
Editado por: Dra. Gisela Galindo-Ortego y Dra. María del Campo
Última actualización: Noviembre 2025
Más datosEl cambio climático está intensificando el calor extremo, con efectos graves sobre la salud. Las olas de calor aumentan la mortalidad y la morbilidad, afectando especialmente a los grupos vulnerables. El calor agrava enfermedades cardiovasculares, renales, mentales y respiratorias, e impacta más en contextos de pobreza energética y viviendas inadecuadas. Además, existen grandes desigualdades geográficas y sociales: quienes menos contribuyen al cambio climático suelen ser los más afectados. La adaptación puede reducir hasta el 80% de la mortalidad relacionada con el calor e incluye medidas fisiológicas, culturales, tecnológicas y políticas. Desde atención primaria se proponen estrategias a nivel individual, grupal, comunitario y político, enfocadas en identificar vulnerabilidades, educar, promover entornos saludables y exigir justicia climática. El abordaje debe ser integral, equitativo y transformador para enfrentar esta crisis sanitaria global.
Climate change is intensifying extreme heat with serious health consequences. Heatwaves increase both mortality and morbidity, particularly affecting vulnerable groups. Heat exacerbates cardiovascular, renal, mental, and respiratory diseases, and its impact is greater in contexts of energy poverty and inadequate housing. Moreover, there are significant geographical and social inequalities: those who contribute the least to climate change are often the most affected. Adaptation can reduce heat-related mortality by up to 80% and includes physiological, cultural, technological, and policy-based measures. From Primary Health Care, strategies are proposed at individual, group, community, and political levels, focusing on identifying vulnerabilities, raising awareness, promoting healthy environments, and demanding climate justice. The approach must be comprehensive, equitable, and transformative in order to address this global health crisis effectively.
Las emisiones antropogénicas de gases de efecto invernadero han provocado un aumento de las temperaturas globales, incrementando la frecuencia e intensidad del estrés térmico y los eventos climáticos extremos. A escala mundial, los últimos 8 años han sido los más cálidos registrados, y Europa se perfila como uno de los principales focos climáticos, con casi 1°C más que el correspondiente aumento mundial1. Además, se prevé que el incremento de las temperaturas se acelere, lo que, unido al envejecimiento de la población y a las dinámicas de urbanización, podría exacerbar sus riesgos y consecuencias.
Este escenario es incierto, ya que el impacto final del calor dependerá en gran medida del grado de adaptación de la sociedad, que se ha estimado que evitaría hasta el 80% de la mortalidad. Dicha adaptación tiene como objetivo mitigar los efectos adversos que el cambio climático puede imponer a la salud de los individuos, las comunidades y los propios sistemas de salud2.
Los cambios en la temperatura tienen efectos en diferentes niveles. Desde lo fisiológico hasta lo social o político, desde lo clínico a lo comunitario. Esta complejidad involucra múltiples disciplinas y sistemas, tanto en el estudio de sus consecuencias como especialmente en las estrategias y las propuestas para afrontarlas. En esta intersección, la atención primaria orientada a la comunidad es un lugar privilegiado de actuación.
En este texto se describen inicialmente los efectos de las temperaturas a nivel fisiopatológico y epidemiológico, destacando particularmente por su relevancia en nuestro medio los relacionados con el calor. Posteriormente, se analizan los determinantes sociales del impacto del cambio climático en las inequidades de salud. Por último, se proponen estrategias clínicas, comunitarias y políticas con una mirada de atención primaria de la salud.
Impacto epidemiológico del estrés térmicoLa AEMET define ola de calor como «un episodio de al menos 3 días consecutivos, en que como mínimo el 10% de las estaciones consideradas registran máximas por encima del percentil del 95% de su serie de temperaturas máximas diarias de los meses de julio y agosto del periodo 1971-2000». Según el Ministerio de Sanidad, ocurren cuando se superan las temperaturas umbral de disparo de mortalidad atribuible al calor, siendo la temperatura umbral la temperatura máxima diaria a partir de la cual comienza a aumentar la mortalidad de forma estadísticamente significativa. Desde junio de 2024, para el análisis y determinación del riesgo por calor y la gestión de alertas, se utilizan las llamadas 182 zonas isoclimáticas, áreas geográficas con umbrales térmicos específicos definidos, que permiten alertas más precisas y adaptadas a las condiciones locales.
