Hemos leído con interés el estudio de Román et al. sobre la adaptación de un hospital a las necesidades de atención en salud durante la COVID-191. Felicitamos a los autores por mostrarnos la experiencia exitosa en respuesta a la demanda de pacientes durante los brotes de COVID-19, y en vista de las lecciones aprendidas quisiéramos comentar algunos puntos de interés sobre la adaptación y transformación de un centro deportivo peruano para la atención sanitaria.
Unos meses antes del inicio de la pandemia por COVID-19 en China, en Perú se llevaron a cabo los Juegos Panamericanos y Parapanamericanos Lima 2019, albergando a 6.680 atletas de 41 países. Estos participantes compitieron durante un mes en diferentes sedes, y fueron hospedados en la Villa Panamericana, un complejo deportivo con 7 torres de 20 pisos cada una con un aforo de ∼10.000 deportistas, ubicada al este de Lima y con centros de atención en salud, campos deportivos y comedores2,3. Algunos meses después, y conforme la pandemia se acentuaba en Latinoamérica, y específicamente en Perú, se adecuaron las instalaciones de este complejo deportivo para la atención de pacientes con COVID-194. En ese sentido, la Villa Panamericana deportiva se transformó en el Centro de Atención y Aislamiento Temporal Villa Panamericana (Villa EsSalud Panamericana), un hospital de atención exclusiva a pacientes con COVID-19 que ha logrado atender, en sus 2 años de funcionamiento, a más de 60.000 pacientes con COVID-19 de todas las regiones del Perú y extranjeros5.
Luego del estallido del primer caso confirmado de COVID-19 en Perú, la Villa EsSalud Panamericana ha sido un centro de emergencia y de respuesta rápida. En sus 2.800 camas se atendieron más de 61.321 pacientes infectados y 440 (0,72%) murieron, demostrando una amplia capacidad organizativa y de respuesta en cada una de las olas de contagios de COVID-19 en Perú6. Sin embargo, la gran cantidad de pacientes, los horarios continuos, las restricciones impuestas por el estado de emergencia y el convivir con los pacientes infectados en una misma institución han ocasionado que gran parte de los trabajadores tengan problemas de salud mental7,8. Es posible que los hospedajes, la distribución de los espacios en cada torre y el bajo soporte emocional, social y psicológico impactaran en el bienestar del personal, que en medio del miedo, el trabajo inexorable y la angustia de contagio y de contagiar el virus han realizado las funciones de atender pacientes en un «hospital de campaña».
En la Villa EsSalud Panamericana se salvaron muchas vidas, se adaptaron las instalaciones para la atención de emergencia a pacientes con COVID-19 y se logró socorrer las necesidades nacionales durante los brotes y las crisis de COVID-19 que ha afrontado el Perú. Sin embargo, quedaron «cabos sueltos» que evitaron salvaguardar la integridad de los familiares y los trabajadores de salud, que pudieran convertirse en segundas víctimas en el futuro contexto post-COVID9. Sobre esta experiencia agridulce se deben comprender los aciertos y las limitaciones, para lograr una adaptación efectiva y organizada, interinstitucional y transterritorial a fin de evitar, como recomiendan los autores1, el exceso de capacidad hospitalaria y las secuelas en los pacientes, familiares y trabajadores.
FinanciaciónEste trabajo no ha recibido ningún tipo de financiación.
Conflicto de interesesLos autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.



