Al pesar de que en las actuales circunstancias la palabra crisis nos inspira unos sentimientos que se ajustan a los arriba enunciados, dado mi carácter optimista y con ánimo de no caer en la «resignación», he preferido recurrir al diccionario de la RAE para comprobar que crisis (del latín crisis, a su vez del griego κρι¢σις) puede ser: un cambio brusco en el curso de una enfermedad, ya sea para mejorarse, ya para agravarse el paciente; una mutación importante en el desarrollo de otros procesos, ya de orden físico, ya históricos o espirituales; una situación de un asunto o proceso cuando está en duda la continuación, modificación o cese; un momento decisivo de un negocio grave y de consecuencias importantes; un juicio que se hace de algo después de haberlo examinado cuidadosamente; escasez, carestía o situación dificultosa o complicada.
Entre este rosario de acepciones, las de «momento decisivo»y «mutación importante» nos remiten al concepto de punto de inflexión, de oportunidad de cambio, de hacer cruz y raya y mirar las mismas cosas con otros ojos para... revolucionarnos.
Desde que allá por 1994 Philip Brown se preguntara en Scrip Magazine si somos necesarios los farmacéuticos, provocando la indignación de todos nosotros y sacudiendo profundamente los cimientos de una profesión que se había acomodado, las cosas han cambiado mucho. De la indignación inicial, se pasó al análisis real de lo que éramos y de aquello en lo que nos habíamos convertido (meros dispensadores de medicamentos), pero también de lo que podíamos llegar a ser. Debíamos evolucionar como profesión y adaptarnos a las necesidades de una población cada vez más informada y más responsable de su propia salud.
La Atención Farmacéutica comenzó su andadura y poco a poco, sin prisa pero sin pausa, ha ido creando escuela y, con el tiempo, aportando soluciones a problemas existentes y recabando información suficiente como para poder demostrar ante quien corresponda que los farmacéuticos, si nos dejaran hacer lo que mejor sabemos hacer, contribuiríamos de forma imprescindible a la salud de nuestra sociedad.
Sin duda esto implicauna revolución e individualmente entrañaun enorme esfuerzo de adaptación, pero es precisamente esa revolución la que nos permitirá seguir adelante. De estos y otros planteamientos relacionados se hablará, con seguridad, en el VII Congreso Nacional de Atención Farmacéutica, que se celebra a finales de este mes septiembre en Vigo, en torno a un lema cargado de significado: «La salud en el siglo XXI: desafío para el farmacéutico».