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Vol. 20. Núm. 10.
Páginas 126-129 (Noviembre 2001)
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Tratamiento de las lesiones articulares
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ÁNGELA BOSCHa
a Farmacéutica.
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Las articulaciones experimentan un desgaste producido por el tiempo y también por lesiones que perjudican a la estructura articular. Los diferentes tipos de articulaciones sufren patologías que provocan molestias y en ocasiones trastornos graves a los pacientes. La autora estudia
las dolencias que afectan a rodilla, tobillo, codo y articulación carpiana, así como el tratamiento más apropiado en cada caso.
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Las diferentes articulaciones del organismo dependen de un grupo de músculos que les sirven de soporte y se estabilizan mediante ligamentos que tienen la función de reforzar la cápsula articular. Algunas articulaciones tienen hendiduras que están subdivididas por un disco o menisco. Los discos, ricos en colágeno, tienen una función amortiguadora y mejoran el contacto articular. El desgaste articular debe ser tratado con medidas que regeneren las estructuras de la articulación. Únicamente el cartílago es incapaz de proceder a una restauración completa de su estructura, por lo que es muy importante evitar lesiones en esa zona, que antes o después son responsables de la aparición de artrosis.

Articulación carpiana

La muñeca tiene una estructura delicada y por sus múltiples funciones y por su movilidad padece frecuentes traumatismos que muchas veces tienen un diagnóstico difícil. En ocasiones, el tratamiento quirúrgico no concede garantías absolutas respecto a la restauración de la articulación y la recuperación de la totalidad de su movilidad y de sus funciones, por lo que es preferible un tratamiento ortopédico.

 

Esguinces

Una de sus causas principales es la práctica de deportes, como el lanzamiento de peso y de jabalina, así como de otros deportes en los que el manejo de la muñeca desempeña una función importante, como el balonmano y el baloncesto. El diagnóstico debe establecer la gravedad del esguince. Mediante radiografías se descartará la existencia de fracturas óseas, que de ser diagnosticadas deben conducir a su tratamiento específico. En ocasiones aparecen quistes sinoviales o gangliones, que son nódulos tendinosos producidos por daños en el revestimiento de la articulación y en los tejidos adyacentes. Son más frecuentes en las mujeres.

La terapia consiste en la aplicación de antiinflamatorios, reposo de la articulación, crioterapia y vendajes compresivos (tabla 1). Es conveniente que la muñeca permanezca inmovilizada un mínimo de 15 días. Si el traumatismo es leve y la inflamación escasa, suele bastar con el reposo parcial durante varios días. Se utilizan vendajes funcionales y muñequeras de tejido elástico y con férulas de refuerzo correctoras.

 

Síndrome del túnel carpiano

El túnel carpiano es el canal por el que circula el nervio mediano al atravesar la cara palmar de la muñeca en su zona media. La zona está atravesada por los tendones flexores largos y por el nervio mediano, que es el responsable de la sensibilidad de los cuatro primeros dedos de la mano.

La patología consiste en un exceso de volumen del túnel carpiano, que es muy poco elástico. El resultado es una presión molesta y trastornos en el nervio mediano. Es mucho más frecuente en las mujeres que en los hombres y aparece por múltiples factores: sobrecargas, inflamaciones crónicas o agudas, consolidación incompleta de las fracturas de muñeca, infecciones de la mano, el embarazo y depósito de materiales.

El paciente suele acudir al médico a partir de molestias como el hormigueo y el entumecimiento de los dedos. Es habitual que el enfermo emplee la expresión de que tiene dormida la mano para describir sus molestias. También es frecuente que se queje de que durante la noche se despierta con dolores en el brazo y en la mano. El diagnóstico recurre a la electromiografía, que mide el registro de las corrientes eléctricas generadas por la actividad muscular.

El reposo es la medida más indicada para las personas que padecen el síndrome del túnel carpiano. Se acompaña con un tratamiento antiinflamatorio y en muchos casos se instaura una inmovilización total de la parte afectada. Se recurre a muñequeras adaptables y en casos extremos a la cirugía, que suele dar buenos resultados excepto cuando la dolencia ha llegado a una fase crónica.

