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Vol. 1. Núm. 2.
Páginas 76-80 (Abril 1999)
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La Paroxetina y el tratamiento del alcoholismo
Paroxetine and alcoholism
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J C. Valderrama, R. Aleixandre, G. Cervera
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La Paroxetina y el tratamiento del alcoholismo

Paroxetine and alcoholism

VALDERRAMA, J. C.1, ALEIXANDRE, R.2, y CERVERA, G.3

1Unidad de Alcohología Alicante. Area 16 y 18. Consellería de Sanitat y Consum. Generalitat Valenciana.

2Instituto de Estudios Históricos y Documentales López Piñero. Universidad de Valencia-CSIC. Valencia.

3Unidad de Toxicomanías. Servicio de Psiquiatría. Hospital Clinico Universitario. Valencia.

Correspondencia:

JUAN CARLOS VALDERRAMA.

UCA, Area 18.

C/ Taquígrafo Martí, 4, Bajos.

Alicante.

e-mail: vaderra@setox.servicom.es


Introducción y antecedentes históricos

Hasta la década de los 80, los antidepresivos tricíclicos y los inhibidores de la monoanminoxidasa (IMAOs) constituían los grupos farmacológicos más utilizados en el tratamiento de los trastornos depresivos1,2. Estos medicamentos eran incómodos de administrar, los primeros por sus numerosos efectos anticolinérgicos y los IMAOs por la necesidad de mantener restricciones dietéticas y por sus interacciones con otros fármacos, lo que obligaba a una continua vigilancia2. A partir de 1987 comenzaron a introducirse en España la tercera generación de antidepresivos: los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS)3. El primero que se comercializó fue la fluvoxamina seguida, en 1988, de la fluoxetina y, posteriormente, la paroxetina y sertralina1. La paroxetina se introdujo en Irlanda, Holanda y Reino Unido en 1991, y en septiembre de 1992 en España4.

En la actualidad, los ISRS se consideran fármacos de primera elección en el tratamiento de pacientes ambulatorios con depresión leve o moderada1,5, ya que, teniendo la misma eficacia que los antidepresivos tricíclicos, poseen menos efectos secundarios, si bien su coste es mayor6,7.

De todos los ISRS, la paroxetina es el que presenta una mayor potencia y selectividad sobre la recaptación de serotonina8-11. La potencia inhibidora de la paroxetina es entre 3,5 y 20 veces la de la fluoxetina8,10 y fue también el primer ISRS aprobado para el tratamiento de pacientes con trastornos de pánico con o sin agorafobia12.

Farmacocinética

Tanto la paroxetina como el resto de los ISRS se absorbe más lentamente que la mayoría de los otros antidepresivos (entre 4 y 8 horas). La ingesta de alimentos apenas produce efectos significativos sobre su absorción3,13,14. Tarda 5 horas en alcanzar la concentración plasmática máxima y su biodisponibilidad se incrementa tras su administración en dosis altas.

En general, todos los ISRS poseen alta liposolubilidad, por lo que se distribuyen rápidamente en el organismo y atraviesan la barrera hematoencefálica. Sólo un 1% del fármaco permanece en circulación sistémica3. La paroxetina presenta un porcentaje de fijación a las proteínas del 95%, superior al de la fluvoxamina, que es del 77% y similar al de otros compuestos de esta familia.

La paroxetina se metaboliza en un 85% por oxidación hepática, formándose compuestos intermedios catecólicos que sufren posteriores metilaciones y conjugaciones dando lugar a metabolitos glucurónido y sulfato conjugados, que son entre 10.000 y 3.000 veces menos potentes, respectivamente, en la inhibición de la recaptación de serotonina y que pueden considerarse inactivos3,14-16. El 64% se excreta por la orina y una proporción menor por bilis.

