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Vol. 20. Núm. 10.
Páginas 112-117 (Noviembre 2001)
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Las plantas medicinales en el tratamiento de la HTA
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Mª TRÁNSITO LÓPEZ LUENGOa
a Farmacéutica.
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La hipertensión arterial (HTA) es una enfermedad crónica que afecta a una gran proporción de la población y, juntamente con la hipercolesterolemia y el consumo de tabaco, es uno de los principales factores de riesgo de las enfermedades cardiovasculares. Para su prevención y tratamiento,
la fitoterapia constituye una alternativa muy eficaz.
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La presión arterial oscila al ritmo de la pulsación cardíaca entre un valor mínimo (diastólico) que corresponde a la relajación del corazón, y un valor máximo (sistólico) que corresponde a la contracción cardíaca.

La definición de la HTA es arbitraria, ya que en realidad no hay un umbral exacto a partir del cual pueda afirmarse que los valores de la presión arterial son patológicos. Sin embargo, sabemos que cuanto más bajos son (dentro de unos ciertos límites), menor es el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares.

Por consenso, se considera hipertenso a todo individuo que presente, en reposo y de manera crónica, presiones sistólica y diastólica iguales o superiores a 140 y 90 mm de mercurio (Hg), respectivamente.

Los valores sistólico y diastólico de la presión arterial no son constantes, sino que durante el día fluctúan continuamente alrededor de un valor medio para que el organismo se adapte a las circunstancias de la vida cotidiana (ejercicio físico, estrés, sueño). Sin embargo, en cada individuo, los dos valores de la presión arterial tomados en reposo en la visita médica son relativamente constantes. De todos modos, las mediciones aisladas de la presión arterial carecen de valor diagnóstico, por lo que para considerar a una persona hipertensa ésta ha de alcanzar una presión arterial alta en tres mediciones durante 3 semanas y en unas condiciones ambientales determinadas.

En los países industrializados, el porcentaje de hipertensos aumenta con la edad, pasando de menos del 5% en la adolescencia a más del 50% en la edad de la jubilación. En concreto, la prevalencia de hipertensión en España se estima en un 20-30%.

Los estudios epidemiológicos demuestran claramente que cuanto más alta es la presión arterial, más alto es también el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, como el infarto de miocardio y los accidentes vasculares cerebrales, con el resultado, según países, del 30 al 70% de muertes. Teniendo en cuenta que las complicaciones de la HTA, mortales o no, están directamente relacionadas con las cifras tensionales y con el tiempo de evolución, resulta evidente la importancia de hacer un diagnóstico precoz mediante la determinación rutinaria de la tensión. Éste permitirá prevenir las complicaciones de la HTA y la aparición y evolución de arteriosclerosis.

Clasificación

Según su etiología, la HTA se clasifica en:

 

­ HTA primaria o esencial. Cuando la causa de la elevación mantenida de la tensión arterial es desconocida. Es la más frecuente, oscilando entre el 90 y el 95% del total de las personas afectadas.

­ HTA secundaria. Cuando la elevación mantenida de la tensión arterial está provocada por alguna enfermedad u otra causa conocida. Entre las causas de la HTA secundaria se encuentran: enfermedades renales, embarazo, hipotiroidismo, acromegalia y el uso de determinados fármacos como antiinflamatorios en tratamiento crónico, anticonceptivos orales, simpaticomiméticos y esteroides.

Tratamiento

La HTA esencial no tiene curación, pero a pesar de no cursar con síntomas que alarmen al paciente, debe ser corregida y controlada para evitar complicaciones. En su tratamiento, se utilizan dos tipos de medidas terapéuticas: unas están destinadas a modificar los hábitos de vida y las otras son farmacológicas.

Es en el tratamiento farmacológico de las hipertensiones leves y moderadas cuando la fitoterapia constituye una alternativa eficaz.

Tratamiento no farmacológico

Aunque no se conoce una causa específica, sí que se conocen algunos factores asociados al desarrollo de la hipertensión y de las enfermedades cardiovasculares. Algunos de estos factores son constitucionales, como la herencia, el sexo o la raza; otros son ambientales, como ciertos hábitos alimentarios, el tabaquismo, el consumo excesivo de alcohol, el estrés y el sedentarismo.

