Se acababa de iniciar la década de los años 80 del siglo pasado y hacía 2 años que se había reconocido oficialmente en España la especialidad de Medicina de Familia y Comunitaria. Eran tiempos de incertidumbre sobre su futuro en el seno de un sistema sanitario público en el que aún no se había diseñado la reforma de la llamada asistencia médica ambulatoria de la Seguridad Social, instaurada tras la guerra civil. El primer programa formativo de la especialidad de MFyC tenía una extensión de poco más de 2 folios y en la mitad de uno de ellos cabían las líneas dedicadas a lo que entonces se denominaba «3.er año» (los 2 primeros consistían en rotaciones por servicios hospitalarios), en el que el residente en formación debería rotar por centros y servicios diversos, en general, del ámbito de la salud pública.
Este era el contexto en el que el Dr. Luis de la Revilla, recién nombrado tutor hospitalario de los residentes de MFyC del hospital Virgen de las Nieves de Granada, junto con otros tutores de la primera promoción MIR iniciada en 1979, tomó la decisión de dedicar toda su capacidad de liderazgo, experiencia y sabiduría profesional y enorme fuerza de trabajo a la atención primaria y medicina de familia española.
Desde esos difíciles e inciertos tiempos germinales hasta hoy, tanto una como otra han progresado exponencialmente en nuestro país, así como en muchas otras partes del mundo. Ello ha sido posible gracias a profesionales y personas como el Dr. Luis de la Revilla Ahumada y, por ello, la Medicina de Familia siempre mantendrá con él una deuda enorme de gratitud y reconocimiento.
No considero necesario detallar en estas líneas conmemorativas todas las muy numerosas responsabilidades de gestión, docentes e investigadoras, también en el ámbito editorial de libros y artículos científicos, que asumió a lo largo de su vida el Dr. De la Revilla. Se pueden calificar globalmente como trascendentales en los terrenos de la formación y la organización asistencial en Medicina de Familia, con énfasis en la perspectiva familiar y en la participación comunitaria.
En el ámbito estrictamente personal del que firma estas líneas, el fallecimiento del Dr. Luis de la Revilla ha causado una gran tristeza, la que produce la pérdida de un amigo con el que se han compartido innumerables momentos de diálogo y trabajo, tanto acerca de asuntos profesionales como de índole personal, siempre en un marco de fraternidad, sinceridad y apoyo mutuo.
Quiero finalizar estas breves líneas dando las gracias al amigo por todo lo que me ha aportado, por las enseñanzas recibidas de un gran profesional y, esencialmente, de una persona que siempre priorizó en su vida y acciones el servicio a los demás.
Julio de 2025