La semivida de eliminación de los fármacos es muy importante pues condiciona el intervalo posológico. Para poder administrarse en una sola toma, el antidepresivo ideal debe tener una semivida de aproximadamente 24 horas. En la paroxetina varía de unos pacientes a otros debido al polimorfismo genético, pero suele ser de 24 horas. Los pacientes que tienen niveles bajos de la isoenzima que interviene en su metabolización, la CYP2D6, lo hacen más lentamente que los que poseen niveles más altos. Lo mismo ocurre en pacientes con insuficiencia renal grave16. También se excretan por la leche materna, pero en concentraciones inferiores al 1% de la dosis ingerida por la madre, por lo que podrían emplearse en la depresión postparto, si bien no se aconseja su uso en la lactancia. Su nivel plasmático en adolescentes también puede ser mayor que en otras poblaciones, debido a la actividad de las hormonas sexuales propias de la edad, que compiten con estos fármacos para ser metabolizados por las enzimas hepáticas10.

Dosificación

La semivida de 24 horas y la ausencia de metabolitos activos, permite su administración en dosis única diaria de 20 mg por la mañana en adultos con depresión16,17. Esta dosis deberá ajustarse en ancianos, en función de la tolerancia, ya que los cambios fisiológicos asociados al envejecimiento producen concentraciones mayores18,19. También será menor en pacientes con insuficiencia renal y cirrosis pues en ellos la vida media del fármaco está prolongada. Algunos prefieren iniciar el tratamiento con dosis de 5 mg o 10 mg diarios e ir incrementando 5 mg cada 6 días11,20. La dosis máxima podría llegar, en algunos casos, a los 50 mg, en función de la respuesta y la tolerancia.

En el trastorno obsesivo-compulsivo y en el trastorno de pánico las dosis óptimas son de 40 mg/día21.

Interacciones

La paroxetina se administra frecuentemente a pacientes sometidos a tratamientos con otros medicamentos, por lo que es importante conocer sus interacciones. Todos los ISRS, y sus metabolitos, inhiben la isoenzima CYP2D6 del citocromo P450, que interviene en la biotransformación de otros fármacos, como los antidepresivos tricíclicos, algunos neurolépticos, antiarrítmicos y betabloqueantes adrenérgicos1. La paroxetina es el ISRS que presenta una mayor potencia inhibidora metabólica de la CYP2D6, seguido de la fluoxetina y sertralina10. Se han observado cambios farmacocinéticos sin efectos clínicos al administrarlos conjuntamente con los inhibidores enzimáticos hepáticos como la cimetidina, incrementando su biodisponibilidad, o con inductores enzimáticos como la fenitoína o fenobarbital, disminuyéndola16.

Está contraindicada la administración conjunta con IMAO. En caso de sustitución de un fármaco por otro, deberá dejarse un período de al menos dos semanas sin tratamiento para evitar el riesgo de provocar un síndrome serotoninérgico por elevación de los niveles de serotonina en el sistema nervioso central3.

Al contrario de otros fármacos antidepresivos (trazodona, mianserina y amitriptilina) la paroxetina junto con el consumo de alcohol no produce alteraciones en la actividad psicomotora relacionada con la conducción22.

Tolerancia y efectos secundarios

Si bien la tolerancia suele ser buena20, se han descrito los siguientes efectos secundarios: náuseas, astenia, somnolencia y estreñimiento3,11. También se han descrito casos de mareos, hipotensión y sudación11, disfunción sexual y cefalea10. Para Blanco-Picabia4, producen efectos secundarios neuropsiquiátricos en el 38% de los casos, digestivos en el 25% y cardiovasculares en el 10%. No producen alteraciones de la presión arterial ni electrocardiográficas ni potencian los efectos de los depresores del sistema nervioso central, como alcohol, lorazepam, diazepam, haloperidol y amobarbital14. Los efectos anticolinérgicos e histaminérgicos son muy escasos10. Aunque se han descrito casos de aparición de cuadros hipomaníacos, estos también se daban antes del uso de la paroxetina10. También se ha descrito algún caso de hiperprolactinemia y galactorrea23. A dosis de 20 mg/día la paroxetina no presenta toxicidad conductual y psicomotora24.