En este contexto, cabe diferenciar entre mortalidad atribuible al calor, que se refiere al exceso de mortalidad o defunciones extra respecto a lo que sería normal por agravamiento de otras enfermedades, y la mortalidad por calor, que es aquella por golpe de calor3.
Un artículo de Lancet de 2021 examina el impacto del estrés térmico en el cuerpo humano y la morbimortalidad. La respuesta al calor, que incluye vasodilatación y sudoración, puede verse comprometida por deshidratación y condiciones médicas. La deshidratación por sudoración excesiva puede agravar problemas cardiovasculares y renales, y la incapacidad de regular la temperatura en condiciones extremas puede provocar golpes de calor, afectando órganos vitales y aumentando el riesgo de muerte a largo plazo. Grupos vulnerables, como ancianos y personas con discapacidades, se ven especialmente afectados por el calor extremo. Además, condiciones de vida como el aislamiento agravan este riesgo. También se destaca el impacto en trabajadores al aire libre, donde la combinación de alta carga laboral y temperaturas extremas aumenta el riesgo de problemas de salud, afectando productividad y seguridad laboral4.
Otra revisión sistemática concluye que las altas temperaturas aumentan la morbilidad por enfermedades relacionadas con el calor, y que las olas de calor incrementan, además, la mortalidad. El riesgo es mayor por enfermedad de calor directo en varones, —probablemente por más oportunidades de exposición—, en personas mayores y en aquellas personas que viven en climas templados5.
Con respecto a la mortalidad, un estudio6 evaluó el impacto de la mortalidad relacionada con temperaturas no óptimas en 854 ciudades de Europa, considerando variaciones geográficas y riesgos por edad. Los resultados mostraron que los jóvenes son menos vulnerables al frío, mientras que la vulnerabilidad al calor aumenta con la edad. Por otro lado, se evidenció un mayor impacto térmico en Europa oriental, y los países del norte mostraron una mejor capacidad de adaptación climática, especialmente para el frío.
En España, un estudio7 analizó provincialmente la mortalidad atribuible a ambos extremos térmicos entre 2000 y 2009, destacando que la mortalidad por frío es significativa, con un riesgo atribuible (RA) del 11,5%, comparable al del calor (RA del 9,9%). El menor número de días con bajas temperaturas significó que la mortalidad diaria relacionada con el frío fue mayor que la mortalidad diaria relacionada con el calor. La investigación también sugiere que los efectos del frío tienden a ser más prolongados.
Otros estudios en Europa y España1,2 muestran un gran aumento de la mortalidad relacionada con el calor en junio-agosto de 2022, acercándose al récord de mortalidad excesiva de junio-septiembre de 2003, siendo los países del sur de Europa, los más afectados2. Los resultados muestran un total de 47.690 muertes estimadas en 2023 en el conjunto de los 35 países seleccionados, de las cuales, 47.312 entre 29 de mayo y el 1 de octubre. Entre ellos España (175 muertes por millón), y con mayor vulnerabilidad de las mujeres (55% más alta que en hombres) y los mayores de 80 años (768% más alta que en personas de entre 65 y 79 años)2.
Morbimortalidad asociada al calorHasta la fecha, los estudios epidemiológicos8 centrados en la asociación de las altas temperaturas con las hospitalizaciones han documentado efectos del calor para múltiples grupos de enfermedades, tanto en países en desarrollo como en desarrollados.
Por ejemplo, un estudio en España concluye que el calor contribuyó significativamente entre 2006-2019 a aumentar el riesgo de hospitalización, principalmente en trastornos metabólicos y obesidad, insuficiencia renal, infección del tracto urinario, sepsis, litiasis urinaria, e intoxicación por fármacos y otras sustancias no medicinales. Este estudio incluye otras variables destacables como calor y humedad/contaminación: los ingresos hospitalarios por bronquitis aguda y bronquiolitis fueron mayores en los días secos. En los días con alta contaminación atmosférica se exacerbó el riesgo de hospitalización por calor debido a trastornos metabólicos, diabetes y obesidad9.
