Objetivos: Nuestro objetivo fue evaluar la rentabilidad de los HC de control tras un episodio de EI.
Método: Análisis retrospectivo de una cohorte prospectiva unicéntrica incluyendo a pacientes con EI definida diagnosticados entre enero de 2012 y diciembre de 2023. Se excluyeron aquellos pacientes sin seguimiento al año.
Resultados: De un total de 332 pacientes, 78 (23,5%) fallecieron durante el ingreso y no se pudo obtener seguimiento al año de 126 (37,9%), por lo que incluimos finalmente 128 pacientes. La mediana de edad fue 66 años (rango intercuartílico (RIQ) 54-77), siendo el 38,3% (n=49) mujeres y presentando alta comorbilidad (mediana Charlson 4, RIQ 2-5). En 66 pacientes (51,6%) fue EI nativa, 50 (39,1%) EI protésica y en los 12 restantes (9,3%) sobre dispositivo cardiaco. Las afectaciones valvulares más frecuentes fueron aortica (n=60, 46,9%), mitral (n=54, 42,2%), válvulas derechas (n=10, 7,8%). Las etiologías más frecuentes fue Staphylococcus spp. (35,9%), seguido de Streptococcus spp. (24,2%), Enterococcus spp. (13,3%) y sin aislamientos (7,8%). Solo en el 47,7% (n=61) se identificó foco primario, siendo los más frecuentes el vascular y genitourinario (10,2% cada uno). En cuanto a la presentación del episodio índice, hubo embolismos sistémicos en 32,8% (n=42), complicaciones paravalvulares en 29,7% (n=38), y bacteriemia persistente en 8,6% (n=11). En cuanto al manejo, el 60,9% (n=78) presentaron indicación quirúrgica, operándose la mayoría (53,9%, n=69). La mediana de días de antibiótico fue 42 días (RIQ 34-48). Durante el seguimiento, se obtuvieron HC de control en ausencia de fiebre en 94 pacientes (73,4%), mientras que no se obtuvieron en 34 (26,6%). En la mayoría (90,2%) se obtuvieron durante el primer mes de seguimiento, y solo en el 4,2% (n=4) se obtuvieron pasados los 3 meses. De los pacientes con HC de control, solo en uno (1,1%) fueron positivos, llevando a un diagnóstico de recidiva precoz. Se trataba de una recidiva por Staphylococcus aureus en un paciente con episodio índice por el mismo microorganismo, operado durante el primer ingreso, sin bacteriemia persistente ni embolismos sépticos. No hubo otros casos de recidiva en la cohorte, aunque 2 pacientes (1,7%) que habían tenido HC de control negativos presentaron posteriormente reinfecciones por otros microorganismos.
Conclusiones: La rentabilidad de los hemocultivos de control en ausencia de fiebre tras episodios de EI infecciosa fue escasa y puede no constituir una práctica útil en el seguimiento de pacientes supervivientes de esta patología. Se necesitan estudios prospectivos y multicéntricos para comprobar la ausencia de utilidad de estos HC y valorar si en escenarios y patógenos concretos pudieran ser útiles.