El cese en la toma de paroxetina, puede producir síntomas de discontinuación (p.e. mareos, sudación, naúseas, diarrea, insomnio, temblor, etc.), y estos síntomas son más frecuentes que los que ocurre con el cese de sertralina, fluvoxamina y fluoxetina25. Normalmente ceden a las dos semanas y se recomienda una reducción paulatina del fármaco hasta su retirada.

Farmacoeconomía

Jönsson y Bebbington26 y Hernanz Sánchez27 han comprobado, en sus trabajos sobre farmacoeconomía psiquiátrica, que la tasa de abandonos debidos a los efectos secundarios es menor con la paroxetina que con la imipramina, y que esto suponía también un menor coste del tratamiento con éxito de la depresión. En sus conclusiones afirman que este hecho no debería ser obviado por prejuicios sobre el coste del medicamento.

Comorbilidad psiquiátrica en los trastornos por consumo de alcohol

La comorbilidad de trastornos psiquiátricos en individuos con trastornos por consumo de alcohol es frecuente y tiene importancia en la evolución de la enfermedad28,29. Las tasas de trastornos por ansiedad en pacientes alcohólicos van del 23% al 53%30-32, siendo los trastornos de ansiedad más prevalentes el trastorno de pánico, con o sin agorafobia33,34, la fobia social y el trastorno obsesivo-compulsivo35.

En este sentido algunos autores apuntan a una relación de automedicación entre la agorafobia, la fobia social y el consumo de alcohol, mientras que de forma secundaria al alcoholismo se asocia el trastorno de pánico y la ansiedad generalizada36. Tal como pasa en los pacientes no alcohólicos, se encuentra una importante correlación entre los trastornos de pánico y los trastornos depresivos, por lo cual la tríada alcoholismo, trastorno de pánico y depresión es frecuente en la práctica clínica34.

Los trastornos depresivos constituyen los trastornos comórbidos más habituales de los pacientes alcohólicos, con prevalencias que oscilan del 28% al 59%37, y están muy relacionados con la mortalidad originada por el suicidio en pacientes alcohólicos38.

En un estudio de 50 pacientes alcohólicos39 tratados ambulatoriamente el 64% presentaban un diagnóstico de T.P., y de ellos, más de la mitad, tenían por lo menos dos diagnósticos. Los T.P. que suelen aparecer con frecuencia en los pacientes alcohólicos son el trastorno límite de la personalidad, el trastorno antisocial, el trastorno de personalidad por evitación y el dependiente, no asociándose específicamente algún trastorno a la dependencia alcohólica40.

Utilización terapéutica de la paroxetina en alcohólicos

Varias líneas de investigación sugieren que el consumo de alcohol está mediado al menos en parte, por el sistema serotoninérgico. Las concentraciones bajas de serotonina (5-hidroxitriptamina -5-HT-) en pacientes alcohólicos ha motivado que se haya investigado la utilización de los ISRS en el tratamiento del alcoholismo. Parece ser que la 5-HT participa, a través de su unión a receptores específicos postsinápticos, en diversos síntomas incluidos en el cuadro clínico del abuso/dependencia de alcohol, como la ansiedad, trastornos del humor, las conductas compulsivas, los sistemas de recompensa cerebrales, los mecanismos de dependencia, y la modulación de la ingestión de alcohol41.

Es evidente que el clínico tiene que plantear un abordaje de los frecuentes trastornos comórbidos al abuso/dependencia de alcohol. Con respecto a los tricíclicos, el riesgo de las interacciones con el alcohol, así como su posible uso como fármaco de elección en las tentativas de suicidio, los ha relegado a un segundo término. En la actualidad los inhibidores selectivos de recaptación de la serotonina (ISRS) son fármacos más aconsejables42, pues a su efecto antidepresivo se une su seguridad, por baja cardiotoxicidad entre otras, sin entrar en su posible efecto sobre el deseo del alcohol («anticraving»). Además, estos fármacos son también útiles en el abordaje de algunos rasgos psicopatológicos que presentan ciertos trastornos de la personalidad que con frecuencia presentan los pacientes alcohólicos, así como en los trastorno de pánico, lo que unido a su carencia de originar dependencia, al contrario de las benzodiacepinas, y su relativa seguridad en caso de sobredosis, hace que sea un fármaco de elección en pacientes alcohólicos con trastornos de pánico.