A nivel de salud renal, existe evidencia de que las altas temperaturas afectan negativamente. Por ejemplo, los cálculos renales son más frecuentes en personas que viven en regiones con temperatura ambiente más elevada, y la lesión renal aguda es una complicación descrita del golpe de calor, siendo los ingresos hospitalarios por esta más frecuentes durante las estaciones más cálidas. Además, se ha propuesto que la combinación de estrés térmico extremo ambiental y fisiológico sea la causa primaria de la nefropatía mesoamericana y otras formas de enfermedad renal crónica de etiología incierta, y se ha observado la aceleración del descenso de la tasa de filtrado glomerular con la exposición al calor10.
En referencia a la salud mental, la investigación sugiere que las personas con enfermedades mentales son particularmente vulnerables a los malos resultados en salud por los efectos del calor extremo. Una revisión sistemática y metaanálisis11 describe un efecto de las temperaturas crecientes, variables y extremadamente altas sobre el suicidio, las conductas suicidas, las visitas a urgencias y los ingresos por enfermedad mental, si bien se sugiere que la relación entre temperatura y resultados en salud mental depende del contexto y no es lineal.
Por último, es también importante la relación con la gestación y el desarrollo infantil. Un estudio observó una asociación significativa entre la temperatura ambiente al inicio del embarazo y el riesgo de leucemia linfoblástica aguda infantil. La asociación más fuerte se observó en la semana gestacional 812.
Inequidades sociales, termómetro de la salud planetariaHabitamos un mismo planeta, pero no una misma realidad. A nivel global, las alteraciones climáticas impactan desigualmente en poblaciones y comunidades: en 2022, 32,6 millones de personas se desplazaron por motivos ambientales. Los países de rentas bajas y medias sufren mayoritariamente los efectos del cambio climático, provocado principalmente por los países ricos13,14. Parafraseando a Tudor Hart, una ley de responsabilidades climáticasinversas condiciona la vulnerabilidad y las posibilidades de afrontamiento de personas y regiones afectadas.
Las distintas circunstancias y condiciones en que desarrollan su vida las personas —los determinantes sociales de la salud (DSS)— impactan directamente en las diferencias evidenciadas en su salud. Son resultado de la distribución asimétrica de poder social según ejes de género, edad, nivel económico, etnicidad, territorio y discapacidad, y generan desigualdades, que, por sistemáticas, evitables e injustas, se denominan inequidades en salud.
Los DSS son estructurales, intermedios e individuales, e incluyen también los factores vinculados al sistema sanitario. Desde el enfoque One Health, la intersección compleja de los DSS con sistemas ambientales, vegetales y animales permite analizar las inequidades climáticas generadas en múltiples niveles y atravesadas por los ejes de desigualdad mencionados.
Eventos extremos cotidianosLas variaciones de temperatura impactan en la salud poblacional por vías derivadas de la alteración secuencial y multiplicativa de los determinantes de salud14,15. Los eventos climáticos extremos producen emergencias locales o regionales, con efectos drásticos mantenidos a largo plazo. En 2021, las olas de calor y sequías incrementaron la inseguridad alimentaria moderada o severa en 127 millones de nuevas personas respecto a la media de 1981-2010. Sin embargo, estudios observacionales14 muestran contraintuitivamente que la mayor parte de la mortalidad atribuible a la temperatura se produce, no en esos días extremos, sino en aquellos moderadamente cálidos o fríos. Esto tiene implicaciones para las políticas de salud pública y alerta nuestra práctica diaria en atención primaria.
Como se ha mencionado anteriormente, en Europa existen importantes disparidades geográficas de mortalidad relacionada con la temperatura. Entre 1991 y 2020, la relacionada con el frío fue 2.5 veces superior en el este del continente, y la vinculada al calor lo fue 6 veces en los países del sur16. Además, existen áreas de especial vulnerabilidad concentradas en latitudes sur de España, Italia, Grecia y Francia16 en las que crecerá la mortalidad en los próximos años, pero donde también se han desarrollado estrategias de aclimatación que limitan los efectos del cambio de temperatura.
