La ablación de nódulos tiroideos benignos mediante técnicas mínimamente invasivas se ha desarrollado como una alternativa eficaz y segura a la cirugía convencional. Los procedimientos de ablación mínimamente invasivos como la ablación por radiofrecuencia, microondas, láser y alcoholización percutánea permiten una reducción significativa del volumen nodular (≥ al 50%), mejorando los síntomas locales y preservando la función tiroidea. En este artículo se revisan las guías y los consensos más importantes: Guía de la American Thyroid Association (ATA 2015), Guía de la European Thyroid Association (ETA 2020), Consenso de la Korean Society of Thyroid Radiology (KSThR 2012 y sus actualizaciones hasta el 2025), Consenso de Expertos Chinos (versión en inglés del 2020) y el Consenso Brasileño (2024) junto con artículos europeos y norteamericanos. En esta revisión se destacan las técnicas, indicaciones, resultados clínicos, la seguridad, complicaciones asociadas y perspectivas futuras.
The ablation of benign thyroid nodules using minimally invasive techniques has emerged as an effective and safe alternative to conventional surgery. Minimally invasive ablative procedures such as radiofrequency ablation, microwave ablation, laser ablation, and percutaneous ethanol injection allow significant nodule volume reduction (≥ al 50%), improvement of local symptoms and preservation of thyroid function. This article reviews the main guidelines and expert consensuses, including the American Thyroid Association (ATA 2015) Guidelines, the European Thyroid Association Guidelines (ETA 2020), the Korean Society of Thyroid Radiology Consensus (KSThR 2012 and its updates up to 2025), the Chinese Expert Consensus (English version 2020), the Brazilian Consensus (2024) and European and North American articles. In this review the main techniques, indications, clinical outcomes, safety, associated complications and future perspectives are highlighted.
La prevalencia de los nódulos tiroideos ha aumentado significativamente en las últimas décadas. Un metaanálisis de Mu et al. estima una prevalencia global del 29,29%, observando una fuerte asociación con la edad avanzada, el sexo femenino y el sobrepeso1. Este incremento se atribuye principalmente al mayor acceso a estudios de imagen de alta resolución, lo que ha llevado a un aumento de los denominados “incidentalomas tiroideos”. Aunque la gran mayoría de estos hallazgos (90-95%) son benignos2, los estudios poblacionales sitúan el riesgo de malignidad en un 1,6%, cifra que asciende al 12% en series de pacientes que requieren biopsia3–5. Dentro del subgrupo de nódulos benignos, se estima que entre un 10% y un 15% son candidatos potenciales para ablación, ya sea por la sintomatología compresiva que generan, su tamaño, el impacto estético o las preferencias del paciente6. En este contexto, las técnicas de ablación térmica guiadas por imagen —principalmente la radiofrecuencia (RFA) y las microondas (MWA)— se han consolidado como alternativas efectivas a la cirugía en nódulos benignos sintomáticos6–8. Estos procedimientos mínimamente invasivos permiten tratar las lesiones con una baja morbilidad en forma ambulatoria o con una hospitalización transitoria.
En la última década, la ablación tiroidea se ha consolidado y estandarizado gracias al desarrollo de guías clínicas y consensos internacionales. Documentos claves, como las guías de la American Thyroid Association (ATA, 2015)2 y la European Thyroid Association (ETA, 2020)9, junto con los consensos de la Korean Society of Thyroid Radiology (KSThR, 2012-2025)10–13, de Expertos Chinos (2020)14 y el más reciente consenso brasileño (2024)15, han establecido bases sólidas para las indicaciones, la técnica y el seguimiento. En conjunto, esta evidencia ha posicionado a la ablación térmica como una alternativa terapéutica segura y eficaz.
Técnicas de ablación tiroideaLas técnicas de ablación tiroidea más utilizadas incluyen la RFA, las MWA, el láser y la alcoholización percutánea (PEI), todas ellas realizadas bajo control ecográfico9,10,16. La ecografía en tiempo real es fundamental para guiar la ablación y monitorizar la respuesta del nódulo. Estos procedimientos permiten la destrucción selectiva del tejido nodular sin necesidad de cirugía convencional, lo que posibilita preservar la función glandular, disminuir las complicaciones postoperatorias, reducir los costos y el tiempo de hospitalización6,7,9. Respecto a este procedimiento, se puede distinguir: la ablación fija, donde el electrodo permanece en una posición estática generando una zona de necrosis concéntrica alrededor de su punta y la técnica con movimiento (moving-shot), donde el electrodo se desplaza secuencialmente dentro del nódulo creando múltiples zonas de ablación superpuestas6,10,12,13.
