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Vol. 68. Núm. 5.
Páginas 293-295 (Mayo 2021)
Vol. 68. Núm. 5.
Páginas 293-295 (Mayo 2021)
Editorial
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Reconocer el trabajo de los revisores para mejorar las publicaciones científicas
Recognising the work of reviewers to improve scientific publications
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Cristina Lamas
Complejo Hospitalario Universitario de Albacete, Endocrinología y Nutrición, Albacete, España
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La revisión por pares consiste en la evaluación crítica de un manuscrito por parte de personas expertas en el área de conocimiento del manuscrito, ajenas tanto al grupo de trabajo que presenta el manuscrito como a la editorial. Estos expertos asesoran a los editores acerca de si el trabajo, en función de su interés y su calidad, debe ser publicado o no y proponen cambios para la mejora del manuscrito. En las últimas décadas se ha impuesto como un criterio de calidad imprescindible para que una publicación científica sea aceptada y respetada por el resto de la comunidad científica1. Esto es así porque dicha comunidad científica asume que los revisores actuarán de manera rigurosa, desinteresada e independiente, buscando seleccionar los mejores trabajos de investigación para una determinada publicación y mejorar en lo posible la calidad y claridad de dichos trabajos. Es decir, que el proceso de revisión por pares se basa fundamentalmente en la confianza entre científicos.

Sin embargo, el número de revistas científicas y de artículos remitidos para publicar se ha incrementado de tal manera en los últimos años que los editores encuentran dificultades para disponer de revisores suficientes para evaluar todos los trabajos que reciben y mantener tanto la calidad de las evaluaciones como los plazos de respuesta1. Endocrinología, Diabetes y Nutrición no es una excepción.

La mayoría de los revisores disfrutan realizando esta tarea y seguirían haciéndolo: así se manifestaban un 86% de los respondedores a una gran encuesta promovida a nivel mundial por Elsevier entre revisores de diferentes disciplinas2, aunque se trata de un estudio realizado hace más de 10 años y esto podría haber cambiado en la actualidad. Revisar es estimulante para el investigador, pues le permite mantenerse al día de lo que se investiga en su área (¡conocer los resultados del trabajo de otros grupos antes de su publicación!), acercarse a otros enfoques (los de los autores, pero también los de los co-revisores), mejorar sus habilidades tanto para plantear sus proyectos de investigación como para redactar los textos que a su vez serán revisados por otros, desarrollar su capacidad crítica, y densificar su red de contactos profesionales con editores y otros investigadores. Sin embargo consume bastante tiempo (más de 6 horas en el 35% de los casos en el campo de la medicina, según la citada encuesta, y con una mayoría de revisores evaluando entre 3 y 10 trabajos al año), un bien que a casi ningún investigador le sobra hoy en día. La mitad de los revisores con más de cinco años de experiencia, además, trabajan regularmente para cinco o más publicaciones3.

Todo el que haya remitido artículos a revistas revisadas por pares sabe también que la tarea de revisión en algunas ocasiones es muy superficial, con unos pocos comentarios genéricos, pero otras veces es muy extensa y detallada, evaluando la originalidad y relevancia de la idea principal, proponiendo una presentación más clara para el lector, analizando en profundidad qué aspectos del manuscrito son mejorables, si los resultados son clínicamente relevantes además de estadísticamente significativos, si la revisión de la literatura ha sido exhaustiva y si las afirmaciones que se atribuyen a las citas bibliográficas realmente pueden deducirse de ellas, si las conclusiones se sostienen en los resultados, proponiendo al fin mejoras que pueden dar un auténtico impulso al resultado final. La revista mejorará mucho la calidad de lo que publica y su prestigio si elige a este último tipo de revisor. Sin embargo, no se recompensa de ninguna manera a estos revisores más exhaustivos (salvo, quizás, con un mayor número de nuevas solicitudes de colaboración).

Es responsabilidad de las editoriales científicas conseguir un número suficiente de revisores, desinteresados, objetivos y con conocimientos actualizados en las áreas cubiertas por cada publicación y con diversidad en cuanto a edad, sexo, regiones e intereses, si además quieren tener una perspectiva amplia y ser representativas de toda la comunidad científica. Pero, lógicamente, todas las revistas y editoriales prefieren recurrir a aquellas personas con mayor conocimiento y experiencia sobre un determinado tema y que elaboran los mejores informes de revisión, y esto puede conllevar que estos expertos se vean desbordados.