Contextos desiguales, efectos desigualesDentro de cada país, la vulnerabilidad climática y térmica tampoco afecta a todas las personas por igual, y perjudica más intensamente a aquellos grupos en que convergen más condiciones personales y sociales de riesgo, que son menos responsables del problema y tienen además menos probabilidades de ser reconocidos o priorizados17: comunidades envejecidas y con tasas elevadas de pobreza, personas desplazadas o minorías étnicas; mujeres gestantes o en regiones con elevada natalidad; zonas con altas tasas de desempleo o condiciones laborales precarizadas; lugares con sistemas sociales y de salud más frágiles; y otros.
Las islas de calor urbanas multiplican las consecuencias del cambio climático influidas por la contaminación ambiental y la densidad poblacional, edificada y verde, y agravadas en trabajos especialmente expuestos y situaciones de exclusión social, alimentaria y habitacional18. En España, una investigación identificó el desempleo, la pobreza y el territorio como los elementos más explicativos de la vulnerabilidad al frío extremo: con cada punto incrementado del índice de ruralidad, desciende 6,1 puntos; con cada punto de desempleo, aumenta 0,419.
El dilema de calentarse o comerNo se sufren olas de frío en hogares cálidos. No hay desastres por calor en viviendas acondicionadas. La inseguridad energética subyace a una parte relevante de los efectos que la temperatura externa tiene en las personas15. Se ha demostrado que las consecuencias del frío o el calor tienen una vinculación directa con el tiempo de exposición, y que esto ocurre fundamentalmente en el interior del hogar.
En España, 12,7 millones están en riesgo de pobreza y/o exclusión social20. El gasto desproporcionado o insuficiente en energía, el retraso en pagos o la temperatura inadecuada de la vivienda ilustran algunas aristas que estructuran la pobreza energética. Además, muchas estrategias de afrontamiento empeoran estos problemas. Por ejemplo, estufas o combustibles inapropiados generan contaminación y humedades que incrementan el riesgo de enfermedades cardiopulmonares, aislamiento social, absentismo escolar o trastornos de salud mental, precisamente en aquella población previamente expuesta a una mayor prevalencia de esos problemas. En esta línea, un estudio piloto de una intervención para aclimatar viviendas redujo 7,27 días (IC 95%: 3,32-11,21) el absentismo escolar infantil por asma en los 3 meses siguientes15.
Cambios sociales profundos para la sostenibilidad climáticaEl cambio climático afecta a todas las áreas de la salud y exacerba las desigualdades preexistentes. Los determinantes sociales y las condiciones térmicas o climáticas interseccionan en complejas dinámicas y, como se ha visto, las políticas y prácticas clínicas deben contribuir a su transformación mediante la reducción de estas desigualdades.
O te aclimatas o te aclimueresDesde esta perspectiva basada en los DSS y el enfoque One Health ya mencionado, abordaremos las medidas de prevención del cambio climático. Estas se dividen en mitigación, que busca estabilizar o reducir emisiones de gases de efecto invernadero, y adaptación, que prepara para los efectos del cambio climático. Ambas son complementarias, con la mitigación enfocada en el futuro y la adaptación en los riesgos presentes y futuros.
La mitigación requiere la transformación del modelo productivo capitalista, siendo precisos cambios a escala global que necesitarán décadas, además de voluntad política21.
El IPCC define la adaptación al cambio climático como el proceso de ajuste a los impactos esperados o reales, con el fin de minimizar daños o aprovechar oportunidades. Esta adaptación puede dividirse en 3 áreas: fisiológica, cultural y de políticas públicas.
La aclimatación, un ajuste fisiológico, reduce el impacto del calor extremo en la salud y ocurre durante la vida de un individuo. La adaptación cultural implica cambios en comportamientos y prácticas, que pueden ser individuales (beber líquidos fríos, ventilación) o colectivos (siesta, cambios en vestimenta). Se divide a su vez en adaptación conductual y técnica, con dimensiones individuales y sociales. La adaptación técnica abarca el uso de herramientas y tecnologías para mitigar los efectos del cambio climático, como dispositivos de climatización o cambios urbanos.