Articulación del tobillo

La articulación tibiotarsiana es la que presenta un mayor riesgo de lesión. Es muy frecuente la distensión de los ligamentos laterales externos y hay que tener en cuenta que las roturas de ligamentos mal tratadas conducen a una inestabilidad crónica de muy difícil restauración.

 

Esguince de los ligamentos laterales

Las torceduras del tobillo en las que se excede la amplitud del movimiento de la articulación producen lesiones de los tejidos estabilizadores, con dolor, sangrado e inflamación. El diagnóstico se realiza a partir de la presencia de síntomas tales como el dolor cuando se mueve la articulación, la tumefacción y dolor por delante del maleolo externo, el derrame de sangre y la inestabilidad empujando el pie hacia delante respecto a la tibia. Se establecen tres tipos de grados de la lesión, según la agresividad del traumatismo. En el primer grado, hay dolor mínimo, cierta cojera e inflamación mínima. En el segundo grado aparece dolor importante e inmediato, gran inflamación y apoyo doloroso. En el tercer grado el dolor es agudo, el apoyo es imposible y aparecen inflamaciones y hematomas importantes como resultado de la rotura total del ligamento.

Para los esguinces de primer grado se recomienda la crioterapia, los antiinflamatorios por vía oral y el uso de vendaje elástico y funcional que impida el movimiento de la articulación a favor de cómo se produjo la lesión (tabla 1). Se utilizan tiras con vendaje adhesivo rígido y vendajes listos para su aplicación inmediata. En casos de rotura total habrá que recurrir a la intervención quirúrgica. Si la lesión es grave pero parcial se procede a la inmovilización total enyesada durante 1-3 semanas.

 

 

Inestabilidad crónica del tobillo

Se evidencia por síntomas tales como la molestia y la inseguridad en el caminar, sobre todo cuando se realiza un esfuerzo importante en terreno irregular. Se distingue entre los signos funcionales, como el dolor sordo con inseguridad, la supinación forzada muy fácil y la movilidad lateral del tobillo con resaltes y chasquidos, y los signos radiológicos, que confirman el diagnóstico mediante radiografías forzadas.

El tratamiento consiste en el uso de vendajes listos para su uso (ortesis)*, que ayudan a mantener la seguridad y la estabilidad articular. Si el traumatismo es importante, hay que recurrir a la intervención quirúrgica.

Articulación del codo

Las lesiones se deben a movimientos repetitivos de los músculos extensores o flexores de la muñeca, apareciendo las molestias popularmente conocidas como «codo de tensita» y «codo de golfista».

 

Epicondilitis

Consiste en la inflamación del cóndilo humeral, que es donde están insertados los músculos del antebrazo. El dolor aparece en la prominencia ósea externa del codo (epicóndilo). Aunque se la denomina codo del tenista, no es exclusiva de este deporte y se produce también por actividades como usar unas tijeras, manejar un destornillador, escribir a máquina y levantar pesos.

Es un proceso común, padecido por casi el 50% de los tenistas que juegan al tenis diariamente y por una cuarta parte de los que juegan una o dos veces por semana. Es más frecuente en los mayores de 40 años. Los síntomas que permiten el diagnóstico son la debilidad de la muñeca, el dolor sobre el epicóndilo y el dolor que afecta principalmente a la parte externa del codo.

En las fases agudas se recurre a la crioterapia, antiinflamatorios, al reposo de la actividad causante del dolor y, en ocasiones, a un vendaje compresivo (tabla 1). También se utilizan calor local, masajes con hielo y ortesis de gran adaptación anatómica. Si el caso es rebelde, se aplican infiltraciones con esteroides locales, tratamiento con ultrasonidos, corrientes galvánicas de alto voltaje y estimulación nerviosa transcutánea. Si no se produce mejoría es precisa la cirugía.