Otro fenómeno que ha venido a hacer más difícil el trabajo editorial en el campo de la ciencia es el de las llamadas “revistas depredadoras” (“predatory journals”). Son aquellas que rebajan al límite la exigencia de calidad para publicar artículos científicos, no siguen las recomendaciones de buenas prácticas editoriales y cargan todos los costes del proceso editorial a los autores o sus instituciones4,5. Para aparentar que cumplen con los estándares de la literatura científica de calidad, muchas afirman que son publicaciones revisadas por pares. Y para cubrir el expediente, inundan nuestros correos electrónicos, ya no sólo de peticiones de contribuciones a sus publicaciones, sino también de invitaciones para revisar, aunque sus áreas de interés están alejadas de las nuestras. Puedo hacer esa afirmación sin temor a exagerar, ya que de manera continua recibo invitaciones a revisar trabajos, no sólo de todas las especialidades médicas, sino incluso de disciplinas tan alejadas de mis conocimientos como la ingeniería electrónica o la oceanografía. Es posible que puedan captar de esta manera a algunos revisores con menos experiencia, dificultando así la adquisición de nuevos revisores por parte de publicaciones de mayor rigor científico.

Algunas revistas están intentando modernizar el proceso de revisión por pares. Una propuesta es dar trasparencia absoluta al proceso permitiendo que el autor y el revisor conozcan sus respectivas identidades, intentando con ello conseguir revisiones más honestas y constructivas, no ofensivas, que promuevan el debate científico entre autor y revisor. E incluso publicando los informes del revisor junto al artículo definitivo, con lo que el revisor también ve reconocido su trabajo6,7. Aunque este método también tiene sus detractores, pues puede ocurrir que las relaciones personales impidan una evaluación objetiva, que algunos lo utilicen para retrasar las publicaciones de competidores directos o que revisores jóvenes no se sientan autorizados a criticar abiertamente los trabajos de investigadores de prestigio o piensen que ello puede afectar negativamente a su carrera investigadora. Otras, como PlosOne, piden a los revisores que no tengan en cuenta la relevancia de la idea principal del trabajo o su interés, sino que juzguen únicamente la calidad técnica del mismo, dejando que sea el número de lectores y sus opiniones los que determinen el interés del artículo.

¿Qué podemos hacer para mantener el sistema de evaluación por pares, sin agotar a los investigadores que actúan de forma habitual como revisores? La posibilidad de remunerar la tarea es controvertida, pues podría mermar la confianza entre investigadores y hacer dudar de su imparcialidad y transparencia, y sin duda encarecería el acceso a las publicaciones científicas. Tampoco son bienvenidas las iniciativas de publicar la filiación de los revisores junto a los autores del trabajo revisado, ya que la mayoría de los revisores prefiere mantener su anonimato1,2. Las editoriales suelen ofrecer a cambio acceso gratuito a algunas de sus publicaciones, algo poco valorado hoy en día ya que muchas instituciones garantizan a sus investigadores el acceso a muchísimos recursos bibliográficos, o descuentos para publicar. También han mejorado sus esfuerzos por visibilizar el trabajo de los revisores con iniciativas como la Peer Review Week, en la que organizan actividades formativas y foros de debate sobre el proceso de revisión por pares dirigidas a revisores e investigadores, la publicación de una carta anual de agradecimiento que a menudo incluye el listado de los revisores que han colaborado ese año, la concesión de premios o reconocimientos públicos a los que consideran sus mejores revisores, o la emisión de certificados que acreditan las revisiones realizadas. Aunque hay pocas iniciativas que evalúen la calidad de los informes de revisión emitidos, podría asumirse que un mayor número de invitaciones a revisar se correlaciona con dicha calidad.

Sin embargo, también la comunidad científica deberíamos manifestar reconocimiento a esta tarea que consideramos imprescindible. Rara vez se oye hablar del tema en la literatura científica ni en cursos o congresos, y a todos nos vendrían bien recordar de vez en cuando que formamos parte de una comunidad, que nos gusta que nuestros manuscritos sean revisados de manera justa y en un plazo breve, que queremos leer artículos de la mejor calidad y claridad para seguir formándonos y manteniéndonos actualizados y que tenemos por tanto el compromiso ético de contribuir al avance del conocimiento contribuyendo desinteresadamente como revisores. También podríamos mejorar la calidad de las revisiones, en beneficio de todos, dedicando algo de nuestro tiempo a actividades de formación enfocadas a la revisión crítica. Ambas estrategias favorecerían la incorporación de nuevas generaciones de investigadores al colectivo de revisores, garantizando la sostenibilidad del sistema. La consideración como mérito curricular en los procesos de selección para plazas docentes, asistenciales o investigadoras, o en la concesión de ayudas a la investigación es, probablemente, el incentivo más razonable1 y se avanza lentamente en este sentido: como ejemplos, muchas revistas proporcionan algún tipo de certificado o acreditación al revisor, pero no todas, ORCID permite registrar esta actividad, pero la mayor parte de publicaciones todavía no registran el identificador ORCID del revisor, el curriculum normalizado de la fundación Fecyt no tiene un apartado específico, algunas universidades y agencias financiadoras de la investigación lo valoran, pero otras no. Probablemente un debate público y abierto sobre el tema nos permitiría encontrar otros modos de incentivar esta importante misión y mostrar a los buenos revisores el respeto que les debemos.

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Editorial: Nature will publish peer review reports as a trial. Nature 2020; 578:8. https://doi.org/10.1038/d41586-020-00309-9.
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