Finalmente, las políticas públicas incluyen acciones y decisiones a nivel individual y colectivo para mitigar los efectos del cambio climático, tanto directas (medidas contra las temperaturas extremas) como indirectas (mejora de la eficiencia energética).
A un nivel social, las políticas de adaptación incluyen sistemas de alerta precoz, planes de acción en situaciones de urgencia por altas temperaturas, sistemas de vigilancia y monitorización y la mejora de las infraestructuras incluyendo zonas verdes, azules y refugios climáticos22, campañas de concienciación, y promover cambios legislativos y planes de acción y programas que luchen contra el efecto del calor.
Ejemplos de estas políticas públicas incluyen la mejora de los servicios sanitarios, reducción de la pobreza, redistribución de recursos, educación e implementación de sistemas de alerta23.
¿Qué hacemos entonces desde atención primaria?La atención primaria aborda la salud de manera multidisciplinar, considerando factores como los DSS, incluyendo la vivienda y a la comunidad, siendo fundamental esta conexión para desarrollar acciones frente a la urgencia climática23.
Dentro de las competencias de la atención primaria se incluye la atención comunitaria, entendiéndose esta como «el conjunto de actuaciones con participación de la comunidad, orientadas a la detección y priorización de sus necesidades y problemas de salud, identificando los recursos comunitarios disponibles, priorizando las intervenciones y elaborando programas orientados a mejorar la salud de la comunidad en coordinación con otros dispositivos sociales y educativos» (cartera de servicios comunes atención primaria del SNS).
Desde esta visión comunitaria proponemos un enfoque de 3 niveles de atención adaptados al cambio climático, con un cuarto que aborda las causas de raíz:
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1ernivel o individual. Pasar consulta «pensando en el cambio climático» implica identificar los pacientes vulnerables a las altas temperaturas, prevenir riesgos cardiovasculares, promover dietas saludables y locales, recomendar actividad física, reducir pruebas diagnósticas innecesarias y fomentar el uso racional de medicamentos, tanto para mejorar la salud como para disminuir las emisiones ambientales.
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2.° nivel o grupal: de prevención y promoción de la salud. Se propone detectar proactivamente a personas vulnerables al calor utilizando una escala sencilla propuesta por Antoñanzas y colaboradores que valora: edad, morbilidad, consumo de fármacos, condiciones de vivienda, condiciones socioeconómicas y de soledad, y condiciones laborales. Dicha escala clasifica por puntuación en bajo riesgo, riesgo moderado y alto riesgo.
Por otra parte, es fundamental priorizar la formación de profesionales en cambio climático y salud, y abordar la educación para la salud con enfoque grupal23.
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3ernivel: atención comunitaria. Los efectos del cambio climático se distribuyen de manera desigual debido a los DSS y la intersección de los ejes de desigualdad21. Es crucial adoptar un enfoque comunitario para abordar estos efectos, promoviendo activos para la salud como movilidad, actividad física, dietas saludables y estilos de vida sostenibles. Además, se deben impulsar acciones en colaboración con agentes comunitarios, como la protección urbanística frente al calor extremo, la creación de zonas verdes y refugios climáticos en la comunidad, e incluso en centros de salud. También es necesario gestionar recursos para la climatización de la vivienda, que debería ser una prestación social para personas sin recursos con condiciones de vivienda inadecuadas23.
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4.° nivel: activismo político. Los sistemas de privilegio como el capitalismo, el patriarcado, el colonialismo y el racismo son responsables tanto del cambio climático como de las desigualdades sociales en salud21. Abordar las «causas de las causas» requiere una acción política global para cambiar el modelo capitalista y promover la justicia climática. Esta justicia se basa en 3 principios: reconocer el desequilibrio entre responsabilidades y efectos dañinos, establecer políticas que corrijan este desequilibrio, y promover los derechos humanos, el empoderamiento de la población y la autosuficiencia comunitaria, buscando la salud y el bienestar de las poblaciones más desfavorecidas.
No debemos olvidar que, al fin y al cabo, la política es medicina a gran escala24.
FinanciaciónEl artículo no ha tenido financiación alguna para su realización.
Consideraciones éticasNo aplican a este artículo.
Conflicto de interesesLos autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.


