En diciembre de 1994, esta revista publicó un número monográfico sobre Patología Mamaria. Hemos cambiado de siglo y el interés por el tema no sólo persiste sino que aumenta, ya que es constante la publicación de nuevos avances, a veces presentados de forma sensacionalista, sin que se haya llegado a soluciones definitivas. Por ello, considero un acierto del Comité Editorial de Medicina Integral dedicar otro número monográfico al tema y les agradezco que hayan pensando de nuevo en nosotros.
Los datos numéricos se repiten con insistencia: en nuestro medio una de cada 12 o 13 mujeres puede padecer cáncer de mama a lo largo de su vida (en Estados Unidos este riesgo relativo es de una de cada 8 mujeres). Pero existen otros datos menos difundidos: 8 de cada 10 mujeres pueden presentar a lo largo de su vida algún proceso mamario benigno que motive una consulta. Me atrevo a añadir que todas las mujeres, en algún momento, puden tener dudas ante la aparición de noticias sensacionalistas en la prensa, cuando no miedo o preocupación por la enfermedad en algún familiar o conocido. Esta realidad no coincide con la importancia que se da al tema de la patología mamaria en el currículum de formación del médico general. Por el contrario, el estudio de la mama normal y de sus múltiples enfermedades parece limitarse a una enseñanza super especializada. En este momento se reconocen distintos cursos de posgrado (máster, diploma o especialidades) en varias universidades españolas. En el área asistencial se discute si debe ser una especialidad o una subespecialidad; sin embargo, la legislación actual permitiría la creación de un área de capacitación específica con posibilidad de acceder a partir de varias especialidades troncales, pero parecen existir intereses creados que impiden esta solución. En realidad estamos ante una situación que podríamos llamar de «alta epidemiología» con poco reconocimiento oficial de su importancia.
En una situación ideal de buena relación entre la mujer, su médico y el especialista, en lo que respecta a la patología mamaria, pueden existir en este momento dos lados débiles de este triángulo. Creo que puede ser difícil la relación del médico de atención primaria tanto con el especialista como con la paciente. Existe cada vez más una necesidad de especialización y la aparición de nuevas técnicas y procedimientos lleva a la creación de unidades de patología mamaria. Esta superespecialización y centralización pueden dejar al margen un contacto fluido con la medicina básica. Por otra parte, la frecuente aparición en los medios de comunicación de noticias sensacionalistas sobre avances en prevención, diagnóstico y tratamiento pueden llevar a la mujer a consultar a su médico de confianza sobre aspectos en los que nadie se ha preocupado de mantenerlo informado y actualizado.
Por ello, se justifica este número monográfico en el que pretendemos, más que proporcionar una información excesivamente técnica, aportar conocimientos prácticos y actuales que faciliten al médico general tanto su relación con las unidades especializadas como la comunicación y asesoramiento a sus pacientes.
Los temas que hemos incluido se inician con las nociones que el médico debe tener para comprender y ayudar a participar a las pacientes en las campañas de diagnóstico precoz que se van extendiendo por toda nuestra geografía. Muy relacionado con las mismas está el estudio de los factores de riesgo del cáncer de mama, que intentan dar valor a los que tienen aplicación práctica y ayudan a desmitificar aquellos que sólo sirven para crear preocupación y angustia. Sin duda, hay pacientes con sintomatología mamaria que consultan, en primer lugar, con su médico de cabecera. Éste se enfrenta al dilema de detectar aquellos que requieren un estudio especializado más profundo entre los que puede resolver u orientar personalmente. Por este motivo, dedicamos una cierta extensión al capítulo de la patología benigna, tema poco abordado en la bibliografía habitual. Los métodos de exploración, que cada vez son más numerosos deben ser indicados según sus posibilidades y, por ello, se hace un repaso de estos con sus indicaciones generales.
El tratamiento del cáncer de mama y de la patología mamaria en general está en fase de variación. Es importante conocer el estado actual de la cirugía mamaria, incluyendo el capítulo de la estética, que cada vez motiva a más mujeres a someterse a intervenciones quirúrgicas que deben ser valoradas globalmente. Muchas mujeres se someten hoy a tratamientos hormonales que pueden tener una repercusión sobre la patología mamaria y que el médico debe conocer. El tratamiento médico del cáncer de mama presenta en este momento grandes avances que hay que comprender para establecer las indicaciones terapéuticas; en la práctica, muchas veces estas pacientes deben ser seguidas durante y después del tratamiento por su médico de asistencia primaria.
Finalmente, si bien el desarrollo de la senología como nueva rama de la medicina, posiblemente un área de capacitación específica para el estudio de la mama normal y patológica con un enfoque global y multidisciplinario, es el arma que hoy día se considera más efectiva para la lucha positiva contra el cáncer de mama, su desarrollo no es posible sin la integración de la asistencia primaria en este triángulo ideal médico-paciente-especialista.