Conclusiones

Aunque estudios experimentales muestran que la paroxetina, más que la fluvoxamina y desipramina, tiene una acción específica en la ingesta de alcohol, probablemente relacionado con su efecto en la función serotoninérgica central43, no se han realizado ensayos clínicos en humanos que permitan determinar la utilidad terapéutica de la paroxetina en el tratamiento farmacológico de pacientes con abuso/dependencia de alcohol. Destacar que si bien el mecanismo exacto de acción de los inhibidores de la recaptación de serotonina en el alcoholismo no es aún suficientemente comprendido, está indicada su utilización como fármaco efectivo en pacientes alcohólicos con trastorno comórbido (depresivo, ansioso o algunos trastornos de la personalidad).


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Revisión bibliográfica comentada acerca de la paroxetina

Barbey JT, Roose SP. SSRI safety in overdose. J Clin Psychiatry 1998;59(S15):42-8.

Se presentan los signos, síntomas y mortalidad asociados a la sobredosis por inhibidores selectivos de recaptación de la serotonina (ISRS). Para ello se realiza una búsqueda bibliográfica de los artículos publicados en los que se presentan sobredosis por la ingesta de ISRS sólos o en combinación con otras sustancias. Se estudian las consecuencias de la sobredosis producida por los diversos ISRS (fluoxetina, sertralina, paroxetina, fluvoxamina y citalopram) y se concluye que la toxicidad en los casos de sobredosis es menor que en las sobredosis con antidepresivos tricíclicos. La mortalidad asociada a la sobredosis de ISRS es rara y la mayoría de los pacientes se recuperan sin secuelas.

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Se muestra las indicaciones de los ISRS incluyendo fluoxetina, fluvoxamina, citalopram, paroxetina y sertralina. Si bien es evidente la utilidad de estos fámacos en la depresión mayor también podrían ser utilzados, en base a los resultados obtenidos en otros estudios, en el trastorno obsesivo-compulsivo, la depresión atípica, trastornos de pánico, trastorno disfórico premenstrual, trastorno por consumo de sustancias, dolor crónico, demencia y ciertos trastornos de la personalidad. Los autores concluyen que la gran variedad de uso clínico de los ISRS podría obligar a un replanteamiento de las categorías diagnósticas y del modo de actuación de los antidepresivos.

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En este artículo de la paroxetina se realiza una revisión y actualización de: su farmacología, tolerabilidad e interacciones farmacólogicas, utilización en las diversas enfermedades, dosificación y eficacia terapéutica. En las conclusiones se destaca que la paroxetina en pacientes con trastorno obsesivo-compulsivo ofrece resultados similares a la clomipramina y que podría ser útil en la fobia social, cefalea crónica y trastorno disfórico premenstrual. Asimismo la paroxetina es mejor tolerada que los antidepresivos tricíclicos y posee su misma efciacia en el tratamiento de la depresión, existiendo pocas diferencias con otros ISRS. Se propone la realización de estudios en los que se compare la paroxetina con otros ISRS.

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En estos tres artículos se analizan los efectos de la paroxetina sobre le rendimiento psicomotor.

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Se estudia la asociación entre conducta suicida y impulsividad, y sobre todo entre el trastorno límite de la personalidad por una parte y los indicadores plaquetarios de la función serotoninérgica central por otra parte. Los resultados apoyan la hipótesis de que determinados aspectos de la función serotoninérgica están implicados en ciertos rasgos de la personalidad límite.

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