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Vol. 35. Núm. 8.
Páginas 441 (Mayo 2005)
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J. Martínez Candelaa, J. Franch Nadalb
a Centro de Salud Mariano Yago. Yecla, Murcia. España
b ABS Raval Sud. Barcelona. España.
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Sr. Director: Agradecemos el interés por nuestro trabajo, expresado en la carta dirigida a Usted, de Briceño García. Nos gustaría poder aclarar algunas de las cuestiones planteadas en ella.

En primer lugar excluimos del estudio a todas las personas afectadas por enfermedades sistémicas graves, entendidas como aquellas invalidantes físicamente (imposibilidad de desplazamiento al centro, marcado deterioro general, fase terminal, etc.) o psíquicamente para poder participar en él. Se incluyó a todas las personas hospitalizadas durante la realización del estudio y sin recuperación plena 8 semanas después del alta hospitalaria. Respecto al posible sesgo introducido al descartar a los sujetos con insuficiencia renal (creatinina sérica > 1,5 mg/dl), en vez de hacerlo mediante el cálculo de su aclaramiento (criterio insuficiencia renal Clcr < 60 ml/min según la fórmula de Crockcroft y Gault)1 creemos que, en caso de existir, no afectaría al sentido general del estudio ni a sus resultados, dado que la enfermedad afecta principalmente a las personas > 60 años2,3, que deberían ser sustituidas por otras pertenecientes al mismo estrato de población, según la metodología seguida en el estudio, y que la edad más avanzada está asociada con una mayor prevalencia de alteraciones en el metabolismo de los hidratos de carbono.

En cuanto al cálculo muestral, éste se basó en una prevalencia conocida para la IGT del 10% de la muestra obtenida (n = 393), acorde con los recursos disponibles para realizar el estudio, y permite una precisión del 1,6% para estudiar una prevalencia de DM2 del 2,65% según criterios ADA 974. Con la muestra finalmente estudiada (n = 261) se consigue una precisión del 1,95%.

Por otro lado, respecto a la segunda determinación analítica necesaria para el diagnóstico de diabetes mellitus (DM) en la práctica clínica, la propia OMS, en su informe de 19995, admite la validez de una única determinación en estudios epidemiológicos como es nuestro caso.

En cuarto lugar, la disminución del umbral de glucemia basal alterada (GBA) a 100 mg/dl sigue provocando discrepancias en cuanto a su utilidad en la práctica clínica6, al igual que la sobrecarga oral con 75 g de glucosa (SOG); y sobre la realización del cribado poblacional, independientemente del test utilizado para ello (glucemia basal, SOG o determinación de la hemoglobina glucosilada), se recomienda su utilización en el contexto de la coexistencia de otros factores de riesgo cardiovascular7.

Finalmente, hay el máximo grado de acuerdo respecto a la importancia de la intervención con medidas higiénico-dietéticas en este grupo de personas. Otros ensayos clínicos aleatorizados8,9, aparte de los citados por los autores de la carta, así lo confirman.

Bibliografía
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N Engl J Med, 346 (2002), pp. 393-403
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