Cada uno de los principales métodos de ablación disponibles presenta características específicas en cuanto a su mecanismo de acción, indicaciones preferentes y perfil de eficacia. La RFA se basa en la generación de calor mediante corriente alterna de alta frecuencia que induce una necrosis coagulativa. Es actualmente la técnica más validada, con múltiples estudios que reportan una reducción de volumen del 70-90% en nódulos benignos a los 12 meses de seguimiento6,7,12,13,16. Las MWA emplean energía electromagnética para elevar la temperatura tisular, ofreciendo una distribución más homogénea del calor, tiempos de ablación más cortos y una mayor eficacia en nódulos voluminosos8,17,18. La ablación por láser utiliza una fibra óptica que transmite energía lumínica de alta intensidad para producir ablación térmica precisa; aunque es menos utilizada resulta útil en nódulos pequeños y en localizaciones cercanas a estructuras críticas18. Por último, la PEI consiste en la inyección directa de etanol absoluto dentro del nódulo, generando deshidratación celular y necrosis, siendo especialmente efectiva en nódulos quísticos puros o predominantemente quísticos, con tasas de éxito clínicas que fluctúan entre un 50-85%6,9. Estas técnicas han sido objeto de múltiples comparaciones, destacándose todas ellas por su perfil de seguridad, su capacidad para lograr una reducción significativa del volumen nodular, preservando la función tiroidea, y su realización ambulatoria en la mayoría de los pacientes.
IndicacionesLa ablación se realiza en nódulos tiroideos benignos con tamaño ≥2cm cuando éstos producen síntomas locales por compresión como disfagia, disfonía, sensación de cuerpo extraño y cuando generan una alteración estética significativa13,19. Asimismo, se considera en casos de nódulos con crecimiento progresivo documentado en controles ecográficos seriados. Además, la ablación es una alternativa en nódulos tiroideos hiperfuncionantes cuando la cirugía o el tratamiento con yodo radiactivo están contraindicados o han sido rechazados por el paciente7,9,16. Adicionalmente, es una excelente alternativa en nódulos quísticos o predominantemente quísticos que no responden a PEI, en adenomas paratiroideos funcionantes no quirúrgicos, en recurrencia local o metástasis ganglionares cuando la cirugía está contraindicada o el yodo radiactivo ha resultado ineficaz, y en el caso de microcarcinomas papilares de bajo riesgo9,10,12,13,20,21. En este último escenario, la ablación térmica ha demostrado ser una alternativa segura y eficaz, comparable a la vigilancia activa o a la hemitiroidectomía, siempre que exista un control ecográfico adecuado y se cumplan los siguientes criterios de selección: tamaño <1cm, ausencia de metástasis ganglionares, sin evidencia de invasión extracapsular y exista acuerdo del equipo médico multidisciplinario6,11–14,20,21.
Se recomienda confirmar la benignidad del nódulo mediante dos punciones aspirativas con aguja fina antes de la ablación11. En este sentido, el consenso brasileño enfatiza la importancia de una adecuada selección de pacientes y la formación médica especializada, lo cual representa un desafío en centros con recursos limitados15.
El consenso de la Korean Society of Thyroid Radiology del 2025, consolida la RFA como herramienta segura para el manejo de recurrencias locales de cáncer tiroideo, validando su rol como alternativa a la reintervención quirúrgica, especialmente en pacientes con comorbilidades significativas13. Esta recomendación se encuentra alineada con los consensos previos de la misma sociedad10,12, así como con las directrices de la American Thyroid Association (ATA 2015) para el tratamiento de recurrencias cuando la cirugía o el yodo radiactivo no resultan viables2.