Sobre los factores constitucionales no se puede actuar, pero sí que se puede actuar sobre los factores ambientales. Así, el tratamiento no farmacológico de la hipertensión consiste en seguir unas medidas destinadas a modificar el estilo de vida. Estas medidas las han de adoptar todos los hipertensos y son las mismas que se recomiendan para la prevención. En ocasiones, son suficientes para normalizar las cifras de la tensión arterial. A continuación pasamos a comentar las medidas preventivas más importantes.

 

Disminuir la ingesta de sal

Cuanto más alto sea el consumo de sal, mayor es el riesgo de que aparezca HTA, por lo que lo más sensato es restringir la ingesta de sal. Esta medida no es eficaz para todos los individuos hipertensos, pero en muchos casos es suficiente para mejorar las cifras tensionales y, en otros, contribuye a hacer más efectiva la acción de los fármacos antihipertensivos. Actualmente, lo que se aconseja es no añadir sal a los alimentos, ni cuando se preparan ni cuando ya están servidos, y evitar el consumo de productos ricos en sodio como son los alimentos precocinados y enlatados, embutidos, quesos y salazones.

 

Reducción de peso

La obesidad, por sí misma, es un factor de riesgo para diversas patologías, sobre todo de tipo cardiovascular y metabólico. Está directamente relacionada con la hipertensión, de manera que cuando hay una reducción del exceso de peso las cifras tensionales también disminuyen.

 

Hacer ejercicio físico regularmente

La práctica habitual de algún tipo de ejercicio físico contribuye a reducir la tensión arterial, a controlar el peso y a mejorar el metabolismo lipídico. Además, tiene una acción beneficiosa en el sistema circulatorio y nervioso. Lo más recomendable es practicar alguna actividad aeróbica moderada durante unos 20-30 minutos, como mínimo 3 veces por semana.

 

Evitar el estrés

Por la correlación existente entre el estrés y los niveles de presión arterial, todas las técnicas y modificaciones del estilo de vida que tiendan a disminuir el estrés son útiles para los individuos hipertensos.

 

Eliminar el tabaquismo

El consumo de tabaco es nocivo para la salud en general, pero en caso de hipertensión multiplica el riesgo de sufrir complicaciones cardiovasculares.

Tratamiento fitoterapéutico

Debido al carácter crónico de la HTA, la posibilidad de establecer tratamientos prolongados de bajo riesgo hace de la fitoterapia una herramienta de gran utilidad en el tratamiento de las HTA leves y moderadas.

 

El mecanismo de acción de las drogas empleadas consiste en producir una vasodilatación, la cual puede darse en dos niveles:

 

­ Vasodilatación periférica. Actúa sobre las células ganglionares o sobre las terminaciones nerviosas de los vasos y produce una acción miolítica sobre las fibras musculares lisas. Como consecuencia de ello, hay una disminución de la resistencia periférica.

­ Vasodilatación central. Produce una excitación de los centros vasodilatadores bulbares. Esta aplicación conlleva riesgos, motivo por el cual no se utiliza.

 

Para el tratamiento de la HTA, la fitoterapia cuenta con tres plantas medicinales de acción hipotensora particularmente eficaces: el espino blanco, el ajo y el olivo. Además, es frecuente utilizar como coadyuvante drogas con efecto diurético.

 

Espino blanco (Crataegus monogyna Jacq.)

A diferencia de otras muchas plantas medicinales, el espino blanco no fue introducido en la terapéutica hasta principios del siglo xx. Se utilizan las sumidades floridas, las hojas, los frutos y ocasionalmente la corteza. A menudo se usan en su lugar otras especies congéneres: C. oxyacantha, con una composición similar y, ocasionalmente, C. pentagyna, C. nigra y C. azarolus. La droga tiene olor aromático y un sabor azucarado, ligeramente amargo y astringente.

A pesar de los muchos trabajos que se han llevado a cabo sobre esta droga, no se han aislado principios activos definidos. Contiene una pequeña cantidad de aceite esencial, derivados aminados (etilamina, trimetilamina, isobutilamina e isoamilamina), colina y purinas. Los componentes más interesantes, y que posiblemente participan en su actividad, son: polifenoles (flavonoides, como hiperósido, ramnósido; ácidos cafeico y clorogénico, así como leucoantocianidinas) y derivados triterpénicos (ácido crataególico, ursólico y oleanólico).

