de Espacio Europeo de Enseñanza Superior en sus artículos 87 y 88.
[3]
por el que se establece el sistema europeo de créditos y el sistema de calificaciones en las titulaciones universitarias de carácter oficial y validez en todo el territorio nacional.
[4]
por el que se incorpora al ordenamiento jurídico español la Directiva 2001/19/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 14 de mayo de 2001, por la que se modifican directivas sobre el reconocimiento profesional, y se modifican los reales decretos de transposición. (Publicado en el BOE del 19 de septiembre de 2003, pp. 34457-34498)
[5]
Anexo E..
[6]
hasta el «diploma de habilitación para el ejercicio de la profesión farmacéutica obtenido tras un examen de Estado» de Italia, o la «carta de curso de licenciatura en ciencias farmacéuticas» de Portugal.
[7]
que han mantenido una lucha permanente con las organizaciones médicas e incluso con el antiguo Ministerio de Educación, hasta conseguir el desarrollo de las especializaciones, tanto las que requieren formación hospitalaria como las que recientemente se han puesto en marcha referidas a la industria
[8]
«Corresponden a los licenciados en Farmacia las actividades dirigidas a la producción, conservación y dispensación de medicamentos, así como la colaboración en los procesos analíticos, farmacoterapéuticos y de vigilancia de la salud pública».
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