Resultados clínicosLos resultados clínicos obtenidos mediante técnicas de ablación térmica en nódulos tiroideos benignos han demostrado ser altamente satisfactorios, tanto en términos de reducción volumétrica como de control sintomático y satisfacción estética. La evidencia disponible indica que la RFA alcanza reducciones de volumen entre 70 y 90% en los primeros 6 a 12 meses7,16,17,19. De forma similar, la MWA ha reportado reducciones promedio de 75 a 93%, especialmente útil en nódulos de gran tamaño o localizaciones complejas8,15,17. En población pediátrica, la MWA logra reducciones cercanas al 85% sin afectar la función tiroidea ni generar complicaciones relevantes10. Estos resultados coinciden con lo reportado en los consensos más recientes de la Korean Society of Thyroid Radiology en 2022 y 2025 y el Chinese Expert Consensus 2020, que respaldan la ablación como alternativa efectiva y segura frente a la cirugía convencional en nódulos benignos y microcarcinomas de bajo riesgo2,13,14,17,19,20. Aunque la RFA y la MWA ofrecen resultados comparables en nódulos benignos en adultos, algunos estudios sugieren que la RFA puede alcanzar tasas de reducción ligeramente superiores sobre todo en nódulos de menor tamaño17,19. En nódulos predominantemente quísticos, la PEI ha demostrado tasas de éxito superiores al 80% con recurrencias manejables con sesiones adicionales, consolidándose como una opción terapéutica efectiva y de bajo costo para este subgrupo6,9. Asimismo, más del 90% de los pacientes sometidos a ablación, experimentan alivio de los síntomas compresivos y manifiestan satisfacción con el resultado cosmético7,16.
En patología maligna, estudios recientes evidencian que, en casos seleccionados de microcarcinomas papilares, la ablación térmica consigue tasas de control local comparables a la cirugía convencional a cinco años, con la ventaja de evitar la tiroidectomía total y la terapia hormonal sustitutiva de por vida20,21 (tabla 1).
Resumen comparativo de técnicas de ablación tiroidea
| Técnica | Mecanismo | Principales Indicaciones | Reducción Volumen* | Ventajas | Desventajas |
|---|---|---|---|---|---|
| Radiofrecuencia (RFA) | Calor por fricción iónica | Nódulos sólidos o mixtos benignos | 70-90% | - Más estudiada- Bajo riesgo | - Puede requerir retratamiento |
| Microondas (MWA) | Calor por microondas | Nódulos grandes; pediatría | 70-90% | - Ablación rápida- Menos sensible a estructuras vasculares | - Levemente más costosa- Menos trayectoria clínica |
| Láser (LA) | Calor por luz láser | Nódulos sólidos pequeños en zonas críticas | 60-80% | - Precisión- Mínima invasión | - Menor disponibilidad |
| Alcoholización percutánea (PEI) | Necrosis química por alcohol absoluto | Nódulos quísticos o mixtos | 50-85% | - Bajo costo- Técnica sencilla | - Dolor- Menor eficacia en sólidos |
La ablación térmica tiroidea se ha consolidado como un procedimiento seguro y eficaz, con una baja tasa global de complicaciones estimada en menos del 2%2,14,16,21. Es un procedimiento ambulatorio o con hospitalización transitoria, con menor impacto en los costos sanitarios y con la ventaja de preservar la función tiroidea, evitando la necesidad de tratamiento hormonal sustitutivo en la mayoría de los pacientes.
Complicaciones más frecuentesLa ablación térmica de nódulos tiroideos es un procedimiento bien tolerado y con un perfil de seguridad favorable. Sin embargo, pueden presentarse complicaciones, la mayoría de carácter leve y transitorio:
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Dolor o sensación de quemazón transitoria durante o después del procedimiento, generalmente controlable con analgésicos convencionales16.
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Hematomas subcutáneos pequeños, que se resuelven espontáneamente9,10.
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Disfonía temporal, observada en aproximadamente el 5% de los casos, atribuida a irritación o edema del nervio laríngeo recurrente. En la mayoría de los pacientes la función vocal se recupera por completo10,16.
Existen complicaciones infrecuentes a tener en consideración en el seguimiento de los pacientes post-procedimiento:
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Rotura nodular, reportada en menos del 1% de los casos, usualmente asociada a nódulos de gran tamaño; abscesos cervicales, quemaduras cutáneas y hematomas de mayor extensión10,22.
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Disfonía permanente en nódulos próximos al nervio laríngeo recurrente, con una incidencia <0,5%, generalmente relacionada a lesión térmica del nervio laríngeo recurrente en nódulos próximos a estructuras críticas10.
El seguimiento clínico adecuado es esencial para detectar recurrencias o complicaciones tardías. Este se basa principalmente en evaluaciones ecográficas seriadas para valorar la reducción nodular y detectar signos de recidiva. De igual modo se deben realizar pruebas de función tiroidea, particularmente en pacientes con nódulos inicialmente hiperfuncionantes, donde puede existir riesgo de disfunción post-procedimiento6,10.