 

Bursitis

Se caracteriza por la hemorragia y la inflamación de la bolsa serosa que protege el hueso de los contactos con superficies duras. Esta lesión la padecen las personas y deportistas que han sufrido caídas directas sobre el codo, sea por su actividad física, laboral o deportiva. Popularmente se la denomina «codo del estudiante» y «codo del lanzador de dardos». Los síntomas consisten en dolor, tanto en reposo como en movimiento, sensibilidad dolorosa y tumefacción sobre la punta del codo y limitación de la movilidad en la articulación. La persona afectada debe guardar reposo y usar una compresión ligera. En ocasiones conviene hacer una punción para evacuar el líquido, seroso o hemorrágico. Tras la punción se debe colocar un vendaje compresivo durante una semana. De persistir la inflamación se practicarán infiltraciones con antiinflamatorios esteroides locales. Si la bursitis es severa y existen cuerpos libres en su interior, se debe proceder a la extirpación quirúrgica de la bolsa.

Articulación de la rodilla

La rodilla es la articulación más compleja y delicada del organismo humano y es la más propensa a sufrir lesiones. Son muy frecuentes pequeñas dolencias como la «rodilla del saltador» y la «rodilla del ama de casa», que si no se tratan adecuadamente desembocan en artrosis.

 

Bursitis prerrotuliana

Se produce a partir de contusiones directas y también por posturas como arrodillarse muy a menudo, lo que es frecuente en limpiadoras, amas de casa, empleadas del hogar, deportistas, religiosos. Lo habitual es que sólo aparezca inflamación, pero también se producen infecciones, con dolor y fiebre y dificultad al doblar la rodilla.

El tratamiento consiste en reposo, hielo, compresión, elevación, ultrasonidos, antiinflamatorios, extracción de líquido y administración de corticoides. Si la lesión es sencilla basta con un antiinflamatorio y con una ligera compresión e inmovilización mediante una ortesis. En caso de infección y complicaciones, se recurre a los antibióticos y, si procede, a la escisión quirúrgica.

 

Lesiones meniscales

Los meniscos constituyen el 50% de la superficie de apoyo sobre la que actúa el fémur y tienen por función la de encajar las superficies articulares femoro-tibiales obrando a modo de cuñas y contribuyendo a la estabilidad de la articulación. Las lesiones de menisco se producen en todas las actividades deportivas sin excepción y también a partir de movimientos en apariencia banales que sin embargo producen lesiones meniscales, sobre todo en personas de edad avanzada. Son más frecuentes en los deportes violentos, en los que existe contacto físico entre los contendientes y muy especialmente en el fútbol, debido a que el jugador no puede controlar el movimiento de sus extremidades inferiores al mismo tiempo que su cerebro controla el movimiento del balón.

La rodilla se inflama y permanece hinchada varios días. A veces se aprecian crujidos, bloqueos o fallos al doblar la rodilla y en ocasiones es imposible enderezarla. El diagnóstico recurre a la interpretación de los síntomas, a la resonancia magnética nuclear y a las artroscopias, que también se emplean como medidas terapéutica. El tratamiento recurre al reposo, hielo, compresión y elevación, analgésicos y, finalmente, a la intervención quirúrgica (tabla 1).

Papel del farmacéutico

Muchos lesionados acuden a las oficinas de farmacia para que les atiendan en los traumatismos que padecen (tabla 2). Si la lesión es benigna, el farmacéutico podrá indicar las medidas a tomar y aconsejará el empleo de los vendajes que resultan adecuados. Si la lesión es grave, advertirá al paciente de la importancia de su lesión y lo remitirá a un centro clínico. Es muy importante que los farmacéuticos y sus colaboradores tengan conocimientos adecuados de las lesiones que se producen en el aparato locomotor, para identificar su grado de gravedad y dirigir a sus pacientes hacia el tratamiento y el profesional que les convienen. *

 

Si la lesión es benigna, el farmacéutico podrá indicar las medidas a tomar y aconsejará el empleo de los vendajes que resultan adecuados

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