Tiene acción ionotrópica (+), cronotrópica (-), dromotrópica (-) y batmotrópica (-), por lo que se puede decir que es una droga cardiotónica, ya que aumenta la irrigación sanguínea coronaria y actúa sobre la musculatura cardíaca, aumentando la fuerza de la contracción del miocardio. Además, tiene efecto sedante del sistema nervioso central, antiespasmódico y ligeramente diurético. Por último, ejerce una acción compensadora de los desequilibrios neurovegetativos, regularizando la tensión arterial y los trastornos del ritmo cardíaco.

Su uso está indicado en las alteraciones del ritmo cardíaco, que no requieran el uso de digitálicos: extrasístoles, taquicardia paroxística, palpitaciones, coronaritis y HTA, así como en la prevención de la angina de pecho.

Aun siendo una droga poco tóxica a dosis extraterapéuticas, puede producir depresión respiratoria y cardíaca. Por tanto, no es recomendable sobrepasar las dosis indicadas y prescribir en forma de tratamientos discontinuos. Asimismo, puede interaccionar con las benzodiacepinas en caso de administración conjunta, pudiendo potenciar el efecto sedante.

El uso del espino albar para el tratamiento de la HTA sólo debe hacerse bajo control médico, dada la posibilidad de aparición de una descompensación tensional.

Ajo (Allium sativum L.)

Se utilizan los bulbos de la planta. Contiene aceite esencial que en el ajo fresco, no machacado, tiene como principal componente la aliína, que por hidrólisis enzimática de la aliinasa forma aliicina (responsable del olor característico del ajo). La aliicina se transforma rápidamente en disulfuro de alilo. El ajo también contiene abundantes fructosanas (hasta el 75%), enzimas (peroxidasas, desoxirribonucleasas, fosfomonoestearasas), adenosina, pequeñas cantidades de vitaminas (A, B1, B2 y C) y sales minerales de yodo, sílice y azufre.

Parece ser que la mayoría de sus efectos se deben a la acción de los componentes del aceite esencial. Los más destacables son su efecto hipotensor suave (por vasodilatación periférica de arteriolas y capilares), bradicardizante, hipolipemiante (por inhibición de la síntesis de colesterol), antiagregante plaquetario (inhibe los receptores plaquetarios para el fibrinógeno), hipoglucemiante y antioxidante. También es antiséptico, bactericida, antifúngico, antiviral y vermífugo. Asimismo, debido a la acción de las fructosanas, tiene acción diurética.

El uso del ajo está indicado para el tratamiento de la HTA, arteriosclerosis, hiperlipidemias, en la prevención de tromboembolismos, claudicación intermitente y retinopatías. Se puede utilizar como coadyuvante en el tratamiento de la diabetes. También es útil en el tratamiento de algunas afecciones genitourinarias, respiratorias y en las parasitosis intestinales.

Está contraindicado en caso de hipertiroidismo y, por su efecto anticoagulante, en casos de hemorragias activas, pre y postoperatorios, así como en personas en tratamiento con anticoagulantes o con hemostáticos.

El ajo carece de toxicidad, aunque su consumo puede producir irritación intestinal por la presencia de cristales de oxalato cálcico. Por vía externa puede producir dermatitis de contacto.

 

Olivo (Olea europea L.)

Se utilizan las hojas. Contiene secoiridoides, en particular el secologanósido, que es precursor de los iridoides, especialmente del oleoeuropeósido (componente mayoritario del grupo). También contiene flavonoides derivados del luteol y el olivol, derivados triterpénicos, ácido oleanólico, saponósidos, olivamarina (principio amargo) y sales orgánicas de los ácidos málico, tartárico, láctico y glicólico.

El oleoeuropeósido confiere a la droga efecto hipotensor (por vasodilatación periférica), espasmolítico, antiarrítmico y broncodilatador. Aunque el efecto hipotensor se atribuye al oleoeuropeósido, es posible que las hojas del olivo contengan otro principio activo, aún no identificado, que también presente actividad hipotensora o que potencie el efecto vasodilatador del oleoeuropeósido. Asimismo, las hojas del olivo tienen actividad hipoglucemiante, antipirética y antiséptica, y debido al efecto de sus flavonoides, acción diurética.

Su uso está indicado en el tratamiento de la HTA moderada y en la prevención de la arteriosclerosis y tromboembolismos. También es útil en el tratamiento de la diabetes tipo II y en las afecciones que requieran un aumento de la diuresis.

No se han descrito contraindicaciones, por lo que se puede administrar durante un largo período de tiempo. *

 

Bibliografía general

 

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