El asma es una enfermedad inflamatoria crónica de las vías respiratorias, compleja y heterogénea, que incluye diversos fenotipos clínicos cambiantes, con manifestaciones similares derivadas de etiologías diferentes. Con más de 300 millones de afectados en el mundo, representa un reto para los sistemas de salud por su elevada prevalencia y coste socioeconómico1,2. Su manejo requiere un diagnóstico preciso, tratamiento adecuado y revisiones periódicas para prevenir exacerbaciones y preservar la función pulmonar de los pacientes3. Especial atención requiere el asma grave, que destaca por su impacto clínico y económico, debido a la frecuencia de ingresos hospitalarios y el uso intensivo de recursos sanitarios4. Su manejo como enfermedad crónica requiere atención continua, multidisciplinar y centrada en el paciente5,6. Sin embargo, la creciente masificación de las consultas, derivada del aumento de la prevalencia, la complejidad de la enfermedad, los cambios en el tratamiento o la promoción de la derivación a atención especializada, ha dificultado esta tarea, reduciendo los tiempos de atención y comprometiendo la calidad asistencial2,3,7,8. Esta sobrecarga constituye una preocupación para los especialistas, que se han visto defraudados con el tiempo dedicado a los pacientes9. Además, los avances científicos han permitido un enfoque más personalizado del asma a través del fenotipado de pacientes con distintos endotipos inflamatorios y comorbilidades asociadas, lo que facilita la selección del tratamiento más adecuado10. Ante esta situación, una gestión eficaz de las agendas resulta clave para mejorar la atención de los pacientes con asma grave. Para ello, es fundamental analizar la estructura del tiempo de consulta e identificar aspectos susceptibles de mejora9.
Para abordar esta problemática, se constituyó un comité científico formado por 7 neumólogos y 3 alergólogos expertos en asma grave, quienes identificaron los principales retos y propusieron acciones de mejora para optimizar el abordaje de la enfermedad. Tras esta revisión, se formularon conclusiones y recomendaciones sobre la gestión de las agendas de asma grave destinadas a mejorar la atención y el manejo de la enfermedad. Posteriormente, 65 profesionales sanitarios (neumólogos, alergólogos y farmacéuticos hospitalarios) validaron estas recomendaciones en una reunión donde revisaron las propuestas a través de talleres, formularios y debates, aportando sus perspectivas para alcanzar un consenso.
Los especialistas consideraron que las acciones más viables de implementar eran: 1) trabajar de manera coordinada con farmacia hospitalaria; 2) disponer de hospital de día; 3) reducir la presencialidad innecesaria, y 4) mejorar el trabajo en equipo mediante la formación de equipos multidisciplinares. Además, se subrayó la necesidad de una adecuada organización de las unidades asistenciales de asma grave. Datos prospectivos han demostrado que el manejo de pacientes con asma de control difícil en centros especializados mejora la calidad de vida y reduce el uso de recursos sanitarios3, por lo que todos los pacientes con asma grave deberían ser evaluados y tratados en estos centros6. El comité analizó la organización de estas unidades y propuso recomendaciones organizativas con los siguientes objetivos:
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Optimizar la gestión de agendas y recursos disponibles, promoviendo un uso más eficiente del tiempo y la capacidad asistencial.
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Mejorar la organización de las consultas, favoreciendo un flujo de trabajo ágil y eficiente.
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Garantizar una atención eficiente, centrada en el paciente y adaptada a la demanda.
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Facilitar el seguimiento personalizado, permitiendo un mejor control de la enfermedad y una reducción de la presión sobre las consultas especializadas.
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Fomentar la coordinación entre especialidades, asegurando una atención continua y de calidad.
La primera consulta de asma grave debe durar aproximadamente 30min, extendiéndose hasta 45 en pacientes pediátricos. Las revisiones deben durar 20min y estar precedidas por evaluaciones previas y educación del paciente a cargo de enfermería. Es fundamental reservar tiempo para exacerbaciones, reduciendo las visitas de pacientes controlados para evitar la sobrecarga. La frecuencia de las revisiones debe ajustarse según el grado de control de la enfermedad; los pacientes controlados pueden ser revisados cada 6-12 meses, con posibilidad de telemonitorización para reducir la presencialidad, mientras que los casos no controlados requieren visitas cada 2-3 meses. Se recomienda establecer entre una y 2 consultas semanales, según la población de referencia. Para optimizar el manejo del asma grave, las unidades que la tratan deben contar con un equipo multidisciplinar que incluya especialistas en alergología, neumología, otorrinolaringología, neumopediatría, farmacia, psicología, enfermería, y, si es posible, gastroenterología, nutrición e inmunología. Si esto no es viable, se recomienda crear comités para garantizar la coordinación entre especialidades. En cuanto a los recursos materiales, las unidades deben disponer de herramientas para la exploración funcional respiratoria completa, incluyendo pletismografía y test de difusión, así como para la determinación de óxido nítrico exhalado, prueba de provocación bronquial, oscilometría de impulso, pruebas de imagen, pruebas cutáneas de alergia, determinación de IgE específicas en sangre, broncoscopia, pruebas de esfuerzo cardiorrespiratorio y gasometría. Para garantizar una atención eficiente, las espirometrías, la determinación de óxido nítrico exhalado, las radiografías y la gasometría deben estar disponibles el mismo día. En cuanto al espacio físico, se recomienda que las consultas médicas y de enfermería sean contiguas para optimizar el flujo de trabajo. Además, contar con un hospital de día permitiría la atención a demanda de los pacientes con exacerbaciones.
La figura 1 muestra la estimación de consultas de asma grave necesarias en un hospital en función de su cobertura.
Esquema de estimación de consultas de asma grave según el grupo de hospitales españoles. La clasificación de grupo 1 a grupo 5 de hospitales se basa en la norma GRD 2008 de Clasificación de Hospitales por clúster13. Para calcular la cobertura de habitantes de cada grupo se ha considerado la media española de 2,4 camas disponibles por cada 1.000 habitantes, obtenida del Informe Anual del Sistema Nacional de Salud 202314. Para realizar los cálculos se ha considerado la prevalencia de asma (5,5%), de asma grave (7,7% de los pacientes asmáticos) y de asma grave no controlada (64,1% de los pacientes con asma grave) según Domingo et al.15. *Asumiendo 4h de consulta al día.
La optimización y estandarización de las unidades de asma grave en España requiere que los centros cumplan criterios mínimos y apliquen herramientas de evaluación para garantizar una atención adecuada.
Para optimizar y estandarizar las unidades de asma grave en España, los centros deben cumplir ciertos requerimientos mínimos11. Existen herramientas de evaluación para garantizar la mejor atención posible11. Los indicadores de calidad para el manejo del asma, que permiten evaluar elementos fundamentales en el proceso asistencial, han sido definidos mediante un consenso Delphi11. Además, la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica −SEPAR− ofrece recursos para analizar y mejorar estas unidades12, fomentando buenas prácticas en el tratamiento del asma grave11.
Estas estrategias pueden ayudar a un seguimiento más personalizado y una gestión eficiente. La telemedicina, la inteligencia artificial y una mejor coordinación pueden mejorar la atención, aliviar consultas y favorecer el control centrado en el paciente.
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