Las microdeleciones del cromosoma Y se consideran una de las causas más comunes de la infertilidad masculina. La ausencia de algunos genes localizados en ciertas regiones del cromosoma Y, conocidas como «factor de azoospermia», conduce a fallo de la espermatogénesis, aunque en muchos casos se consigue recuperar espermatozoides del eyaculado o del testículo. Su detección puede resultar crucial en el tratamiento clínico de estos pacientes, pues permite predecir, en pacientes azoospérmicos con ciertas microdeleciones, la presencia de espermatozoides en el testículo, además de prevenir el empleo de métodos invasivos de extracción espermática en pacientes oligozoospérmicos que pudieran tener una pérdida progresiva de su producción con el tiempo.
La inyección intracitoplasmática, junto con las técnicas de recuperación espermática, han ofrecido a muchos de estos pacientes la posibilidad de concebir hijos con sus propios gametos, si bien se produce la transmisión de dicho defecto genético a la descendencia masculina. Aunque, hasta hace poco, se asumía la infertilidad como la única consecuencia clínica que heredarían los hijos varones de estos pacientes, diversos estudios han sugerido que existen otros riesgos potenciales que podrían afectar a la descendencia, como disfunciones sexuales asociadas a alteraciones de cromosomas sexuales (síndrome de Turner o Klinefelter) e incluso otros trastornos, con peores consecuencias clínicas, causados por anomalías de los autosomas. No obstante, por el momento no se ha descrito ningún caso claro de hijos de pacientes con microdeleciones con complicaciones mayores de la infertilidad, pero debemos reparar en que la primera generación de esos niños acaba de alcanzar la madurez. Además, dichas anomalías podrían bloquear el desarrollo embrionario o incrementar la incidencia de abortos, reduciendo las posibilidades de éxito en las parejas afectadas que acuden a los centros de reproducción asistida. Resulta imperioso, por tanto, esclarecer los riesgos reales de transmisión de anomalías diferentes a la microdeleción a la descendencia y establecer el tratamiento más adecuado para estos pacientes.
Y-chromosome microdeletions are currently one of the most common causes of male infertility. The absence of some genes located in certain regions in the long arm of the human Y-chromosome, known as azoospermia factor region, causes spermatogenic failure, while spermatozoa has been found in either the ejaculate or the testicle of most patients. Detection of deletions is crucial for the medical treatment of these patients, since it has a prognostic value in predicting potential success of testicular sperm retrieval in azoospermic patients with certain microdeletions, and allows avoiding invasive techniques in oligozoospermia patients whose sperm production could result in progressive worsening.
Intracytoplasmic sperm injection, together with testicular or epididymal sperm retrieval for azoospermic men, has allowed these patients to become fathers using their own gametes, but the ability to vertically transmit that genetic defect, and thus, the infertility, to the offspring has been commonly accepted. Until recently, no clinical consequences other than infertility were supposed in the sons of fathers with deletions. However, different studies in the last few years suggest other potentially risks transmitted to the offspring, such as development of sexual dysfunction due to sex chromosome abnormalities (Turner or Klinefelter syndromes) or other somatic disorders, with worse health consequences, caused by chromosome aberrations in autosomes associated with Y-chromosome microdeletions. To date, no major clinical complications other than infertility have been described in the offspring born from fathers with deletions, but it is important to remember that the first generation of those babies has just reached maturity. Moreover, the aforementioned chromosome anomalies could halt embryo development or increase miscarriage rate, reducing the chances of a successful pregnancy in affected couples attending infertility clinics. Therefore, the actual risk of transmitting different anomalies associated to microdeletions to the offspring should be clarified in order to establish the most appropriate treatment for these patients.
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