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Cirugía Cardiovascular Dr. José Luis vallejo Ruíz
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Vol. 32. Núm. 3.
Páginas 174 (Mayo - Junio 2025)
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Dr. José Luis vallejo Ruíz
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José María González Santos
Hospital Clínico Universitario de Salamanca
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El pasado 2 de marzo fallecía en Madrid, a la edad de 88 años, José Luis Vallejo Ruiz. Durante décadas, ejerció como Jefe Clínico de Cirugía Cardiovascular en el Hospital General Universitario Gregorio Marañón y como Profesor Titular en la Universidad Complutense de Madrid. Su jubilación en 2008 no apagó su legado, aunque los padecimientos propios de la edad le impidieron disfrutar plenamente del retiro que tanto merecía.

Andaluz atípico, con apariencia y maneras más propias de un gentelman que de un isleño, José Luis nació en San Fernando, Cádiz, en cuya base naval estaba destinado su padre. Pronto se trasladó a Bilbao, donde pasó su infancia y perdió el acento de su tierra, aunque no su calidez. Años más tarde se trasladó a Madrid, en cuya Universidad Complutense, de la que luego sería profesor, cursó brillantemente sus estudios de Medicina.

Con clara vocación de cirujano, ya en los últimos años de la carrera se incorporó al equipo de cirugía del Gran Hospital de la Beneficencia General del Estado (hoy Hospital de La Princesa) y posteriormente al Hospital Provincial de Madrid, en un momento crucial para la especialidad, cuando apenas unos pocos centros pioneros iniciaban las primeras experiencias en cirugía cardíaca en España. La llegada a este último centro del Dr. Ramiro Rivera en 1972 marcó un punto de inflexión en la evolución del servicio, impulsándolo hasta convertirlo en la primera unidad médico-quirúrgica del país y una de las más prestigiosas. José Luis asumió con entusiasmo este desafío y perfeccionó su formación con estancias en el Instituto de Cardiología de Montreal, gracias a los acuerdos entre la Comunidad de Madrid y el Gobierno de Quebec, experiencia de la que muchos otros nos hemos beneficiado. José Luis fue un miembro fundamental del Servicio de Cirugía Cardiovascular del hoy denominado Hospital General Universitario Gregorio Marañón desde su creación, siendo máximo responsable de este en diferentes épocas. El enrarecido ambiente que existía en el hospital a principios de los años 80 motivó la marcha del Dr. Rivera. La proximidad de José Luis a Rivera condicionó que, a pesar de su mejor cualificación científica y técnica, fuese relegado entonces y en los años subsiguientes en favor de otras opciones políticamente más convenientes, como reconocieron en su momento los mandos del hospital.

Excelente cirujano, con amplios conocimientos teóricos y una sólida base técnica adquirida durante su formación en cirugía general, era a la vez rápido, seguro y elegante, unas cualidades que deslumbraban a los que llegábamos para formarnos, atraídos por la fama del servicio. Su templanza, no exenta de fina ironía, tanto en el quirófano como fuera de él, hacían que fuese el compañero ideal en los momentos difíciles.

Pero su vocación trascendía el ámbito quirúrgico. Como docente, fue un maestro apasionado que lograba despertar en sus alumnos un genuino interés por la patología cardiovascular. A largo de su vida profesional José Luis mantuvo una importante actividad investigadora, siendo autor de numerosas publicaciones y tutelando los proyectos y tesis doctorales de muchos de los que con él nos formamos. Su compromiso con la disciplina se reflejó en su activa participación en la Sociedad Española de Cirugía Cardiovascular y Endovascular (SECCE), donde ocupó diversos cargos hasta alcanzar la presidencia en el período 2002-2004.

Más allá de su brillante trayectoria profesional, José Luis destacaba por sus cualidades humanas. Era un caballero en el sentido más pleno de la palabra: cercano, afable y de trato exquisito con compañeros, alumnos, pacientes y familiares. Generoso con su tiempo y su conocimiento, dejó una huella imborrable en aquellos que tuvimos el privilegio de aprender de él. “La paciencia en la persona…” era una de sus máximas, y la practicaba con admirable entrega en la formación de los nuevos cirujanos.

Hombre culto y de múltiples inquietudes, encontraba en la música clásica una fuente de inspiración y, como buen hijo de marino, en la navegación, una pasión heredada. Ya en la madurez, obtuvo el título de patrón de barco y disfrutó del mar en su querida Zahara de los Atunes, siempre acompañado de su esposa Lola y de sus hijos.

La pérdida de José Luis deja un vacío profundo en la cirugía cardiovascular española. Su magisterio, su ejemplo y su amistad seguirán vivos en quienes tuvimos la fortuna de conocerlo y compartir su legado.

Descanse en paz.

José María González Santos

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