Las habilidades comunicativas son importantes para la gran mayoría de las profesiones, pero no cabe ninguna duda de que lo son especialmente para las enfermeras. La comunicación se entiende como un fenómeno multidimensional y multifactorial, además de un proceso dinámico y complejo. Dichas condiciones pueden dificultar su completo desarrollo y pueden provocar, en nuestro día a día, una imagen distorsionada de nuestra profesión, invisibilizándonos frente a los grandes retos de salud e incluso infravalorando nuestra profesionalidad.
En los últimos años han aparecido nuevas tecnologías que han favorecido la expansión de la información, y se han convertido en una oportunidad para expandir, también, nuestro impacto en la sociedad. A pesar de los notorios avances, la percepción que tenemos algunas enfermeras es que los esfuerzos no han sido suficiente para explicar la esencia y el alcance de nuestra profesión. Todavía existe un desconocimiento sobre nuestro rol y nuestras verdaderas funciones dentro del sistema de salud. Y no únicamente por la imagen que en ocasiones se ha podido generar en los medios, sino por la propia percepción que puede tener la población de nosotras frente al cuidado. Una imagen simplificada y a veces desfigurada, provocada, en algunos casos, por consecuencias de un histórico, y en muchos otros, por la propia ignorancia. Pero lejos de querer hacer hincapié en estos temas tan sumamente tratados y analizados, prefiero aprovechar la ocasión para escribir unas líneas a modo de autocrítica.
Las enfermeras tenemos una multitud de responsabilidades cuando se trata del cuidado al paciente o de la atención a la ciudadanía. Y quizás me atrevería a decir, dejando de lado aspectos específicos de seguridad e integridad, que la comunicación encabeza la lista. Comunicación con los pacientes, comunicación en el equipo asistencial, comunicación frente la sociedad… Pero, ¿qué pasa cuando no somos capaces de lograr una comunicación efectiva y mostramos unos atributos que condicionan nuestra imagen frente a los demás? Debemos tener claro que no todos somos comunicadores naturales, e incluso los mejores comunicadores tienen deficiencias que les fuerzan a estar en constante aprendizaje. Por eso es importante adquirir estas habilidades desde los estudios de pregrado e irlas consolidando a lo largo de nuestra trayectoria profesional. Hablamos de comunicación interpersonal, técnicas escritas, técnicas verbales, técnicas no verbales. Elementos que pueden ayudar a fomentar que las enfermeras se desarrollen con excelencia en su lugar de trabajo. Teniendo en cuenta que, si bien se reconoce la importancia de la comunicación verbal, a menudo se subestima la necesidad de utilizar una comunicación escrita clara y concisa, sobre todo en estos momentos tan tecnológicos donde el relato se informatiza y los datos se almacenan en “nubes” digitales. Como enfermeras es cierto que disponemos de un amplio conocimiento biomédico y humanístico para desarrollar nuestra profesión al más alto nivel. Pero a menudo, en la práctica diaria, suspendemos precisamente en cosas que entendemos como básicas. Una de ellas es saber comunicarnos con seguridad, profesionalidad e incluso amabilidad, características que promueven relaciones de confianza y favorecen el éxito clínico. Las enfermeras debemos acercarnos a cada persona a la que cuidamos con la intención de comprender, más allá de escuchar. Para ello, es importante crear espacios y momentos adecuados a cada situación. No debemos forzar, sino facilitar el diálogo. Esto nos ayuda a proveer una atención individualizada al mismo tiempo que mantenemos la confidencialidad que se nos exige. Cuando intentamos abordar las preocupaciones particulares de los pacientes, tenemos un mayor éxito tanto a nivel individual como en el trabajo en equipo. Y, en consecuencia, se obtienen mejores resultados en salud, así como mejor satisfacción por parte de los pacientes/población. Por otro lado, a medida que las enfermeras hemos ido adquiriendo roles y posiciones cada vez de más liderazgo dentro del sistema de salud, más compromiso tenemos en fortalecer nuestras habilidades comunicativas. En este caso, para transmitir e influenciar en la toma de decisiones políticas, siempre en beneficio de la propia sociedad.
En definitiva, debemos entender la comunicación como un instrumento para promover nuestra excelencia. Y para ello quizás podemos recordar y enmarcar, a modo de mantra, una frase muy sencilla: para comunicar hay que saber comunicar; para cuidar hay que saber comunicar.