Cabe destacar que la necesidad de retratamiento no se considera una complicación, sino una posible limitación del procedimiento. Esta puede presentarse en aproximadamente un 10-15% de los casos, especialmente cuando se abordan nódulos mayores de 3cm, con localización profunda o características mixtas, donde la reducción de volumen inicial puede ser parcial6,9,16. Diversas experiencias coinciden en que nuevas sesiones permiten optimizar la respuesta terapéutica y mantener los beneficios clínicos esperados.
Perspectivas futurasLa ablación tiroidea se encuentra en constante evolución, impulsada por el desarrollo de nuevas tecnologías y la mejora continua en seguridad. Estas innovaciones no solo buscan optimizar la eficacia terapéutica, sino también reducir riesgos y personalizar el tratamiento. El desarrollo de nuevos consensos anticipa una expansión de indicaciones hacia microcarcinomas de bajo riesgo, recurrencias locorregionales y patologías paratiroideas, consolidando la ablación térmica como una alternativa intermedia entre vigilancia activa y cirugía convencional2,13–15.
Paralelamente, se han incorporando técnicas que incrementan la seguridad del procedimiento. Entre ellas destacan:
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Hidrodisección, que consiste en la inyección controlada de líquido para separar el nódulo de estructuras sensibles como el nervio laríngeo o la tráquea, reduciendo el riesgo de daño térmico23.
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La ablación vascular dirigida permite una destrucción más eficaz del tejido nodular, con mayor control del sangrado18,23.
Además, el desarrollo de sistemas de energía más sofisticados, como sondas multipolares o generadores inteligentes, así como procedimientos con electroporación están siendo evaluados por su impacto positivo en la eficacia terapéutica y la protección de estructuras vecinas23. Estas innovaciones abren nuevas posibilidades para expandir el uso de la ablación más allá de los nódulos benignos, incluyendo potencialmente lesiones malignas de bajo riesgo, siempre bajo estricta evaluación clínica.
Una de las áreas con mayor proyección es la inteligencia artificial (IA), que comienza a integrarse en el diagnóstico por ultrasonido y en la toma de decisiones clínicas. El uso de algoritmos de aprendizaje automático aplicados al sistema TI-RADS podría automatizar la clasificación nodular, mejorar la precisión diagnóstica y optimizar la selección de candidatos para ablación24. Además, se exploran modelos predictivos para anticipar la respuesta clínica y el riesgo de recurrencia.
A pesar del avance tecnológico y clínico de la ablación tiroidea, persisten áreas que requieren mayor validación científica. En particular, se necesita promover estudios multicéntricos, aleatorizados y con seguimiento a largo plazo, que permitan comparar de forma rigurosa los resultados de la ablación térmica frente a la cirugía convencional, especialmente en términos de recurrencia, calidad de vida y costo-efectividad2,9,16.
ConclusionesLa ablación térmica guiada por ecografía se ha consolidado como una alternativa terapéutica segura, eficaz, mínimamente invasiva y de costo razonable para el manejo de nódulos tiroideos benignos sintomáticos y en casos seleccionados, también para lesiones malignas de bajo riesgo. Esta técnica ofrece ventajas clínicas significativas, como la preservación de la función tiroidea y una baja tasa de complicaciones.
La evidencia científica actual respalda su utilización en contextos bien definidos, especialmente en pacientes que rechazan o presentan contraindicaciones quirúrgicas. No obstante, para garantizar la efectividad y seguridad del tratamiento, es fundamental una selección rigurosa de los pacientes por equipos multidisciplinarios con experiencia en patología tiroidea. Asimismo, la implementación del procedimiento debe estar a cargo de profesionales adecuadamente capacitados en técnicas de ablación y debe complementarse con un seguimiento ecográfico estructurado a largo plazo, con el fin de evaluar la respuesta terapéutica y detectar posibles recidivas o complicaciones. El fortalecimiento de protocolos estandarizados, junto con una mayor disponibilidad de estudios de seguimiento prolongado, permitirá consolidar aún más su rol dentro del arsenal terapéutico para enfermedades nodulares tiroideas.
Conflictos de interésEl autor declara no tener conflictos de interés relacionados con el contenido de este manuscrito.
FinanciamientoEl autor no ha recibido financiamiento específico para la realización de este trabajo.
Declaración de uso de Inteligencia Artificial: Para la preparación de este manuscrito se utilizó la herramienta OpenAI exclusivamente para la revisión de redacción, corrección de estilo y organización de contenidos.
A Nicole Wash Manetti por su apoyo en la edición del manuscrito.


